Sección de México: Estado de México
U N I V E R SO L I T E R A R I O D E H U G O
Sección de México
L A S A R B O L E D A S
En Las Arboledas, fraccionamiento del Estado de México de especial tradición, han confluido disímbolos aspectos de la realidad mexicana. Por un lado, la concepción artístico-campestre de Luis Barragán, uno de los arquitectos más reconocidos de México, por otro lado, las necesidades de la vida cotidiana en los diversos momentos históricos vividos desde su construcción hasta el momento presente, a los que se añade la creatividad de sus habitantes y su necesidad de continuidad histórica.
Las Arboledas ha sido un barrio que ha tenido una historia: una visión ideal por parte de sus fundadores y una evolución a lo largo de varias décadas. Luis Barragán aportó una visión estético-contemplativa engarzada en un estilo de vida semi-urbano campestre, poderosamente asociada con el deporte de la equitación. El resultado tangible de dicha visión, se fue modificando a lo largo de décadas para satisfacer las demandas de un asentamiento humano real, con necesidades y requerimientos vitales reales, algunas veces no inmediatamente compatibles con la visión estético-contemplativa ideal. Además, modificaciones en la forma, nuevas construcciones y diferentes estilos arquitectónicos han llegado a conjuntarse con los años en Las Arboledas, llevando la realidad a una dimensión fundada pero no limitada por la concepción barraganista.
Vittorio Magnago Lampugani, en su ensayo "Luis Barragán: diseño urbano y especulación" nos ofrece una visión sintetizada de la etapa fundacional, de la siguiente manera:
"A mitad de los años cincuenta, un grupo de inversores –entre los cuales Luis Barragán—planeó la construcción de un nuevo asentamiento, un “centro residencial y deportivo”, en el que habrían de convivir armónicamente viviendas de alta calidad con un centro deportivo. A tales efectos se diseñaron desde el comienzo amplios parques en instalaciones deportivas. Las calles permitirían a los automovilistas entrar y salir rápidamente del enclave, ya sea rumbo a la ciudad o de regreso de ésta, pero al mismo tiempo ofrecerían agradables circuitos para cabalgar y caminar. La técnica y la tradición, la prisa y el ocio debían poder convivir en un ambiente urbano tan innovador como exclusivo. La clientela vislumbrada era una clase media acomodada con aspiraciones de clase alta pero sin medios suficientes para realizarlas. El proyecto le ofrecía un “American dream mexicano” en un lugar apartado de la capital en la que trabajaban, pero de fácil acceso, en un escenario que sin tener ciertamente el nivel de El Pedregal, tampoco era un Levittown más.
Arboleda con circuito para caminar o cabalgar con calles a los lados.
A Barragán se le encargó el diseño del conjunto y comenzó a trabajar en él en 1958. Dado que no existían planos confiables de la Hacienda de Echegaray, recurrió a las fotografías aéreas sobre las que yuxtapuso los lineamientos del fraccionamiento planeado. Su punto de partida fue la salida de la autopista, donde una entrada monumental, visible desde lejos por el automovilista gracias a una llamativa señalización, conduce a una glorieta desde la cual se abren las dos principales rutas de acceso al fraccionamiento. Ambas rutas convergen de nuevo en la Arboleda de la Hacienda, que conduce a su vez al Paseo de los Gigantes, la histórica avenida de la hacienda, cuyas filas de árboles centenarios habrían de integrarse en las estructuras del nuevo asentamiento. Emplazados perpendicularmente respecto al doble eje principal de la urbanización se encuentran el Parque de los Niños y el Parque de los Pájaros, como amplias franjas viales ajardinadas con canteros en el medio. Allí, donde confluyen dichos ejes, la presencia del llamado Muro Rojo constituye un primer hito urbano y arquitectónico. Otros dos se encuentran el Paseo de los Gigantes: La Fuente del Campanario concebido como lugar de reposo a medio camino a lo largo del sendero arbolado, y el Bebedero como término oriental.
Basándose en la ya consolidada estrategia de El Pedregal y de las Torres de Satélite, Barragán se concentró en los lugares públicos claves del fraccionamiento, concebidos como arquitecturas urbanas simbólicas. El Entronque, esbozado en 1958-59 y realizado sucesivamente, está compuesto por un puente de forma peculiar y dinámica, asentado en el suelo mediante taludes recubiertos en piedra. Las superficies entre los carriles de la autopista debían estar pautadas por estanques, fuentes y obeliscos. El Muro Rojo , una monumental pared aislada, señala de manera casi surreal el centro virtual del asentamiento. La Fuente del Campanario (1959-62) está compuesta por un estanque contenido entre paneles de mampostería y empalizadas compactas, en el que cae un único chorro de agua proveniente de una canaleta de concreto. Por último, el Bebedero, una composición que crea un espacio a partir de distintos paneles (uno de los cuales de 15 metros de altura) y empalizadas, establece un sutil diálogo con los gigantescos eucaliptos. A lo largo de los muros se encuentran una serie de bancas (o “montaderos”) visibles siguiendo los contornos de un largo y abstracto abrevadero, y de pequeñas instalaciones de servicio. La Plaza del Bebedero no es sólo una gran escultura abstracta, compuesta a partir de una pileta de antracita gris, así como de paneles blancos y grises, sino que marca a la ve la frontera entre los fraccionamientos de Las Arboledas y Los Clubes, un lugar donde confluyen paseantes, caballos y automovilistas.
