FRACTURA DE RADIO

MILENIO PLASTA

Llega el año dichoso 2000. Un año pasado de moda. Llevan dándonos la plasta con lo del 2000 desde hace ni se sabe, así que ahora que lo tenemos encima, pues como que nos da igual. Y eso a pesar de la desesperación de comerciantes y charlatanes que desesperadamente tratan de explotar el dígito, el fin de siglo y de milenio y el efecto 2000. Y a pesar también de los macrofestivales cósmicos que nos preparan para la noche fatídica.

En el año 1000, según dicen, proliferaban las sectas milenaristas y apocalípticas. En este triste 2000, lo más que tenemos es el equivalente a lo de las vacas locas, pero en ordenadores, con lo que intentan meternos miedo a última hora: el dichoso efecto 2000. Ya que aquí no pasa nada, que a la gente le da igual lo del 2000, pues hay que inventarse algo. Y hasta igual consiguen que algo pase, con esa tibia invitación al histerismo colectivo a través de sus anuncios oficiales y publicitarios en los que muestran oficinas vacías y en penumbra y nos recomiendan tener dinero en efectivo, agua en botellas y una radio a pilas (para no perdernos las indicaciones del Gran Timonel en caso de desastre, digo yo. Ya veo a Josemari como se frota las manos: "yo, dirigiéndome al país, tranquilizando a la población, garantizando que el suministro de agua, electricidad, tabaco y piruletas se restablecerá en brevísimo tiempo"). Pues eso, que igual consiguen que a la gente le dé por vaciar los bancos, sacando el dinero de sus cuentas o de acabar con el stock de pilas de los súper o yo qué sé... Que se arme un cristo de esos para que entonces puedan decir: "¿lo veis?: ¿veis cómo eso del efecto 2000 no era una broma, que iba en serio? Y vosotros pasando de todo, parece mentira." Ya les gustaría, pa que escarmentásemos. Pero me temo que la cosa no ha cundido demasiado y que Chemari se va a quedar sin su discursillo. Demasiadas películas gringas de desastres, Josito.

La otra memez relevante en estos días es la supuesta polémica de que si el milenio y el siglo no acaban ahora, que es el fin de año que viene, porque, claro, si echamos cuentas pues resulta que bla, bla, bla... ¡Pero bueno, chaval, déjame en paz! Si a mí me da igual, ya ves tú. ¿O es que son más importantes los numeritos esos que lo que de verdad pasa por ahí? A los que no les da igual, desde luego, es a los comerciantes que ahora nos venden sus productos con la cháchara del nuevo milenio. Dos veces van a darnos la tabarra y a cambiar de milenio: esta y el año que viene. ¿O es que piensas convencerles con razones aritméticas de que no lo hagan? Venga, hombre...: el bisnis es el bisnis: ahí  no hay razón que valga.

Y como broche aurífero, ahí tenemos la maravillosa New Millenium Manzano’s Party que se han sacado de la manga a ultimísima hora y a tó correr. Y todo por los pringaos de periodistas que clamaban desde sus papeles: "Londres lo tiene todo preparado para despedir el milenio desde hace 7 meses, París desde hace 2 años, Nueva York desde el siglo pasao..." Pero bueno, ¿sois tontos? Pues ya veis lo que habéis conseguido. La típica fiestorra cutre-PP con Marta Sánchez, Rosario, Ketama y no me extrañaría que por allí se pasaran también algunos miembros destacados de la intelectualidad peposa, tipo Norma Duval, Los del Río y demás. Si os hubierais callao, ahora seríamos la única ciudad del mundo que se libra de los festejos obligatorios, del plastazo de despliegue de medios consiguiente y de toda la pasta que se van a gastar en la mierda esta.

Así que llega el dichoso 2000 y aquí no pasa nada: la misma estupidez que siempre, todo atao y bien atao, el mundo va bien, espectáculo para las masas. Pero nosotros os proponemos otra manera de celebrarlo: pasar de ellos. Eso sí que sería motivo de celebración y síntoma de que de verdad pasa algo. Que se queden solos en sus fastuosas celebraciones, que la gente se dedique a lo que le apetezca sin que venga ningún pedorro a entretenernos y a divertirnos como si fuéramos tontitos y que el verdadero efecto 2000 fuera de verdad el colapso de este sistema injusto e inhumano que condena a las gentes a la miseria, la violencia y el aburrimiento supino y a las tierras a la destrucción acelerada gracias a la insaciable codicia del dinero, el único para el que no existen las fronteras. El colapso de este sistema, no porque las máquinas se vuelvan tontas, sino porque la gente se vuelva lista. Entonces sí que tendríamos de verdad algo que celebrar.

Este texto se emitió por primera vez el 29 de diciembre de 1999