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EL
BAUTISMO ¿NOS CONVIERTE EN HIJOS DE DIOS?
El
significado del bautismo en agua, un acto de gran importancia para el
judeo-cristianismo desde los tiempos de Juan el Bautista, ha sido un frecuente
asunto de controversia. Aun durante el
primer siglo los judaizantes trataron de imponer una nueva fórmula de la
salvación que no fuera la apostólica[1],
añadiendo otras condiciones a la fe en Cristo; exigían ritos y otras prácticas
como requisitos de la salvación (Hch. 15; Gá. 1-6; Col. 2:16-23). La iglesia
primitiva rechazó ese intento (Hch. 15:12-29), pero posterior a la época
apostólica, hacia el final del siglo II y al principio del tercero, cogió auge
la creencia de que el bautismo era esencial para convertir a uno en hijo de
Dios o para lavar al pecador de sus pecados[2].
De
esa manera adquirió un significado esencialmente mágico, porque la
administración de la ceremonia surtía un efecto regenerador sin la necesidad de
una actitud de arrepentimiento y fe en el corazón del candidato al bautismo.
Esta creencia en un bautismo regenerador en que hay una gracia especial y única
que imparte el rito[3] ha perdurado
hasta el siglo XX en muchas de las denominaciones que practican el bautismo
infantil tales como la Iglesia Católica Romana, la Ortodoxa, la Luterana y la
Episcopal (Anglicana). Otras que bautizan adultos comparten también la creencia
en su poder salvador, incluyendo a la Iglesia de Cristo, la Iglesia Cristiana
(Discípulos de Cristo)[4]
y la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días[5],
mientras la Iglesia Bíblica Emanuel de Radio Iniciativa[6]
de Juana Díaz no bautiza en agua. Esta iglesia justifica el descarte en parte,
porque insiste que el bautismo siempre ha tenido el significado de perdonar
pecado.
¿Tiene
esta doctrina base en la escritura? Los partidarios de ella afirman que sí, y
usan ciertos textos para comprobarlo. ¿Es cierto que estos textos afirman que
el bautismo cristiano es esencial para el perdón de los pecados? Analicemos los
pasajes claves.
El bautismo de Juan el Bautista (Mr. 1:4; Mt. 3:1)
Los
partidarios del bautismo para lavar los pecados ven en el bautismo de Juan el
Bautista clara evidencia de esta
posición ya que el significado del bautismo del precursor del Mesías era
para el perdón o la remisión de los pecados.
¿Es
esta interpretación acertada? Mr. 1:5 y Lu. 3:3 dicen que Juan predicaba
"el bautismo del arrepentimiento para [eis] perdón de
pecados" mientras en Mt. 3:2 Juan decía, "Arrepentíos, porque el
reino de los cielos se ha acercado." El v. 6 dice que "confesando sus
pecados eran bautizados por él en el río Jordán". Lu. 3:10-14 da ejemplos
explícitas de actos de arrepentimiento que Juan demandaba. De manera que el
bautismo de Juan indicaba el arrepentimiento, la confesión del pecado y la
necesidad de una limpieza moral como una preparación para recibir el reino
mesiánico. Demandaba la preparación
para la salvación sin concedérsela.
Indicaba el fin del estado de las cosas que Dios condenaba sin reemplazarlo
con el Reino de Dios; significaba el fin de la edad vigente poniéndolos a la
expectativa de la nueva edad que había de venir sin iniciarla. Su bautismo de
inmersión era una declaración pública de arrepentimiento en la presencia de
toda la gente como testigos, una expresión de una resolución o una promesa de
superación. El bautizado profesaba un cambio del corazón.
Como
acto profético simbólico con el fin de reforzar su mensaje estaba en la línea
de sucesión de los profetas del Antiguo Testamento[7].
El símbolo representaba muy bien su mensaje, en parte a causa de las prácticas
judías del lavamiento en agua y el bautismo de los prosélitos (gentiles).
Significaba una limpieza interior y a la vez se asociaba con un nuevo comienzo.
Era el arrepentimiento que se expresaba en el bautismo lo que producía el
perdón. El bautismo era el medio que Juan utilizaba para estimular el
arrepentimiento.
Dicho
de otra manera, el bautismo de Juan tuvo como base un llamamiento al
arrepentimiento y la necesidad de renunciar el pecado con el fin de prepararse
para la pronta venida del Mesías. Desde
el principio, todos los que honestamente acercaban las aguas del bautismo
tenían que someterse al rito con una confesión sincera de sus propios pecados,
con un deseo de obtener el perdón y con una creencia en el pronto advenimiento
del Mesías. De modo que el bautismo de Juan significaba el arrepentimiento y la
disposición de participar en el reino de Dios que estaba a la vuelta de la
esquina. La esencia de su bautismo era preparatoria.
Una
vez que entendemos el significado del bautismo de Juan eso no nos
explica el significado del bautismo cristiano. Los dos no se tratan de lo
mismo. No debemos confundirlos. El de
Juan tenía validez antes de la muerte de Cristo. Aun la Santa Trinidad estuvo presente en el momento del bautismo
de Jesús, indicando su aprobación (Mt. 3:16-17). Pero después de la muerte
sustitucionaria de Cristo dejaba de ser el bautismo vigente. Por eso en Efeso Pablo rebautizó a diez
hombres que ya habían recibido el bautismo de Juan (Hch. 19:1-5). El bautismo cristiano tiene un significado
muy distinto al de Juan. Simboliza la
obra redentora de Cristo -- su muerte, su entierro y su resurrección. Representa, también, la muerte del cristiano
a su vida vieja, su entierro y su resurrección a caminar en novedad de vida en
Cristo (Ro. 6:4-6; Col. 2:12). Está
también implícita la fe en la resurrección venidera de los muertos (I Cor.
15:12-19).
De
manera que el bautismo de Juan en ningún momento da el significado de la
ordenanza cristiana, ya que el "bautismo del arrepentimiento para perdón
de pecados" de Juan era preparatorio y transitorio.
