Siglo de Cambios

El siglo que hoy reseña "Milenio" podría caracterizarse como el de pérdida de la inocencia imperial, cuando los americanos se dieron cuenta, por fin, de que el sistema no funcionaba y decidieron tomar la iniciativa. Ciertos factores externos contribuyeron a vigorizar esta posición de conciencia, los que son hondamente explicados por el escritor Marcos Carías en este fascículo prioritariamente dedicado a la historia de Honduras.

Sin embargo, hay una explicación que escapa usualmente a la visión del público y es aquella que enseña que los imperios -el más maligno invento de la humanidad- se cansan, se agotan y concluyen por explotar desde el interior de ellos mismos, dando lugar a la independencia de las naciones modernas o a propuestas audaces y transformadoras. El dominio colonial español no escapó a esta ley universal.

Lo sorprendente, empero, es que en esta región tan apartada del gran centro de poder de la tierra en aquel entonces, surgieran figuras tan luminosas y coherentes como las de José Cecilio del Valle, primero, y de Francisco Morazán Quesada, después, que asumieron no sólo el liderazgo sino el propósito de cambio que inspiraba la época y, sobre todo, que con una honestidad a prueba de siglos dedicaran su numen y su vida a hacerlo realidad. Las fuerzas a que se opusieron -La Iglesia recalcitrante, los terratenientes inhumanos, la oligarquía guatemalteca- eran poderosas, y si bien al final fracasaron contra ellas, el pensamiento de servicio a los demás que nos dejaron éstos próceres es un hermoso meritorio triunfo en la historia.

Afortunados los lectores de "Milenio". Asisten a una revisión de nuestra anécdota patria -y de sus contextos mundiales- como nunca antes se había hecho en un medio de comunicación social. Las lecciones que este fascículo nos dejan son trascendentes.

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