HISTORIA DE HONDURAS

La Juventud Hondureña

"La Juventud Hondureña" fue el título de una publicación auspiciada por los intelectuales de fin de siglo. Y es que se respiraba un aire juvenil, bajo cuyos efluvios se consolidó la literatura nacional. Inspirador cultural fue Ramón Rosa, con sus compañeros y discípulos historiadores Antonio R. Vallejo, Rómulo E. Durón y Esteban Guardiola.

En "Honduras Literaria", Durón reuniría la cuantiosa producción en verso y prosa de aquel momento; rescató además, y publicó, "Las Pastorelas" del Padre Reyes, principal precursor de la literatura hondureña que buscaba darse un lugar entre la vivaz literatura hispanoamericana.

El modernismo fue lo que galvanizó a la joven intelectualidad. Su adalid era el nicaragüense Rubén Darío y eso contagió de entusiasmo lírico a los centroamericanos. Era una revolución universal para las letras de habla española. Y surgía desde América.

El modernismo fue el frente cultural de la reforma liberal con su programa de desarrollo hacia afuera. Las bellas letras también eran exportables. Se le ha criticado su vocación escapista.

El destino del literato debía de ser París o un paraíso pleno de hadas y princesas o en su defecto los nepentes alcohólicos y los barbitúricos cuando no la autodestrucción y el suicidio.

Entre los escritores hondureños es evidente el peso del romanticismo. Rosa, que no accedió al nuevo movimiento, cuando hace a un lado su positivismo y se pone íntimo da paso franco a la nostalgia romántica; Juan Ramón Molina combina la altanería del Yo romántico con la romántica evocación de la muerte; las novelas amorosas de Lucila Gamero se inscriben en la romántica tradición de la "María" de Jorge Isaac.

Pero la nueva temática y el nuevo talante también son evidentes. El malogrado poeta olanchano José Antonio Domínguez titula una de sus composiciones más conocidas "Himno a la Materia", Molina critica acremente la moralidad basada en la humildad cristiana y propugna por una ética que promocione la soberbia del águila;

Lucila Gamero, en "Blanca Olmedo" aboga por el amor voluntario contra el amor impuesto y contra la moral de sacristía, su antihéroe es un cura que representa todo lo que la juventud liberal, laica y modernista rechazaba.

Pero el modernismo no significó huída de la realidad; fue una poderosa contribución que alumbró la realidad latinoamericana.

Los talentos que confluyeron en el exterior, coincidieran o no físicamente, fueran Darío o Martí, perfilaron un sentido de identidad de aquellas repúblicas que luego de cincuenta años de independencia se manifestaban con un ímpetu juvenil entre el bisonte norteamericano y el toro español.

Fue también, en países como Honduras, un grito de protesta contra la chatura del medio y contra la violencia irracional. Un llamado a recibir y a aceptar la cultura universal y una demostración de que, desde Honduras, se podía y se debía trabajar y producir dentro de esa cultura universal.

© La Prensa Honduras, C.A.
1999 Derechos Reservados



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