El nacimiento de agua (Jn. 3:1-18)
Juan
3:5 es el texto clave de los sacramentalistas y su posición se mantiene o se
desecha con él. Jesús le dijo a Nicodemo que tenía que nacer "del
agua" para entrar el reino de Dios.
Según ellos el agua señala el bautismo como esencial al nacimiento del
Espíritu. A menos que Nicodemo naciera por medio del agua del
bautismo no podría entrar el reino de Dios.
El contexto en general del libro sugiere que agua quiere decir el
bautismo, porque en el capítulo 1 Juan bautizó a Jesús en agua y en los capítulos
3 y 4 (3:26; 4:1) los mismos discípulos de Jesús practicaba un bautismo en agua
que indiscutiblemente Jesús permitió.
¿Qué quiere decir nacer del agua en
Juan 3:5? ¿Se trata de una alusión al bautismo y a su necesidad absoluta? ¿Es
el agua o el bautismo un instrumento indispensable de la regeneración? ¿Es el
bautismo el medio para efectuar cambios espirituales? ¿Es ilimitada la eficacia
del bautismo?
Hay
muchos intérpretes, incluyendo bautistas, que entienden esta referencia al
bautismo, aunque concluyen que no se trata de una parte del proceso de la
regeneración. Estos teólogos entienden
que el bautismo es un símbolo o una manifestación externa de una realidad
interna de lo que es nacer del Espíritu. Una de las bases principales de esta
interpretación es la construcción gramatical del v. 5 que sugiere un nacimiento
del "agua y Espíritu", ya que los dos nombres están unidos con una
conjunción y una sola preposición (ek). Esta construcción con
regularidad señala un solo acto mientras una repetición de ella sugiere dos.
Juan Calvino insistía que "agua y Espíritu" se referían a lo mismo,
es decir a la limpieza interna y la acción vivificadora del Espíritu en el
creyente. B. H. Carroll también lo entendió como un solo acto. Visto así, Jesús
dijo que uno tiene que nacer por medio del lavamiento del Espíritu Santo.
Surgen
preguntas muy importantes acerca de la interpretación de agua como una metáfora
o símbolo para el bautismo en su enfoque sacramental o simbólico. ¿Por qué
únicamente en v. 5 menciona Jesús el agua? En v. 3 dice "de nuevo" (anothen
= "de arriba") que se repite en v. 7, mientras en v. 8 aparece
solamente "del Espíritu". ¿Por qué se menciona el agua nada más que
una sola vez en las tres demandas de Jesús (vs. 3, 5, 7)? Además en la última parte del diálogo Jesús
no hace ninguna referencia a la regeneración por medio del bautismo en agua,
sino procede a señalar la necesidad imperiosa de creer en el Hijo unigénito de
Dios para la vida eterna y así evitar la condenación (vs. 16-17).
¿Usaría
Jesús una figura referente al rito de bautismo con un fariseo practicante de
las ceremonias legalistas, como el de lavar las manos, sin él comprenderlo?
¿A
cuál bautismo se refiere? ¿al de Juan el Bautista o a la ordenanza cristiana o
al sacramento? o ¿al primero que se transforma en un segundo? o ¿al de Juan y
al cristiano -- como si fueran idénticos? Los capítulos anteriores se refieren
exclusivamente al bautismo de Juan, pero difícilmente aquí se refiere a eso ya
que el evangelio de Juan desde el prólogo en capítulo 1 menosprecia la
importancia del profeta, y por ende, la continuidad de lo que él representaba.
Esta subordinación de Juan a Jesús se ve en 1:26 y 33 donde se da solamente un
leve énfasis sobre el bautismo de Juan como precursor. Evidentemente algunos de
los recipientes del evangelio a finales del siglo I, posiblemente en Asia
Menor, seguían todavía a Juan (compara Hechos 18-19). En capítulos 3 y 4 debido
a que se menciona solamente para indicar un intento de suscitar un conflicto
entre Juan y Jesús, la referencia sirve para acentuar la superioridad de Jesús
y disminuir la importancia del bautismo de Juan cuyo rito ocupaba una posición
intermedia, siendo evidentemente superior a las purificaciones de los judíos.
¿Cómo
puede el bautismo representar o efectuar un nacimiento espiritual? ya que el
bautismo cristiano por inmersión en las escrituras normalmente se relaciona con
la muerte y la resurrección tanto de Cristo como del creyente (Ro. 6:1-10).
Además Jesús explícitamente asocia su muerte con un bautismo que a su vez los
discípulos podrían experimentar (Lu. 12:50; Mr. 10:38). Definitivamente el
bautismo simboliza con más naturalidad a la muerte que el nacimiento.
¿Se refiere el texto a tres diferentes tipos
de nacimiento? ¿Al físico sugerido por Nicodemo, al del bautismo y al del
Espíritu?
Si
agua se refiere al bautismo, entonces ¿pasó Jesús por alto la pregunta de
Nicodemo acerca de entrar otra vez en el vientre de su madre?
¿Por
qué interpreta una parte del texto como símbolo y la otra como literal? Si agua quiere decir bautismo, ¿conlleva
innecesaria y arbitrariamente una interpretación literal y simbólica dentro del
mismo verso? A la primera parte, donde aparece la referencia al agua, le dan
una interpretación simbólica y, a la segunda parte, una literal. Es más consistente la interpretación literal
en ambas partes como es el caso de la interpretación del nacimiento natural.
Además, el agua tiene una asociación casi universal con el nacimiento físico.
¿Por
qué en ningún otro lugar en los cuatro evangelios especifica Jesús el bautismo
como requisito para entrar en el reino de Dios? Esta sería la única referencia[8],
mientras que con frecuencia en todos los evangelios señalaba la necesidad del
arrepentimiento y la fe.
