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Madrid. 09-07-1999
 
COMENTARIO A LA PROPUESTA DE RESOLUCIÓN FEDERAL
por Lorenzo Peña

     A raíz de los resultados, muy negativos para Izquierda Unida, de los
comicios del 13 de junio de 1999, se han iniciado diversos debates en las
organizaciones integradas en IU, en sus órganos directivos y en las bases.
     Hemos recibido un documento titulado `PROPUESTA DE RESOLUCIÓN DEL
CONSEJO POLÍTICO FEDERAL SOBRE LOS RESULTADOS DE LAS ELECCIONES DEL 13 DE
JUNIO' que, según se nos ha dicho verbalmente, ha sido elaborado por una
«comisión de notables» y recibido alguna aprobación de la Presidencia de
Izquierda Unida. No sabemos a ciencia cierta si esa aprobación estriba en un
asumir el contenido de tal documento o no, porque el documento se ha
transmitido a las bases, al parecer, para que sea discutido, habiéndose de
enviar posteriormente a la dirección federal los resultados de la discusión,
a la vista de lo cual el consejo político federal adoptará una resolución.
El procedimiento nos parece excelente, mas lo que no nos ha quedado claro es
--permítasenos recalcarlo-- si la presidencia federal ha asumido y avalado
el texto o meramente ha aprobado la decisión de que circule entre las bases
para recoger las opiniones. En el primer caso, esperaríamos que, para mayor
claridad, se expresara así: `Propuesta aprobada por la Presidencia en fecha
tal con tantos votos a favor, tantos en contra, tantas abstenciones'.
     Mas, sea como fuere, y a falta de definición precisa (o insuficiencia
de la información que nos ha llegado verbalmente), vamos a comentar aquí
varios pasajes del mencionado documento.
     En primer lugar, puesto que se trata de hacer un balance de las causas
del revés electoral del 13 de junio de 1999 y de sacar lecciones para el
futuro, lo primero que habría que llevar a cabo es un examen comparativo de
qué factores se daban en elecciones celebradas hace varios años (p.ej. las
anteriores elecciones locales y europeas) y, en cambio, no se han dado en
esta ocasión. No parece razonable enumerar una serie de factores
explicativos del resultado del 13-06-1999 que han existido tanto el 13-06-
1999 como 3, 4 y 5 años antes. No explica nada la referencia a esos factores
permanentes (permanentes durante un largo período de tiempo). Lo único que
explica es el estudio de factores diferenciales.
     Por otro lado, de nada sirve llorar o quejarse de cómo nos tratan los
medios de la oligarquía o sus partidos políticos. Ya lo sabíamos y
contábamos con eso. Tales jeremiadas sólo están delatando que quien las
formula esperaba otro comportamiento de esos medios, o sea: no se había
percatado de la significación de tales medios y de nuestra lucha contra el
sistema actual, la cual obviamente ha de desatar la hostilidad de los
medios.
     Así, el documento exclama:
     ... no podemos dejar de mencionar el papel clave de los medios de
     comunicación en la conformación de preferencias culturales,
     sociológicas y políticas.
     Mas ese papel de los medios de comunicación es el mismo de hace 3 y de
hace 30 años. Tales medios están al servicio de la oligarquía dominante,
controlados por ella, en sus manos, a su sueldo, a sus órdenes. Hacen lo que
les dicen que hagan los magnates oligárquicos. Puede que coyunturalmente, en
tal o cual momento, esos medios otorguen un poco de espacio a una fuerza de
significación antioligárquica, siempre que tal fuerza tenga una influencia
limitada y controlable y que momentáneamente convenga hacerlo así a tal o
cual sector particular de esos medios. Mas justamente eso es lo excepcional.
Lo normal, aquello a que hay que adaptarse y amoldarse, aquello que ha
sucedido ahora y antes y siempre, es que los medios de comunicación, en
manos de la oligarquía y a su servicio, ninguneen a cualquier formación con
una orientación antioligárquica.
