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FRACTURA DE RADIO

ACTION MAN


 

   Niñas, no escuchéis, porque esto no va con vosotras. Queridos niños: os voy a hablar de un hermoso juguete. Se llama Acción Man. No hace falta que os lo traduzca, ¿verdad?: suena mejor así, en inglés. Mola más. Seguramente ya le conoceréis. Se trata de un defensor de la Ley y el Orden, constantemente amenazado por las fuerzas del Mal, ya sabéis: los serbios, los delincuentes, los punkies... Acción Man es rudo, duro, implacable. En ocasiones tiene incluso que actuar fuera de la Ley. Fuera de la Ley que él defiende frente a los que se la saltan, los que quieren acabar con la tranquilidad de los ciudadanos de Bien. En el Pequeño País, suplemento infantil del prestigioso periódico que vuestro papá se compra los fines de semana, hemos disfrutado con una nueva aventura de Acción Man. Un malvado delincuente había suplantado al Presidente de Actiópolis y había firmado una ley que prohibía a la Policía actuar contra el crimen. ¡Sí, ya veo que os acordáis! Pero Acción Man Camera Mission además de un bestia, es un tipo inteligente y enseguida descubrió el pastel. Vosotros, niños, ya sabéis que la gente es muy mala, y si no disponemos de cuerpos altamente armados y motivados a la hora de atajar a cualquier precio el crimen, este campará a sus anchas. Por eso debéis desconfiar cuando oigáis a alguna gentuza quejarse insidiosamente de supuestas agresiones policiales, de torturas, de malos tratos e incluso, fijaos si son mentirosos, de asesinatos perpetrados por las fuerzas del Orden, aquí, en Estados Unidos, en Chile, en Turquía, en Indonesia o donde sea. No son más que falsedades creadas por mentalidades enfermizas y terroristas, dispuestos a difamar y desestabilizar todo cuanto sea posible. Cierto es que en ocasiones alguien se va de la mano en el cumplimiento de su deber y algún malhechor aparece con magulladuras, o se cae por una ventana o se le suicida. Pero, en fin: en todas las guerras hay daños colaterales. Eso no ha de empañar la admiración y el respeto que debemos profesar hacia aquellos que abnegadamente se arman de odio y rencor para defender a los ciudadanos de bien.

Y es que hace falta una mano de hierro. Una mano que aplique una Justicia implacable contra las fuerzas del Mal. Por eso veis en la tele a nuestros aviones, volando incesantemente para bombardear a los malos. Por eso nuestros policías tienen que ser fríos y despiadados a la hora de combatir el crimen y la maldad. En este mundo no se puede andar con contemplaciones. O pisas, o te pisan. Ya visteis lo que pasaba en Actiópolis cuando dejo de actuar la Policía: las fuerzas del Mal se desataron. Los malos, siempre con sus pintas raras, con crestas y pendientes en las orejas y chupas de cuero vieron vía libre para cometer sus tropelías. Sí, sí, igualito que esos okupas que salían el otro día en la tele. Si se les deja, son capaces de acabar con la tranquilidad y el bienestar de los buenos ciudadanos. Estos ciudadanos que deben defender ese bienestar, esa tranquilidad y nuestros más altos valores, como la propiedad privada frente a los harapientos, los inmigrantes, los antisociales, en fin: los malos, los que tienen pinta rara, los que visten de forma estrafalaria, los negros, los maricones, los melenudos. ¿Es que no pueden ser como personas normales? No son personas normales: son malos. ¿Y habéis visto que maldades inventan? Por ejemplo, los guerrilleros zapatistas esos: quieren acabar con todo. Menos mal que el Ejército Mexicano está bien surtido de Acción Mans, aunque sean Acción Mans de segunda, porque tienen la misma cara de indio de los malos contra los que aplican su Justicia implacable. Pero están con nosotros, con nuestro Presidente y con todos los defensores del Bien. Aunque los que más molan son los Acción Mans blancos, bien peinados y que hablen en inglés. Los de las pelis, con su bazooka, sus carros blindados, sus cazas bombarderos, sus misiles... Son chachi.

