EL FRACASO DE REDES CIUDADANAS EN EL MITIN DE AMLO

La izquierda en un callejón sin salida.

 

Definitivamente Juan Ramiro Robledo Ruiz, diputado por el PRD, no tiene nada que ver con la izquierda y sus propuestas para alcanzar una vida mejor para todos, y mucho menos para llevarle votos al candidato de la izquierda, y esto se vio en el mitin del viernes 10 de febrero pasado en donde estuvo presente el .01 por ciento de la población presente (algunas dos mil personas entre curiosos, orejas, policías, funcionarios de tercer nivel, acarreados de Soledad, vendedores, gente del CMAP y alguno que otro despistado que acudía realmente para escuchar). Lo logística fue pésima porque López Obrador quedó encajonado entre el Museo de la Máscara y el Teatro de la Paz, de tal manera que la mayor parte de los que acudieron no lo alcanzaban a ver, y probablemente esto fue intencional porque así el candidato, desde su perspectiva, podía llevarse la falsa impresión de que habían acudido muchos simpatizantes; luego, una masa apretada de matraqueros cerca al estrado y que ondeaban sus banderitas y gritaban ante cualquiera de los pronunciamientos del tabasqueño. Lo de siempre.

Su discurso no fue impresionante porque su sustenta el los ya conocidos 50 puntos, salpicado de algunos datos estadísticos sueltos y otros de carácter histórico ya muy sobados: Ponciano Arriaga, Madero en la cárcel, el Plan de San Luis, etc, es decir el candidato mostró un conocimiento muy pobre y esquemático de San Luis.

Luego, los priistas-perredistas que ya huelen su próximo hueso para seguir aferrados al presupuesto público y mantenerse en un estado de pureza sin trabajar jamás como es la tradición en los funcionarios públicos en México, formaron un círculo de hierro que impedía que nadie se aproximara al Salvador, a continuación lo condujeron al vetusto Teatro Alarcón a pesar de las indicaciones que los especialistas le dieron a Juan Ramiro de lo peligroso que resultaba utilizar dicho recinto, la valió y lo rellenó de material humano, afortunadamente no se desplomó y nadie causó un incendio porque hubiera sido la catástrofe ya que el teatro carece de salidas de emergencia y de ventilación. Esta es la seguridad de la que disfruta Andrés Manuel en San Luis atrapado en las redes de Juan Ramiro, que no son ciudadanas propiamente.

En lo personal me hubiera gustado ver una actitud diferente por parte de AMLO, por ejemplo que mandara al diablo a Juan Ramiro y sus huestes decrépitas políticamente y que se hubiera reunido con la izquierda obsoleta (pero izquierda al fin) potosina y fuerzas progresistas en una reunión de trabajo real, y no a la manera de un Mesías que nos salpica con sus 50 verdades, de esa manera se hubiera podido marcar el inicio de la construcción de un tejido social y político efectivo que canalizara el voto hacia el candidato del PRD.

Pero el voto al candidato no es suficiente porque eso lo convierte en un Superpeje, el superhombre que va a salvar a la Nación lo que es una payasada, y nadie va a votar por Felipe Aurelio, por Juan Ramiro, por Pizzuto, por el hermano de Cervantes, por Florencio Salazar, por Elías Dip Ramé y por otros cartuchos quemados para puestos de elección popular. ¿Entonces?

¿Que sucedería si Superpeje no salva a la nación? ¿Nos hundimos? Es aquí en donde hay que construir un proyecto alternativo que sea alternativo al proyecto alternativo de Manuel porque ya México y menos San Luis Potosí se pueden dar el lujo de confiar en nadie, y mucho menos con ese comportamiento mesiánico y demagógico porque la democracia no es de un sólo lado.

De los otros dos candidatos no tiene caso ni hablar porque Felipe Calderón no es sino la continuidad del inútil gobierno foxista, con su cara de buena gente, privilegiando sin medida a los dueños del país y a la enajenación de los bienes nacionales, a la derecha en suma, y Robaharto Madrazo, que es fiel a la sombra de su padre, el conocido Carlos Alberto Madrazo Becerra, cacique de Tabasco y parte del grupo político de Hank González (que más que político fue un capo de la delincuencia organizada) y que falleció en el proceso de construir el partido Patria Nueva decepcionado de la antidemocracia del PRI, pero después de demostrar fehacientemente que estaba cortado dentro del mismo traje confeccionado a la medida, y que le quedó a su hijo perfectamente.

