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UNIDAD 2
Introducción a la socioepistemología y la teoría del conocimiento

2.1. OBJETIVO GENERAL
Desarrollar un concepto de conocimiento acorde con las perspectivas y problemas actuales que plantea la teoría científica actual.

2.2. OBJETIVO PARTICULAR
Identificar el significado de la creatividad a partir de su impacto y utilidad expresadas en las teorías socioepistemológicas.

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7
Introducción al constructivismo radical

Ernst von Glaserfeld

Los dioses poseen la certeza,
pero a nosotros como hombres
nos ha sido dado sólo conjetura
r.
Alcmeón

Advertencia


En el marco de un solo capítulo no se puede fundamentar circunstanciadamente, claro está, un modo de pensamiento no convencional, pero quizá se puedan exponer sus rasgos característicos y fijar aquí y allá algunos puntos. De esta manera corre uno ciertamente el peligro de ser mal interpretado. En el caso del constructivismo se agrega la circunstancia de que, lo mismo que ocurre con el escepticismo con el cual tiene algunas cosas en común, se lo rechace por considerárselo demasiado frío y critico o sencillamente porque repugna al "sano" entendimiento humano. Es evidente que cuando se rechaza sin más ni más una corriente de pensamiento, ese repudio es explicado por el representante de la corriente en cuestión de manera diferente de aquella en que lo explican sus críticos y detractores. Desde mi punto de vista comprometido es así como considero la resistencia que encontró en el siglo XVIII el primer genuino constructivista, Giambattista Vico. y la resistencia que encontraron en un pasado reciente Silvio Ceccato y Jean Piaget, no tanto porque su argumentación presentara lagunas o incongruencias sino más bien a causa de la justificable sospecha de que el constructivismo pretende enterrar una parte demasiado grande de la cosmovisión tradicional.
No se necesita penetrar muy profundamente en el pensamiento constructivista para comprender con claridad que esa posición conduce inevitablemente a hacer del hombre pensante el único responsable de su pensamiento, de su conocimiento y hasta de su conducta. Hoy en día, cuando los conductistas intentan asignar toda la responsabilidad al medio ambiente y los sociobiólogos se complacen en atribuir buena parte de ella a los genes, resulta poco simpática una teoría que sostiene que el mundo en el que parecemos vivir lo debemos sólo a nosotros mismos. Esto es en última instancia lo que quiere afirmar el constructivismo... y en su intento de hacerlo pone de manifiesto aspectos de la teoría del conocimiento que de otra manera pasarían inadvertidos.
Aquí es fundamental la tesis de que el mundo que experimentamos lo construimos automáticamente nosotros mismos porque no reparamos -y ciertamente no sabemos- en cómo realizamos ese acto de construcción. Tal ignorancia en modo alguno es necesaria. El constructivismo radical sostiene análogamente a lo que sostiene Kant en su Critica, que podemos en gran medida inferir las operaciones con las cuales organizamos el inundo de nuestra experiencia, y que la conciencia de ese operar, que Cecatto llamó tal bellamente en italiano consapevolezza operativa.* puede ayudarnos a hacer las cosas de manera diferente y tal vez mejor.
Como ya dije, mi introducción se limita a unos pocos puntos. La primera sección versa sobre la relación entre el conocimiento y esa realidad "absoluta" que supuestamente es independiente de toda experiencia y muestra que nuestro conocimiento ha de interpretarse, no como imagen del mundo real, sino tan sólo como una llave que nos abre caminos posibles (véase el fragmento de Alcmeón).
La segunda sección describe a grandes rasgos los comienzos del escepticismo, agrega el punto de vista kantiano según el cual, precisamente porque tenemos nuestros propios modos de ver las cosas, no podemos representarnos un mundo que no hayamos experimentado; luego delinea algunos aspectos del pensamiento constructivista de Vico.
La tercera sección intenta explicar algunos rasgos fundamentales del análisis conceptual constructivista. De las múltiples ideas y pensamientos que tomé tanto de Piaget como de Ceccato, sólo indicare unas pocas con escasa referencia bibliográfica. En la década de 1970, la obra de Piaget me influyó y estimuló poderosamente; por lo demás, quince años de trabajo en colaboración con Ceccato dieron a mi .pensamiento una cierta orientación e innumerables puntos de vista. Pero como para los constructivistas toda concepción, todo saber y toda comprensión es siempre construcción e interpretación de un sujeto viviente, no puedo sino asumir yo mismo en definitiva toda la responsabilidad de lo que se dice en este capítulo.


I


La historia de la filosofía es una confusión de ismos: idealismo, racionalismo, nominalismo, realismo, escepticismo y docenas más de ismos; pugnaron más o menos ininterrumpidamente y vivamente durante veinticinco siglos, es decir, desde que aparecieron los primeros testimonios de pensamiento occidental. A menudo son difíciles de distinguir las escuelas, las comentes y los movimientos. Pero en un aspecto, todo ismo que se tome en serio debe apartarse de lo ya establecido: debe aportar por lo menos una nueva malla a la teoría de conocimiento. Con frecuencia la novedad no es más que una reagrupación de viejos materiales ya conocidos o un desplazamiento del punto de partida o la división de un concepto comente. El problema epistemológico -es decir, como adquirimos conocimiento de la realidad y si ese conocimiento es también seguro y "verdadero" ocupa el pensamiento de los filósofos actuales no menos que ocupaba el de Platón. Cierto es que el modo y los medios modo de buscar soluciones se han diversificado y complicado, pero la cuestión básica, salvo algunas pocas excepciones, continúa siendo la misma. El modo de plantear el problema al principio hacía imposible contestar la pregunta, y los intentos más recientes no podrían ni acercarse a la solución del problema.
    El filósofo norteamericano de la ciencia Hilary Putnam ha formulado recientemente la cuestión así: "Desde los presocráticos a Kant no hay ningún filósofo que en sus principios elementales, irreductibles, no haya sido un realista metafísico". Putnam explica esta afirmación aduciendo que si bien los filósofos estaban en desacuerdo durante esos dos mil años sobre lo que realmente existe, estaban sin embargo siempre de acuerdo en cuanto al concepto de la verdad, que todos ellos vinculaban con el concepto de la validez objetiva. Un realista metafísico es, pues, quien sostiene que sólo tenemos derecho a llamar "verdad" soto a lo que corresponde con una realidad independiente y "objetiva".*
En términos generales, esta posición no se modificó ni siquiera después de Kant, Verdad es que uno pocos intentaron tomar seriamente la crítica de la razón pura, pero la presión de la tradición filosófica era abrumadora. A pesar de la tesis de Kant de que nuestra mente no crea sus leyes partiendo de la naturaleza sino que se las imponen, la mayor parte de los científicos actuales se sienten aún hoy como "descubridores" que sacan a la luz los misterios de la naturaleza y amplían lenta pero seguramente el dominio del saber humano; e innumerables filósofos se dedican hoy a la tarea de asignar a este saber trabajosamente alcanzado la imprescindible seguridad que todo el mundo espera de la verdad "auténtica". Lo mismo que antes, domina hoy la concepción de que el saber sólo es saber si permite conocer el mundo tal como éste es.*
Por cierto, no es posible exponer y describir cumplidamente la historia de la teoría del conocimiento occidental en unas pocas páginas. Por eso, en este articulo sumamente condensado debo contentarme con tratar un punto capital en el cual el constructivismo, que yo represento, se aparta radicalmente de los demás ismos del mundo conceptual tradicional. La diferencia radical está en la relación entre saber y realidad. Mientras la concepción tradicional de la teoría del conocimiento, así como de la psicología cognitiva, consideran esta relación siempre como un acuerdo o correspondencia gráfica (icónica), el constructivismo radical ye dicha relación como una adaptación o ajuste en el sentido funcional.
       En el inglés cotidiano puede percibirse con bastante claridad esta diferencia conceptual en ciertas circunstancias cuando se cotejan las palabras match (corresponder) y fit (encajar). El realista metafísico busca conocimiento que corresponde con la realidad de la misma manera que uno busca pintura para que corresponda con la pintura con que está pintada la pared que tenemos que arreglar. En el caso del epistemólogo no es, claro, el color lo que lo ocupa, sino una clase de "homomorfia". es decir, una equivalencia de relaciones. Dicho de otro modo, él puede considerar "lo mismo" porque sólo entonces el podría decir que su conocimiento es del mundo.
Por otro lado, si decimos de algo que "encaja", tenemos en mente una relación diferente. Una llave "encaja" en la cerradura cuando la abre. Ese encajar describe una capacidad de la llave, pero no de la cerradura. Por los ladrones de profesión sabemos demasiado bien que existe una gran cantidad de llaves con formas diferentes de las nuestras pero que no por eso dejan de abrir nuestras puertas. Esta podrá ser una metáfora muy grosera, pero sirve para ilustrar el punto capital y hacerlo un poco más comprensible. Desde el punto de vista del constructivismo radical todos nosotros -hombres de ciencia, filósofos, legos, escolares, animales, seres vivos de todas las especies- estamos frente al mundo circundante como un bandido ante una cerradura que debe abrir para adueñarse del botín.
En este sentido la palabra "encajar" corresponde entonces a la voz inglesa fit de la teoría evolutiva darwinista y neodarwinista. Desgraciadamente el propio Darwin emplea la expresión survival of the fittest. Con esto Darwin abrió el camino a la absurda idea de que sobre la base de su teoría se podía ampliar el concepto de ftlness (el más apto) y encontrar entre los organismos que se ajustan a su medio organismos "más" ajustados que otros y entre ellos hasta todavía los "más ajustados" de todos.* Pero en una teoría en la cual la supervivencia es el único criterio para la selección de las especies hay sólo dos posibilidades: o bien una especie encaja con su medio o bien no encaja; es decir, sobrevive o muere. Sólo un observador situado en el exterior que utilice expresamente otros criterios adicionales además de la mera supervivencia -por ejemplo economía, simplicidad o elegancia del modo de sobrevivir-podría hablar. sobre la base de estos criterios agregados a la escala de valores más allá de los de supervivencia podría abrir juicio acerca de los elementos que ya manifestaron su "encaje" por su supervivencia.
En este respecto coincide el principio fundamental de la teoría del conocimiento constructivista radical con el principio fundamental de la teoría de la> evolución: así como el medio pone límites a los seres vivos (estructuras orgánicas) y elimina variantes que transgreden las posibilidades de vida dentro..del espacio así limitado, de la misma manera el mundo de la experiencia, ya se trate de la experiencia cotidiana o de la experiencia del laboratorio, constituye la piedra de toque para nuestras ideas (estructuras cognitivas). Esto se aplica en el caso de las primeras regularidades que establecen los niños en su experiencia aún apenas diferenciada, se aplica en el caso de las reglas con cuya ayuda los adultos tratan de regular la vida diaria y se aplica en el caso de las hipótesis, de la "adaptación". También con esto estoy yo de acuerdo, pero teniendo en cuenta lo que dije en las anteriores páginas acerca del proceso de la selección evolutiva. debiera quedar en claro que el "encaje" en la adaptación nunca debe entenderse como una correspondencia u homomorfía. En cuanto a la cuestión fundamental de cómo estructuras cognitivas o conocimiento pueden estar relacionados al mundo ontológico que está más allá de nuestra experiencia la postura de Piaget es a menudo ambigua. A menudo tiene uno la impresión de que, a pesar de las importantes contribuciones que hizo al constructivismo, tiene todavía un ansia de realismo metafísico. Y ciertamente en esto no es Piaget el único. Donald Campbell. que compuso una excelente reseña sobre los representantes de la "epistemología evolutiva" desde Darwin, dice: "La cuestión sujeta a controversia es la inclusión conceptual del mundo real, definiendo el problema del conocimiento como el encaje de datos y teoría a ese mundo real" En su conclusión, este autor declara luego que la epistemología evolutiva que el y Karl Popper representan "es completamente compatible con la defensa de las metas de realismo y objetividad en la ciencia". Pero la teoría que Campbell expone técnicamente al lector apunta sin embargo en la dirección opuesta.*
    En esta primera parte de mi ensayo procuré mostrar que la noción de correspondencia o calce entre conocimiento y realidad, noción indispensable para el realismo, no puede derivarse del concepto (propio de la evolución) de "encaje" (fit). En la segunda sección del artículo daré, por lo menos de una manera aproximada, el enlace del constructivismo radical con la historia de la epistemología y mostraré que el constructivismo tal vez no sea tan radical como parece a primera vista.


