LAS RUINAS DE LA ANTIGUA CIUDAD DE LOS JARDÍNES



Por: Eduardo José Alvarado Isunza.


Aunque apenas han sido actores políticos pertenecientes al Partido de la Revolución Democrática quienes han cuestionado en su inicio el proyecto marcelista de rebanar cinco hectáreas y media de terreno al parque Tangamanga Uno de esta ciudad, con el propósito de construir en ellas un centro de convenciones, nadie en el gobierno debería subestimar la posibilidad de que pronto sean centenares de voluntades que vengan a levantarse contra la ejecución de ese proyecto.

Si bien atomizados por las particularidades de la vida cotidiana y sin la posibilidad de expresar inmediatamente su opinión, muchos ciudadanos pronto albergaron un sentimiento de repudio a la intención de cercenar otro buen pedazo de terreno a uno de los pocos pulmones verdes que hay una ciudad cada vez más contaminada y castigada por una política urbanista que sólo privilegia la edificación de fraccionamientos de mala calidad, de puentes y vialidades. Por el momento, son voces perredistas quienes han objetado la ejecución del proyecto gubernamental, pero no habría que confundirse, porque detrás de ellas deben estar ciertos que son centenares.

Personalmente hemos escuchado ciudadanos, ocupados en actividades diversas, que expresan su desagrado con ese proyecto cuyas particularidades apenas trascendieron hace unos días. De modo que el propio gobernador Marcelo de los Santos debería mantenerse cauteloso con sostener esa idea original de quitarle al parque Tangamanga Uno esas cinco y media hectáreas de terreno para construir el mencionado centro de convenciones.

 

Por cierto que la ejecución de ese plan ha merecido también fuertes cuestionamientos, porque habrían de invertirse poco más de trescientos millones de pesos de dinero público; cantidad ésta que tampoco tiene a su disposición el gobierno y que habría de obtener de un nuevo endeudamiento con alguna entidad financiera y que habrá de sumarse a la ya enorme cartera que tiene con diferentes bancos. Este es el otro aspecto del proyecto: ¿qué tan conveniente es que el gobierno venga a embarcarse en empresario de otra nueva y genial idea productiva en una región que tiene urgencias mayores?

Pero ese es un aspecto del asunto que sólo mencionaremos superficialmente y que dejaremos para después. Por ahora nos interesa concentrarnos en ese otro ángulo del proyecto que es el de la amenaza que representa para el patrimonio ecológico de los potosinos. Por una extraña actitud personal, cuya lógica desconocemos, porque después de todo aquí viven el gobernador y su familia, y en consecuencia deberían aspirar a pasarla en una ciudad disfrutable, éste no ha distinguido su paso por la administración pública por la instrumentación o consecución de acciones que traten de impulsar proyectos ecológicos para mejorar nuestro entorno.


En lo personal (y creo que muchos como quien escribe) soñamos con pasar nuestra existencia en una ciudad con grandes extensiones verdes y bien cuidadas, no solamente porque mejoraría la calidad del aire que respiramos y habría una temperatura húmeda, sino porque también disfrutaríamos de los paseos y de las caminatas debajo de árboles, entre matas de diversos colores y extasiados por el canto de las aves. El último buen paseo que recuerdo haber realizado fue al jardín japonés del parque Colomos en la ciudad de Guadalajara, espacio que por cierto fue diseñado por personas de aquella nación.


Muchas ciudades son famosas por sus parques y jardines, tanto que numerosos turistas acuden a ellas para disfrutarlas. Esta incluso pudiera ser una buena alternativa para ubicarnos como un lugar de atracción turística. Pero en vez de mantener y mejorar nuestras extensiones arboladas en San Luis Potosí estamos empeñados en destruirlas. Esta que alguna vez fuera conocida como “La ciudad de los jardines” hoy está convertida en “La ciudad en ruinas”. Bastaría con darse una vuelta por diversas zonas de la ciudad y mirar con desaliento en que la han convertido el apetito voraz de infinidad de constructores y autoridades mezquinas.

Decíamos que el actual gobernador extrañamente carece de una vocación ecológica y de una voluntad por apostarle al mejoramiento de su entorno, porque ya como jefe de la Comuna dejó en el abandono ese viejo parque de Morales. Fueron las presiones de los vecinos y de algunos periodistas, que incluso llegaron a especular con la versión de que aquello era parte de una maniobra para crear una opinión favorable a la cesión de esa superficie al Club Deportivo Potosino, quienes obligaron al entonces edil a echarle una manita de gato y tranquilizar la irritación. Por cierto que ahora hay la versión de que ese parque será también fragmentado, pues una parte será destinada a estacionamiento de la Escuela de Medicina.

 

Con igual actitud procedió en el proyecto de explotación a tajo abierto de la canadiense Minera San Xavier en el Cerro de San Pedro. En ello tampoco han sido suficientes las preocupaciones que han expuesto infinidad de personas para hacerlo desistir y crear condiciones, desde su puesto de mandatario, para impedir la realización de una explotación que por lo menos amenaza contaminar el aire que respiramos y el agua que bebemos, por no citar otros daños como la destrucción del patrimonio histórico.

 

Ahora nos hemos despertado con la noticia de que el mandatario tiene la intención de arrancarle cinco y media hectáreas al único buen espacio verde que tenemos para convertirlo en un centro de convenciones, cuyos beneficios todavía son discutibles. Hay que decir que el propio ejecutivo ha mencionado que las ganancias con esa multimillonaria inversión no estarían viéndose sino hasta dentro de cuatro años. ¿A qué nos recuerda esto? ¿Acaso al fabuloso y estupendo negocio del Invernadero Santa Rita?

 

Pero independientemente de si el centro de convenciones sería un buen negocio o no, aquí lo que estamos objetando es el sitio de su construcción. Está claro que personalmente nos opondremos a que sea edificado en el interior del parque Tangamanga. Por lo pronto han sido actores políticos perredistas quienes han definido su posición. Pero creemos que cada vez habrán de sumarse infinidad de ciudadanos que estarán dispuestos a defender su patrimonio. Hay la versión de que el gobierno dispone de diez hectáreas entre las avenida Chapultepec y Antonio Rocha, al surponiente de la ciudad. ¿Por qué no construir allí esa obra?

 

            A esta mala noticia que habla de la pobre vocación ecológica de quienes gobiernan (y también de su limitada concepción sobre una política urbanística que concrete en la traza de una ciudad atractiva a sus habitantes y a turistas), viene acompañada el gesto de un vecino del fraccionamiento Tangamanga que, desesperado por la ineptitud del ayuntamiento para solucionar el problema de la basura, dejó bolsas de desperdicios en el escritorio de los funcionarios de ecología, durante el llamado “Miércoles Ciudadano”.

 

            Esto ocurrió a la entrada del viejo Palacio Municipal y este puede ser le preludio de la defensa del parque Tangamanga. En ello deberían pensar Marcelo de los Santos y sus asesores.

San Luis Potosí, S.L.P., a 23 de Septiembre del 2004