Un gran esfuerzo físico y algo de astucia fue la respuesta útil, por años, a los estímulos negativos que el mercado le enviaba.

Esa forma de gran énfasis en lo físico es lo que le permitió fundar y desarrollar su empresa. Por consiguiente, en base a su experiencia, dedicar más esfuerzo y energía física a sacar a flote lo que va quedando de su negocio debería ser una forma adecuada de evitar el desastre comercial, financiero y familiar.

Pero, las cosas aún así no funcionan. Y de esa manera nunca funcionarán, pues hoy en día son necesarias herramientas muy sofisticadas, del punto de vista conceptual, para poder subsistir, luego competir y luego, exportar.

No es posible considerar viable a futuro a una industria o a una empresa de servicios sin tener un porcentaje de su producción colocado en el exterior.

Por lo menos debe tener un pié apoyado en alguno de los países integrantes del MERCOSUR, distinto a aquel en el cual está radicada inicialmente.

Las formas de hacerlo son muy diversas. Podrá tener asociados, representantes, formar "join ventures", etc.

Y lograr esa asociación tiene un costo de fracasos y éxitos. No es fácil trabajar juntos cuando las diferencias de culturas nacionales, obligan a tener una enorme tolerancia mutua.

Las negociaciones comerciales nunca son fáciles, más aún cuando implican el cambio de formas de pensar y de actuar que nunca se han utilizado anteriormente.

No es fácil ceder una parte de la conducción y libertad de decisión dentro de una empresa. Pero, quien quiere algo siempre debe estar dispuesto a ceder algo a cambio.

La ampliación de los negocios a otros mercados implica la modificación de procesos de producción y de gestión y la incorporación del marketing y como consecuencia de ello la promoción y un esfuerzo de ventas, como quizás nunca se había necesitado antes.

Ese "antes" que fuera un tiempo de trabajo y de formación de capital y que se añora, se antepone al "ahora".

Y si no se actúa adecuadamente, ello puede significar la pérdida de todo el patrimonio.

 Para salir del marasmo sicológico y físico en que el shock del presente sumerge al empresario y le impide actuar, es imprescindible examinarse, uno mismo o con la ayuda profesional adecuada y asumir la necesidad de reconocer que el tiempo presente es el que se está viviendo hoy, en tanto que el pasado ya no existe.

El esfuerzo físico no es la solución a ningún problema empresarial, la dedicación de más horas a más cosas solo puede empeorar la gestión.

Culpar a "la situación" de los padecimientos actuales es suicida y reclamar corporativamente a los gobiernos que vuelvan a la política de los subsidios y cierre de fronteras es gastar energías en gestiones fracasadas de antemano.

El shock del presente es la impresión que nos provoca el asumir la realidad del mundo actual, que requiere de templanza, tolerancia, inteligencia y trabajo en equipos multidisciplinarios para poder superarlo con éxito.