     Justamente por eso, una formación antioligárquica, como Izquierda Unida
(si es que lo es y quiere seguir siéndolo), en lugar de depositar esperanza
alguna en tales medios, ha de utilizar los suyos. Los suyos pueden ser desde
la creación de emisoras de radio (lo cual supone un enorme esfuerzo, mas no
es imposible: de hecho es tarea que llevan a cabo hasta grupúsculos
anarquistas con incomparablemente menos recursos que los de Izquierda Unida)
hasta: reparto de octavillas; de boletines modestos meramente policopiados
(que hoy pueden transmitirse de una organización a otra en disquete, o sea
en un bolsillo); pegatinas; el Internet. Mas para eso es menester despertar
el entusiasmo de los afiliados, y para eso se requiere una política
susceptible de despertar e incentivar ese entusiasmo; una política como la
que tenía IU unos años atrás que sí encontraba esa adhesión, ese ímpetu, ese
ánimo hasta de sacrificio personal.
     La falta de presencia de IU en los medios de comunicación es, por
consiguiente, algo que no ha de extrañar a nadie. ¿Qué relación hay entre el
porcentaje de electores de una formación y el porcentaje del espacio (medido
con el parámetro que se quiera) concedido a esa formación por los medios de
comunicación? En el caso del PSOE y del PP será como del tanto y mitad; en
el caso de IU a lo sumo una décima parte. (O así era hasta el 13-06-1999.)
     Hace unos años los afiliados veían a IU como una fuerza anti-sistema.
Hoy, poco a poco, sin que se haya dicho nunca a las claras que se cambiaba
de política (o no nos hemos enterado, tal vez por torpeza o inatención
nuestras), la verdad es que se ha ido difundiendo entre muchos, en la propia
base de IU, la sensación de que Izquierda Unida ya no es una fuerza anti-
sistema, que es una fuerza integrada e integrable que ha renunciado a
proponer soluciones que salgan del sistema actual.
     Entre los factores que han cambiado y que, en nuestra modesta opinión,
desconoce el documento aquí comentado están --además de ese cambio
paulatino, casi subrepticio, de la posición política de IU (cambio que tal
vez nadie sabrá decir cuándo se ha producido, pero que el elector siente o
acaba sintiendo)-- las listas alternativas de tendencias disidentes.
     Aparte ya de que en algunos sitios han obtenido porcentajes tal vez no
desdeñables, no parece implausible que tal multiplicación de disidentes, con
planteamientos izquierdistas varios, responda a una insatisfacción con un
discurso de IU que esos sectores perciben como crecientemente encuadrado en
el actual sistema, un discurso aguado.
     Si la proliferación de esas listas ha contribuido sólo a atomizar el
voto de las izquierdas o si ha sido un factor más, en ciertos casos, a favor
de la abstención, eso naturalmente no lo podemos saber sin un estudio serio;
mas tales hipótesis no parecen desatinadas ni descabelladas. Dado lo cual,
¿no sería sensato tratar de, por un lado, atraer hacia IU a esos sectores,
sin despreciarlos olímpicamente tildándolos de minoritarios, y por otra
parte hallar con cuantos de ellos lo acepten terrenos de trabajo común, de
entendimiento, de coincidencia, tomar también en cuenta sus anhelos para la
elaboración de nuestro discurso y para la selección de nuestras
candidaturas, y no dejar de pensar en los electores que votan a esas
pequeñas formaciones así como en aquellos otros que no las votan pero que,
ante la opción entre ellos e IU, tampoco se decantan por ésta última?
     Nada de eso viene reflejado en el documento, ni siquiera por alusión.
Sin duda ni se les ha ocurrido eso a los autores.
     Lo esencial del documento parece estribar en lo siguiente:
     Junto a esto no hemos sabido valorar adecuadamente la importancia
     simbólica y emocional que tiene para una parte muy importante de
     la izquierda social la división convencional izquierda-derecha.
     Este factor ha pesado sobre nuestro discurso y ha contribuido a
     una visión muy distorsionada de nuestras posiciones.
     Vamos a ver, amigos: ¿cómo saben Uds que es así y que eso ha influido?
Y de ser así y haber influido ¿cuánto? Y ¿cómo solucionarlo?
