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RESOLUCIÓN APROBADA POR EL PLENO DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE LOS PUEBLOS DE ESPAÑA ( PCPE )

CELEBRADO LOS DÍAS 3 Y 4 DE JULIO DE 1.999

SOBRE LAS ELECCIONES DEL 13.J Y LA NUEVA SITUACIÓN POLÍTICA

Una lectura atenta y objetiva de los resultados electorales, hecha desde la consideración de las elecciones como una expresión significativa del estado de la lucha de clases, nos dice, en primer lugar, que los pueblos del estado español conservan un fondo de resistencia instintiva muy estimable. En segundo lugar, en el seno de la clase obrera y capas populares, las referencias político-ideológicas y económicas de una sociedad alternativa están desdibujadas: La acción y la organización del pueblo y la lucha por objetivos programáticos revolucionarios no forman parte de la concepción de participar políticamente que hoy es dominante entre las grandes masas populares, hasta el punto que las luchas cotidianas del pueblo no están sirviendo para identificar al enemigo de clase y sus agentes políticos.

Estas elecciones se daban en un contexto sumamente favorable para el PP: suficiente sosiego en la vida institucional, crecimiento económico y del empleo (aun siendo temporal y mal pagado), silencio cómplice sindical, buen trato de los medios de comunicación, mártires en las propias filas a manos de ETA, silencio de las armas en Euskadi, reyertas en el PSOE a cuenta de los candidatos surgidos de las primarias no del gusto de la fracción mas neoliberal instalada en el aparato, incapacidad política de IU para impulsar un movimiento unitario y organizado de resistencia a la profundización de las políticas neoliberales, dispersión y muy escasa incidencia de los sectores antisistema. En ese contexto propicio para que las urnas confirmaran y hasta mejoraran los más positivos augurios de las encuestas, el PP pierde votos, aunque sigue siendo el partido más votado. Recordando los resultados de las elecciones generales del 96, en las que un PSOE acosado, gastado y desacreditado se queda a tan solo 300.000 votos del aparentemente radiante vencedor, da a entender que en este país opera una corriente profunda cuyo curso principal no se altera, todavía, ni con grandes impactos mediáticos ni por la traición alevosa de quienes se erigen en sus representantes. Esa corriente profunda es la experiencia y la memoria populares, que sigue reconociendo la existencia de clases sociales con intereses antagónicos que se expresan políticamente y se vinculan a los partidos que en la conciencia popular están del lado o enfrente del pueblo. A falta de una alternativa influyente y creíble, electoralmente la resistencia instintiva del pueblo se manifiesta a través de un voto desmesurado al PSOE, inmerecido si se analiza con rigor clasista lo que ese partido es y hace.

El segundo aspecto, el desdibujamiento de la estrategia y contenidos revolucionarios en la conciencia de la clase obrera está inserto en el mismo mensaje de fondo transmitido por los resultados electorales. Si el instinto de clase lleva a una parte de las masas populares a dar una respuesta política para parar al PP, la conciencia de los propios intereses, antagónicos con los de la clase explotadora y su sistema capitalista de dominio, no alcanza para luchar de forma esclarecida y organizada, incluso en las confrontaciones electorales, por el derrocamiento del capitalismo y por el triunfo de la sociedad alternativa a éste, la sociedad socialista.

Esos dos aspectos explican la buena votación obtenida por el PSOE que, una vez más, se beneficia del llamado "voto útil" de la base social progresista – que, una vez más, cuando llegan las elecciones, se olvida de la instalación de este partido en el bando imperialista -, al que se suma el recibido de sectores sociales que votan por los partidos troncales del sistema, buscando tranquilidad para sus estándares de vida en la estabilidad política y la baja conflictividad social. Estos resultados colocan al PSOE en la otra orilla del "sorpasso". Puestos a elegir, los sectores progresistas han preferido la socialdemocracia liberal, de más abolengo y mejor situada, la cual ya ha emprendido un ambicioso plan para ampliar sus alianzas sociales y políticas.

