undefined
undefined
Carlos Finney
Apóstol de avivamientos
1792-1875
Cerca
de la aldea de New York Mills, había una fábrica de tejidos en el
siglo 19. Cierta mañana dos operarios conversaban sobre el culto de la
noche pasada. Un joven alto y atlético entró en la fábrica
. Al verlo los operarios tenían gran dificultad para trabajar. Al pasar
el predicador cerca de unas muchachas que trabajaban en la fábrica una
de ellas cayó al suelo llorando con una fuerte convicción.
En unos minutos el avivamiento estaba en toda la fábrica.
Este es uno de los episodios de la vida de Carlos Finney.
Quien impulsó grandes avivamientos por toda la
Unión Americana.
Finney nació en una familia que no conocía
la fe. Era abogado. Entre los libros que tenía se encontraba una
Biblia que compró debido a que hallaba muchas citas de ésta en los
libros de jurisprudencia. De ahí nació su interés
en el culto de los creyentes.
En su autobiografía dice que empezó a asistir a los cultos de
los creyentes y quedó sorprendido porque semana tras semana los creyentes
oraban por lo mismo y testificaban que sus oraciones no habían
sido escuchadas. Encontró en la Biblia la necesidad de pedir con
fe y esto le hizo confirmar que la Biblia era verdadera
y que los creyentes no recibían lo que pedían porque
no tenían fe.
Cuenta Finney en su autobiografía que un domingo de 1821 resolvió
arreglar su situación con Dios. Había decidido encontrar la
salvación de su alma. Quiso orar en su oficina pero no
pudo a pesar de haber tapado el agujero de la cerradura. En esos últimos
días se avergonzaba de que alguien lo encontrara
leyendo la Biblia a pesar de que antes no era así.
Pasaron el Lunes y Martes sin que pudiera orar y su corazón lo quemaba
con una necesidad tan grande y apremiante que se empezó
a sentirse desesperado. El miércoles mientras iba a su oficina le
fue revelado que Cristo había hecho todo el sacrificio por él y
dijo en su interior -Lo aceptaré hoy o me esforzaré
hasta morir-. Se dirigió al bosque para orar y prometió -Entregaré
a Dios hoy mi corazón o no saldré de aquí-. Sin embargo
no pudo orar. Estaba tan desesperado que sintió
que su corazón estaba muerto y Dios lo había abandonado. Sentía
el peso de sus pecados tan infinito que empezó
a desfallecer. Cuando intentaba orar se detenía
pensando que alguien pudiera estar cerca y oírlo.
De repente le fue revelado que era su orgullo lo que lo
detenía y gritó -¡Vaya! Un vil pecador
como yo se avergüenza de que otro pecador como yo me encuentre de rodillas
reconciliándome con mi Dios-. Fue cuando empezó a orar sin
saber cuanto tiempo y le prometió a Dios que si se convertía iba
a predicar el Evangelio.
Al regresar sentía una paz tan grande que
perdió el apetito. En su oficina tocó un himno en el contrabajo
como de costumbre y dice -mi corazón parecía
derretirse, y solo podía llorar…- Después de esto le pareció
ver al Señor Jesucristo y no pudo dejar de llorar en voz alta. Finalmente
fue bautizado con el Espíritu Santo. Finney comentó
que sintió como ondas eléctricas que lo pasaban de un lado a otro,
como si fuera amor líquido. Dijo -¡Moriré
si estas ondas continúan pasando sobre mí!. ¡Señor
no soporto más!.-
En la noche el director del coro de la iglesia lo encontró en ese estado
de llanto y gritos, y fue a llamar a un anciano de la iglesia y un joven. El joven
al ver lo que sucedía cayó de rodillas angustiado
y clamando -¡Oren por mí!-.
Al día siguiente la gente no dejaba de comentar la conversión
del abogado y se congregó en la iglesia para escuchar lo que había
sucedido, a pesar de que no era día de culto.
Poco tiempo después fue a visitar a sus padres. Su padre lo recibió
en la puerta y le dijo -¿Cómo estás Carlos?- y Finney le
respondió -Bien, padre mío, tanto de cuerpo como
de alma. Pero, papá, tú ya estás entrado en años;
todos tus hijos ya son adultos y están casados; sin embargo, nunca oí
a nadie orar en tu casa- su padre bajó la cabeza y comenzó
a llorar diciendo -Es verdad, Carlos; entra y ora tú mismo-.
Desde ese tiempo empezó un gran avivamiento
que se extendió por los Estado Undidos de Norteamérica.
Finney decía que el secreto de los avivamientos
se encontraba en la oración
De 1851 a 1866 fue director del colegio de Oberlin..
Escribió libros entre los cuales los más conocidos son: "Autobiografía",
"Discursos a los creyentes" y "Teología sistemática".
El domingo 16 de Agosto de 1875 predicó su último sermón.
No asistió al culto de la noche, sin embargo al escuchar cantar a los creyentes
"Jesús, amante de mi alma, déjame volar a tu regazo",
salió de su casa y cantó con ellos. A media noche se despertó
sintiendo dolores punzantes en el pecho. Al amanecer, se durmió en la tierra,
para despertar en la gloria de los cielos, trece días antes de cumplir
los 83 años.
Bibliografía. Biografías
de grandes cristianos. Editorial Vida. 1992.