Si
el bautismo fuera un requisito para la salvación, ¿por qué Jesús no bautizó a
nadie personalmente (Jn. 4:2)? El único pasaje que representa a Jesús como
bautizando en su ministerio -- y eso simultáneo con la actividad profética de
Juan (3:26--4:2) -- reitera la inferioridad de Juan a Jesús; no era nada más
que el precursor o un amigo al novio. Cabe señalar, además, una característica
significativa en el evangelio de Juan. En general hace poco caso de los ritos;
no narra ni el bautismo de Jesús ni la última cena. Si Jesús y el autor sagrado fueran sacramentalistas que veían
estos ritos como medios de la gracia de Dios, ¿cómo se explica la ausencia clara
y evidentemente planificada de ellos en el cuarto evangelio? Si se toma agua
como símbolo de bautismo, ¿sugiere que no basta el bautismo solo sino hay que
recibir también al Espíritu? En ese
caso la posición sacramentalista se cae, porque señala que el agua carece de
valor ya que es el Espíritu que da vida.
¿Se
funda una doctrina esencial para la salvación sobre alusiones o metáforas
capaces de una variedad de interpretaciones? En Juan esta referencia al
bautismo sería solamente alusiva más bien que directa. Es muy peligroso
formular una doctrina central de la fe sobre la base de textos alusivos más
bien que explícitos (compara también Tit. 3:5 y Ef. 5:26). En este caso se
trata de una metáfora que es capaz de ser interpretada en múltiples maneras. Se intensifica la duda en la interpretación
como referente al bautismo por el simbolismo variado en Juan en cuanto al agua,
los factores de contexto y gramática. Y
para los sacramentalistas ¡este es el texto clave!
El
contexto inmediato en Juan sugiere que nacer del agua significa el nacimiento
físico[9].
Esto se ve primero en el contexto histórico de los judíos quienes se
consideraban el pueblo escogido de Dios, los descendentes de Abraham, el único
pueblo de Jehová. Si uno no era de ese pueblo, no pertenecía a Dios -- estaba
sin esperanza en el mundo. La teología judía consideraba a un hijo de Abraham
de hecho un hijo de Dios. Cuando el
Mesías llegaba, establecería el reino de Jehová en la tierra y recibiría dentro
de él a los descendentes de Abraham. Era normal, entonces, de que Nicodemo
tuviera un concepto etnocéntrico que daba al judío de nacimiento un lugar
privilegiado en relación con el reino de Dios.
Mientras
en otras partes de los evangelios se contrarresta esta doctrina destacando el
poder de Dios para levantar hijos de Abraham de las mismas piedras (Lu. 3:8;
Mt. 3:9), aquí se realce la realidad de que eso en sí no capacita a uno para
entrar el reino de Dios. Jesús le aclaró a Nicodemo que el nacimiento físico
como descendiente no era suficiente; hacía falta algo más. Por su formación y
sus supuestos religiosos la necesidad de otro tipo de nacimiento fue totalmente
incomprensible para Nicodemo. Ya que compartía la valorización de sus
contemporáneos, le quedaba nada más que la posibilidad de entrar otra vez en el
vientre de su madre y nacer de nuevo[10].
En esta relación es significativo que el v. 6 sigue al v. 5, pues sugiere la
práctica hebrea del paralelismo sinónimo en el cual riman las ideas y se repite
el mismo mensaje a lo menos dos veces uno tras el otro, pero en diferentes
palabras. En este caso el v. 6, da una
explicación más exacta: "Lo que ha nacido de la carne, carne es; y lo que
ha nacido del Espíritu, espíritu es". Además, la orden sugiere que nacer
de la carne es nacer de agua y nacer del Espíritu es el nacimiento del Espíritu
Santo.
De
esta manera Jesús informa al fariseo que no es suficiente ser un descendiente
natural de Abraham (compara Jn 1:12-13; 8:39; Mt. 3:9; Lu. 3:8; Ro. 9:7; Gá.
3:7; 2 Cor. 11:22). El nacimiento desde abajo tiene que ser suplementado por el
nacimiento celestial desde arriba. El
hijo natural ha de convertirse en hijo espiritual para ser hijo de Dios. El
hombre por medio de sus obras morales y rituales no puede convertirse en hijo de
Dios, sino la regeneración es la obra del Espíritu Santo de Dios (compara Jn.
1:12).
Dentro
del evangelio de Juan la palabra "agua" tiene un uso variado. A veces se utiliza como punto de partida al
argumentar de lo inferior a lo superior (compara 2:1-11; 4:1-42; 7:37-39).
Evidentemente aquí también existe una progresión de un nacimiento físico a uno
superior, al espiritual. Reiteramos otra vez que después de aclarar la duda de
Nicodemo sobre el nacimiento físico, Jesús no recurre más al simbolismo del
agua. Todo su énfasis después de v. 5 descansa sobre el nacimiento del
Espíritu.
Concluimos,
pues, que al principio de la conversación con Nicodemo Jesús especifica un
nacimiento "desde arriba" que es espiritual (v. 3). Nicodemo responde sugiriendo otro
nacimiento, uno natural. Luego Jesús detalle
un nacimiento "de agua y del Espíritu", y aclara esa idea en el v. 5
que es clave para lo que precede y lo que sigue (vs. 4, 6). De manera que el contraste claro está entre
un segundo nacimiento físico y uno espiritual que viene desde arriba. Se infiere, entonces, que hay que nacer
físicamente antes de poder nacer espiritualmente, y de la misma manera que el
físico le conduce al plano de la carne, el espiritual le introduce a las
vivencias espirituales.
¿Es
este segundo nacimiento opcional o exclusivo de Nicodemo? No es ni opcional ni una necesidad exclusiva
de Nicodemo, ya que Jesús puntualiza en vs. 3 y 7 la necesidad
moral y espiritual para todos de un nacimiento desde arriba.
El diálogo concluye al señalar la misión del Hijo del hombre en los versos que
contienen el evangelio en miniatura (3:16-18).
El final del evangelio de Marcos (16:15-16)
Según
los partidarios del bautismo como una condición de la salvación otro texto que
prueba su posición es Marcos 16:16 donde Jesús afirma quien "cree y es
bautizado será salvado".
Existen
dos maneras de responder a esta interpretación de Marcos 16:16. La primera es
entender todo el mensaje dentro de su contexto y la otra es desde el punto de
vista de los manuscritos en griego. Los
dos enfoques nos llevan a la misma conclusión de que a base de este texto el
bautismo cristiano no es una condición indispensable para la salvación.
