UNIDAD
2
Introducción
a la
socioepistemología
y la teoría del
conocimiento
2.1.
OBJETIVO GENERAL
Desarrollar un
concepto de
conocimiento acorde
con las perspectivas
y problemas actuales
que plantea la
teoría científica
actual.
2.2.
OBJETIVO PARTICULAR
Identificar el
significado de la
creatividad a partir
de su impacto y
utilidad expresadas
en las teorías
socioepistemológicas.
_________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
7
Introducción al
constructivismo
radical
Ernst von Glaserfeld
Los
dioses poseen la
certeza,
pero a nosotros como
hombres
nos ha sido dado
sólo conjeturar.
Alcmeón
Advertencia
En el marco de un
solo capítulo no se
puede fundamentar
circunstanciadamente,
claro está, un modo
de pensamiento no
convencional, pero
quizá se puedan
exponer sus rasgos
característicos y
fijar aquí y allá
algunos puntos. De
esta manera corre
uno ciertamente el
peligro de ser mal
interpretado. En el
caso del
constructivismo se
agrega la
circunstancia de
que, lo mismo que
ocurre con el
escepticismo con el
cual tiene algunas
cosas en común, se
lo rechace por
considerárselo
demasiado frío y
critico o
sencillamente porque
repugna al
"sano"
entendimiento
humano. Es evidente
que cuando se
rechaza sin más ni
más una corriente
de pensamiento, ese
repudio es explicado
por el representante
de la corriente en
cuestión de manera
diferente de aquella
en que lo explican
sus críticos y
detractores. Desde
mi punto de vista
comprometido es así
como considero la
resistencia que
encontró en el
siglo XVIII el
primer genuino
constructivista,
Giambattista Vico. y
la resistencia que
encontraron en un
pasado reciente
Silvio Ceccato y
Jean Piaget, no
tanto porque su
argumentación
presentara lagunas o
incongruencias sino
más bien a causa de
la justificable
sospecha de que el
constructivismo
pretende enterrar
una parte demasiado
grande de la
cosmovisión
tradicional.
No se necesita
penetrar muy
profundamente en el
pensamiento
constructivista para
comprender con
claridad que esa
posición conduce
inevitablemente a
hacer del hombre
pensante el único
responsable de su
pensamiento, de su
conocimiento y hasta
de su conducta. Hoy
en día, cuando los
conductistas
intentan asignar
toda la
responsabilidad al
medio ambiente y los
sociobiólogos se
complacen en
atribuir buena parte
de ella a los genes,
resulta poco
simpática una
teoría que sostiene
que el mundo en el
que parecemos vivir
lo debemos sólo a
nosotros mismos.
Esto es en última
instancia lo que
quiere afirmar el
constructivismo... y
en su intento de
hacerlo pone de
manifiesto aspectos
de la teoría del
conocimiento que de
otra manera
pasarían
inadvertidos.
Aquí es fundamental
la tesis de que el
mundo que
experimentamos lo
construimos
automáticamente
nosotros mismos
porque no reparamos
-y ciertamente no
sabemos- en cómo
realizamos ese acto
de construcción.
Tal ignorancia en
modo alguno es
necesaria. El
constructivismo
radical sostiene
análogamente a lo
que sostiene Kant en
su Critica, que
podemos en gran
medida inferir las
operaciones con las
cuales organizamos
el inundo de nuestra
experiencia, y que
la conciencia de ese
operar, que Cecatto
llamó tal
bellamente en
italiano
consapevolezza
operativa.* puede
ayudarnos a hacer
las cosas de manera
diferente y tal vez
mejor.
Como ya dije, mi
introducción se
limita a unos pocos
puntos. La primera
sección versa sobre
la relación entre
el conocimiento y
esa realidad
"absoluta"
que supuestamente es
independiente de
toda experiencia y
muestra que nuestro
conocimiento ha de
interpretarse, no
como imagen del
mundo real, sino tan
sólo como una llave
que nos abre caminos
posibles (véase el
fragmento de
Alcmeón).
La segunda sección
describe a grandes
rasgos los comienzos
del escepticismo,
agrega el punto de
vista kantiano
según el cual,
precisamente porque
tenemos nuestros
propios modos de ver
las cosas, no
podemos
representarnos un
mundo que no hayamos
experimentado; luego
delinea algunos
aspectos del
pensamiento
constructivista de
Vico.