     Lo malo del documento es que insinúa sin atreverse a decir a las
claras. No hace falta ser un adivino ni un intérprete malintencionado o
retorcido para dar al párrafo citado la lectura siguiente: la importancia
simbólica y emocional que tiene la división convencional izquierda-derecha
para buena parte de la izquierda social significa que, para los currantes y
la gente modesta que se dicen `de izquierdas', para ese sector popular
amplio a quienes --porque abrigan un descontento hacia el sistema, por vago
que sea-- aspiraríamos a convertir en votantes nuestros, para ellos, o
muchos de ellos, lo simbólica y emocionalmente importante es la divisoria
entre izquierda y derecha. Y nuestro error estribaría en, no habiéndonos
percatado de eso, haber desenmascarado la política del PSOE sin miramientos,
no haber querido, o no habernos empeñado en conseguir a toda costa, una
unidad «de las izquierdas» que colmara los deseos de esos amplios sectores.
     El diagnóstico puede ser superficial o inexacto. Y es que lo que tiene
una carga simbólica y emocional enorme en España es la divisoria entre
fuerzas de la República española y fuerzas que vienen del régimen fascista.
La rotulación de `izquierda' y de `derecha' corresponde aproximadamente con
eso, pero la real divisoria en la mente de mucha gente modesta es la otra.
No deja de ser irónico, y casi un INRI, que un partido socialista cuyos
líderes y cuadros provienen en buena medida de las filas del régimen
franquista, con personajes que eran jefes de centuria de las Falanges
juveniles de Franco entre sus máximos líderes, se permita (como lo ha
conseguido en varias ocasiones gracias a D. Alfonso Guerra) aparecer como el
abanderado de la herencia republicana, mientras que IU no lo ha logrado,
entre otras razones porque jamás lo ha intentado.
     Así pues, el diagnóstico acude a una categoría socorrida, manida,
internacionalmente válida como un comodín de valor entendido y convencional
(la de `izquierda') pero que a lo mejor sólo superficialmente responde al
genuino sentir profundo del pueblo español.
     La hipótesis que emitimos puede avalarse con varios tipos de datos; uno
el inductivo (nuestras apreciaciones se basan en generalizaciones a ojo de
buen cubero, pero se podría hacer un estudio sociológico en serio); otro, el
geográfico: examínese la distribución territorial del voto, y dedúzcanse las
modificaciones explicables por cambios socio-económicos en las regiones
orientales de España; y otro de sentido común, porque sabemos por
experiencia histórica que hay líneas de sentimiento popular que se
transmiten de generación en generación y que perduran décadas o hasta
siglos.
     Aun así, tales factores ni son inalterables ni perduran en la misma
forma. La importancia de ese sentimiento popular en buena parte de España
puede que siga siendo hoy mucho mayor de lo que se quiere reconocer. Pero
también es cierto que hay sectores amplísimos de las nuevas generaciones
para los cuales ya todo eso es mero pasado. Para esos sectores es mero
pasado lo que el documento llama `la división convencional izquierda-
derecha'. Si para los otros sectores cuenta mucho en qué medida se percibe
a una formación como heredera y continuadora de los luchadores republicanos
de 1936-39 (sin que esos electores estén deseando un inmovilismo o vivir de
recuerdos o de viejas batallas), para esos otros sectores juveniles cuenta
lo que se perciba como moderno y como canalizador de sus aspiraciones (unas
de índole muy pragmática y hasta egoísta, otras de sesgo ante todo
protestatario, la expresión de la rabia, del NO al sistema).
     Es dudoso que IU haya estado a la altura ni de los unos sectores ni de
los otros. De los unos no, porque para nada ha querido aparecer como algo
que pueda verse, ni de lejos, como reminiscente o nostálgico del
republicanismo y antifascismo español de 1936-39. De los otros tampoco,
justamente por permanecer (dígase ahora lo que se diga) anclada en una
postura «de izquierdas» que difícilmente atrae a sectores juveniles a los
que aludimos: ni a los pragmáticos, ni a los que sienten la necesidad del
rechazo, de la contestación y la protesta. Para los pragmáticos IU es
demasiado ajena a las consideraciones de la sociedad moderna, demasiado
abstracta. Para los protestarios y contestatarios (muchos de los cuales
están resucitando el viejo anarquismo) IU es demasiado «fuerza del sistema»,
demasiado institucional e institucionalista.
     De ser todo eso así, habría que plantearse cómo recuperar y rescatar,
para fuerzas anti-sistema de verdad (si es que IU lo es y, de serlo, si
quiere seguir siéndolo), esa herencia republicana y antifascista, que no se
ha perdido, a la vez que atraer a esos nuevos sectores juveniles, o por lo
menos a algunos de ellos.