II


La duda acerca de la correspondencia entre el saber y la realidad nació en el momento mismo en que un ser pensante adquirió conciencia de su acto de pensar. Jenófanes, uno de los primeros presocráticos, ya decía que: "Ciertamente ningún hombre ha visto una cierta verdad y nunca habrá alguien que sepa acerca de los dioses y las cosas,... pues aun si triunfa en decir lo que es completamente cieno, él mismo no sabrá que sabe de ello: la opinión (apariencia) está fijada por el destino sobre todas las cosas".
Algo que puede ser visto tiene que estar allí antes de que la mirada pueda posarse sobre ese algo, es decir, que existe antes que cualquier conciencia lo vea o lo experimente de alguna manera. Así quedó ya establecido el marco escénico y con él el dilema que determinó la epistemología occidental desde el siglo VI antes de Cristo. Dado este marco, el "realismo metafísico" no es una posición filosófica entre otras, sino que está predeterminada como la única posible. Como lo expresó el fundador de la investigación biológica de procesos cognitivos Humberto Maturana: "El supuesto a priori de que el conocimiento objetivo constituye una descripción de lo que es conocido... comete petición de principios en las preguntas ¿Qué es saber? y ¿Cómo sabemos?". Al dar por sentado que el conocimiento debe reflejar la realidad, la epistemología tradicional ha creado para sí misma un dilema que era tan inevitable como insoluble. Si el conocimiento ha de ser una descripción o imagen del mundo como tal, necesitamos un criterio mediante el cual podamos juzgar cuándo nuestras descripciones o imágenes son "correctas" o "verdaderas".
Entonces con este marco escénico (en el cual el hombre nace tomo descubridor en un mundo ya establecido e independiente y tiene ahora la tarea de explorar y "conocer" esa realidad del modo más veraz posible) se abre el camino hacia el escepticismo. La noción de la "apariencia" que, desde Jenófanes, forma parte de lodo conocimiento humano, Fue desarrollada y aplicada por la escuela de Pirron y posteriormente por Sexto Empírico sobre todo en la esfera de la percepción; y la incontestable pregunta de si, ó en qué medida, toda imagen que "nos transmiten nuestros sentidos puede corresponder a la realidad "objetiva" es aún. hoy un punto central de toda la teoría del conocimiento. Sexto tomo como ejemplo entre otras cosas la percepción de una manzana. A nuestros sentidos la manzana parece suave, perfumada, dulce y amarilla pero en modo alguno es evidente que la manzana posea verdaderamente estas propiedades, tanto tomo es evidente que pueda poseer también otras, las cuales simplemente no son percibidas por nuestros sentidos.
      La pregunta no tiene respuesta, pues por más que nos esforcemos lo único que podemos hacer es comparar nuestras percepciones solamente con otras percepciones", pero nunca con la manzana misma tal como esta es antes de que la percibamos. El argumento de los escépticos amargó la vida a los filósofos durante 2000 años. Entonces, Kant agregó un segundo argumento mucho más preocupante. Al considerar el tiempo y el espacio como aspectos de nuestra forma de experimentar, las retiró de la realidad para colocarlas en la esfera de lo fenoménico, y al hacerlo puso en tela de juicio no sólo las propiedades sensorialmente percibidas sino también la "condición de cosa" de la manzana. ' Ahora no sólo es dudoso que la manzana sea suave, perfumada, dulce y amarilla. pero además ya no podemos estar seguros que realmente exista un objeto tal como lo experimentamos, separado del resto del mundo, como una "cosa" o una unidad entera.
    Esta segunda duda es en verdad más seria en sus consecuencias que aquella sobre la confiabilidad de nuestros sentidos pues mina toda representación de' una estructura objetiva en el mundo real y por lo tanto plantea inevitablemente la cuestión de por qué y sobre todo cómo se explica que podamos buscar y aun encontrar una estructura en nuestro mundo de experiencia cuando tal estructura no puede ser dada por la realidad. En otras palabras, si Kant tiene razón en su afirmación y nuestra experiencia no puede enseñarnos nada sobre la naturaleza de las cosas en sí," ¿cómo, entonces, podemos explicar que experimentamos empero un mundo que es en muchos aspectos bastante estable y seguro. un mundo en el que hay cosas duraderas, relaciones permanentes y reglas de causa y efecto que nos prestan buenos servicios? Esta es la pregunta fundamental a la que el constructivismo radical procura dar respuesta, y esta fue preparada por lo menos en sus rasgos principales ya en 1710 ( algo mas de medio siglo antes de la Critica de Kant ) por Giambattista Vico.
     Así cómo la verdad de Dios es lo que Dios llega a conocer al crearlo y organizarlo, la verdad humana es taque el hombre llega a conocer al construirlo, formándolo por sus acciones. Por eso la ciencia (scientia) es el conocimiento (cognitio) de los orígenes, de las formas y la manera en que fueron hechas las cosas.
La expresión de Vico Verum ipsum factum -lo verdadero es lo mismo que lo hecho ( factum deriva de faceré, hecho deriva de hacer )- es a menudo citada gracias al éxito que tienen sus escritos de historia de la cultura y de filosofía de la historia redescubiertos en este siglo. En cambio rara vez se mencionan sus revolucionarias ideas epistemológicas y menos aun se las explica. El ser humano, dice Vico, sólo puede "conocer" una cosa que él mismo crea pues sólo entonces sabemos cuáles son sus componentes y cómo fue armado. Así, solamente Dios sabe cómo es el mundo verdadero (su creación) ya que por lo tanto conoce los materiales y el plan de construcción; nosotros sólo podemos saber de aquello que nosotros construimos. Vico hasta emplea la palabra "operación", y así anticipa una expresión capital que lanzaron los constructivistas de nuestro siglo Dewey, Bridgman, Ceccato y Piaget.
      Ciertamente Vico se esfuerza por establecer una relación entre la construcción del conocimiento humano y la creación divina. Al leer su tratado sobre metafísica cobra uno la impresión de que aquí y allá el mismo Vico se asusta de sus ideas. A pesar de que la teoría del conocimiento que desarrolló es una teoría lógicamente conclusa porque el conocimiento humano es visto como una construcción humana y no requiere una creación ontológica de Dios (es más, no puede necesitarla). Vico vacila en hacer resaltar esa independencia. A causa de tal vacilación la imagen del mundo de Vico puede considerarse como la contrapartida de la metafísica de Berkeley. El principio de Berkeley esse est percipi (ser es ser percibido) prestó a este autor el mismo servicio que le prestó a Vico la afirmación "Dios es omnisapiente porque lo creó todo". Para ambos lo ontológico ha sido asegurado mediante la obra de Dios. Pero Vico indica también otro. camino para llegar a la ontología, camino que desde mi punto de vista es mucho más aceptable pues no implica ninguna clase de realismo racional. Sugiere que la mitología y el anca través de símbolos se acercan al mundo real. Ellos, también, son creados, pero la interpretación de su significado procura un tipo de conocimiento diferente del conocimiento objetivo que procede de la conciencia del acto de construir.
