DEPARTAMENTO DE ATLANTIDA

MUNICIPIO DE LA CEIBA

LAS BALEADAS CEIBEÑAS

Por: Ninoska Morales
Redacción La Prensa

La Ceiba. Amor, sacrificio y entrega, fueron los ingredientes principales con que Teresa de Jesús Motiño, inició hace 42 años un negocio de tradición: las famosas baleadas.

Cuando La Prensa fue a entrevistar a esta mujer de innegable espíritu de superación no se encontraba en el negocio; sin embargo, una de sus hijas, Nelsy Sagrario Isaula, nos atendió y accedió a llamar a su progenitora.

Desde su celular le avisó de nuestra presencia y del motivo de la visita, y a pesar de que era su día de descanso no dudó en decir sí y en cinco minutos ya estaba en el local con deseos de contar su historia.

El negocio está ubicado en el corazón de la ciudad, en “la línea” donde hace mucho tiempo pasaban los trenes de la Standard Fruit Company, que transportaba sus primeros clientes.

La pequeña empresa inició con dinero prestado, “en el que tuve mucha esperanza, pedí un préstamo de 50 lempiras y compré cinco libras de harina, una carretilla, tosté café, y gracias a Dios las vendí todas en una noche. En ese entonces costaban 10 centavos cada una”, relató con nostalgia del recuerdo de aquella época.

ESFUERZO

Doña Teresa reveló que en 1962, cuando tenía apenas 20 años, el que era su compañero de hogar la abandonó, dejándola a la intemperie, con cuatro niños y otro que estaba por venir. “Yo tenía que hacer algo para alimentar a mis hijos y había algunos negocios enfrente del hotel París, pero solamente vendían café, pastelitos y golosinas y pensé preparar las baleadas, que en ese entonces no tenían nombre” recordó.

Con su carretilla en mano, un pequeño candil y sin saber leer ni escribir, comenzó el negocio que la ayudaría a salir adelante. “Yo sola, y con la ayuda de Dios, pude alimentar a mis hijos y pagar un cuarto de alquiler de 25 lempiras al mes”.

ÚNICAS

Los comensales disfrutaron de la delicia de aquella tortilla unida con frijoles y queso, quienes frecuentemente le preguntaban a su creadora el nombre de ese platillo y ella les decía que no tenía, fue hasta que un particular cliente le hizo un jocoso comentario “los frijoles eran las balas, el queso la pólvora y la tortilla la cobertura del arma, y de ahí surgió el nombre de baleadas”.

Muchas generaciones de la ciudad han probado este popular alimento, tiene clientes permanentes, que disfrutan de las famosas “baleadas de la línea”. Otros se han ido del país, pero cuando regresan a disfrutar vacaciones hacen la escala obligada.

CLIENTES DE LUJO

Doña Teresa cuenta que su local es visitado por todo tipo de personas, licenciados, médicos, abogados de todas partes del país, inclusive los turistas que siempre buscan platillos típicos de la región, ya saben dónde buscarla.

También tiene su lista de personalidades, quienes han sido atraídos por el suculento sabor de las baleadas que prepara. “Recuerdo que ha venido el ex presidente José Simón Azcona, y políticos como Antonio Leva, Margie Dip y el actual alcalde de La Ceiba Gonzalo Rivera, en compañía de su esposa; además, el reconocido empresario Vicente Carrión”.

TRADICIÓN

Actualmente son cientos de negocios que se dedican a vender baleadas, está comprobado que es rentable para quienes se dedican a esta actividad. “La mayoría de las que venden en La Ceiba, trabajaron conmigo y allí aprendieron a prepararlas. Lo esencial es saber arreglar la masa y cocinarlas al carbón y no sobre una lámina porque eso les da otro sabor”.

Indicó que la mayoría de sus clientes son hombres. “Ellos siempre me cuentan que a veces piden a sus esposas que preparen las baleadas en casa, pero el final terminan quejándose porque no las hacen igual”.

RECOMPENSA

Doña Teresa reveló que a pesar de que nunca pudo disfrutar de su juventud, asistir a una fiesta o a un té danzante, logró educar a sus hijos y comprar su propia casa. “Aunque esté anciana nadie me va a sacar de allí”. El negocio prosperó tanto, que incluso tiene cuartos de alquiler, lo que le hace recordar el tiempo en que contaba los centavos para pagar la renta donde vivía con sus cinco hijos.

Pese a su edad y a todo el trabajo que realizó desde sus años de juventud, ella sigue en el negocio, y ahora es una pequeña empresa en la que toda su familia está involucrada. “Nos turnamos con mis hijas y nueras y de esa manera nos ayudamos, ya no me puedo desvelar como antes, trabajé como una burra y ahora tengo oportunidad de descansar”. A pesar de su agotamiento físico no abandona la actividad que la ayudó a superarse y cada mañana se despierta esperando la misma frase desde hace 42 años: “Quiero una baleada doña Teresa”.

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