Todavía eres un crío, y por eso tienes que aprender muchas cosas. Pero la mejor manera de aprender es divirtiéndose. Es lo que más mola. Por eso, con tu Acción Man, aprendes a desconfiar de toda la gente mala. Del hombre ese que rebusca en la basura todas las noches, por ejemplo. De los moros que se juntan en la plaza para hablar a voces. De los mendigos sucios que se ponen en la puerta del Mercado a vivir del cuento. Los defensores de la Ley también lo hacen. Por eso ves a los polis pidiendo la documentación siempre a los que tienen pintas raras, a los que se dejan la cresta o las greñas, o a los que tienen piel oscura. Lo hacen para que tú y tu familia podáis vivir cómodamente. Venga, y ahora llamad a vuestros papás, que les quiero decir algo.

Hola, papás, ¿ya estáis ahí? Bueno, como habéis visto, el Acción Man es el mejor juguete que le podéis comprar a vuestros niños. Y no vayáis a pensar que porque lleve la ametralladora, el lanzamisiles portátil y la pistola fulminante se trata de un juguete violento. Además es que ni siquiera lleva esas cosas: la nueva imagen de los Ejércitos modernos ha de servir para mostrar menos las armas, aunque en ellas nos gastemos cantidades cada vez más astronómicas, e incidir más en sus funciones de intervención humanitaria. ¡Qué pena, no haber desarrollado antes esta idea, este hallazgo!: la podíamos haber utilizado en la guerra del Vietnam, o en el ataque a los pueblos, hospitales y cultivos que habían caído en poder de las fuerzas del Mal en la Nicaragua sandinista, o en los asesinatos en masa en Chile, Guatemala, Argentina, El Salvador, Turquía, Indonesia, Sudáfrica, Palestina. La cantidad de problemas y explicaciones que nos habríamos ahorrado al calificar a esas acciones auspiciadas por los defensores de la Ley, el Orden y de la Propiedad Privada como lo que realmente eran: acciones humanitarias. ¿O es que acaso no os parecen humanitarios nuestros bombardeos contra los serbios, y, de paso, contra los kosovares? ¿Es que acaso os estáis poniendo de parte de ese gran tirano, de ese hitler de los Balcanes llamado Milosevic? ¿Qué hay de malo en que mueran miles de personas, si ya hemos explicado que se trata únicamente de daños colaterales, de fallitos comprensibles, que en ningún caso deben detener esta colosal campaña de amor y solidaridad? Pues eso mismo: tú también puedes ser solidario. Por eso, ahora, al comprar tu Acción Man, estas colaborando con el ACNUR, el Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Efectivamente, parte de lo que a ti te cuesta comprarle a tu niño el Acción Man, va a para a ayudar a los refugiados de Kosovo que, claro está, en absolutamente ningún caso huyen de los bombardeos de sus ciudades, quién iba a imaginar tal cosa.

Piensa en la historia de la humanidad. Piensa, por ejemplo, en los guerreros cruzados. Pues bien: los action man de ahora son exactamente lo mismo: monjes y soldados, es decir: guerreros y, a la vez, portadores de los altos valores de nuestra civilización, portadores igual de bombas que de ayuda humanitaria. Es el hombre integral del renacimiento, porque lleva en sí mismo tanto el problema como su solución. Recuerda lo que dijo nuestro ministro de la guerra cuando explicaba las clarísimas y prístinas razones de nuestro afectuoso ataque: había unos europeos, y recalco lo de europeos porque es que no se trataba de ningunos salvajes de por ahí, de esos que se quejan de que los paramilitares, los matones a sueldo y las fuerzas del bien, en general les atacan y les matan, muy humanitariamente también, imagino, y que los terratenientes y las compañías petroleras y madereras les roban el territorio, que no sé para que lo querrán ni que rendimiento se iba a sacar de ahí... bueno, pues estos no: estos eran europeos y, aunque no quede muy políticamente correcto, me vais a permitir que lo diga también: blancos, civilizados... vamos, que dan muy buena imagen en televisión. Y eso: que estos europeos estaban en apuros. Por eso, la Comunidad Internacional, o sea, los países poderosos, con la Verdad y los Estados Unidos al frente, acudieron prestos a socorrerlos. Algo que, si repasáis la historia reciente, es habitual y repetido, aunque con menos precisión, eso sí, ya que los daños colaterales se nos han escapado a 15.000 en Irak, a 30.000 en el Kurdistán o a 300.000 en Guatemala. Vamos mejorando, ¿no?. Pues sigamos mejorando.
 


Este texto se emitió por primera vez en mayo de 1999.

 

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