     De entre esos nuevos sectores juveniles no se pueden desconocer ni
desestimar aquellos que, no sólo no añoran emocionalmente «las izquierdas»,
sino que creen que eso está superado y que hoy se requieren otras políticas;
justamente un número de jóvenes que no creen en siglas ni en viejas
etiquetas, sino que pragmáticamente sólo miran propuestas, programas. Si
esos sectores, muchos de los cuales pueden ser muy modestos, están o no en
la `izquierda social' es asunto meramente terminológico (todo depende de
cómo se defina eso de la `izquierda social'). No cabe duda de que muchos de
ellos votan al PP.
     ¿Hay alguna razón para que hayamos de volcar la totalidad de nuestros
afanes de recuperación electoral sólo a personas que hayan votado al PSOE o
se hayan inclinado a hacerlo, y en cambio no a personas igualmente modestas,
igualmente interesadas objetivamente en un cambio social, que hayan votado
al PP? ¿Son de la `derecha social' todos los que han votado al PP? ¿Son
todos ellos ricos? Sin contar con el enorme porcentaje de ricos que votan a
CiU, el PSOE, el PNV, aunque todavía quedara una mayoría de ricos para votar
al PP (querríamos que eso se demostrase), sin duda constituirán sólo una
minoría de los electores que otorgan su confianza el PP.
     Lo que el documento está medio-proponiendo (o así nos permitimos
entenderlo, y creemos que así lo entenderán muchos) es que hay que tener una
política de mayor proximidad hacia el PSOE para colmar las aspiraciones de
un amplio sector popular. Y esa política sería errónea por todas las razones
aducidas y por muchas otras.
     Además, lo que tiene de fundamento la afirmación que criticamos ya se
daba (y más) hace años, sin que por eso IU determinara su política en
función de eso. Sabemos que muchos electores tienen ideas falsas,
equivocadas, basadas en símbolos y en actitudes emocionales. Muchos
electores y muchos de nosotros en muchas facetas de nuestra vida. El ser
humano es racional, mas sólo imperfectamente racional. No por eso nos vamos
a sumar a una irracionalidad en aras de obtener el aplauso a cualquier
precio y a corto plazo. Al revés, actuar así se paga. Se paga caro, y no
tardando mucho. Tal vez sea la penetración de un planteamiento así lo que
estamos empezando a pagar.
     No olvidemos que en el documento que comentamos cada párrafo ha de
entenderse en un doble sentido: como parte del diagnóstico de las causas del
revés del 13-06-1999 y como esbozo de solución que corrija, en lo posible,
tales causas. Difícilmente tiene otro sentido. Conque esas referencias a la
`izquierda social', a sus símbolos y emociones, difícilmente pueden encerrar
un sentido alejado del que trata de desentrañar nuestra lectura.
     A lo mismo apuntan también otros párrafos como éste:
     No podemos dejar de mencionar el papel que en la percepción de lo
     que es Izquierda Unida han jugado conflictos como el vivido con
     Nueva Izquierda a nivel federal y otros ocurridos en diferentes
     federaciones. Sin duda, en el contexto explicado y sumado a otros
     factores ello ha contribuido a un deterioro de la imagen de
     pluralidad de IU.
     Sin duda constituyen un factor indesdeñable en la vida política
española la lucha emprendida por Nueva Izquierda contra la línea de IU y la
coincidencia política de esa misma `Nueva Izquierda' con el PP y el PSOE
(abaratamiento del despido, pacto de Toledo, política euro-monetaria de
Maastricht, enfervorecida adhesión a la intocabilidad de la monarquía). Era
obvio que eso iba a quitar votos a IU, hiciera IU lo que hiciese. Mas ¿qué
se está insinuando? Porque no se dicen las cosas por decir. Se quiere decir
algo. Y ese algo, en todo el contexto del documento, ¿qué va a ser sino que
habría que haber evitado a cualquier precio esa ruptura --aunque fuera
sumándonos al Pacto de Toledo, a la confluencia euro-monetarista pro-
Maastricht, al acuerdo para liberalizar y abaratar el despido, a la
consideración de la monarquía como tema tabú e intocable? ¿Es eso? Si no,
¡qué curioso que no se mencionen esos puntos como válidos! Si sí, ¿no sería
más ético y más honesto decirlo a las claras?