Primero,
v. 16 señala con claridad que la fe salva, no el bautismo, porque si un
incrédulo se bautiza, eso no le salva ("el que no cree será
condenado"), mientras la fe que lleva a uno a una obediencia en el
bautismo en agua, salva. Normalmente en
el inicio de la vida cristiana, debe haber las dos cosas, la fe y el bautismo,
aunque no tengan ni el mismo rango ni la misma orden de necesidad. Es una norma
cristiana que una fe que salva le conduce al creyente a la obediencia en el
bautismo que a su vez produce crecimiento en gracia. En v. 15 "Id...y
predicad..." son mandamientos y, como en Mt. 28:19-20, "bautizar"
tiene un rango inferior. Esto hace que predicar y creer sean más fundamentales
que bautizar. Puede haber salvación sin el bautismo, como queda demostrado en
el caso del ladrón arrepentido en la cruz, pero no pueda haber salvación sin la
fe. Por eso asegura que "el que cree
y es bautizado será salvo" y "el que no cree será condenado"
(Juan 3:17), pero no afirma en ningún momento que "el que no se bautiza
será condenado". La fe es fundamental, ya que se afirma su necesidad tanto
positiva como negativamente. El
bautismo no es indispensable, ya que se hubiera afirmado eso tanto positiva
como negativamente, o aquí o en otro pasaje. De manera que el bautismo solo no
basta; es una ceremonia que acompaña o evidencia la fe y que se practica como
resultado de la fe en Cristo. La administración del bautismo sin la relación
personal de fe no puede efectuar una unión espiritual con Cristo.
Además
Marcos 16:17-18 especifica ciertas señales que acompañan a los creyentes del
evangelio. Entre ellas están el tomar serpientes en las manos y el beber cosa
venenosa sin hacerles daño. Si a base del v. 16 alguien insiste que el bautismo
es esencial para la salvación, entonces a base del v. 18, ¡debe tomar
serpientes y cosa venenosa para evidenciar su fe!
Segundo,
los mejores y más antiguos manuscritos del Nuevo Testamento en griego hacen
claro que se ha conservado el texto original del evangelio de Marcos solamente
hasta 16:8[11]. Desde 16:9-20
tenemos una conclusión que evidentemente no formó parte del texto original del
autor sagrado. De hecho existe cuatro
finales o conclusiones en los manuscritos y la incluida en las traducciones en
español es solamente una de éstas, la única que hace referencia al bautismo.
Esta tampoco aparece en los manuscritos griegos más antiguos del siglo IV, sino
surgió por primera vez en los siglos V y VI.
Esta
falta de evidencia para su antigüedad se palpa con más claridad en algunas
versiones de la Biblia en español que en otras. La Versión Reina-Valera (1960 y 1909) no contiene ninguna
indicación o explicación al respecto. Se ha incluido la conclusión como si
fuera la única genuina y verdadera con igual confiabilidad en los documentos
que los capítulos anteriores. Sin embargo, otras versiones más al día con la
ciencia textual de la Biblia del siglo XX imprimen el texto desde 16:9-20
dentro de corchetes. Así hacen la Reina Valera Actualizada, la Versión Popular
y el Nuevo Testamento ecuménico de 1968. Otra versión, la traducción del Nuevo
Testamento por el bautista Pablo Besson, contiene una nota explicativa al final
de v. 8[12].
¿Qué
significa la ausencia de estos versos en los manuscritos para la interpretación
de este pasaje? Significa para el que
acoge a los principios básicos hermenéuticos que el buen intérprete de la
Biblia no puede tomar este texto como uno fundamental para determinar su
doctrina. Hay que usar textos claros y
definitivamente genuinos para fundamentar las doctrinas esenciales de la fe. En
realidad este final no hace falta para la doctrina cristiana, porque si uno no
lo acepta como escritura inspirada, no pierde ninguna doctrina esencial del
pasaje, ya que las enseñanzas básicas aparecen en versos de incuestionable
inspiración (compara Mt. 28; Lu. 24:50-53 y Hch. 1:8-11).
Pedro y su doctrina de bautismo (Hch. 2:38; 1 Pe. 3:21)
Unicamente
los dos textos claves usados por los creyentes en la gracia bautismal son
analizados a continuación.
La
referencia en el libro de los Hechos: En el día de Pentecostés Pedro predicó un sermón que culpaba a los
judíos por la muerte del Mesías. Al
final del mismo hizo un llamado a un cambio de forma de vivir: "Arrepentíos y sea bautizado cada uno
de vosotros en el nombre de Jesucristo para [eis] perdón de vuestros
pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hch. 2:38). Según los
partidarios de la regeneración bautismal el apóstol condiciona el perdón del
pecado y el recibimiento del Espíritu Santo en el bautismo.
¿Confiere
el bautismo perdón de pecado y el don del Espíritu Santo? El significado de
Hechos 2:38 gira en torno a la preposición eis en el griego. Se
puede traducirla en diferentes formas "a", "contra",
"de, "para", "por", "en", "ante",
"con respecto a", "con referencia a", "sobre la base
del" o "a causa del". La Versión Reina Valera Actualizada señala
esto en una nota al pie de la página indicando que otras posibles traducciones
son "por", "a causa del" o "sobre la base
del". La traducción de Pablo
Besson usa "en". En Ro. 4:20
"por [eis] falta de fe" significa "a causa de la
falta de fe." Lu. 11:32 (compara Mt. 12:41) dice "...ellos se
arrepintieron ante [eis] la predicación de Jonás." Las personas no se arrepintieron con el fin
de que Jonás les predicara, sino como el resultado de su predicación. El sentido de Pedro es definitivamente el
resultado [a causa de] y no el propósito [con el fin de]. Pedro dijo,
"Arrepentíos y sea bautizado...con el resultado de o sobre
la base del perdón de los pecados". La versión El Nuevo
Testamento Viviente parafrasea este verso de la siguiente manera, "Cada
uno de ustedes tiene que, arrepentido, darle las espaldas al pecado...regresar
a Dios y bautizarse en el nombre de Jesucristo, si desea alcanzar el
perdón de los pecados".