Es probable que López Obrador gane la Presidencia de la República con un voto diferenciado que no le entregará los congresos pero, ¿podrá él hacer todo el trabajo?. Ya vimos como durante su gestión como autoridad del DF los disidentes como los maestros, los vendedores ambulantes, los indígenas y otros grupos sociales fueron tratados a palos por su policía, los paracaidastas humildes posesionados de terrenos fueron desalojados de sus precarias viviendas después de destruirlas, una y otra vez por su misma policía, el derecho de audiencia era y sigue siendo concedido selectivamente y, además observamos como se equivocó a todo lo ancho al escoger a sus colaboradores. ¿Qué seguridad habrá de que no llene de Bejaranos y Juan Ramiros su probable administración?

En lo personal me da la idea el nuevo e hipotético gobierno de izquierda, de pretender construir una máquina reluciente y muy efectiva con desechos oxidados recogidos de la basura, y estos desechos no son sino los politicastros de los que está formado el PRD en todas partes del país. Simplemente no es posible. La izquierda real no está en el Partido de la Revolución Democrática pero el partido es la base para alcanzar las distintas posiciones suculentas de gobierno.

Por otra parte los planteamientos de López Obrador son estrictamente materialistas y, después de los rotundos fracasos de los modelos socialistas basados precisamente en el mejoramiento material, e incluso modelos como el chino que pasó por una revolución cultural y que en realidad no logró penetrar la conciencia y el espíritu de ese pueblo que siguió adherido a su naturaleza tradicional. Claro, China logró implementar un modelo híbrido en donde socialismo y capitalismo conviven de la manera más extraña produciendo uno de los salarios más bajos del planeta e invadiendo de mercancías inútiles todos los paìses que están expuestos a su basura industrial, colapsando de paso las fuentes de empleo nacionales y también los salarios.

En México nos urge una revolución interna más que externa, que nos permita cambiar radicalmente nuestros valores sustentados en el estúpido consumismo, en la deshonestidad, en nuestra mezquindad social, una revolución que nos refresque como un viento limpio que nos lave por dentro. No requerimos tanta democracia y tolerancia sino todo lo contrario, un control estricto en muchas cosas como son los medios masivos de comunicación saturados de estupidez, trivialidad y violencia, un control estricto sobre la policía y las demás formas de represión del Estado; un control estricto sobre toda la administración pública; un control estricto sobre la natalidad; un control estricto sobre los grandes capitales que son acumulaciones inmorales e ilegales de recursos económicos; un control estricto en la reconversión de la industria que está basada actualmente en el consumismo, que es la base del capitalismo; un control estricto sobre el automóvil; un control estricto en fomentar nuevas formas de solidaridad entre las fuerzas de la producción, básicamente obreros y campesinos. A masa humana actual necesitamos darle forma al ser humano nuevo (y aquí escuchamos al unísono las torpes burlas de las hienas y los buitres, sedientos de la carroña presupuestal), un ser humano nuevo que coopere plenamente en la construcción de un modelo verdaderamente socialista, consciente de que el capitalismo es el sistema que concluirá con la especie humana y con la vida en el planeta. Es aquí en donde entra en juego el trabajo de maestros, formadores, educadores, pedagogos, investigadores que tengan una mentalidad nueva. Necesitamos una nueva brújula que ya no apunte al Norte sino al Sur.

Requerimos una nueva cultura que ya no le rinda culto al delincuente y al político ladrón, una nueva cultura que no se fundamente en la ignorancia y en la violencia, una nueva cultura que no se sustente en la búsqueda siempre del placer excesivo, tan en boga en el presente siglo que es el siglo de las adicciones, fuente grotesca de ingresos de narcotraficantes, policías y funcionarios gubernamentales.

No necesitamos apoyar con tantas medicinas y servicios médicos a una población que tiene demasiados malos hábitos nutricionales que se sustentan en el consumo excesivo de azúcares, grasas animales saturadas, alcohol y humo, y que vive en medio de un hábitat muy contaminado por el automóvil. Lo que necesitamos es proporcionarle al pueblo las condiciones para que lleve una vida saludable para evitar las enfermedades y el terrible costo en medicamentos y burocracia médica. No es necesario tanta campaña a favor de las personas con Síndrome de Dawn sino lo que se necesita es que ya no nazcan personas así, lo mismo con el cáncer, la diabetes y las enfermedades del corazón que no son sino el resultado de un sistema de vida enfermo y degradado.

Necesitamos reconvertir las ciudades deformes para incorporar elementos de belleza y salud; necesitamos controlar la tasa de natalidad porque ya somos demasiados y porque cada nuevo ser humano que nace reclama agua, alimento, ropa, vivienda, servicios educativos, servicios urbanos, trabajo remunerado, etc., etc. La pobreza amenaza con extenderse cada vez más.

Si todo esto es una utopía, también es una utopía que nuestros hijos, o siendo optimistas, los hijos de nuestros hijos puedan sobrevivir.

Es muy curioso el voto, porque muchos tal vez votaremos por AMLO conscientes de que lo hacemos sin esperar -ahora si- nada a cambio, lo que resulta una absoluta contradicción.