     Pero ¡que nadie se engañe! Cortejando unos votos, se pierden otros.
Aunque IU hubiera accedido al chantaje de Nueva Izquierda, ésta habría
querido más y más hasta desembocar en una integración completa de IU en el
PSOE o su conversión en apéndice del PSOE. Los hechos lo muestran. Y cada
paso en esa dirección habría arrebatado a IU los votos de los sectores que
no comulgan con todo eso.
     Justamente para compensar esa erosión por la derecha habría que haber
emprendido una apertura a la izquierda extraparlamentaria susceptible de
simpatizar con una posición de IU en esas cuestiones. No se hizo, y en la
práctica se ha ido volviendo a cortejar en muchos sitios a los de Nueva
Izquierda, incluso después de lo que hicieron e incluso cuando estaban
atacando más fuertemente a IU. Desconfianza total hacia los sectores
radicales de la protesta y la contestación; separación total de los sectores
de anarcos, okupas, antimilitaristas radicales etc, pero setenta veces siete
perdones y súplicas humildes de reacomodamiento a cualquier precio para con
los señores respetables de Nueva Izquierda.
     Los resultados están ahí.
     Yendo en la misma dirección, dando un paso más, hallamos en el
documento la siguiente perla:
     No podemos desconocer la importancia que algunos elementos de
     nuestra práctica política han podido jugar en la explicación de
     nuestra actualidad y nuestros resultados. Merece una reflexión más
     meditada la manera en la que hemos expuesto nuestra posición sobre
     algunos aspectos en torno a la guerra en Yugoslavia.
     En primer lugar, aquí el diagnóstico nos parece por completo errado. Ni
para bien ni para mal, afortunada o desgraciadamente, influyen en la mayoría
de los electores las cuestiones de esa índole. No por desinterés, sino
porque el elector es motivado fundamentalmente por consideraciones
pertinentes cercanas: unas de índole pragmática, otras de tradición, otras
de afectividad. Mas no determina su voto a favor o en contra de una
formación por el discurso acerca de asuntos de política internacional que no
parecen afectar directamente a su país. Seguramente es así aquí y en todas
partes. Pero aquí más, justamente porque el papel de España en los asuntos
internacionales es sumamente limitado, modestísimo en verdad.
     Pero lo grave del párrafo es lo que está insinuando: que había que
haber adoptado la posición de los neutralistas, que daban por buena la
propaganda belicista de la NATO y su campaña de mentiras pero que así y todo
rehusaban avalar los bombardeos acantonándose en el eslogan `Ni... ni': ni
apoyo a los agresores ni apoyo a los agredidos.
     No es éste el lugar apropiado para entrar en esa discusión, mas
querríamos que los autores del documento calcularan cuántos votos se
hubieran ganado adoptando esa actitud vergonzosa (que ha sido la del cabeza
de lista de IU a las elecciones euro-parlamentarias, sólo que todavía más
escorada hacia una simpatía apenas velada hacia la NATO y a una condena más
acentuada de las víctimas de su agresión). No sabemos si a los autores del
documento se les ha ocurrido pensar que justamente los sectores de electores
conscientes a quienes preocupan esas cosas se habrían alejado así todavía
más de IU; que puede que muchos hayan votado la candidatura euro-
parlamentaria de IU porque, afortunadamente, no escucharon las declaraciones
del número 1 de esa candidatura; pero que desgraciadamente muchos sí las
escucharon --muchos que probablemente no tenían otra razón para votar a ese
señor salvo que figuraba en primer lugar en la lista de IU--. Pasó lo que
pasó.
     ¿Exageramos en nuestra lectura del documento? ¡Ojalá! ¡Cuánto
querríamos equivocarnos! Lamentablemente, nuestra interpretación del mismo
se refuerza ante párrafos como éste:
     En estos momentos también resulta imprescindible manifestar con
     seguridad lo que queremos seguir manteniendo de Izquierda Unida.
     O sea que parte de lo que significaba Izquierda Unida se va a
abandonar, se va a sacrificar. ¿Qué parte? Lamentablemente la mejor.