La tercera sección
intenta explicar
algunos rasgos
fundamentales del
análisis conceptual
constructivista. De
las múltiples ideas
y pensamientos que
tomé tanto de
Piaget como de
Ceccato, sólo
indicare unas pocas
con escasa
referencia
bibliográfica. En
la década de 1970,
la obra de Piaget me
influyó y estimuló
poderosamente; por
lo demás, quince
años de trabajo en
colaboración con
Ceccato dieron a mi
.pensamiento una
cierta orientación
e innumerables
puntos de vista.
Pero como para los
constructivistas
toda concepción,
todo saber y toda
comprensión es
siempre
construcción e
interpretación de
un sujeto viviente,
no puedo sino asumir
yo mismo en
definitiva toda la
responsabilidad de
lo que se dice en
este capítulo.
I
La historia de la
filosofía es una
confusión de ismos:
idealismo,
racionalismo,
nominalismo,
realismo,
escepticismo y
docenas más de
ismos; pugnaron más
o menos
ininterrumpidamente
y vivamente durante
veinticinco siglos,
es decir, desde que
aparecieron los
primeros testimonios
de pensamiento
occidental. A menudo
son difíciles de
distinguir las
escuelas, las
comentes y los
movimientos. Pero en
un aspecto, todo
ismo que se tome en
serio debe apartarse
de lo ya
establecido: debe
aportar por lo menos
una nueva malla a la
teoría de
conocimiento. Con
frecuencia la
novedad no es más
que una
reagrupación de
viejos materiales ya
conocidos o un
desplazamiento del
punto de partida o
la división de un
concepto comente. El
problema
epistemológico -es
decir, como
adquirimos
conocimiento de la
realidad y si ese
conocimiento es
también seguro y
"verdadero"
ocupa el pensamiento
de los filósofos
actuales no menos
que ocupaba el de
Platón. Cierto es
que el modo y los
medios modo de
buscar soluciones se
han diversificado y
complicado, pero la
cuestión básica,
salvo algunas pocas
excepciones,
continúa siendo la
misma. El modo de
plantear el problema
al principio hacía
imposible contestar
la pregunta, y los
intentos más
recientes no
podrían ni
acercarse a la
solución del
problema.
El filósofo
norteamericano de la
ciencia Hilary
Putnam ha formulado
recientemente la
cuestión así:
"Desde los
presocráticos a
Kant no hay ningún
filósofo que en sus
principios
elementales,
irreductibles, no
haya sido un
realista
metafísico".
Putnam explica esta
afirmación
aduciendo que si
bien los filósofos
estaban en
desacuerdo durante
esos dos mil años
sobre lo que
realmente existe,
estaban sin embargo
siempre de acuerdo
en cuanto al
concepto de la
verdad, que todos
ellos vinculaban con
el concepto de la
validez objetiva. Un
realista metafísico
es, pues, quien
sostiene que sólo
tenemos derecho a
llamar
"verdad"
soto a lo que
corresponde con una
realidad
independiente y
"objetiva".*
En términos
generales, esta
posición no se
modificó ni
siquiera después de
Kant, Verdad es que
uno pocos intentaron
tomar seriamente la
crítica de la
razón pura, pero la
presión de la
tradición
filosófica era
abrumadora. A
pesar de la tesis de
Kant de que nuestra
mente no crea sus
leyes partiendo de
la naturaleza sino
que se las imponen,
la mayor parte de
los científicos
actuales se sienten
aún hoy como
"descubridores"
que sacan a la luz
los misterios de la
naturaleza y
amplían lenta pero
seguramente el
dominio del saber
humano; e
innumerables
filósofos se
dedican hoy a la
tarea de asignar a
este saber
trabajosamente
alcanzado la
imprescindible
seguridad que todo
el mundo espera de
la verdad
"auténtica".
Lo mismo que antes,
domina hoy la
concepción de que
el saber sólo es
saber si permite
conocer el mundo tal
como éste es.*
Por cierto, no es
posible exponer y
describir
cumplidamente la
historia de la
teoría del
conocimiento
occidental en unas
pocas páginas. Por
eso, en este
articulo sumamente
condensado debo
contentarme con
tratar un punto
capital en el cual
el constructivismo,
que yo represento,
se aparta
radicalmente de los
demás ismos del
mundo conceptual
tradicional. La
diferencia radical
está en la
relación entre
saber y realidad.
