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¿Hijos de exiliados?, ¿hijos del exilio?, ¿hijos de la dictadura?, ¿el pelotazo perdido? Nosotros no hemos olvidado a nuestro abuelo el cono sur que además de dictaduras parió la más majestuosa danza jamás vista: El Fútbol y los más coloridos carnavales con sus tamboriles, golpeados por manos tercas, duras, limpias que sangran arrancandole sonidos a un instrumento que estalla de goce y pasion al mostrarse como portador de un mensaje de paz, portador de la memoria histórica que sin darnos cuenta nos condena a la gloria de ser eternos nostálgicos de paises que aveces no conocemos, eternos viajeros en busca de nadie sabe que.

Somos la generación que no vivió la dictadura pero que sufre sus consecuencias, aveces más que nuestros padres, la que crece ahora tanto en Suecia como Nicaragua, en Dinamarca como en Venezuela, o en Australia y todos tenemos algo en común: hemos sido, somos y seremos extranjeros sin haberlo elegido, nos ponen nerviosos los uniformes y tenemos cierta memoria que nos lastima, de hechos que talvez no vimos pero nos quitan el sueño, pero todos vemos y vivimos esta realidad, esta condena de distintas maneras.

Crecimos entre mudanzas, cambiando de casas y países, de amigos y hasta de idioma. Nunca tuvimos muy claro el por que de esa costumbre tan rara de viajar tanto, pero sabíamos que en el lugar que estabamos, no estabamos por casualidad ni por accidente, sino por que algo había pasado, por que éramos compañeros, por que hubo violencia, cárcel, tortura, muerte y desaparecidos. Sabíamos muy en el fondo aunque no lo entendiéramos del todo, que estabamos allí por que los viejos se habían jugado el pellejo y habían soñado (como decía Lenin ) a condición decreer seriamente en sus sueños.

Así sin darnos cuenta entre reuniones de compañeros, asados y chacareras, actos culturales de solidaridad por Cuba, nosotros “los chicos” fuimos condenándonos a no poder vivir de otra forma sino de manera solidaria, a saber que el único camino que lleva al país del amor, es el amor y que hay que estar dispuesto a dar la propia vida si uno ama lo que hace.

Crecimos sandinistas con el alma rojinegra, entre cortes, alfabetizaciones, abrazos y despedidas. En nuestras casas siempre aparecían nuevos “tíos” compañeros que pasaban algunos días o semanas y que antes de asimilar que allí estaban ya se habían ido. Nunca preguntamos mucho y no se si fue por que en el fondo entendíamos o por que creíamos entender.

Benedetti y Galeano nos dieron las respuestas de muchas preguntas, Silvio y Pablo nos cantaron la historia.

Hoy las cosas han cambiado, pero sólo por fuera, el partido sandinista se calló, pero adentro el Che sigue siendo el Che y Sandino, Sandino. Un poeta dijo “llora pero no olvides” y yo creo que no hemos olvidado.

Estamos en 1995 y no hemos dejado esa costumbre de viajar, de ser tercos con lo que es justo e implacables con lo injusto y lo que es más importante, seguimos pariendo sueños como flores en primavera. Seguimos siendo orgullosamente hijos de exiliados.

Yo soy dos veces exiliado; mi primer exilio comenzó cuando adquiri conciencia e identidad, identidad de extranjero, y es que era un poco difícil crecer en medio de la nieve y de gente que hablaba muy distinto que mi padres y no saberme extranjero, y no imaginar que en algún lugar debía haber un pais mío, un pais sin nieve, un pais donde la gente hablaba el mismo idioma de mis padres. Mi segundo exilio comenzó cuando, después de muchos años de vivir en Nicaragua, pais que pude llegar a considerar como mio, regrese a la nieve, al idioma extraño, pero en el fondo nunca dejé de ser extranjero, nunca dejé de soñar que algún día iba aregresar a mi pais, aunque todavía no sepa muy bien cual es.

Como yo hay por el mundo una cantidad innumerable de jovenes que empezamos un viaje por el mundo antes de nacer, o mientras nacíamos, y que hoy veinte o veinticinco años más tarde no hemos parado, no hemos anclado, no hemos dejado de andar por ahí buscando el país perdido, el pedacito detierra que nos arrebataron, el lugar al que nos negaron el derecho de conocer por el delito de tener padres humanos, mujeres y hombres que se negaron a doblar la nuca y asumieron la dignidad de seres humanos, la dignidad de ser humanos y humanas.

Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia,

contra el Olvido y el Silencio

Yo soy uno de H.I.J.O.S. (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia, contra el Olvido y el Silencio), como yo hay por el mundo un montón de gente a la que las dictaduras militares la dejó sin patria, o sin padres, o sin hermanos, es decir: incompletos Aquí podés leer un poco más de nosotros (la página de HIJOS-Suecia)

 



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