Si
entendemos este pasaje a la luz de esta aceptación de la preposición, entonces
el mensaje de Pedro concuerda con el resto de las enseñanzas apostólicas en el
Nuevo Testamento. Además aquí en Hch 2:38, el arrepentimiento es la condición
principal y fundamental. Puede prometerse el perdón de los pecados a quien se
bautiza, sólo porque el bautismo es la acción que expresa su arrepentimiento.
No
es posible a base de este verso afirmar que la iglesia primitiva normalmente
recibía al Espíritu Santo con el bautismo en agua. Este es el único verso en
todo el libro de los Hechos que explícitamente sugiere que el bautismo confiere
el don del Espíritu. Pero la narración histórica por Lucas hace claro que el
don del Espíritu Santo no siempre se recibía al momento
del bautismo, sino en ocasiones antes del bautismo o después con
la imposición de las manos. En el caso de la conversión de los samaritanos
(Hch. 8-9) y de los discípulos efesios (Hch. 19) fue después de la
administración del bautismo. En caso de Cornelio y sus compañeros (Hch.
10:44-48) fue antes. Además de esos tres incidentes en el cuarto caso (Hch. 2)
los 120 no recibieron el don del Espíritu Santo en asociación con el bautismo
en agua. Si Hechos 2:38 no fue determinativo para la experiencia en el día de
los apóstoles, ¿cómo es posible insistir que así sea para nosotros en el día de
hoy? ¿Será que Lucas relata estos casos con el fin de demostrar que lo que
convierte a uno en cristiano es el don del Espíritu en vez de algún rito? No
narra ni un solo incidente donde se otorgó el Espíritu mediante el bautismo en
agua. Además es notable que los comités que investigaron las situaciones en
Samaria (8:14-17) y en Cesarea (11:1-18) no manifestaron interés profundo en su
bautismo en agua. Es evidente que Dios concedía al Espíritu en forma directa a
base de la fe sin condicionarlo en el bautismo.
La
referencia en 1 Pedro: Los partidarios de la dádiva
bautismal de la salvación insisten que Pedro demuestra la importancia del
bautismo para ella, cuando, al hacer referencia a Noé y su arca, dice "El
bautismo...os salva..." (I Pe. 3:21). Así indica que el diluvio es el antitipo
del bautismo. Si eso quiere decir una copia de la figura original o algo
logrado después de una actuación profética, entonces se destaca el poder
salvador del agua. El agua salvó a Noé y a su familia (Gn. 6-9) haciendo flotar
al arca que los cobijaba y destruyendo la generación desobediente que había
probado su fe. De forma parecida el agua del bautismo levanta el arca de la
iglesia cristiana y salva a sus miembros que creen al quitar de ellos sus
impurezas[13].
¿Es
esa la interpretación acertada? La palabra en griego en I Pe. 3:21 es baptisma,
un nombre que sugiere el significado del acto -- no al acto mismo. El pasaje
afirma por lo menos tres cosas acerca del significado del bautismo. Primero, el
bautismo como figura (antitupon[14])
salva. ¿Qué es esa realidad
prefigurada? ¿De qué se salvaron los
ocho de la familia de Noé? El agua los levantó de las garras de la muerte. Los
salvó de una muerte segura y de la destrucción por las aguas del diluvio. En el
caso de ellos (v. 20) no se salvaron físicamente al estar adentro del agua,
sino por estar en el interior del arca. Eso destaca el hecho de que ellos
fueron salvados a través (griego: dia) de las aguas
del diluvio al estar dentro del arca cuando todos los incrédulos en el agua
murieron. Mientras los ocho ni siquiera se mojaron, los otros perdieron sus
vidas. El arca[15] en la cual
se refugiaron fue levantada y llevada arriba del desastre por las aguas del
diluvio. Fueron salvados por el agua
que los sostenía. En ese mismo sentido
las aguas del bautismo nos salva figurativamente.
Es
esencial notar la idea central del versículo:
"El bautismo...mediante la resurrección de Jesucristo, os
salva...." El bautismo cristiano al representar la
resurrección de Jesús es una figura o símbolo de la salvación o la
liberación de la muerte y la destrucción eterna. La resurrección de
Jesús garantiza al creyente la novedad de vida y la vida eterna (1 Cor.
15:12-19). Nos asegura una resurrección
de la muerte, aunque el agua acabe con la vida terrenal.
Por
lo tanto, el bautismo cristiano simboliza el poder para salvar solamente como
una figura, y no hay ninguna excepción. El bautismo es una gráfica de la
salvación; como rito no la efectúa. El poder del bautismo es la resurrección de
Cristo (compara Ro. 6:3-5). La ordenanza señala el poder del Señor que resucitó
de la muerte redentora con el fin de rescatar al creyente del pecado y sus
consecuencias e impartirle una nueva vida. Así le hace justo, dándole una
"buena conciencia". No hay poder que pueda vencer al que haya
recibido el bautismo cristiano, porque la victoria del Cristo glorificado al
ascender al cielo está completa y nos asegura una participación en el último
día de la resurrección. El bautismo no tiene eficacia aparte de la resurrección
de Cristo.
La
segunda cosa que el pasaje nos dice del significado del bautismo es que el
acto no quita las impurezas de la carne. Pedro añadió esa explicación
para evitar a que alguien pensara que el rito tuviera eficacia mágica que
pudiera hacernos partícipes de la plena salvación. No es una ceremonia que
purifica como en el judaísmo donde un rito puede significar una purificación
externa y física o entre los paganos donde las consagraciones producen efectos
mágicos. Los ritos y las ceremonias del Antiguo Testamento "purificaban el
cuerpo y de esa manera suprimía la contaminación ritual que impedía el
acceso" a Dios; no purificaban el corazón o quitaban los pecados. Servían
de símbolos de la purificación que Dios mismo efectuaba sin el rito. El
bautismo cristiano no es la aplicación del agua a la carne para su purificación
o su regeneración. Es un cuadro simbólico y dramático de la redención de cada
creyente. De ninguna manera se trata de
un bautismo con un efecto regenerador.
