HISTORIA DE HONDURAS
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El Enclave Minero
Mineral de la "Rosario" a inicios de siglo.
Promover la industria extractiva era parte del programa. La minería fue uno de los pilares de la reforma liberal mejicana. Se guardaba memoria de la riqueza mineral hondureña, explotada en tiempos de la colonia. Entre 1880 y 1890 no menos de cien denuncios de minas fueron hechos ante el registro de la propiedad en Honduras.
En un país con pocos suelos de vocación agrícola ameritaba volver a probar fortuna en este otrora tradicional negocio.
Pero tenía que ser una minería propia de la era industrial. En Honduras no se tenía ni los capitales ni los conocimientos tecnológicos adecuados. Igual que en otros países, esta moderna minería de fin de siglo necesitaba del capital, la tecnología y la gestión empresarial de compañías extranjeras.
Los socios hondureños se incorporaron al negocio, usualmente por su condición de dueños de las propiedades en donde las minas se encontraban.
Los inversionistas procedían de Suiza, Francia, Inglaterra, Estados Unidos; los riesgos del negocio pasaron su factura y en una década, de casi cien, menos de diez explotaciones mineras estaban respondiendo a las expectativas.
Una de ellas, en Yuscarán, la de los suizos Hermanos Zurcher, en combinación con la rica familia local de los Fortín. El capitalismo, por otra parte, ya evidenciaba su tendencia a eliminar la competencia y reducirse a monopolios. El negocio minero que durante esa primera década llegó a convertirse en "la Mina" por excelencia, en uno de los negocios más rentables de toda Latinoamérica y en prototipo de un enclave fue la Rosario Mining Company, establecida en San Juancito.
Debajo de las frondosas montañas cubiertas de pinares, los vericuetos de los túneles se fueron extendiendo. Ni siquiera se construyó un camino adecuado porque el oro y la plata no eran perecibles como los productos agrícolas: bastaban recuas de mulas para traer los lingotes a la cercana Tegucigalpa y de aquí al puerto de Amapala.
El pequeño pueblo de San Juancito, incluso antes que la capital, fue la primera localidad con iluminación eléctrica. Eso marcaba la diferencia entre aquel sitio ligado a lejanas transacciones capitalistas gracias a la riqueza de sus metales preciosos, con el resto de la nación.
© La Prensa Honduras, C.A.
1999 Derechos Reservados
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