El Muro Rojo, en su versión actual, como parte de la Iglesia de Corpus Christi.
La Fuente del Campanario
El Bebedero
Pieza escultórica en el Bebedero
Sin embargo, en Las Arboledas Barragán no se limitó a enfatizar con su arquitectura los puntos de sutura del diseño urbanístico. En su interior concibió una compleja red vial que combina calles tanto sinuosas como rectilíneas, trazadas siguiendo una precisa jerarquía constructiva y arquitectónica. El cariz de su intervención arquitectónica no se devela a partir de los puntos culminantes del espacio abierto o del ámbito privado, como sucedía todavía en el Pedregal, sino que determinó el diseño de todo el fraccionamiento.
Aspectos funcionales y de diseño confluyen aquí como en el sistema vial desarrollado por Le Corbusier en 1951, siete años antes que en Las Arboledas, para Chandigarh. Pero más que por los dispendiosos ejercicios del maestro suizo-francés -emprendidos siempre con miras universalistas- Barragán debió estar influenciado por los pragmáticos estudios de Raymond Unwin y su aún más pragmática aplicación por Robert Moses en la creación de una red de carreteras arboladas en la región de Nueva York y Long Island. En efecto, Las Arboledas se presenta como un cruce entre una ciudad jardín inglesa y un asentamiento ajardinado norteamericano, al retomar de manera elaborada elementos de una y de otro. Sin embargo, aquí mas que en cualquiera de los modelos antes citados, la arquitectura marca una clara distinción entre movimiento y quietud: mientras que las distintas calles representan otras tantas formas e intensidades de movimiento, los espacios abiertos –sobre todo el Muro Rojo, La Fuente del Campanario y El Bebedero—representan los lugares de la quietud, relacionándose de manera complementaria con el resto del asentamiento. La diferenciación teorética planteada por Ildenfonso Cerdá en su obra fundamental Teoría General de la Urbanización (1867), alcanza en Las Arboledas una forma urbanística y arquitectónica única e inimitable.
Paso que refleja quietud con elementos que favorecen la contemplación.
Rincón que refleja calma y serenidad.
El diseño del sistema vial se llevó a cabo según los planos de Barragán, así como (aunque con algunas modificaciones y eliminaciones) los monumentos arquitectónicos. La división estructural de los terrenos con residencias casas unifamiliares también fue realizada conforme a la concepción original. Con el tiempo, la distancia entre las casas disminuyó, perdiéndose el sentido de exclusividad: lo que había sido ideado como un desarrollo de clase media alta, una vez más fue a dar a manos de una clase media acomodada a la que se había prometido una mejora de ese status, pero que acabaría por negarse a sí misma." (1)
Aunque es verdadero lo que Vittorio Magnago describe (sin estar de acuerdo con lo de "negarse a sí misma", siendo más bien la realidad la que se impone a la especulación), en esencia, su advertencia de que hubo modificaciones, alteraciones y adiciones ha sido más que cierta a lo largo de más de 40 años. A la visión original de Luis Barragán, se añadió la idea de que arquitectura de tipo más tradicional mexicano podría desarrollarse en el barrio. Calles adoquinadas, cruces tradicionales, rinconadas (conjuntos de casas tradicionales con mayor privacidad) y otros elementos dan al lugar una atmósfera de mayor continuidad con el pasado mexicano.
Calle adoquinada con jardineras y árboles.
Cruz con motivos tradicionales levantada en un rincón del fraccionamiento.
Entrada de la "Rinconada de las Gaviotas"
Tradicional balcón
Jardineras de piedra con árboles
Callejón que evoca continuidad con el pasado.
Entrada de la "Rinconada de San Javier"
Las fuentes de agua son en Las Arboledas un factor que contribuye en ciertos momentos a la serenidad que su atmósfera puede tener cuando baja el ritmo del diario ir y venir de personas y automóviles.
Fuente de estilo tradicional mexicano
Fuente de estilo acueducto
Fuente al estilo de los abrevaderos diseñados por Luis Barragán
Posteriormente a la fundación de Las Arboledas, estilos arquitectónicos más modernos pero con la indudable influencia de Luis Barragán se han ido añadiendo, contribuyendo a conservar y a actualizar el espíritu estético del lugar.
La iglesia de Corpus Christi recuerda la simplicidad de formas y la estética geométrica de Barragán
Detalle de la puerta de la Iglesia de Corpus Christi, tallada en madera con herrajes tradicionales
Vista de la "torre del campanario" y de la cruz atrial de la iglesia de Corpus Christi
Casa construida con un estilo afín a la estética de Barragán
Casa construida en estilo mexicano moderno
Vista lateral de la misma casa
Combinando elementos tradicionales con un estilo mexicano más moderno
Las Arboledas tiene una vida propia, un alma que se nutre constantemente del espíritu de su diseño primordial, pero que evoluciona con el tiempo y con la estética, como un flujo estético que se enriquece a la par que enriquece el espíritu de sus moradores.
Información:
(1) Magnago Lampugnani, Vittorio, Luis Barragán: Diseño Urbano y Especulación, ensayo de la antología
Luis Barragán: La Revolución Callada, Ed. Skira, Milán, 2001.
Fotografías:
Las Arboledas, Estado de México, México
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