La
tercera es que el bautismo es una apelación u oración ["respuesta"] a
Dios de una buena conciencia. De un lado se ha interpretado esto a significar
que el bautismo es un medio para presentar evidencia del rendimiento en fe y
obediencia a Dios y del otro que el bautismo es "la promesa a Dios que
procede de una buena conciencia". En este último caso el bautismo se trata
de una respuesta o promesa positiva a la insistencia de Dios a que creamos y
obedezcamos. ¿De qué clase de conciencia es ésta? Básicamente se trata de una que no siente dolor, una inocente por
no haber cometido actos indebidos, malos o incorrectos (compara 3:16), una
purificada por medio de un entendimiento correcto del pecado y una fe en la
persona y la obra del Salvador, una que se da cuenta de la realidad del perdón
divino. Para ser la respuesta de una buena conciencia se necesita el
arrepentimiento, la fe y la regeneración de antemano.
Es
esencial encajar el argumento de Pedro dentro del contexto del último párrafo
de este capítulo (vs. 18-22). V. 18 recalca la muerte de Cristo una sola vez y
la resurrección en el espíritu, e insiste que en esa ocasión el Mesías proclamó
su liberación o victoria lograda ya sobre la muerte y el pecado al mundo de los
espíritus que posiblemente se refieren a los seres sobrenaturales. Pedro
aprovecha la mención del arca para hacer otra comparación. Los que recibieron
el bautismo, la promesa de una buena conciencia hacia Dios, podrían confiar
plenamente en su propia victoria sobre cualquier poder maligno, porque el mismo
Jesús, el resucitado, también ascendió al cielo sujetando todos los poderes que
podrían retar al cristiano. Por lo
tanto aunque el cristiano fuera amenazado por el dolor, el sufrimiento o la
persecución, no habría porqué preocuparse, pues la victoria final descansaba en
las manos del que venció la muerte por medio de la resurrección al cual el
bautismo sirve de figura. Los discípulos ahora podrían confrontar con valor y
denuedo cualquier persecución auspiciada por los secuaces de los ángeles
caídos, porque el Cristo, en cuyo muerte y resurrección fueron bautizados,
triunfó sobre todos sus enemigos (compara la certeza de victoria en Ro.
8:31-39). Este pasaje subraya la esperanza del cristiano en el medio del dolor.
La victoria sobre la muerte ya simbolizada en el bautismo es una realidad viva
en el porvenir del creyente.
Cabe
señalar, además, que contrario a los que entienden este pasaje como un apoyo a
la doctrina de la salvación dada en el bautismo, su lección principal es una
negación rotunda de que la parta externa del bautismo constituye su esencia y
su poder. Niega el concepto mágico sacramental de que el bautismo regenera a
todos, tanto infantes como adultos. Su eficacia no tiene nada que ver con la
aplicación del agua a la carne, pues la posibilidad de crecimiento en gracia se
encuentra en la promesa de fe y obediencia indicada por el acto. Y todo eso
depende del poder salvador de Jesucristo a través de su resurrección y su
aplicación al individuo. Tampoco la
respuesta dada por el creyente a Dios es lo que salva, aunque sea un acto esencial,
sino el Señor resucitado es el que efectúa la salvación.
Pablo y las citas relevantes
Los
partidarios del bautismo como medio del perdón de los pecados señalan la orden
de Ananías a Pablo como otro texto significativo: "'Levántate y bautízate,
y lave tus pecados, invocando su nombre'" (Hch. 22:16). Si Pablo debía ser bautizado para el perdón
de sus pecados, entonces el bautismo tiene el mismo significado para nosotros
hoy.
Para contestar este argumento notemos primero
que esta parte del testimonio de Pablo (22:6-16) está ausente en las otras dos
narraciones de su conversión (Hch. 9:1-19; 26:12-20). Aquí la estrecha
asociación del bautismo con lavar los pecados puede indicar de que se trata de
la ocasión cuando los pecados fueron lavados o de que la ceremonia externaliza
la decisión ya manifestada en su corazón. Era el momento oportuno para el
bautizado invocar al Señor, pidiéndole misericordia y era el instrumento por
medio del cual se entregaba a aquel cuyo nombre se invocaba sobre él.
Es
esencial señalar que según Ananías era indispensable acompañar la acción con la
invocación del nombre del Señor. La invocación del nombre de Jesús o la
confesión del nombre por el bautizado manifestaba una expresión explícita de su
fe; evidenciaba con claridad y sin titubeos la unión del bautizado con Cristo.
Era esencial, porque solamente al invocar el nombre se encontraba bajo el poder
de su redención. Solamente así podría asegurarse de que los pecados fueran
lavados. De hecho la promesa en Joel 2:32, repetida por Pedro en el Día de
Pentecostés y por Pablo en Ro. 10:13, sugiere que la invocación es más
fundamental, ya que no se limita al momento del rito del bautismo
exclusivamente, como demuestra Esteban en el momento de su muerte (Hch. 7:21).
De manera que "el hombre no logra lavar sus pecados por medio del agua
sino por la invocación del nombre del Señor. El contacto decisivo con el Señor
que produce su purificación no lo logra por el rito en sí, sino por su actitud
y su entrega (que el rito facilitó y a las que dio expresión)".
Es
significativo que en los Hechos se refiere a cristianos como "los que han
creído en el Señor" y "los que invocan el nombre del señor",
pero nunca como "los bautizados".
Por lo tanto los primeros cristianos no se caracterizaban principalmente
por el bautismo sino por la fe. El bautismo en agua es el acto de fe y su
culminación, la expresión de arrepentimiento y el vehículo del compromiso.
Sirve de expresión a la fe; sin fe el bautismo carece de significado. El
bautismo no transmite ni confiere el Espíritu Santo; tampoco efectúa el perdón
de pecados. Puede simbolizar la purificación, pero el arrepentimiento y la fe
hacen posible el perdón, y es el Espíritu Santo quien lo transmite, lo confiere
y lo efectúa.
