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Como un clavo


Cierto día, mirando un cuadro de Jesús en la pared, me reconfortó el recordar que Él se encuentra siempre ahí. De pronto, vi que estaba algo torcido y decidí enderezarlo. Cuando lo quité, vi un pequeño clavo en la pared, que era el que sostenía el cuadro. Pensé entonces que eso era un ejemplo de cómo debo comportarme siempre, pues el clavo no se ve, sino que solamente está ahí, pequeño, humilde, escondido, desapercibido, y mostrando siempre el rostro de Jesús para que otros lo recuerden a Él y no al clavo que le sostiene.

Siempre debemos tratar de vivir de forma que mostremos a otros cosas buenas y sanas, y sabremos que Dios está feliz cuando no recibamos crédito por esas acciones. En todo caso, un clavo solo en la pared se ve bastante mal, de hecho estorba y da mala imagen. De la misma forma, cuando no queremos mostrar a Dios en nuestras vidas nos volvemos pesados, pues no estamos cumpliendo nuestra función. Después de todo, sin el clavo el cuadro no se sostendría, o sea que es muy importante, pero los trabajos importantes muchas veces son los menos reconocidos en público.

El que sirve es más importante que el se sienta a comer; por ende, tratemos de ser siempre los más importantes ¡sirviendo a todo aquel que lo necesite! Y sigamos el ejemplo de aquel que se hizo hombre para servirnos y salvarnos a nosotros.


- Autor Desconocido -




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Ultima actualización: 13 October, 2001