     Lo que se perfila ahora es:
     Izquierda Unida debe seguir realizando una contribución
     fundamental en la vertebración de un movimiento social organizado,
     de propuesta alternativa y resistencia al avance del pensamiento
     único, con capacidad de ilusionar y convencer a las mayorías
     sociales de nuestro país de que son posibles políticas
     alternativas a las propuestas por el PP. Que es posible otro
     modelo económico, social y cultural. Derrotar al PP y sus
     políticas neoliberales, que profundizan la desigualdad y que nos
     conducen hacia una sociedad basada en la precariedad y la
     exclusión social constituye el objetivo central de este período.
     Y a ello vamos a dedicar todos nuestros esfuerzos. Para
     conseguirlo, es necesario seguir esforzándonos en la construcción
     de una alternativa programática a las políticas de la derecha
     neoliberal impulsando la movilización social, cultural y política
     con todos aquellos dispuestos a compartir esta tarea.
     El párrafo es tremendamente farragoso (como todo el documento), mas no
lo hemos querido cortar, sino que lo hemos reproducido íntegro. No para
comentar todo lo que en él se medio-dice, mas sí unos cuantos puntos
centrales.
     `Derrotar al PP'. O sea la política condenada hace años de `todos
contra la derecha', `todos unidos para echar a la derecha'. Lo que todos
recordamos son los argumentos de Julio Anguita que tanto nos animaron y
estimularon. En lugar de eso, `todos contra la política de derechas',
denuncia de esas políticas tanto cuando las perpetra el PSOE como cuando y
donde lo hacen el PP o CiU o el PNV, los cuatro pilares del neoliberalismo
en España.
     Ahora eso es pasado. Ahora lo que cuenta es echar al PP `y a sus
políticas neoliberales', aunque sea para entronizar otras políticas (bueno,
no otras sino en realidad las mismas) igualmente neoliberales pero que no
sean del PP. Ahora lo que se propone es ilusionar y convencer a las mayorías
sociales de nuestro país de que son posibles políticas alternativas.
Ilusionar. Palabreja de varios sentidos, con los cuales se juega. Ilusionar
es, sí, despertar entusiasmo. Pero también es infundir una ilusión, una
esperanza ilusoria, y explotarla. Eso hace el PSOE. Hay quienes tienen
entusiasmo en denunciar a este repugnante e injusto sistema que padecemos y
trabajarían con ardor y abnegación en eso (uniéndose a un movimiento social
que no hay que inventar sino que existe: movimiento peatonal; movimientos de
insumisos y objetores de conciencia; okupas; coordinadoras antifascistas;
luchas de desempleados y discriminados, etc). Ésos no tienen ninguna ilusión
en la posibilidad de buenas políticas del PSOE ni en que se vayan a corto
plazo a ganar elecciones junto con el PSOE a favor de políticas alternativas
en sentido convencional. Otros (no ésos: otros) no sienten tales entusiasmos
mas en cambio sí pueden ilusionarse o hacerse ilusiones en el PSOE, son
propensos a tales ilusiones, muchas veces decepcionadas pero que, como todos
los hábitos, se resisten a morir.
     Izquierda Unida tiene que decantarse. Bueno, el documento muestra que
ya se está decantando. Con los ilusos e ilusionables y frente a los
entusiastas del NO al sistema. Por la vertebración de un movimiento social
organizado integrado en el sistema y que se supedite a la participación
institucional y en contra de un movimiento social anti-sistema que nos
atraiga a esos amplios sectores que rechazan la vida política de nuestras
instituciones, tal como la ven.
     Pero que IU defienda (que ya se ve que no va a seguir haciéndolo) una
organización popular anti-sistema no quiere decir que tenga que inculcar
ilusiones de que los problemas se resuelven al margen de las instituciones.
No, se defienden reclamando, exigiendo --a través del movimiento de masas,
de la lucha, y de la movilización de la opinión protestataria-- políticas
institucionales de desprivatización, de fomento de lo público, de estado del
bienestar.
     Al revés, el documento, a la vez que claramente se decanta por cortejar
a los proclives a las instituciones vigentes descuidando a los sectores que
las rechazan, a la vez (y aunque ello parezca paradójico) medio-esboza un
nebuloso proyecto de organización social no estatal, de donde vendrían las
soluciones:
     ... Y esto quiere decir [ser] más activos en organizar la
     construcción de una alternativa social, política y cultural, en
     ... [ser] tenaces y sistemáticos en la contribución, junto con
     otros, de la organización de redes sociales, de comunidades, de
     asociaciones, en fin, de haber sido más copartícipes de la
     autoorganización de la sociedad civil y de su resistencia contra
     el pensamiento único.