Esta
es la segunda de dos referencias en los Hechos (compara también 2:38) que los
partidarios de la regeneración en el bautismo subrayan, pero es significativo
que de las 21 veces en Hechos donde aparece la palabra baptizo,
únicamente estos dos se señalan como pruebas de su tesis. Podríamos también
señalar dos pasajes en los Hechos que mencionan al perdón del pecado sin hacer
referencia implícita o explícita al bautismo. Hechos 3:19a dice,
"...arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados"
y Hechos 10:43 dice, "...todo aquel que creen en él recibirá perdón de
pecados por su nombre." Concluímos, pues, que a base de dos pasajes en los
Hechos no es apropiado formular una doctrina de que el bautismo sea necesario
para la salvación.
Cabe
señalar, también, que desde el punto de vista de las normas básicas de la
interpretación bíblica es esencial reconocer que Hechos narra la historia de un
período en transición. Como tal no
forma lo que llamamos kerigma, o la proclamación apostólica
impartida con el fin de instruir o enseñar doctrina a la iglesia
primitiva. Las referencias tienen que
ver con narraciones de eventos más bien que con instrucción doctrinal. Por lo
tanto, no es apropiado formular una doctrina cristiana sobre datos históricos
sin importar si estén de acuerdo con textos escritos explícitamente para la
edificación.
Los
partidarios de la gracia salvadora por medio del bautismo señalan también a Tito
3:5. Algunos afirman que el bautismo se llama "el lavamiento de la
regeneración", no solamente porque lo simboliza o señala, sino porque, y
principalmente, porque lo efectúa. Eso significa que el bautismo es una
purificación interna de verdad. Martín Lutero en su Catecismo Pequeño
afirmó que el bautismo obra el perdón de pecado, rescata de la muerte y del
diablo y da salvación eterna a todos los que creen, tal como las palabras y
promesas de Dios declaran.
Notemos
primero que el texto afirma que nuestro Dios "nos salvó, no por las obras
de justicia que nosotros hubiésemos hecho, sino según su misericordia; por
medio del lavamiento de la regeneración y de la renovación del Espíritu Santo,
que él derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro
Salvador". El énfasis principal del pasaje es que Dios hace todo
por nuestra salvación mediante el Salvador. Dios nos salva de acuerdo a su gracia.
"Nos" se refiere a los insensatos, desobedientes, extraviados y
esclavos del placer. No se logra la
salvación por medio de nuestras obras morales o rituales. "Las obras de
justicia" evidentemente incluía obras rituales practicadas por los hombres
religiosos. Cuando Jesús se bautizó, se refirió al propósito de su bautismo
como el de "cumplir toda justicia". Someterse al bautismo era una
obra de justicia. Por lo tanto, la
salvación no se logra por rito eclesiástico humano alguno. El agente de esta
salvación es Dios nuestro Salvador, el Espíritu Santo y Jesucristo nuestro
Redentor.
¿A
qué se refiere "lavamiento de la regeneración"? ¿Alude loutrón
[lavamiento] al bautismo en dicho pasaje? Esta es la interpretación de muchos.
Si se refiere al bautismo, entonces no se trata de un bautismo necesario para
la salvación, sino uno que evidencia su existencia ya mediante la fe. Sería
como figura de la obra de Jesucristo y no como medio de quitarnos los pecados o
impartir una gracia salvadora. Otros comparan este verso con Ef. 5:26, donde
dice que la iglesia fue purificada "en el lavamiento del agua con (por) la
Palabra" y con Juan 15:3 donde Jesús afirma que los discípulos están
"limpios por la palabra". Además, Santiago 1:18 dice que el Padre los
hizo nacer de la palabra de verdad. Concluyen, entonces, deduciendo que el
lavamiento de la regeneración se refiere a la palabra, como agente o instrumento
del renacimiento, y no al bautismo.
Pero
¿pudiera referirse al renacimiento hecho posible por medio del Salvador que
vertió su sangre en la cruz? Todo es obra de Dios -- la salvación, la
regeneración, la renovación -- y "La sangre de Jesucristo nos limpia de
todo pecado" (1 Jn. 1:7). Son notables las referencias al lavamiento de
nuestras vestiduras en la sangre del cordero (Ap. 1:5; 7:14; 22:14), aunque los
mismos vocablos griegos no se usan, la figura o metáfora es esencialmente la
misma. Sería aun más claro si la conjunción kaí se tradujera como
"aun". Entonces, la figura se refiere a la acción del Espíritu Santo
de Dios en relación con la sangre del Salvador derramada abundantemente sobre
nosotros. De manera que el Espíritu Santo hace el lavamiento, ningún
instrumento humano o ceremonia produce los efectos espirituales simplemente por
la celebración del rito conforme a unas reglas ya establecidas.
Si
el bautismo fuera esencial para la salvación, ¿por qué el apóstol Pablo,
después de haber ganado muchos conversos en Corinto (Hch. 18:8), estaba más que
contento de que no había bautizado más de cuatro o cinco de ellos (I Cor.
1:14-17)? ¿Por qué afirmó categóricamente que no fue enviado para bautizar sino
a predicar el evangelio? Si efectuaba el perdón de pecado, ¿por qué no lo
incluyó como parte de las buenas nuevas del evangelio de Jesucristo (I
Cor.1:14-17)?
Cabe
señalar, además, que para Pablo la expresión decisiva de la fe es el bautismo
(compara Gá. 3:27; Ro. 6:1-10; Col. 2:11-12). En un sentido el bautismo era
señal de la conversión, fue el acto de pública profesión de fe, de una
confesión pública de su lealtad a Jesús y su obediencia a él y el símbolo de la
admisión a todos los privilegios de la comunidad cristiana.