Para el propósito de esta discusión deseo sin embargo atenerme a considerar el conocimiento limitador la razón, y aquí la diferencia entre Vico y Berkeley y los idealistas posteriores, está en que Vico considera el conocimiento de la razón humana y el mundo de la experiencia racional como productos simultáneos de construcciones cognitivas humanas?* De manera que para Vico el conocimiento es lo que hoy llamaríamos adquirir conciencia de las operaciones, cuyo resultado es nuestra experiencia del mundo. Por cieno que Berkeley dice: 'Todos los coros del cielo y los atavíos de la Tierra, en una palabra, todos aquellos cuerpos que componen la enorme estructura del mundo, no tienen ninguna subsistencia sin una mente pues su ser está en ser percibidos o conocidos", con lo cual presupone expresamente la actividad del intelecto. En él el acento se pone siempre en el ser (de las cosas), mientras que en Vico el acento recae enteramente en el saber humano y su construcción.*
No cabe duda que en el uso explícito que Vico hace de la palabra facere y su constante referencia a la composición, al armado, en suma, a la construcción activa de todo conocimiento y experiencia, el se acerca mucho más que Berkeley a la epistemología genética de Piaget y al constructivismo actual en general. Esto no está en ninguna parte más claramente expresado que en su declaración con la cual Vico anticipa la posición epistemológica de los más modernos filósofos de la ciencia: "El conocimiento humano no es otra que el esfuerzo por hacer corresponder las cosas las unas a las otras en bellas proporciones".
      Nuestra pregunta capital era la de saber cómo se explica que experimentemos un mundo, relativamente estable y seguro por más .que no seamos capaces de atribuir con seguridad estabilidad, regularidad o alguna otra propiedad percibida a la realidad objetiva. Vico no responde a ésta pregunta, sino que la convierte en superflua y sin sentido. Si, como explica Vico, el mundo que experimentamos y llegamos a conocer es necesariamente construido por nosotros mismos, luego no resulta sorprendente que .ese mundo nos parezca relativamente estable. Para comprender esto claramente hay que tener en cuenta el rasgo básico de la epistemología constructivista, a saber, que el mundo que es construido es un mundo de experiencia que está constituido por las experiencias y que no tiene ninguna pretensión a la "verdad" en el sentido de corresponder con una realidad ontológica. En "si respecto la posición de Vico es muy semejante a la posición de Kant, quien dice: "La naturaleza, pues, considerada materialmente. es la concepción colectiva de todos los objetos de la experiencia"." Para Kant se trata de la "materia prima de impresiones sensoriales" que "la actividad del entendimiento elabora en un conocimiento de los objetos que llamamos experiencia". Dicho de otro modo, la experiencia, así como los objetos de la experiencia, son en todas las circunstancias; el resultado de nuestro modo y forma de experimentar, pues necesariamente están estructurados y determinados por el tiempo y el espacio y por las categorías derivadas del tiempo y del espacio.
En el sistema de Kant, la "elaboración" de la materia prima sensorial se produce por la obra de la función automática de las "formas de la sensibilidad" (tiempo y espacio) (sin las cuales ninguna ciencia seria posible) y de !as Otras categorías de nuestro pensar que precisamente por eso Kant llama a priori. Todo lo apriorístico es pues en cierto modo descripción técnica de la capacidad de experiencia del organismo. Lo apriorístico describe el marco dentro del cual opera un organismo, pero no nos dice cómo opera ese organismo y menos aun de por qué opera. A priori significa "instalado" o "innato" y la justificación que Kant da de lo apriorístico conduce, aunque a través de rodeos, en última instancia a Dios y a una mitología platónica de las ideas como categorías. En este aspecto Vico es más moderno y también más práctico. Por ejemplo, en relación con la categoría de la causalidad Vico dice: "Si lo verdadero es lo que ha sido hacho, liego demostrar algo por medio de su causa es lo mismo que causarlo"." Esta concepción (que redescubrieron los matemáticos constructivistas modernos, probablemente sin conocer a Vico) tiene amplio campo de aplicación, que el mismo Vico hubo de reconocer.
La posibilidad de identificar algo como causa resulta del antecedente de organizar elementos que no tienen relación entre sí, es decir, del operar activo del experimentador, de suerte que la forma determinada del objeto (es decir. causalmente determinada) nace de la ordenación y composición de elementos".** En términos muy generales, esto significa que el mundo que experimentamos es y debe ser tal como es, porque nosotros así lo hemos hecho. Para Kant la Índole y la forma de esta construcción están determinadas por lo apriorístico. En Vico en cambio no son formas de pensamiento inalterablemente "instalados" del organismo lo que determinan toda construcción, sino que es la historia de lo que nosotros construimos la determinante porque en todo momento lo ya hecho limita aquello que puede hacerse ahora.
Resumiendo el pensamiento de Vico, la construcción del conocimiento no está restringida por la meta (imposible) de corresponder con una realidad "objetiva" que no puede ser experimentada ni conocida. Sin embargo, está restringida por condiciones que surgen del material utilizado, el cual, ya sea concreto o abstracto. Siempre es consecuencia de los resultados de una construcción anterior. Con esta idea de conformidad dentro do ciertas restricciones 'que reemplaza la noción de "verdad", Vico anticipa el principio de viabilidad, básico en la teoría del conocimiento constructivista
Por elegante que sea esta explicación ella deja empero dos preguntas pendientes. La primera es ¿cuáles son los límites dentro de los cuales es compatible una nueva construcción con las construcciones ya existentes? La segunda es: ¿por qué emprende un organismo semejante construcción cognitiva? La tercera sección de este ensayo procura encontrar una posible respuesta a estas preguntas.