Mientras la
concepción
tradicional de la
teoría del
conocimiento, así
como de la
psicología
cognitiva,
consideran esta
relación siempre
como un acuerdo o
correspondencia
gráfica (icónica),
el constructivismo
radical ye dicha
relación como una
adaptación o ajuste
en el sentido
funcional.
En el inglés
cotidiano puede
percibirse con
bastante claridad
esta diferencia
conceptual en
ciertas
circunstancias
cuando se cotejan
las palabras match
(corresponder) y fit
(encajar). El
realista metafísico
busca conocimiento
que corresponde con
la realidad de la
misma manera que uno
busca pintura para
que corresponda con
la pintura con que
está pintada la
pared que tenemos
que arreglar. En el
caso del
epistemólogo no es,
claro, el color lo
que lo ocupa, sino
una clase de
"homomorfia".
es decir, una
equivalencia de
relaciones. Dicho de
otro modo, él puede
considerar "lo
mismo" porque
sólo entonces el
podría decir que su
conocimiento es del
mundo.
Por otro lado, si
decimos de algo que
"encaja",
tenemos en mente una
relación diferente.
Una llave
"encaja"
en la cerradura
cuando la abre. Ese
encajar describe una
capacidad de la
llave, pero no de la
cerradura. Por los
ladrones de
profesión sabemos
demasiado bien que
existe una gran
cantidad de llaves
con formas
diferentes de las
nuestras pero que no
por eso dejan de
abrir nuestras
puertas. Esta podrá
ser una metáfora
muy grosera, pero
sirve para ilustrar
el punto capital y
hacerlo un poco más
comprensible. Desde
el punto de vista
del constructivismo
radical todos
nosotros -hombres de
ciencia, filósofos,
legos, escolares,
animales, seres
vivos de todas las
especies- estamos
frente al mundo
circundante como un
bandido ante una
cerradura que debe
abrir para
adueñarse del
botín.
En este sentido la
palabra
"encajar"
corresponde entonces
a la voz inglesa fit
de la teoría
evolutiva darwinista
y neodarwinista.
Desgraciadamente el
propio Darwin emplea
la expresión
survival of the
fittest. Con esto
Darwin abrió el
camino a la absurda
idea de que sobre la
base de su teoría
se podía ampliar el
concepto de ftlness
(el más apto) y
encontrar entre los
organismos que se
ajustan a su medio
organismos
"más"
ajustados que otros
y entre ellos hasta
todavía los
"más
ajustados" de
todos.* Pero en una
teoría en la cual
la supervivencia es
el único criterio
para la selección
de las especies hay
sólo dos
posibilidades: o
bien una especie
encaja con su medio
o bien no encaja; es
decir, sobrevive o
muere. Sólo un
observador situado
en el exterior que
utilice expresamente
otros criterios
adicionales además
de la mera
supervivencia -por
ejemplo economía,
simplicidad o
elegancia del modo
de
sobrevivir-podría
hablar. sobre la
base de estos
criterios agregados
a la escala de
valores más allá
de los de
supervivencia
podría abrir juicio
acerca de los
elementos que ya
manifestaron su
"encaje"
por su
supervivencia.
En este respecto
coincide el
principio
fundamental de la
teoría del
conocimiento
constructivista
radical con el
principio
fundamental de la
teoría de la>
evolución: así
como el medio pone
límites a los seres
vivos (estructuras
orgánicas) y
elimina variantes
que transgreden las
posibilidades de
vida dentro..del
espacio así
limitado, de la
misma manera el
mundo de la
experiencia, ya se
trate de la
experiencia
cotidiana o de la
experiencia del
laboratorio,
constituye la piedra
de toque para
nuestras ideas
(estructuras
cognitivas). Esto se
aplica en el caso de
las primeras
regularidades que
establecen los
niños en su
experiencia aún
apenas diferenciada,
se aplica en el caso
de las reglas con
cuya ayuda los
adultos tratan de
regular la vida
diaria y se aplica
en el caso de las
hipótesis, de la
"adaptación".
