LA GUILLOTINA

 * López Obrador sin líder en San Luis

 Jacobo Vázquez

 

San Luis Potosí carece de un representante capaz de aglutinar a su alrededor las simpatías que genera entre los potosinos la figura de Andrés Manuel López Obrador.

 Las muestras de apoyo al tabasqueño vistas en estos días dan cuenta de lo anterior: grupos dispersos, minúsculos, incluso apáticos en su organización.

 Ello es un reflejo de los lastres emocionales, de corrupción y de mediocridad de las “tribus” perredistas en el estado.

 La inclusión de viejos priistas como Elías Dip Ramé y Juan Ramiro Robledo Ruiz no pudo sacar de su letargo de pequeñas mafias a ese partido que, querámoslo o no, es lo más cercano que el electorado tiene a una opción de izquierda.

 Tanto a Juan Ramiro como a Elías les motivó la posibilidad del poder, pero nunca un convencimiento partidista que les llevara a regenerar ese instituto en la localidad tunera.

 Aunque ambos se involucraron apoyando a diferentes candidatos a dirigir al PRD estatal, ninguno tuvo capacidad –y parece que ni el suficiente interés– por generar un movimiento que airara ese partido y le inyectara nueva vida.

 Los magros, fraudulentos, vergonzosos resultados de esas elecciones internas perredistas parecen ser el justo pago a su poca convicción partidista y a su oportunismo.

 El caso más patético es el del legislador Juan Ramiro Robledo, quien ha desunido y alejado más simpatizantes de los que ha logrado reunir, y, entre éstos, se encuentran perredistas sin escrúpulos ni capacidad mientras que otro tanto son priistas con sus viejas mañas, quienes de inmediato –con anuencia o no de Juan Ramiro– implementaron la entrega de despensas para conseguir el favor de la población para el ex jefe de Gobierno del Distrito Federal.

 Ramiro Robledo ha desunido, son diversos los  grupos (como el de La Corriente, del ecologista Sergio Serrano) que han preferido mantenerse al margen de la organización juanramirista en apoyo del Peje.

 La otra figura destacada que representa al PRD en el Congreso, Eduardo Martínez Benavente, no pasa de una posición testimonial, sin arrastre entre la población y sin compromiso con el partido que pueda ir más allá del pago de sus cuotas –que ya es mucho decir, pregúntenle al regidor Edgar Murgía.

 Así, los simpatizantes de López Obrador se encuentran sin núcleo aglutinador entre la población civil.

 No hay figura pública que logre sacarlos a la calle y/o a manifestarse de diferentes maneras contra las canalladas legalistas de que es víctima Andrés Manuel.

 El periodista Carlos Guerrero supo verlo muy bien al comparar un auditorio pobre y apático en el Centro de Convenciones el pasado miércoles 6 de abril con la visita que semanas atrás hizo López Obrador al Club Libanés para presentar su libro.

 En el segundo evento mencionado la congregación era en realidad una muestra plural de la sociedad, que, con los matices que usted quiera, no ve con tan malos ojos a López Obrador; la reunión del 6 de abril fue un pequeño grupo de gentes que no podrían reflejar ni una mínima muestra del apoyo que el recién desaforado podría tener en las urnas.

 Y cómo no creo que en los próximos meses pueda surgir un verdadero líder en estas tierras guachichiles marcadas por el canibalismo, el ninguneo y la mediocridad, veremos a diferentes grupos, asociaciones e individuos manifestándose de manera aislada.

 El movimiento tendrá pocas posibilidades de crecer como un ente  unido, mayúsculo, heterogéneo,  de la población mientras esas figurillas sigan medrando sus egos con las banderas de una causa justa; un movimiento social mayor, en verdad ciudadano, los barrería como a papel higiénico, con todo y sus ridículas ínfulas protagónicas.