La derrota sin paliativos sufrida por IU ha superado todos los pronósticos. La pérdida de la mitad de sus votos en un contexto político y social no desfavorable obliga, a cuantas organizaciones y personas empeñan esfuerzos honestos por construir una alternativa anticapitalista, a una reflexión rigurosa, desprejuiciada y sin esquematismo sobre las características de ese proyecto limitante que agota su credibilidad y sobre los principios y objetivos que han de sustentar un proyecto de unidad popular capaz de condicionar las políticas dentro del sistema, de forzar niveles de democratización avanzados y de acumular fuerzas conscientes para empujar hacia la revolución social.

Los resultados obtenidos por IU hablan por sí solos del agotamiento de una experiencia y de un modelo de unidad de la izquierda excluyente. No podía ser de otra manera, teniendo en cuenta su estrategia "constitucionalista", su militante acomodamiento en el marco burgués-monárquico pactado en la Transición, su connivencia institucional con el PP, sus principios organizativos asfixiantes de toda rebeldía, su modelo de relación con lo diverso basado en la fórmula "engullir para esterilizar", su acoso y marginación a lo no homologable, su táctica objetivamente desmovilizadora y desorganizadora, y la ausencia de un comportamiento político antisistema que sustraiga a las masas de la falsa disyuntiva derecha-izquierda identificada en PP-PSOE.

EH, expresión de la capacidad y necesidad de apertura de HB, ha cosechado un importante éxito electoral, confirmando la influencia social acumulada en largos y duros años de lucha y rentabilizando el proceso abierto tras la declaración de Lizarra y la tregua de ETA mediante el impulso de grandes movilizaciones sociales, la sacudida de la acción institucional con iniciativas que ampliaban sus límites, el mantenimiento de los espacios públicos ganados y la táctica a la ofensiva, generando confianza en la posibilidad de lograr avances significativos hacia el logro de sus objetivos. La experiencia de HB-EH enseña que un proyecto no homologable, confrontado, sí puede acumular apoyo popular y capacidad de desarrollo político, aun estando tenazmente acosado por todos los poderes del sistema. A pesar de ello, apreciamos que toda esta experiencia de ruptura acumulada por el movimiento obrero y popular de Euskadi en torno a la izquierda abertzale puede verse defraudada si se continúa avanzando en la articulación de un proyecto nacional vasco integrable en el seno de la Unión Europea, en la rebaja de su carácter de clase y popular, asimilable por la socialdemocracia y en la disminución de sus contenidos antiimperialistas.

La candidatura del PCPE al Parlamento europeo fue votada por algo más de 25.000 personas, recibiendo apoyos en todas las provincias. En relación con las de 1994, supone una pérdida de 4.400 votos (15%). La similitud de ambas votaciones habla de la existencia de una base comunista, no organizada, que ve la necesidad de un proyecto revolucionario a nivel de todo el Estado que fragüe la unidad de la clase obrera y la solidaridad entre los pueblos de España. Buscar las vías para organizar, poner en activo y ampliar esa base comunista es una tarea esencial para superar un apoyo electoral hoy insuficiente para dar relevancia social a las propuestas políticas del PCPE.

La actual situación exige la máxima iniciativa para analizar conjuntamente con otras organizaciones sociales y políticas inmersas en la lucha, por un lado, las causas y consecuencias políticas de lo reflejado en las urnas. Por otro, intentar concretar las posibilidades de ir creando embriones de unidad popular, en base a un proyecto antiimperialista y anticapitalista, con una táctica general fundamentada en la acción-organización del pueblo, que introduzca una perspectiva creíble de ruptura con la dinámica de dispersión y pérdida de militancia revolucionaria.