     Vamos a ver: si las redes son redes de lucha a favor de lo público (de
la planificación pública de la economía, de la empresa pública, de la
sanidad pública, de la educación pública etc), e.d. de las
desprivatizaciones, entonces ¡estupendo!
     Pero lo que se está insinuando ahí no es eso, ¿verdad? Porque, si sí es
eso, ¡qué modo más raro de decirlo! No, lo que probablemente se está
insinuando es que la construcción de una alternativa social, política y
cultural signifique, no la «construcción» (¿¡!?) de propuestas políticas
alternativas a favor de lo público, sino la construcción social y cultural
alternativa, plasmada en un conglomerado de redes sociales y de comunidades.
Idea nebulosa, vaporosa y difuminada, pero idea, que, si se enuncia aquí, es
por algo. ¿Es compatible esa idea con las propuestas de desprivatización? ¿O
es un neoliberalismo con rostro humano que se resigne al dominio absoluto de
lo privado pero que busque una privacidad y una privatización «vertebradas»
que enriquezcan a las «comunidades sociales» y a ciertas «redes» no
estatales? P.ej. a empresas de los sindicatos, cooperativas, fundaciones,
mecenazgos, etc.
     (Nada tenemos contra la utilización de cualesquiera formas de
organización, ésas o cualesquiera otras, en el marco de la lucha por el
estado del bienestar y a favor de lo público; sólo nos inquieta que de
tapadillo se quiera abandonar la lucha por lo público.)
     Y, para terminar, comentemos escuetamente este pasaje:
     Mantener el proyecto de construir un bloque social, político y
     cultural plural y trabajar en ese marco por diversas formas de
     unidad de acción de una izquierda también plural que permitan una
     lucha común contra el bloque de derecha y, en particular, contra
     un PP en ascenso.
     Las palabras no son neutrales. `Izquierda plural' es lo de Francia. Y
ya se ve lo que ha dado de sí. Ya se ve la bancarrota del PC francés, al que
ya sólo separa poco más de un punto de distancia de la extrema izquierda,
que le pisa los talones. Cuando lo alcance, el PC francés estará condenado.
Su política de alianza con la socialdemocracia, de participación en un
gobierno criminal y asesino, no le ha valido la benevolencia de nadie. Y en
cambio ha suscitado el descontento de muchos electores la complicidad con la
política social reaccionaria y antipopular de ese gobierno (enmascarada con
lo de las 35 horas).
     Pero Francia es Francia y España es España. En Francia al menos hay
República; hay fuertes instituciones de seguridad social que nadie se ha
atrevido a desmantelar ni medio-desmantelar (como se está medio-
desmantelando en España buena parte de lo poco que nunca hubo); hay una vida
cultural de tradición republicana y progresiva; hay un funcionamiento
regular de instituciones no-discriminatorias, que no favorecen a unos
franceses a expensas de otros; hay una tradición jacobina de buena y honesta
administración. En España no. En España acoplarse a los pro-sistema es
también aceptar el trágala de nuestras instituciones extremadamente
corruptas, del patio de Monipodio, de los reinos de taifas, del clientelazgo
brutal. Y de la monarquía.
     Aunque la verdad es que no podemos ser optimistas con relación a los
autores del documento (si bien cabe siempre una posibilidad de que se haya
tratado de un simple error momentáneo por su parte, una cegazón transitoria
por la aflicción de los resultados del 13-06-1999, de la cual,
reflexionando, acaben saliendo), nos queda la esperanza de que todavía
retrocedan antes de lanzarse al abismo los líderes de IU que ganaron un
merecido aplauso cuando, años atrás, enarbolaron la bandera de las
reivindicaciones justas y de la denuncia de la corrupción y de los pactos de
toma y daca.
                      ____________________
                 Copyright (C) 1999 Lorenzo Peña
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        con tal de que se haga con el ánimo de reforzar las corrientes de
               izquierda dentro de Izquierda Unida de España
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