III


A diferencia de la teoría del conocimiento tradicional en la cual se da por sentado el conocer o se lo considera una actividad legítima de un organismo biológico y psicológico libre de toda presión, el constructivismo radical se sale deliberadamente de esta esfera para dar en lo que los filósofos tildan a menudo más o menos despectivamente de "psicologismo". Las consideraciones que lo mueven a dar este paso se pueden deducir de lo expuesto en las primeras dos secciones de este ensayo, si se las coteja adecuadamente.
      En primer lugar, está el punto de vista según el cual el conocimiento es decir lo que es "sabido", no puede ser el fruto de una recepción pasiva, sino que se origina como producto de la actividad de un sujeto activo. Esta actividad no Corresponde ciertamente con una manipulación de las cosas en sí", es decir. objetos que se podría pensar que tienen, antes de ser experimentados, la propiedades y la estructura que el experimentador les otorga. Por eso llamamos "operar" a la actividad que construye el conocimiento y se trata del operar de esa instancia cognitiva que, como lo expresa tan bien Piaget, el organizarse a si misma organiza su mundo experiencial. La epistemología se convierte así en un estudio de cómo opera la inteligencia, de la manera y forma en que el intelecto usa para construir un mundo relativamente regular desde el fluir de su experiencia. Pero las funciones del intelecto son un tema del que siempre se interesó la psicología, y cuanto más acentúa el operar activo más psicológica se hace la investigación. Si agregamos a esto conceptos y consideraciones de la historia de la evolución, es decir, conceptos filogenéticos y ontogenéticos, nos encontramos en el área de la "epistemología genética". El realista metafísico trata con ahínco 'de evitar esta área pues para él la teoría del conocimiento no debe ser mancillada con consideraciones biológicas o psicológicas.
         Pero si -como ya lo explica Alcmeón en el fragmento citado al principio de este ensayo- la actividad cognoscitiva del hombre no puede llevar a una imagen verdadera y certera del mundo, pero sólo se limita a un indagar e inferir, luego esa actividad puede ser vista como forjando llaves con cuya ayuda el hombre puede abrir caminos que lo conduzcan a los fines que elige. Esto quiere decir que la segunda pregunta que formulamos al terminar la sección, la de por qué ocurre la actividad cognitiva. está inseparablemente unida a la primera pregunta; porque, en efecto, que una llave funcione bien o no, no depende de que encontremos una cerradura adecuada con la que aquélla encaje, sino única y solamente de que nos facilite el camino hacia el fin que queremos alcanzar.
     Todo constructivismo comienza con el supuesto intuitivamente confirmado de que la actividad cognitiva ocurre en el mundo de la experiencia de una conciencia que tiende a un fin. Ese carácter ideológico nada tiene que ver por cieno con los fines en una "realidad exterior". Los fines a que aquí nos referimos nacen únicamente del hecho de que: un organismo cognoscente evalúa sus vivencias y porque las evalúa entonces tiende a hacer que se repitan unas y que .sean c -ladas otras. Los producios de la actividad cognitiva consciente, es decir. las construcciones y estructuras cognitivas, tienen pues cada vez un fin y por lo menos originariamente, son juzgadas por cómo sirven al fin elegido. Pero el concepto de finalidad presupone por su parte el supuesto de que es posible establecer regularidades en el mundo de la experiencia. Hume formuló inobjetablemente el argumento que describe la situación: "Si abrigáramos la menor sospecha de que el curso de la naturaleza puede cambiar, y de que el pasado pueda no ser la regla para el futuro, toda experiencia se toma inútil y de ella no se pueden sacar ninguna clase de inferencias o conclusiones".(10) Esta creencia en la regularidad y, por lo tanto, en la posibilidad de la inducción es propia de . todo ser viviente.
El concepto de naturaleza era para Hume, lo mismo que para Kant "la suma de todos los objetos de la experiencia".(13) Esto quiere decir que cualquiera sea la conjetura que saquemos de nuestra experiencia -esto es, todo lo que llamamos inducir- se refiere necesariamente a nuestra experiencia y no a ese mundo mítico independiente de la experiencia con el que sueñan los realistas metafísicos.
El segundo punto de vista que se puede formular sobre la base de la concepción constructiva incumbe a la naturaleza de las regularidades que el organismo cognitivo encuentra o, mejor dicho, crea en su mundo experiencial. Para afirmar de algo que es regular, constante y en cierto modo invariante es menester llevar a cabo una comparación. Es decir, algo que ya ha sido experienciado; se coteja con una segunda experiencia que no coincide con la primera. Este "poner en relación" puede suministramos (independientemente de! resultado de la comparación) dos conceptos fundamentalmente diferentes: equivalencia c identidad individual. La confusión de estos dos conceptos básicamente diferentes hace usar indistintamente las expresiones "lo igual" y "lo idéntico" (en inglés esto llego hasta el punto de que una y la misma palabra, the same, se utilice para expresar ambos conceptos). Sin embargo es indispensable establecer la distinción, si queremos comprender los materiales más elementales de la construcción cognitiva.
Como lo mostró Piaget, los conceptos de equivalencia y de identidad individual en modo alguno son conceptos dados a priori, innatos, sino que todo niño "normal" los construye dentro de los dos primeros años de vida. Esencial es aquí el desarrollo de la capacidad de representación. Por una parte, esa capacidad le permite a uno comparar una percepción con una presente; por otra parte, esta misma capacidad prepara el camino para considerar nuestras percepciones repetidas y especialmente conjuntos de percepciones repetidas cómo objetos y ubicarlos en un espacio independiente del propio movimiento del sujeto y en un tiempo separado del flujo de vivencias del sujeto. Junto con el desarrollo de esta facultad de representación se presentan dos posibilidades de comparación: dos complejos de percepciones (experiencias) pueden en todo momento ser "externalizados" como dos objetos independientes el uno del otro, pero también pueden ser considerados como dos vivientes de uno y el mismo objeto que "existe" individualmente. Esto nada tiene que ver con la comparación en sí, sino que únicamente determina el carácter conceptual de lo que se compara. Si esa comparación nos lleva a formular un juicio de "semejanza", entonces,3 tenemos o bien dos objetos que son semejantes en la comparación de las propiedades consideradas, o bien tenemos un objeto que en el tiempo transcurrido entre las dos vivencias, ha permanecido 'igual. Si la comparación, en cambio, nos lleva a formular un juicio de "diferencia", entonces tenemos o bien dos objetos con diferentes propiedades o bien tenemos un objeto que, desde la vivencia anterior, ha cambiado.
En la práctica ciertamente se dan contextos que señalan en una y otra dirección sin que podamos decidir conscientemente entre equivalencia e identidad individual. En otro lugar he señalado que hay casos dudosos y cómo, en el caso de la identidad, tratamos de decidir valiéndonos de la justificación más o menos plausible de postular alguna forma de continuidad. Aquí me limitaré tan sólo a hacer resaltar que aun esa continuidad en la existencia de un objeto individual siempre es el producto de una operación realizada por el sujeto cognoscente, y nunca se la puede explicar como una condición dada de la realidad objetiva.
   Nadie aprovecha con mayor habilidad estas posibilidades conceptuales que el prestidigitador. Por ejemplo en una función pide a uno de los espectadores su anillo, lo arroja al medio de la sala donde se encuentra su auxiliar y luego hace que el pasmado espectador encuentre el mismo anillo en su propio bolsillo. La magia consiste en que las percepciones de los espectadores son guiadas de manera tal que maquinalmente construyan una identidad continua desde la primera aparición del anillo arrojado al medio de la sala. Si se logra, efectivamente todos pueden pensar que sólo un milagro ha hecho que el mismo anillo se encuentre en el bolsillo del espectador. Análogamente ocurre con la cinta de seda roja que el ilusionista corta en pequeños trozos y luego con un pase de las manos la muestra en su totalidad original. Otro ejemplo semejante y a menudo citado es el del cinematógrafo, en el cual, según las circunstancias de la percepción, vemos una serie de imágenes individuales y distintas o un movimiento continuado. Independientemente del hecho de que en algún lugar y en algún momento un caballo "verdadero" trotó en la realidad y fue filmado, cuando vemos la película debemos construir el movimiento como un cambio continuado (de uno y el mismo caballo) con la sucesión de imágenes. (La circunstancia de que en esto procedamos de manera enteramente automática no altera el hecho de que debemos hacerlo para ver el caballo en movimiento.)
En no menor medida son construidos los juicios de semejanza y diferencia en la esfera de los objetos de percepción. Como ya dije antes, la "semejanza" es siempre el resultado de un examen de determinadas propiedades. Dos huevos pueden ser considerados semejantes en cuanto la forma, tamaño y color o porque proceden de la misma gallina, pero claramente hay diferencias si uno ha sido puesto ayer y el otro hace seis semanas. Un ratón de campo y un elefante son en muchos aspectos diferentes, pero serán considerados semejantes como seres vivos cuando queremos distinguir a los mamíferos de otras clases de animales. Y por fin todos los huevos, todos los animales, todas las cosas que he visto o me he representado alguna vez son semejantes entre sí por la circunstancia de que mediante operaciones perceptivas bien determinadas los aislé todo eso como objetos limitados, conclusos en sí mismos, en el campo total de mi experiencia. En estos casos, así como en todo los imaginables, resulta claro que los criterios con los cuales determinamos su semejanza o diferencia son creados y elegidos por el sujeto viviente que juzga y nunca pueden ser atribuidos a un mundo independiente del experimentador.
      Más importante aún para comprender el constructivismo radical es el operar activo del sujeto en cuanto a lo que llamamos regularidad o invariancia en el mundo de la experiencia Tanto la regularidad como la constancia presuponen experiencias repelidas y la repetición sólo puede realizarse sobre la base de una comparación que arroja un juicio de semejanza. Pero la semejanza, según acabamos de ver, es siempre relativa: los objetos y los hechos son "semejantes" en relación precisamente con las propiedades o panes que son consideradas en la comparación. Esto significa que un hecho que, por ejemplo, consta de los elementos a, b, c, puede considerarse semejante a un hecho que posee o, b, c y x siempre que no tenga en cuenta x. Este es el principio de la asimilación. En un contexto en el que entran en juego exclusivamente las panes o propiedades a, b, y c, cada objeto que posee o, b, y c puede aceptarse como semejante. Es más aun no se lo puede distinguir de otros objetos que también posee a, b y c, siempre que no se tomen en consideración otras propiedades. Pero la situación cambia cuando un objeto que, si bien consta de o, b y c, se compone de manera diferente de la que se espera de objetos que poseen a, b y c de conformidad con la experiencia anterior. Esto determina una perturbación que puede llevar a considerar otras panes o propiedades. Entonces aparece la posibilidad de distinguir el objeto perturbador (e inaceptable por eso en la situación dada) en virtud de una propiedad x de los otros objetos aceptables. Este es el principio fundamental sobre el cual Piaget construyó su teoría de la asimilación y de la acomodación del marco de esquemas de acción y es uno de los más importantes componentes en su análisis del desarrollo cognitivo en general. Aquí sólo haré notar que en este principio está también contenido el concepto de "encajar con" pues aquí no se trata de cómo se considera que un objeto puede ser en "realidad" o desde un punto de vista "objetivo", sino que lo único que importa es si cumple el servicio o se compone como se espera de él y, por lo tanto, si "encaja" o no a la situación.
Ahora bien, si la repetición puede construirse sobre la base de semejante comparación es evidente que en el caso de todos los tipos de regularidad (que por cierto siempre presuponen repetición) cabe decir lo mismo. Tanto aquí como allá se trata de una cuestión de punto de vista, es decir, qué se considera y en relación con qué se busca "semejanza". Suponiendo que la materia prima del asunto de la experiencia sea lo bastante rica y copiosa, una conciencia asimiladora puede construir regularidades y orden también en el mundo completamente caótico, sin ningún orden. Hasta qué punto se logre esto depende más de los fines y del punto de partida ya construido que de las condiciones dadas del mundo llamado "verdadero".