La limitación electoral manifestada por las principales opciones de la burguesía (PP, CIU, PNV), la persistencia de un amplio voto hacia opciones percibidas por las masas como izquierda (PSOE, IU, BNG, EH, IC, Verdes, BIA, PCPE) y los altos índices de abstención –que incluye un buen porcentaje de personas de izquierda no dispuestas a que su voto sea un cheque en blanco-, así como el creciente número de votos en blanco o nulos constatan la existencia de una base social abierta al desarrollo de un proyecto revolucionario.

Los resultados electorales nos influyen en la medida que también ellos recomponen el espacio político de todas las fuerzas que hacen de las elecciones la esencia de su proyecto –todas ellas, por definición, integradas y partícipes del sistema de dominación capitalista.

Hace tiempo ya que es parte de nuestro análisis que la conformación de los partidos políticos como estructuras interclasistas dificultan la concepción de los procesos electorales como un momento más de la lucha de las clases, a pesar de la divisoria izquierdas y derechas existente en la conciencia de las masas. Esa hegemonía del capitalismo requiere un esfuerzo teórico y práctico para plantear, en breve tiempo, una alternativa que posibilite situar nuevamente la confrontación de clases en el centro de la vida política, también en las elecciones. Para ello hemos de analizar críticamente la situación política y organizativa en la que nos encontramos todas aquellas organizaciones llamadas a desarrollar el proyecto social alternativo.

Los perfiles de una izquierda verdaderamente transformadora, lejos de las claves ideológicas y las pautas de comportamiento impuestas por el sistema, han de venir impuestos por un posicionamiento enfrentado al proyecto imperialista de la UE, a las instituciones financieras internacionales, al proceso de globalización neoliberal, a la OTAN y un compromiso internacionalista con los movimientos revolucionarios en el mundo y, muy especialmente, con la Revolución Cubana, elemento determinante para establecer la autonomía ideológica.

Esa izquierda, que hoy arrastra un déficit teórico y una incapacidad de trascender su propuesta política y organizativa a la mayoría de quienes siguen enfrentándose más conscientemente al actual sistema de dominación desde propuestas parciales y sectoriales, ha de enfrentar esa situación sin formulaciones de "casa común", ni de vanguardias preestablecidas, luchando para que los sectores más rebeldes superen la falsa concepción de que todo lo políticamente organizado es legitimador del sistema. Ello ayudará a aglutinar, desde el respeto a la pluralidad y a la autonomía organizativa, al porcentaje crítico con esta sociedad.

Reiteramos la necesidad de articular un frente social y político de izquierdas para desarrollar la lucha política contra el modelo de sociedad capitalista. Un elemento determinante en la articulación del frente de izquierdas debe ser la crítica a la democracia representativa como forma política en la que hoy se organiza la dominación del capital, a la vez que el planteamiento de una democracia participativa y popular articulada al menos sobre la base de: revocabilidad de los cargos públicos, reconocimiento legal de las asambleas de electores, ley de referéndum decisorio y vinculante, control público de todos los medios de comunicación, derecho a intervención y control de las organizaciones sociales en todos los ámbitos que les afectan directamente... El binomio democracia formal o representativa-economía de mercado es parte sustancial del armazón ideológico de la globalización neoliberal. Únicamente el desarrollo de un proyecto revolucionario permitirá alterar la actual hegemonía ideológica de la burguesía, abriendo la perspectiva de la transformación radical de la sociedad.

En consecuencia con el análisis aquí realizado, el PCPE se esforzará para unir, donde sea posible, a los sectores que contestan al sistema en torno a un proyecto global que sitúe la lucha de clases en el centro de la disputa política. En tal sentido, se exige de todas las organizaciones y organismos de dirección la máxima entrega, creatividad revolucionaria y rigor en la superación de las limitaciones (objetivas, unas; por inercias, otras) organizativas y financieras que hoy condicionan el desarrollo político del PCPE.

Las próximas convocatorias electorales también son un momento importante para avanzar en esta dirección. El PCPE intervendrá en esas confrontaciones políticas defendiendo su proyecto revolucionario, que ofrece para cohesionar fuerzas sociales y políticas que abran camino al frente de izquierdas.