Mood:  cool

En otra noche más del pintoresco centro de Monterrey me encuentro de regreso en mi casa, algo alcoholizado por supuesto, pero más rico que antes en el sentido del sentir, no tanto del saber. Promedio de edad, 45 años, más que claro que las canciones eran acordes a nuestros gustos de viejos, de viejos a nuestros 20's, pláticas recurrentes en cantinas donde ninguna mujer entra mas que la cantinera claro está, en donde mi plática volvio a tornarse hacia el mismo tema, en donde la derivación del tema mismo fue nuevamente por parte de las voces de la experiencia, de que soy la encarnación de la más pura expresión de la estupidez humana, tema comprendido, asimilado y discernido.

Nos quedamos allí un par de horas más, cada vez menos gente, cada vez canciones más dolidas y dolorosas, cada vez más nuestras, cada vez más cerveza y por lo tanto más nuestro el bar se convertía y de nuevo se escuchaba esa canción de los eagles tocada por cuarta vez, claro, era la canción de él, y por supuesto, las de los ángeles negros no se hacían esperar, esas eran las mías, las de más profundo y calcinante ardor, en fin, son clásicos de todas maneras. Los señores duplicándonos la edad nos lo agradecian, sus al menos dos divorcios los avalaban, la calvicie los delataba y ese tarro de cerveza de barril los acompañaba con la música al fondo.

Pero de nuevo aquí estoy, más sabio y a la vez vulnerable en una arriesgada simbiosis, cada noche aprendo algo nuevo, es de madrugada y las horas se vuelven cortas en las noches pero eternas en los días, no queda mas que esperar el "hasta mañana", pudiera ser mejor, no sé si tendré tanta suerte.