También con esto
estoy yo de acuerdo,
pero teniendo en
cuenta lo que dije
en las anteriores
páginas acerca del
proceso de la
selección
evolutiva. debiera
quedar en claro que
el
"encaje"
en la adaptación
nunca debe
entenderse como una
correspondencia u
homomorfía. En
cuanto a la
cuestión
fundamental de cómo
estructuras
cognitivas o
conocimiento pueden
estar relacionados
al mundo ontológico
que está más allá
de nuestra
experiencia la
postura de Piaget es
a menudo ambigua. A
menudo tiene uno la
impresión de que, a
pesar de las
importantes
contribuciones que
hizo al
constructivismo,
tiene todavía un
ansia de realismo
metafísico. Y
ciertamente en esto
no es Piaget el
único. Donald
Campbell. que
compuso una
excelente reseña
sobre los
representantes de la
"epistemología
evolutiva"
desde Darwin, dice:
"La cuestión
sujeta a
controversia es la
inclusión
conceptual del mundo
real, definiendo el
problema del
conocimiento como el
encaje de datos y
teoría a ese mundo
real" En su
conclusión, este
autor declara luego
que la
epistemología
evolutiva que el y
Karl Popper
representan "es
completamente
compatible con la
defensa de las metas
de realismo y
objetividad en la
ciencia". Pero
la teoría que
Campbell expone
técnicamente al
lector apunta sin
embargo en la
dirección opuesta.*
En esta primera
parte de mi ensayo
procuré mostrar que
la noción de
correspondencia o
calce entre
conocimiento y
realidad, noción
indispensable para
el realismo, no
puede derivarse del
concepto (propio de
la evolución) de
"encaje"
(fit). En la segunda
sección del
artículo daré, por
lo menos de una
manera aproximada,
el enlace del
constructivismo
radical con la
historia de la
epistemología y
mostraré que el
constructivismo tal
vez no sea tan
radical como parece
a primera vista.
II
La duda acerca de la
correspondencia
entre el saber y la
realidad nació en
el momento mismo en
que un ser pensante
adquirió conciencia
de su acto de
pensar. Jenófanes,
uno de los primeros
presocráticos, ya
decía que:
"Ciertamente
ningún hombre ha
visto una cierta
verdad y nunca
habrá alguien que
sepa acerca de los
dioses y las
cosas,... pues aun
si triunfa en decir
lo que es
completamente cieno,
él mismo no sabrá
que sabe de ello: la
opinión
(apariencia) está
fijada por el
destino sobre todas
las cosas".
Algo que puede ser
visto tiene que
estar allí antes de
que la mirada pueda
posarse sobre ese
algo, es decir, que
existe antes que
cualquier conciencia
lo vea o lo
experimente de
alguna manera. Así
quedó ya
establecido el marco
escénico y con él
el dilema que
determinó la
epistemología
occidental desde el
siglo VI antes de
Cristo. Dado este
marco, el
"realismo
metafísico" no
es una posición
filosófica entre
otras, sino que
está predeterminada
como la única
posible. Como lo
expresó el fundador
de la investigación
biológica de
procesos cognitivos
Humberto Maturana:
"El supuesto a
priori de que el
conocimiento
objetivo constituye
una descripción de
lo que es
conocido... comete
petición de
principios en las
preguntas ¿Qué es
saber? y ¿Cómo
sabemos?". Al
dar por sentado que
el conocimiento debe
reflejar la
realidad, la
epistemología
tradicional ha
creado para sí
misma un dilema que
era tan inevitable
como insoluble. Si
el conocimiento ha
de ser una
descripción o
imagen del mundo
como tal,
necesitamos un
criterio mediante el
cual podamos juzgar
cuándo nuestras
descripciones o
imágenes son
"correctas"
o
"verdaderas".
Entonces con este
marco escénico (en
el cual el hombre
nace tomo
descubridor en un
mundo ya establecido
e independiente y
tiene ahora la tarea
de explorar y
"conocer"
esa realidad del
modo más veraz
posible) se abre el
camino hacia el
escepticismo. La
noción de la
"apariencia"
que, desde
Jenófanes, forma
parte de lodo
conocimiento humano,
Fue desarrollada y
aplicada por la
escuela de Pirron y
posteriormente por
Sexto Empírico
sobre todo en la
esfera de la
percepción; y la
incontestable
pregunta de si, ó
en qué medida, toda
imagen que "nos
transmiten nuestros
sentidos puede
corresponder a la
realidad
"objetiva"
es aún. hoy un
punto central de
toda la teoría del
conocimiento. Sexto
tomo como ejemplo
entre otras cosas la
percepción de una
manzana. A nuestros
sentidos la manzana
parece suave,
perfumada, dulce y
amarilla pero en
modo alguno es
evidente que la
manzana posea
verdaderamente estas
propiedades, tanto
tomo es evidente que
pueda poseer
también otras, las
cuales simplemente
no son percibidas
por nuestros
sentidos.
