En estos dos extractos, uno aparentemente anodino, el otro más definidamente doctrinal, el maestro en quien se basó gran parte de la cultura de China explica la idea de que los nombres de las cosas no deben ser engañosos ("doctrina de la rectificación de los nombres"). |
Libro VI, 23 Confucio dijo: "¡Un vaso que no parece vaso! ¡Vaya un vaso!" Libro XIII, 3 Zîlù dijo: "El soberano de Wèi ha estado esperándoos, Maestro, para que ordenarais el gobierno. ¿Qué es lo primero que habrá que hacer?". Confucio respondió: "Lo que hace falta es rectificar los nombres". Zîlù dijo: "¿De veras? Maestro, ¿no estáis tal vez perdiéndoos un poco? ¿Cuál es la razón de semejante rectificación?". Confucio dijo: "¡Qué burdo eres! El hombre superior es cauto con lo que no sabe. "Si los nombres no son correctos, las palabras no se ajustarán a lo que representan; y si las palabras no se ajustan a lo que representan, los asuntos no se realizarán. "Si los asuntos no se terminan, no prosperarán ni los ritos ni la música. Si la música y los ritos no se desarrollan, no se aplicarán con justicia penas y castigos, y si no se aplican penas y castigos con justicia, el pueblo no sabrá cómo obrar. "En consecuencia, el hombre superior precisa que los nombres se acomoden a los significados y que los significados se ajusten a los hechos. En las palabras del hombre superior no debe haber nada impropio." |