   Un albañil, que trabaje exclusivamente con ladrillos, tarde o temprano llegará a la conclusión de que todas las aberturas de ventanas y puertas deben tener un arco que sostenga la mampostería superior. Si el albañil cree entonces que ha descubierto una ley del mundo absoluto se engaña de manera muy semejante a la que se engañaba Kant al creer que toda la geometría debía ser geometría euclidiana. Cualesquiera que sean los materiales que elijamos, ya se trate de ladrillos, ya se trate de elementos euclidianos, dichos materiales determinan límites. Pero nosotros experimentamos esos límites, por así decirlo, sólo desde "adentro", en la perspectiva de los ladrillos o en la perspectiva euclidiana Nunca se nos muestran las fronteras del mundo en las cuales naufragan nuestros emprendimientos. Lo que vivimos y experimentamos, lo que conocemos y llegamos a saber está necesariamente construido con nuestros propios materiales y sólo se puede explicar por manera y forma de construir.


Recapitulación


Las características del lenguaje nos obligan inevitablemente a presentar una cosa tras otra. Por eso deben leerse una después de otra las tres secciones de este capítulo, sólo que esta inevitable sucesión no ha de entenderse como orden lógico. Aquello sobre lo que versan estas secciones se pueden exponer únicamente de manera muy aproximada como tema aislado pues en el pensamiento constructivista cada idea está tan estrechamente entrelazada con las demás que exponerla individualmente da la impresión de un ejercicio de pulsación, musical. Los argumentos que se han ofrecido aquí no pueden ciertamente presentar una nueva imagen del mundo en sus hilos particulares, sino que la presentan como una trama entretejida.
    El análisis conceptual mostró por una parte que una conciencia, cualquiera sea su constitución, sólo puede reconocer la "repetición", la "constancia" y la "regularidad" sobre la base de una comparación; por otra parte, mostró que ya antes de la comparación propiamente dicha hay que decidir si los dos hechos . que han de compararse se consideran como eventos de uno y el mismo objeto o de dos objetos separados. Estas decisiones determinan lo que ha de considerarse como unidad "existente" (objeto) y lo que ha de considerarse como relación (entre objetos) y al hacerlo crean estructuras en el flujo de la experiencia. ' Esa estructura es lo que el organismo cognitivo consciente experimenta como;' "realidad"... y puesto que dicha estructura casi exclusivamente (hasta ahora), fue creada de manera automática se presenta como condición dada de un mundo independiente que existe por sí mismo.
     Este modo de ver las cosas no es nuevo. Desde Piñón hasta los físicos teóricos del presente (que cada vez con mayor frecuencia deben preguntarse si están descubriendo leyes de la naturaleza o si, por obra de las refinadas preparaciones de la observación experimental, están forzando más bien a la naturaleza para que encaje en hipótesis previamente concebidas), el escepticismo llegó a la misma conclusión. Pero mientras en el fondo continuemos siendo "realistas metafísicos" y esperemos del conocimiento que nos procure una imagen verdadera" de un mundo independiente y supuestamente "real", el escéptico nos parecerá siempre un pesimista y un aguafiestas pues sus argumentos nos hacen ver que no es posible un conocimiento de esa índole, "fiel a la verdad". El realista ciertamente puede continuar siendo a pesar de todo realista si hace a un lado los argumentos del escepticismo por considerar que repugnan al "sano" entendimiento humano y hacer como si nunca se los hubieran expuesto. Pero si toma seriamente los argumentos tendrá que retirarse a alguna forma de idealismo subjetivo, y ese movimiento de retiro termina en última instancia en un inevitable solipsismo, es decir, la creencia de que no puede existir ningún mundo independiente del sujeto.
Porque esta situación parece inevitable, por una parte, frente a la lógica irrefutable de los argumentos escépticos porque, por otra, estamos intuitivamente convencidos de que el mundo está lleno de impedimentos que nosotros mismos no hemos puesto deliberadamente en nuestro camino, debemos volver a dar el primer paso de la teoría del conocimiento para resolver este dilema. Uno de esos primeros pasos es el de definir la relación entre conocimiento y éste es precisamente el punto en el cual el constructivismo radical se sale del escenario tradicional de la epistemología. Apenas se concibe el conocimiento, no ya como busca de un icónico acuerdo con la realidad ontológica, sino como búsqueda de modos de conducta y pensamiento que encajan, desaparece el problema tradicional. El saber es construido por el organismo viviente para ordenar lo más posible el flujo (en sí mismo informe) de la experiencia en hechos repetibles y en relaciones relativamente seguras. Las posibilidades de construir semejante orden están determinadas por los pasos previos de la construcción y esto quiere decir que el mundo "verdadero" se manifiesta exclusivamente cuando nuestras construcciones naufragan. Pero como sólo podemos describir y explicar el naufragio con precisamente esos conceptos que hemos empleado para construir las estructuras fallidas, nunca nos será dada una imagen del mundo a la cual podamos culpar del naufragio.
Quien ha entendido esto naturalmente no considerará el constructivismo radical como representación o descripción de una realidad absoluta, sino que lo concebirá como un posible modelo de conocimiento en seres vivos cognitivos que son capaces, en virtud de su propia experiencia, de construir un mundo más o menos digno de confianza.


Referencias bibliográficas


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2 Berkeley, George (1710): A Trealise Concerning Ihe Principies of Human Know-ledge. Opea Court, La Salle (Dlinois) 1963, págs. 32.
3 Campbell, Dónala T.: "Evolutionary Epistemology". En P.A. (compilador): The Philosophy ofKarIPopper. Open Court, La Salle (lUinois) 1974.
4 Cecéalo, Silvio: Un técnico fra ifilosofi. Vol. I y U. Marsilio, Mantua 1964/1966.
5 McCuUoch, Warren S.: Embodiments ofMind. M. I.T. Press, Cambridge (Mass.) 1965, págs. 154.
6 Diels, Hennann: Die Fragmente der Vorsokratiker. Rowohit, Hamburg, 1957, pág.39.
7 Diels: op. cu. 20.
8 Empírico, Sexto (aproximadamente 200 a. C.): Outlines ofPyrrhonísm (traducido por von R. G. Bury). Heinemann, Londres, 1967, § 57,1, págs. 94-95.
9 Glasersfeid, Emst von: "Cybemetics, expcrience and the conceppt of self".
En M. N. Ozer (compilador): A Cybernetic Approach to the Assessmeni ofÓhlf-dren: Towards a more Humane Use ofihe Human Beings. Westview Press, Boulder (Colorado) 1979. ':., :
10 Hume, David (1750): An Enquiry Concerning Human Understanding. Washington Square Press, New York, pág. 47. [Hay versión castellana: Investigaciones sobre el conocí/rúenlo humano. Alianza, Madrid, 1983,3' ed.]
11 Kant, Emmanuel (1783): Prolegómeno zujeder künftigenMetaphysik. Werke.-Ed. IV. Konigliche Preubische Akademie der Wisserschaften. Berlín, 1911, S. Í94; [Hay versión castellana: Prolegómenos, Aguilar, Madrid, 1959, 2* ed.]
12 Kant: op. cit. pág. 295.
13 Kant: op. cit. pág. 295.
14 Kant, Emmanuel: Kritik der reinen Vernunft. Werke, vol. ffl. 2. Auflage, 1787, pág. 27.
15 Kelly, George A.: A Theory ofPersonalily. Norlon, Nueva York 1963, pág. 8. ,
16 Lorenz, Konrad: "Kants Lehre vom Apriorischem im Lichte gegenwarüger'Bio-logie". Blatterfúr deutsche Philosophie 15,1941, págs. 94-125. -
17 Maturana, Humberto R.: Biology ofCognition. (Repon 9.0), Biological Competer Laboratory, Urbana (niinois) 1970, pág. 2.
18 Véase Mays, Wolfe: "The epistemology of Profesor Piaget". Minutes ofthe Aris-tolelian Society, London, Dic. 7. 1953, págs. 54-55.
19 Piaget, Jean: La consíruction du réel chez ¡'enfanl. Delachaux et Niesüé, Neuchá-tel 1937, pág. 311. [Hay versión castellana: La construcción de lo real en el niño, Nueva Visión, Buenos Aires, 1979.]
20 Piagel: op. ci(.
21 Putnam, Hilary: Reason and Hislory. En preparación.
22 Véase Richards. John y von Glasersfeid, Emsl: "The control ofperception and the
construcüon of reality" Dialéctica 33, 1979. págs. 37-38. s Véase Rubinoff, Lionel: "Vico and the Verification of Hislorical Interpretatíon"
EnTagliacozzo, G. M. Mooney y D. P. Verene (compiladores): Vico and Comem-
porary Thoughl, Humaniües Press, Atlantic Highiands, 1976. w Skagestad, Peter: 'Taking evoluüon seriously: Criücal comments on D. T. Camp-'
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Braunschweig 1977, pág. 61. w UexküU, Jakobvon (conGeorg Kriszat, 1933): Streifaüge durch die Umweiten von
Tieren und Menschen. Fischer, Francfort, 1970.
27 Vico, Giambattista (1710); De Antiquissima Italorum Sapientia, Stamperia de'Classici Latini, Ñapóles, 1858, Capítulo I, párrafos 1,5-6.
28 Vico: op. cit.. Capítulo I. párrafo ITI, 2.
29 Vico: op. cil.. Capítulo VII, párrafo ffl, 5.
30 Vico: op. cit.. Capítulo IH, párrafo 1,2.
31 Vico: op. cit.. Capítulo in, párrafo 1,3.