La pregunta no tiene
respuesta, pues por
más que nos
esforcemos lo único
que podemos hacer es
comparar nuestras
percepciones
solamente con otras
percepciones",
pero nunca con la
manzana misma tal
como esta es antes
de que la
percibamos. El
argumento de los
escépticos amargó
la vida a los
filósofos durante
2000 años.
Entonces, Kant
agregó un segundo
argumento mucho más
preocupante. Al
considerar el tiempo
y el espacio como
aspectos de nuestra
forma de
experimentar, las
retiró de la
realidad para
colocarlas en la
esfera de lo
fenoménico, y al
hacerlo puso en tela
de juicio no sólo
las propiedades
sensorialmente
percibidas sino
también la
"condición de
cosa" de la
manzana. ' Ahora no
sólo es dudoso que
la manzana sea
suave, perfumada,
dulce y amarilla.
pero además ya no
podemos estar
seguros que
realmente exista un
objeto tal como lo
experimentamos,
separado del resto
del mundo, como una
"cosa" o
una unidad entera.
Esta segunda duda es
en verdad más seria
en sus consecuencias
que aquella sobre la
confiabilidad de
nuestros sentidos
pues mina toda
representación de'
una estructura
objetiva en el mundo
real y por lo tanto
plantea
inevitablemente la
cuestión de por
qué y sobre todo
cómo se explica que
podamos buscar y aun
encontrar una
estructura en
nuestro mundo de
experiencia cuando
tal estructura no
puede ser dada por
la realidad. En
otras palabras, si
Kant tiene razón en
su afirmación y
nuestra experiencia
no puede enseñarnos
nada sobre la
naturaleza de las
cosas en sí,"
¿cómo, entonces,
podemos explicar que
experimentamos
empero un mundo que
es en muchos
aspectos bastante
estable y seguro. un
mundo en el que hay
cosas duraderas,
relaciones
permanentes y reglas
de causa y efecto
que nos prestan
buenos servicios?
Esta es la pregunta
fundamental a la que
el constructivismo
radical procura dar
respuesta, y esta
fue preparada por lo
menos en sus rasgos
principales ya en
1710 ( algo mas de
medio siglo antes de
la Critica de Kant )
por Giambattista
Vico.
Así cómo la verdad
de Dios es lo que
Dios llega a conocer
al crearlo y
organizarlo, la
verdad humana es
taque el hombre
llega a conocer al
construirlo,
formándolo por sus
acciones. Por eso la
ciencia (scientia)
es el conocimiento
(cognitio) de los
orígenes, de las
formas y la manera
en que fueron hechas
las cosas.
La expresión de
Vico Verum ipsum
factum -lo
verdadero es lo
mismo que lo hecho (
factum deriva
de faceré, hecho
deriva de hacer )-
es a menudo citada
gracias al éxito
que tienen sus
escritos de historia
de la cultura y de
filosofía de la
historia
redescubiertos en
este siglo. En
cambio rara vez se
mencionan sus
revolucionarias
ideas
epistemológicas y
menos aun se las
explica. El ser
humano, dice Vico,
sólo puede
"conocer"
una cosa que él
mismo crea pues
sólo entonces
sabemos cuáles son
sus componentes y
cómo fue armado.
Así, solamente Dios
sabe cómo es el
mundo verdadero (su
creación) ya que
por lo tanto conoce
los materiales y el
plan de
construcción;
nosotros sólo
podemos saber de
aquello que nosotros
construimos. Vico
hasta emplea la
palabra
"operación",
y así anticipa una
expresión capital
que lanzaron los
constructivistas de
nuestro siglo Dewey,
Bridgman, Ceccato y
Piaget.
