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EL NIÑO Y EL JARRÓN



     En una ocación un niño metió la mano en un jarrón y despues no podia sacarla y este comenzó a llorar desconsoladamente y a la griteria del niño vino la mamá y le preguntó que le pasaba y este le dijo que no podia sacar la mano del jarrón.   Esta desesperada buscó jabón liquido y le untó en la mano para ver si salia pero no se podia, buscó vaselina y tampoco, buscó aceite y tampoco.   Y la madre le dijo:   ¿pero hijo como fue que metistes la mano que ahora no te sale?    porque si la entrastes se supone que te salga.   Pero el niño insistia en que no podia sacarla y segua llorando.    Desesperada la madre buscó un martillo y con sumo cuidado rompió el jarron.    Y para sorpresa de la madre el niño tenia la mano cerrada y cuando se la abrió este tenia un caramelo en ella.

      No podia sacar la mano ya que no queria abrir la mano para no perder el caramelo.   

     Que facil ubiera sido si hubiese abierto la mano y luego de sacarla le hubiese dado vuelta al jarron y sacado el caramelo verdad.

     Lo mismo sucede con nosotros; muchas veces sabemos lo que tenemos que hacer como cristianos pero no estamos dispuestos a dejerlo ya que nos gusta demasiado y buscamos muchas excusas para no dejarlo.