Cuestionario

1. Puedes enunciar una lista de características de la teoría epistemológica constructivista y diferenciarla de la teoría epistemológica clásica o teoría del conocimiento tradicional?
2. ¿Por qué von Glaserfeld habla de un constructivismo radical?
3. Enuncia algunos aspectos básicos de la teoría de la realidad implícita en la argumentación constructivista.

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8

La concepción organísmica

Ludwig von Bertalanffy


La investigación y el pensamiento biológicos se han guiado tradicionalmente por cuatro principios rectores, que podemos llamar los postulados analítico, sumativo, mecanicista y reactivo. La tendencia general era reducir la vida y la acción orgánica a unidades y procesos elementales y explicar los fenómenos complejos como sumación de elementos y procesos elementales. Así, la bioquímica investiga los componentes y procesos individuales en los sistemas orgánicos, la teoría celular especifica la descomposición del organismo en células individuales, la teoría clásica del reflejo y la localización describe la disección del sistema nervioso en un cierto número de arcos y centros reflejos, etc.
La característica básica de los sistemas orgánicos es el orden espléndido que reina entre una enorme cantidad de elementos y procesos. La mayoría de los procesos individuales en los sistemas orgánicos se pueden describir empleando conceptos fisicoquímicos, y muchas veces cabe incluso representarlos mediante modelos puramente físicos. Esto se aplica, por ejemplo, a los procesos respiratorios y de fermentación que antes se consideraban específicamente vitales. Los rasgos característicos de la vida no descansan en la especificidad de los procesos individuales sino en el hecho de seguir una pauta dada que garantiza el mantenimiento, la restauración o la reproducción del sistema. Tal es la diferencia fundamental entre los procesos que ocurren en organismos vivos y las reacciones que tienen lugar en materias inertes o cuerpos en descomposición.
De hecho, sólo existía una teoría que explicara este orden de procesos orgánicos; nos referimos a la que compara el funcionamiento de un organismo con el de una máquina. Esta comparación con una máquina o un autómata ilustra el último de los cuatro postulados o puntos de vista anteriormente citados, el cual considera el organismo como una estructura susceptible sólo de reaccionar ante impulsos externos llamados estímulos, pero que no puede actuar sin ellos.
No tiene caso insistir en el éxito obtenido por esta concepción clásica. Pero andando el tiempo se vio cada vez más claro que no podía hacer justicia a los fenómenos vitales. El presente autor ha abogado por un concepto -conocido como organísmico-, que, a su entender, arroja una luz más adecuada para la comprensión del organismo, y cuyos rasgos principales se esbozarán en lo que sigue.
¡Aunque la teoría clásica trabajaba sobre una base predominantemente analítica, fue abriéndose camino la idea de que era necesario ver e investigar el organismo como un todo, pues éste constituye un sistema de elementos que interactúan dinámicamente, lo que a su vez indica que el comportamiento del sistema no puede ser descrito mediante una simple sumación de las conductas de sus partes, investigadas aisladamente. Esta noción sistémica es indispensable para todos los campos de la biología. La vida orgánica y sus procesos, la estructura de las unidades, desde el elemento químico más simple a las organizaciones supraindividuales, su desarrollo y funcionamiento, todo ello se nos aparece como totalidades donde las partes y los procesos individuales dependen de todas las otras partes y procesos.
Evidentemente se plantea la cuestión de cómo definir las leyes típicas del sistema "organismo", ya que no podemos resolverla si investigamos solamente los componentes químicos, las células o los procesos individuales. La concepción organísmica considera que el objetivo principal de la biología moderna consiste en la formulación de dichas leyes sistémicas.
Resulta imposible describir aquí en detalle qué se ha llevado a cabo al respecto; no obstante, es preciso apuntar que las leyes sistémicas biológicas conocen actualmente un gran desarrollo en todas las ciencias de la vida. El principio de orden jerárquico, que se aplica a los componentes químicos, la estructura celular, las células, los tejidos, y así hasta llegar a los organismos multicelulares o aun a las unidades supraindividuales, como las familias, los rebaños o los ganados, y que fue investigado por Heidenhain y Woodger, entre otros, parece ser fundamental para la estructura organísmica. El proceso orgánico se caracteriza por un estado estable dinámico que permite al sistema mantenerse en un cambio constante de componentes mediante asimilación y disimilación. Este estado estable puede relacionarse con la cinética química, que nos permite formular una teoría matematicofísica del crecimiento orgánico, así como definir leyes cuantitativas para la diferenciación ontogenética y filogenética de las formas orgánicas (Huxley, D'Arcy Thompson, Bertalanffy). Asimismo, los trabajos de autores como Pütter y Hecht han integrado los fenómenos de la irritabilidad con los del metabolismo en un campo teórico coherente y capaz de explicar las relaciones cuantitativas que existen entre estímulo y respuesta.
   Si antes dijimos que hoy día ya es posible expresar, al menos parcialmente, las leyes sistémicas de la vida orgánica en términos de fórmulas matemáticas, parece pertinente hacer una observación fundamental en lo que respecta al estudio matemático de cuestiones biológicas. El propósito de la biología teórica es formular leyes sobre fenómenos vitales. No tiene duda que este objetivo será alcanzado si se logra formular tales leyes de modo matemático, pues la "matematización" tiene éxito siempre y cuando desemboque en un sistema teórico, donde, por deducción, de leyes generales pueden derivarse otras más específicas. Con todo, discutir hasta qué punto es posible el tratamiento matemático de las cuestiones biológicas excede de los propósitos de este ensayo.
Volvamos ahora al tercero de los principios mencionados al comienzo del capítulo, es decir, a la interpretación mecanicista del organismo. La única explicación que daba la biología clásica del orden de los procesos vitales, descansaba en la comparación con estructuras fijas, similares a las máquinas. No obstante, el estudio de la ontogénesis ha mostrado que durante las primeras etapas del desarrollo cualquier parte del embrión puede producir un órgano cualquiera. Es sólo más tarde, y de forma gradual, cuando las partes individuales del embrión se especializan, comenzando a comportarse como máquinas destinadas a la producción de ciertos tejidos u órganos. Así, cada día gana más adeptos el enfoque que ve al organismo como un sistema uniforme y dinámicamente reactivo, reconociéndose la primacía del orden dinámico sobre la disposición estática de estructuras mecánicas. De esta característica dinámica de los procesos orgánicos procede su plasticidad frente a necesidades cambiantes, al permitirles una regulación adaptativa en caso de perturbaciones. No es acaso muy osado comparar este concepto dinámico de la vida con las opiniones que sostienen los físicos actualmente, ya que del mismo modo que la física moderna disuelve la materia en un conjunto de vibraciones, así la biología de nuestro tiempo disuelve la forma orgánica rígida en una corriente de procesos que generan una estructura orgánica a primera vista persistente.
A este respecto ha de analizarse el problema constituido por la directividad a una meta. La biología mecanicista explicaba la directividad a una meta como un caso análogo al de la orientación de una máquina diseñada por el azar. El vitalismo subrayaba que sólo los seres racionales construyen máquinas. Así pues, el punto de partida de la discusión entre mecanicistas y vitalistas era el concepto de máquina. Infinitos fueron los argumentos que se esgrimieron a favor y en contra de la legitimidad del concepto de directividad a una meta y de su aplicabilidad a los procesos orgánicos. De lo que no puede haber duda, sin embargo, es de que los procesos de un organismo vivo se ordenan generalmente para contribuir a su mantenimiento. La diferencia existente entre los procesos de una máquina y un organismo vivo consiste sobre todo en la equifinalidad de los segundos, ya que mientras que los procesos de reacciones mecánicas siguen una pauta fija, el rasgo característico de los procesos orgánicos consiste en que la misma meta puede alcanzarse desde diversos puntos de partida y de formas diferentes. Si cortamos en trozos un pólipo o una planaria, cada uno de ellos es susceptible de desarrollarse y convertirse en un animal normal. Driesch consideró tales regeneraciones como la prueba fundamental de la validez del vitalismo. Otros casos de equifinalidad son: el hecho de que un organismo alcanza su talla final independientemente de su tamaño inicial y la pauta de crecimiento; la capacidad regulatoria del sistema nervioso, que estudiase Bethe; o, en fin, el hecho de que un animal puede alcanzar la misma meta a través de movimientos diferentes. No obstante, dicha equifinalidad no supone un prerrequisito vitalista, sino que es un rasgo general de las reacciones sistémicas, y se caracteriza por el hecho de que el sistema alcanza su estado final gracias a procesos que pueden variar con arreglo a las condiciones iniciales. En su forma más simple, la equifinalidad puede observarse incluso en sistemas físicos.
Consideremos ahora el problema planteado por la reactividad de un organismo. Se empieza a reconocer en nuestros días que el organismo, aun en condiciones externas constantes, no es inerte sino que constituye un sistema activo. Dicha actividad es evidente en su metabolismo, pero también en su actividad autónoma, que no puede explicarse exclusivamente a partir de los reflejos. Así, el, enfoque mecanicista, para el cual el organismo viene determinado pasivamente y sólo puede reaccionar ante influencias externas, tuvo que dar paso a una concepción que reconoce la primacía de la acción sobre la reacción.

