EL UNIVERSAL
EL GRAN DIARIO DE MEXICO

Brenda Magaña cuarto lugar en la Copa Gimnástica

AURORA SERRANO GONZALEZ

Al fin, Brenda Magaña sintió el calor del público.

Un auditorio que no escatimó aplausos para su mexicana en la Copa Gimnástica.

El Palacio de los Deportes, donde Brenda hizo su presentación internacional aquel 1990, en los Juegos Regionales, atestiguó el crecimiento de la tapatía que se ubicó en cuarto sitio en las finales de ejercicios de piso y salto de caballo.

Posiciones nada desdeñables al enfrentar a la triple campeona olímpica, la rumana Simona Amanar, quien se alzó con las victorias en ejercicios de piso y viga de equilibrio, a la estadounidense Vanessa Atler, triunfadora en salto de caballo y a la ucraniana Victorya Karpenko, quien ganó en las barras asimétricas.

Un buen resultado para Magaña, no obstante que al año compite en cuatro torneos internacionales, mientras sus rivales cumplen los mismos compromisos en un solo mes.

De nuevo la gimnasta mexicana deleitó con sus ejercicios a manos libres, sobre un lujoso podio que a Simona permitió lograr calificación de 9.800 puntos, la más alta de todo el certamen.

Y es que la rumana, a la distancia con gran parecido físico a la tenista alemana Steffi Graf, dio una exhibición impresionante de dominio corporal. Haciendo que su cuerpo se elevara en rauda combinación de giros, serie de saltos mortales tan espectaculares como perfectos. Quizá sin encontrar el sentimiento que Brenda logró transmitir o sin la gracia de Victorya Karpenko y el quizá de Federico Baena, pero Simona conquistó la precisión.

Fue la prestigiada rumana quien también osó en los ejercicios en la viga de equilibrio, incluyendo un salto mortal hacia atrás que, de manera paradójica buscó la armonía con un parado de cabeza y doble mortal a la salida.

El público -entre el cual se distinguió Bart Conner, esposo de la eterna Nadia Comaneci- no cabía en su asombro al observar tales demostraciones de pericia y seguridad, como tampoco entendió porque son tan esporádicos estos certámenes en México. La voz de un locutor, coachado por varias jueces, quería explicar la inexplicable magia que por sí misma tiene este deporte.

Y a Victorya Karpenko le tocó la nada agradable tarea de mostrar que también las estrellas caen.

Su turno en la viga de equilibrio. Sube con resorteo y mortal, girando su cuerpo 360 grados, se interpreta ella misma con movimientos ágiles, de elegantes manos. Intenta, al aire, tres giros. Cae. El rostro molesto.

Prosigue, los movimientos de manos y cuerpo se repiten, ahora pretende un doble mortal. De nueva cuenta falla.

Karpenko remata con extraña fuerza el ejercicio de su creación, al que dará nombre oficial en alguna competencia mundial y olímpica.

El contraste final, aunque no necesariamente cronológico, es a cargo de la estadounidense Vanessa Atler. Un rápido paseo, redondillo, resorteo que inicia el trazo de medio giro y un mortal al frente, el mismo que ejecuta Brenda Maga&ña.

La mexicana, al fin sintió el calor de su público.

Dos cuartos lugares que saben a victoria.

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