Conclusión
La
Biblia se refiere al bautismo dentro de varios contextos. Se asocia con la fe y
la salvación (Mar. 16:16), con el arrepentimiento y el perdón de los pecados
(Hch. 2:38) y con la oración y el lavamiento de los pecados (Hch. 22:16). En
contraste el arrepentimiento sin la mención del bautismo se asocia con la nueva
vida o la salvación. La fe sin la mención del bautismo frecuentemente se asocia
con la salvación (Jn. 3:16; 5:24; 1 Jn. 5:10-11). Esto nunca se hace del
bautismo. El arrepentimiento y la fe están vinculados con la salvación en
pasajes donde el bautismo no se menciona, sin embargo, el bautismo nunca
aparece en tal vinculación si no es en conjunto con el arrepentimiento o la fe[16]
la cual es un lado de la misma moneda donde el arrepentimiento es el otro.
Además,
Romanos 6:1-11, el análisis más profundo del significado del bautismo, destaca
su relación con la muerte y resurrección de Cristo y del creyente sin hacerlo
un requisito de la regeneración. Está claro que el bautismo como ceremonia no
efectúa el perdón. De hecho Pablo advierte a los corintios sobre la trampa de
una fe en la eficacia del rito (1 Cor. 10:1-5). Al tratar de corregir una
interpretación equivocada acerca de los ritos, llámase ordenanzas o
sacramentos, señala el peligro de la actitud sacramental, supersticiosa o
mágica hacia el bautismo en particular en la cual creen que les sirve como un
amuleto o un encantamiento para protegerles del juicio de Dios, o por
implicación, del maligno y su poder. Demuestra como el "bautismo en
Moisés" de los Israelitas en la nube y en el mar no evitó su desastre en
el desierto. De la misma manera tampoco un bautismo en nombre de Jesús
automáticamente les protegería del castigo merecido de Dios. No es cierto
entonces que "no le puede ser dado más de lo que le es dado en el bautismo",
pues el poder del Cristo resucitado puede más.
[2]De esta idea del significado del bautismo surgieron dos doctrinas
relacionadas, los diferentes modos de practicarlo y el bautismo infantil,
porque si el bautismo era necesario para la salvación, siendo el medio de la
regeneración, entonces los enfermos, los moribundos, los infantes tenían que
ser bautizados de algún modo cuanto antes. Si no podrían ser sumergidos, había
que alterar la forma de su aplicación.
[3]James G. Dunn en su libro El Bautismo del Espíritu Santo
usa "la palabra 'sacramentalista' para describir el punto de vista que
considera al bautismo con agua como el centro de la conversión-iniciación, de
manera que el perdón, el don del Espíritu, la asociación con Cristo..., llegan
a ser una función del rito y puede decirse que éste los produce o los
transmite" (13).
[4]Alejandro Campbell dio a las últimas dos su teología formativa durante
el siglo XIX. La Iglesia de Cristo se
considera más conservadora y la otra permite mucha más libertad al individuo en
las convicciones de sus miembros.
[5]El cuarto Artículo de Fe de los mormones estipula el "Bautismo
por inmersión para la remisión de pecados" como el tercer principio y
ordenanza de su evangelio.
[6]Grace Gospel Fellowship, un grupo dispensacional y premilenialista,
data desde 1944 en Evanston, Illinois.
Sus miembros creen en un "bautismo divino" en vez de uno en
agua.
[7]Compara, por ejemplo, las acciones simbólicas de Isaías y Ezequiel.
Para los profetas sólo el arrepentimiento traía como consecuencia el perdón.
[8]Es significativo que en los evangelios sinópticos faltan instrucciones
detalladas sobre el bautismo o un mandamiento para bautizar en relación con las
misiones o campañas en Galilea de los doce y de los setenta. No se menciona en las narraciones de las
grandes confesiones de fe y del perdón de los pecadores tales como Leví, Zaqueo
y María Magdalena. Tampoco aparece una
exposición de su significado e importancia en la vida del reino. Todo esto constituye una advertencia seria
en cuanto a cualquier intento de hacer el bautismo esencial para la salvación o
un rito sobrenatural que da la gracia salvadora. De igual manera el apoyo de nuestro Señor al bautismo de Juan y
su reto a los fariseos a reconocerlo como proveniente del "cielo" nos
advierta en contra de su menosprecio como algo sin importancia. La fe que salva
debe expresarse en el bautismo y en una vida moral.
[9]78-72, Herschel H. Hobbs,
An Exposition of the Gospel of John (Grand Rapids: Baker Book
House, 1968).
[10]Nicodemo no compartió en ningún momento el pensamiento oriental de la
reencarnación (vea La Sana Doctrina, V:1, (enero-feb., 1990).
[11]259-261, Herschel H.
Hobbs, An Exposition of the Gospel of Mark (Grand Rapids: Baker
Book House, 1970).
[12]Las traducciones más recientes en inglés normalmente señalan esta
realidad en los documentos griegos.
[14]La frase "que corresponde a" es literalmente
"antitipo" que quiere decir la realidad prefigurada o representada
por el tipo.
[15]Algunos sugieren que el arca representa a Cristo; en ese caso se
salvan pasando por (griego: dia) el agua al estar en Cristo. Además si la palabra "figura" se
refiere al arca o estar en Cristo, entonces el bautismo es una figura --
no un sacramento que proporciona una gracia divina generadora -- de lo que
Jesús hizo por nuestra salvación y lo que él hace dentro del creyente.
[16]En Hechos, por ejemplo, en general la fe y el bautismo se encuentran
estrechamente vinculados (2:38, 41; 8:12, 13; 8:37, 38; 16:14,15, 31-33; 18:8).
El bautismo era necesario para expresar el compromiso, sin el cual no podía
decirse que en verdad habían creído. El bautismo siempre está mencionado en
relación con alguna otra actitud (el arrepentimiento en Hch. 2:38) o acción (la
invocación de su nombre en Hch. 22:16). Pero mientras que nunca se especifica
el bautismo en agua como único requisito previo para recibir el perdón, Lucas
se refiere en muchas ocasiones al arrepentimiento o a la fe como única
condición previa (Lc. 5:20; 24:47; Hch. 3:19; 5:31; 10:43; 13:38; 26:18;
compara 4:4; 9:35, 42; 11:21; 13:48; 14:1; 16:31; 17:12, 34).