El enfoque organísmico ha hecho obsoleta e irrelevante una gran parte de la polémica entre mecanicismo y vitalismo. Hoy se cree que ambos son insatisfactorios, puesto que el mecanicismo no explica de modo aceptable el orden de los procesos orgánicos, y el vitalismo, aun cuando fue el primero en reconocer que el organismo constituye un todo, renuncia a una explicación científica. De hecho, el vitalismo no ha superado la visión agregadora y mecanicista de los fenómenos vitales, y considera también al organismo como suma de procesos independientes y de componentes mecánicos, con la única diferencia de que tal conglomerado había de construirse, controlarse o ser reparado con la ayuda de .una especie de ingeniero o mecánico anímico. El vitalismo no fue consciente de la existencia e importancia de un orden dinámico en el seno del sistema total, de suerte que fenómenos considerados como evidencia básica para el vitalismo se han hecho accesibles a exactas investigaciones en el campo de la teoría sistémica u organísmica, y hoy es posible explicarlos inclusive mediante leyes formuladas matemáticamente.
Para terminar, deberíamos responder a la pregunta siguiente: ¿difieren o no las leyes organísmicas de las físicas? No cabe duda de que cuando en genética usamos unidades biológicas, tales como genes o cromosomas, y leyes estadísticas para describir sus distribuciones, no hacemos otra cosa que formular leyes específicamente biológicas. Hoy, empero, no estamos en situación de analizar la enorme complejidad representada por un organismo en términos de sus procesos fisicoquímicos individuales, y, por ende, no somos capaces de predecir si las leyes biológicas pueden o no ser reducidas en última instancia a las leyes físicas. Pero aun así cabe formular sobre los fenómenos biológicos leyes tan exactas como las que gobiernan los fenómenos físicos. Recientemente, físicos como Böhr y Jordán han apoyado la opinión de que la indeterminación que rige en los procesos atómicos y subatómicos debe tomarse en cuenta también en los procesos biológicos, dado que los microsucesos físicos quizá experimenten una ampliación en el organismo y den lugar a un indeterminismo en el nivel macroscópico. En contra de tal opinión ha de recordarse que en la mayoría de los procesos fisiológicos están involucrados un sinnúmero de elementos físicos, de .manera que habría que considerarlos como eventos macroscópicos sujetos a un determinismo estricto. Esto se aplica aun a procesos desencadenados por pequeñas cantidades, verbigracia, los efectos de crecimiento en las plantas. Por otro lado, probablemente existen fenómenos en los que esa ampliación de microeventos físicos puede jugar un papel no desdeñable. En animales mantenidos dentro de un entorno homogéneo los estímulos externos no pueden ser tenidos por responsables de cambios espontáneos en la dirección y velocidad de sus movimientos, y es probable que para explicarlos haya que tomar en cuenta microeventos físicos en el sistema nervioso.
Concluyendo, cabe decir que, si bien la concepción organísmica no pretende haber resuelto los grandes interrogantes de la vida orgánica, dicho enfoque puede reclamar el mérito de haber señalado el camino que conduce a su tratamiento científico.

Cuestionario


1. ¿Cuáles son los principios tradicionales o postulados básicos de las teorías biológicas y su argumento general?
2. ¿En qué consiste la interpretación mecanicista de procesos orgánicos?
3. ¿Cuál es la base teórica de la concepción organísmica?

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9
Percepción: configuración conductual del objeto

Humberto Maturana
(en colab. con Jorge Mpodozis Marín)


I. Pregunta por la percepción


Antecedentes

Corrientemente se habla en neurofísiología y psicología como si el fenómeno connotado con la palabra percepción consistiese en la computación de objetos ambientales hecha por el sistema nervioso a partir de la información captada por los órganos sensoriales del organismo en su interacción con el medio. En este proceso el sistema nervioso construiría una representación o abstracción del medio que le permitiría generar conductas adecuadas a las distintas circunstancias de interacción del organismo. Al mismo tiempo se habla como si las habilidades cognoscitivas del observador quedasen explicadas de la misma manera. Notemos que tal modo de hablar tiene un sentido operacional sólo bajo el supuesto de que existe un mecanismo mediante el cual el medio, al actuar sobre el organismo, especifica en éste cambios estructurales que lo representan. Dicho de otro modo, el supuesto de que la participación del sistema nervioso en la determinación de la conducta del organismo se da a través de la generación de una representación (o abstracción) interna del medio, necesariamente asume la operación de tal mecanismo. Que tal modo de hablar sobre la percepción y el operar el sistema nervioso no tiene un carácter meramente metafórico o didáctico, sino que revela una postura epistemológica implícita fundamental, lo ilustran las citas contenidas en el apéndice. Esta postura supone: a) que existe una realidad constitutivamente independiente del observador como operador que explica, y externa a éste como organismo; b) que el observador puede conocer tal realidad como resultado de sus interacciones con ella, aunque sólo sea deformada o parcialmente, y c) que las categorías descriptivas que usamos en nuestro discurso explicativo, tales como objetos, relaciones, estructura, pertenecen a tal realidad y no sólo a lo que el observador hace o dice.


El problema
En 1943, Roger Sperry realizó algunos experimentos de rotación de ojos en anfibios (4). En estos experimentos él mostró que los animales "recuperaban la vista", pero se orientaban en la conducta de captura de una presa con una desviación igual al ángulo en el que el ojo había sido rotado. Así, al rotar el ojo en 180 grados, el animal, ante una presa presentada en su campo visual anterior, gira y lanza su lengua como si la presa hubiese sido presentada en su campo visual posterior. Al interpretar este experimento, corrientemente se dice que el animal se equivoca y se pregunta si aprende a corregir su error. Tal interpretación implica el supuesto de que el animal apunta a una presa externa a él, y que se equivoca porque su mecanismo de captación de información y computación de la conducta está alterado. Entonces si al alterar la estructura del organismo alteramos la percepción, ¿en qué consiste el fenómeno que connotamos al hablar de percepción? Si la captación de información depende del instrumento, ¿qué fundamento tenemos para afirmar que lo que este muestra es algo que podemos decir es una característica de un objeto independiente de él?


Dificultad
Nosotros mantenemos, y las citas incluidas en el apéndice muestran, que el modo de hablar sobre los fenómenos perceptuales y el operar del sistema nervioso en términos de captación de información y formación de una representación del medio no es metafórico o didáctico sino revelador de un paradigma explicativo que es biológica y epistemológicamente inadecuado, y que lo es porque asume que los cambios que el organismo sufre en sus interacciones con el medio son determinados, de alguna manera, por éste. Nosotros pensamos que ello no es posible, pues, como ha sido expuesto en trabajos anteriores, el intento de explicar biológicamente (científicamente) a los seres vivos exige que ellos sean tratados como sistemas determinados estructuralmente, y tales sistemas no admiten interacciones instructivas (1, 2). En esta circunstancia, la pregunta por el fenómeno de la percepción queda abierta. Por otra parte, si el modo de hablar citado es sólo metafórico y didáctico, no tiene valor explicativo, y la pregunta por el fenómeno de la percepción también queda abierta. Nuestro propósito en este artículo es contestar tal pregunta mostrando el mecanismo que da origen a las situaciones que llamamos perceptuales, no sólo sin contradecir el determinismo estructural de los seres vivos, sino que utilizándolo en la explicación.


La pregunta
Como señalamos anteriormente, los seres vivos son constitutivamente sistemas dinámicos determinados estructuralmente, y como tales no admiten interacciones instructivas (1, 2). Como consecuencia de esto podemos afirmar a) que todo lo que ocurre en un organismo surge en él en cada instante determinado por su estructura; b) que mientras el organismo existe como tal conserva su organización en una historia ininterrumpida de interacciones con el medio en el cual se realiza; c) que la existencia de un organismo como sistema dinámico consiste en un fluir de cambios estructurales que sigue un curso contingente a las interacciones que tiene en el medio bajo condiciones de conservación de su correspondencia estructural con él, y que de otro modo se desintegra; d) que, debido a lo dicho en a, la estructura del organismo determina las configuraciones estructurales del medio con que se puede encontrar en sus interacciones con él, y e) que, también debido a a, las interacciones con el medio sólo pueden gatillar en el organismo cambios estructurales determinados en él (2). Todo esto implica que el medio no puede especificar lo que le ocurre a un organismo e invalida los fundamentos de cualquier concepción que hable de la percepción como de un proceso que revela, aunque sólo sea deformada o parcialmente, las características de una realidad independiente del organismo que percibe.
- ¿Qué ocurre entonces?
- ¿Qué es la percepción?
- ¿Cómo se configura el objeto que se dice que la percepción percibe?


