HISTORIA DE HONDURAS

La Ilustracion Motor del Cambio

En el plano de las transformaciones políticas, ningún acontecimiento tan importante para la sociedad hondureña como el tránsito del régimen monárquico colonial al régimen republicano independiente.

El proceso para todas las colonias españolas y, dentro de ellas, para la Capitanía General de Guatemala, tiene sus antecedentes enraizados en las últimas décadas del dominio español. Los cambios introducidos al sistema colonial en esas últimas décadas estuvieron inspirados por el espíritu de la Ilustración, un amplio movimiento cultural, filosófico y administrativo, que sacudió a Europa en el período. Este debe, por tanto, comenzar al menos en 1780, con la referencia a esos cambios y a sus consecuencias. Pero, también, debe prolongarse esta coyuntura histórica de la independencia hacia los acontecimientos inmediatos a ella, determinados por el primer intento de fundamentar una nacionalidad centroamericana sobre la base de un sistema federal. En 1842, con la muerte del líder unionista Francisco Morazán, la Federación dejará de existir.

La Intendencia y las Reformas Borbónicas

En 1780 se introdujo en la Capitanía General de Guatemala el sistema de intendencias. La recién fundada Guatemala de la Asunción, luego del traslado de la capital por los terremotos ocurridos en 1774, fungía como sede de la Intendencia Regional y se crearon las intendencias de Chiapas, Nicaragua, Honduras y El Salvador. La Intendencia, institución de origen francés, respondía a la voluntad de reformas administrativas impulsadas en el reino por la Casa de Borbón desde su ascenso al trono, en 1715, que primero se habían ensayado en la península y que pasaron a América en el gobierno de Carlos III. La Intendencia procuraba centralizar la administración, hacerla más eficiente, evitar la corrupción y promover la economía de las colonias.

Como medida de centralización, en Honduras se suprimió a la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa.

Comayagua asumiría entonces el papel de principal ciudad dirigente y única capital dentro de la Intendencia-Gobernación. Desde que esta medida se introdujo provocó la repulsa de los habitantes del Real de Minas y fue abundante la correspondencia surgida desde Tegucigalpa, reclamando contra lo que ellos consideraban la pérdida de su tradicional autonomía. En 1810 las autoridades españolas restablecieron la Alcaldía Mayor.

Las funciones del Intendente eran de marcado carácter económico. Así como ahora usamos el término Desarrollo y en el siglo XIX se usó el de Progreso, el término de ese entonces era Fomento. Los intendentes debían fomentar la economía en el área de su competencia para crear bienestar para la población, estimular a comerciantes y productores y, sobre todo, acrecentar los ingresos del Estado. Esto último fue lo que creyeron percibir, como letra menuda detrás de las reformas administrativas, muchos habitantes de las colonias, en especial los sectores criollos dominantes.

En los momentos finales de la administración colonial vale como ejemplo la disputa entre los mineros de Tegucigalpa y el último Alcalde Mayor, don Narciso Mallol. Funcionario enérgico, incorporó la población al necesario trabajo de unir Tegucigalpa y Comayagüela por medio de un puente permanente de piedra, que resistiera los embates de las corrientes del río Grande y comunicara las dos riberas en una forma segura.

La obra concluyó entre protestas de los trabajadores, por la dureza del trato inflingido a ellos por el Alcalde. Igualmente duro fue con la élite minera en lo de revisarles sus libros de cuentas y en lo de cobrarles el Quinto Real, aún en tiempos de evidente crisis en los minerales.

Estos funcionarios, típicos de la reforma borbónica, ahondaron la separación entre peninsulares y criollos. Al peninsular se le veía, cada vez más, como el funcionario despótico de un gobierno sólo preocupado en extraer recursos y ganancias de sus colonias y de sus pobladores.

@ La Prensa Honduras, C.A.
1999 Derechos Reservados

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