II. Respuestas


Al responder a estas preguntas debemos damos cuenta de que la conducta de un organismo es sólo una descripción que el observador hace de una secuencia de cambios posturales (estructurales) que éste exhibe en relación al medio en que es observado. Estos cambios posturales son expresión de la dinámica estructural del organismo, y surgen con participación del sistema nervioso cuando este existe. Dado que el observador distingue al organismo como un sistema que se mueve en un medio conservando necesariamente su correspondencia estructural (adaptación) con él (2, 5), el observador puede distinguir conductas que surgen en el organismo asociadas a sus interacciones. Es en el contexto de la asociación entre conducta y medio que esta distinción configura, que corrientemente se usa la palabra percepción, implicando que tales conductas surgen de la determinación del organismo (o de su sistema nervioso) a nivel del encuentro sensorial, por un objeto externo. Pero, por lo que hemos dicho, es aparente que el fenómeno que se connota con la palabra percepción no puede consistir en tal determinación, sino que consiste en una regularidad conductual que el organismo exhibe en su operar en correspondencia estructural con el medio, y que el observador señala como distinguiendo a un objeto, al asociarla a la circunstancia ambiental que la desencadena. Aclaremos:
   El organismo es un sistema determinado estructuralmente y, por lo tanto, en la interacción del organismo con el medio es el organismo el que determina cuál es la configuración estructural del medio que gatilla en él un cambio estructural. Debido a esto, el observador no puede caracterizar tal configuración estructural con independencia de lo que le pasa al organismo como consecuencia de la ocurrencia de una interacción. Por esto, es sólo mediante los cambios conductuales del organismo que un observador puede caracterizar al medio en términos de configuraciones estructurales que actúan como agentes perturbantes (perturbaciones) en la interacción. En otras palabras, es sólo a través de los cambios conductuales que el observador distingue en un organismo en la contingencia de una perturbación dada, que el observador puede caracterizar tal contingencia como un "objeto perturbante" y describirla como un objeto (algo independiente de) para el organismo. Finalmente, es esta asociación que el observador hace entre el "objeto perturbante" caracterizado por la conducta del organismo que lo configura, y tal conducta distinguida por él o ella de manera independiente, lo que constituye el fenómeno que en el vivir cotidiano se connota con la palabra, percepción.
Notemos que la utilización que el observador hace de la conducta del organismo al describir a un agente perturbante, ya sea como un "objeto captado" o como una "fuente de información sensorial" que origina la percepción, implica conceptualmente un paradigma explicativo en el cual el organismo genera su conducta operando sobre representaciones del medio obtenidas mediante la captación de objetos externos a él. Sin embargo, como hemos visto, el organismo no puede operar así, ya que las perturbaciones sólo pueden gatillar en él cambios determinados en su estructura. La correspondencia estructural entre organismo y medio no surge de la determinación del organismo por el medio, sino que se da constitutivamente como condición de existencia del organismo en su dinámica histórica de interacciones con el medio, mientras conserva organización y adaptación (5).


III. Conclusiones


El fenómeno que connotamos con la palabra percepción no consiste, como e! hablar neurofisiológico y psicológico usual implica, en la captación por el organismo de objetos externos a él. Tampoco consiste en la especificación, por parte del medio, de cambios en el organismo que den por resultado el que éste opere con una representación de aquél en la generación de su conducta. Contrariamente a esto, el fenómeno connotado con la palabra percepción consiste en la configuración que el observador hace de objetos preceptúales mediante la distinción de clivajes operacionales en la conducta del organismo, al describir !as interacciones de este en el fluir de su correspondencia estructural en el medio. La armonía entre organismo y medio que se quiere rescatar con la noción usual de percepción, por lo tanto, es propia de este fluir de cambios estructurales del organismo en conservación de la adaptación, y fracasa cuando esta correspondencia estructural se pierde. El estudio de los fenómenos perceptuales como fenómenos cognoscitivos es, por tanto, el estudio de distintos momentos recurrentes del fluir estructural del organismo acoplado al fluir estructural del medio, como momentos de una historia de interacciones que implica la conservación de la correspondencia estructural entre organismo y medio. Todo lo dicho anteriormente se aplica a todos los organismos, incluso a nosotros mismos como observadores haciendo explicaciones y descripciones, pues nuestra condición de tales también surge en nuestro operar como seres vivos determinados estructuralmente. El que esto sea así, invalida cualquier intento de explicar los fenómenos cognoscitivos, incluso al lenguaje, como fenómenos asociados a una función connotativa o denotativa de una realidad independiente del observador.


IV. Reflexiones


Finalmente hay cuatro consideraciones que queremos hacer por las implicaciones en el ámbito operacional y epistemológico humano que la comprensión del fenómeno de la percepción debe tener:


a) La distinción que corrientemente hacemos entre ilusión y percepción se funda en el entendido de que la percepción es la experiencia de la captación de una realidad independiente del observador, mientras que la ilusión es una experiencia que se vive "como si" fuese una percepción, pero que ocurre en una conexión inadecuada con la realidad externa. Lo que hemos dicho muestra que tal distinción no es posible, puesto que constitutivamente no hay captación de un objeto externo en el fenómeno perceptual. Esto se ve corroborado en la vida cotidiana por el hecho de que la distinción entre ilusión y percepción se hace únicamente por referencia a otra experiencia distinta de la que se califica con esa distinción.


b) Ya que los objetos preceptúales surgen como configuraciones conductuales, el mundo de los objetos perceptuales compartidos pertenece al ámbito de las concordancias operaciones entre organismos, los cuales los constituyen en el devenir de su convivencia como configuraciones de sus concordancias conductuales. En otras palabras, si los objetos perceptuales quedan configurados por las conductas del organismo, el mundo de objetos preceptúales que se da en la convivencia de organismos, incluyendo al observador, sólo puede surgir de esta convivencia en tanto que los organismos operen generando y conservando su mutua correspondencia estructural. El que esto es así, es también aparente en la vida cotidiana en la cual sabemos que el mundo en común sólo surge en la comunidad del vivir.


c) El operar del observador en el lenguaje consiste en un modo de vivir en la recursión de coordinaciones conductuales que surgen en la comunidad del vivir (3), y que configuran un mundo de objetos preceptúales de la manera indicada en b. El lenguaje y el operar del observador, por lo tanto, no requieren ni dan origen a referencias a una realidad externa. El mundo de las descripciones y explicaciones del observador es un mundo de modos de convivencia generador de objetos perceptuales, en el cual el observador surge como uno de ellos al surgir el lenguaje (3). De allí la potencia generadora y transformadora del mundo que tienen el lenguaje y las explicaciones que se dan en él.


d) El que en el lenguaje manejemos objetos, como entidades determinadas estructuralmente independientes del observador, con las que configuramos descripciones y explicaciones del mundo que vivimos, no constituye una contradicción a nuestra explicación del fenómeno perceptual. En trabajos anteriores, uno de nosotros muestra que los objetos surgen con el lenguaje, y que como tales consisten en coordinaciones de acción en una comunidad de observadores, constituyendo, en último término, explicaciones de la espontaneidad del fluir de la experiencia con las coherencias operacionales de la experiencia (3, 5). Por lo mismo, los objetos preceptúales de que hablamos en este artículo son los objetos que surgen en el lenguaje, y pueden ser usados recursivamente en la explicación del fenómeno perceptual. En estas circunstancias, el determinismo estructural que respetamos y usamos en nuestra explicación pertenece al operar con objetos preceptúales como expresión de las coordinaciones operacionales de la experiencia del observador, y no viola las condiciones epistemológicas de nuestra explicación, ni valida un acceso a una realidad independiente.

Agradecimientos
Agradecemos lo que nunca se expresa adecuadamente pero que jamás se debe olvidar: la continua contribución que en la conversación han hecho con su inteligencia creativa y seriedad, Patricio Huerta, Rafael Panteón y Cecilia Babul.

Referencias


1. MATURANA, H. (1975): "The organization of the living: a theory of the living organization", Intemat. J. Man - Machine Studies, 17, 313-332.
2. MATURANA, H. (1980): "Autopoiesis, Reproduction, Heredity and Evolution", en Autopoiesis, Dissipative Stmctures and Spontaneous Social Order, Milán Zeleny, AAAS Selected Simposium N." 55, Westview, USA.
3. MATURANA, H. (1975): "Biology of Language: Epistemology of Reality", en Psychology and Biology ofta.ngiw.ge and Thought, George Miller y Elizabeth Lenneberg, Academic Press.

4. SPERRY, R. (1943): "Effect of 180 degrees rotation of the visual field in visuo-motor coordination", 7. Exp. Zool., 92, 263-279.
5. MATURANA, H. y FJ. VÁRELA (1985): El Árbol del Conocimiento, Editorial Universitaria, Santiago, Chile.
6. LORENZ, K.Z. (1981): The Foundation of Ethology, Editorial Sprin-ger-Verlag, Nueva York.
7. MARTÍN, J.H. (1981): en Principies of Neural Sciences, Eric R. Kan-del y James H. Schwartz (eds.). Editorial Elsevier, North Holland.
8. MONOD, J. (1971): Chance and Necessity: an Essay on the Natural Philosophy ofModem Biology, Knopf, Nueva York.
9. MOUNTCASTLE, V.B. (1975): "The View from within: Pathways to the Study of Perception", ./O/OT Hopkins Medical Joumal, 136, 109.
10. SHEPHERD, G.M. (1983); Neurobiology, Oxford University Press.
11. YOÜNG, J.Z (1987): Philosophy and the Brain, Oxford University Press.


Cuestionario


1. ¿En que consiste la operación de configuración del objeto por parte del organismo en la teoría de Maturana?
2. De lo anterior, ¿cuál es la nueva definición operativa del concepto percepción?
3. ¿Cómo se caracteriza al observador en la dupla conducta y lenguaje?