Ciertamente Vico se
esfuerza por
establecer una
relación entre la
construcción del
conocimiento humano
y la creación
divina. Al leer su
tratado sobre
metafísica cobra
uno la impresión de
que aquí y allá el
mismo Vico se asusta
de sus ideas. A
pesar de que la
teoría del
conocimiento que
desarrolló es una
teoría lógicamente
conclusa porque el
conocimiento humano
es visto como una
construcción humana
y no requiere una
creación
ontológica de Dios
(es más, no puede
necesitarla). Vico
vacila en hacer
resaltar esa
independencia. A
causa de tal
vacilación la
imagen del mundo de
Vico puede
considerarse como la
contrapartida de la
metafísica de
Berkeley. El
principio de
Berkeley esse est
percipi (ser es ser
percibido) prestó a
este autor el mismo
servicio que le
prestó a Vico la
afirmación
"Dios es
omnisapiente porque
lo creó todo".
Para ambos lo
ontológico ha sido
asegurado mediante
la obra de Dios.
Pero Vico indica
también otro.
camino para llegar a
la ontología,
camino que desde mi
punto de vista es
mucho más aceptable
pues no implica
ninguna clase de
realismo racional.
Sugiere que la
mitología y el anca
través de símbolos
se acercan al mundo
real. Ellos,
también, son
creados, pero la
interpretación de
su significado
procura un tipo de
conocimiento
diferente del
conocimiento
objetivo que procede
de la conciencia del
acto de construir.
Para el propósito
de esta discusión
deseo sin embargo
atenerme a
considerar el
conocimiento
limitador la razón,
y aquí la
diferencia entre
Vico y Berkeley y
los idealistas
posteriores, está
en que Vico
considera el
conocimiento de la
razón humana y el
mundo de la
experiencia racional
como productos
simultáneos de
construcciones
cognitivas humanas?*
De manera que para
Vico el conocimiento
es lo que hoy
llamaríamos
adquirir conciencia
de las operaciones,
cuyo resultado es
nuestra experiencia
del mundo. Por cieno
que Berkeley dice:
'Todos los coros del
cielo y los atavíos
de la Tierra, en una
palabra, todos
aquellos cuerpos que
componen la enorme
estructura del
mundo, no tienen
ninguna subsistencia
sin una mente pues
su ser está en ser
percibidos o
conocidos", con
lo cual presupone
expresamente la
actividad del
intelecto. En él el
acento se pone
siempre en el ser
(de las cosas),
mientras que en Vico
el acento recae
enteramente en el
saber humano y su
construcción.*
No cabe duda que en
el uso explícito
que Vico hace de la
palabra facere y su
constante referencia
a la composición,
al armado, en suma,
a la construcción
activa de todo
conocimiento y
experiencia, el se
acerca mucho más
que Berkeley a la
epistemología
genética de Piaget
y al constructivismo
actual en general.
Esto no está en
ninguna parte más
claramente expresado
que en su
declaración con la
cual Vico anticipa
la posición
epistemológica de
los más modernos
filósofos de la
ciencia: "El
conocimiento humano
no es otra que el
esfuerzo por hacer
corresponder las
cosas las unas a las
otras en bellas
proporciones".
Nuestra pregunta
capital era la de
saber cómo se
explica que
experimentemos un
mundo, relativamente
estable y seguro por
más .que no seamos
capaces de atribuir
con seguridad
estabilidad,
regularidad o alguna
otra propiedad
percibida a la
realidad objetiva.
Vico no responde a
ésta pregunta, sino
que la convierte en
superflua y sin
sentido. Si, como
explica Vico, el
mundo que
experimentamos y
llegamos a conocer
es necesariamente
construido por
nosotros mismos,
luego no resulta
sorprendente que
.ese mundo nos
parezca
relativamente
estable. Para
comprender esto
claramente hay que
tener en cuenta el
rasgo básico de la
epistemología
constructivista, a
saber, que el mundo
que es construido es
un mundo de
experiencia que
está constituido
por las experiencias
y que no tiene
ninguna pretensión
a la
"verdad"
en el sentido de
corresponder con una
realidad
ontológica. En
"si respecto la
posición de Vico es
muy semejante a la
posición de Kant,
quien dice: "La
naturaleza, pues,
considerada
materialmente. es la
concepción
colectiva de todos
los objetos de la
experiencia"."
Para Kant se trata
de la "materia
prima de impresiones
sensoriales"
que "la
actividad del
entendimiento
elabora en un
conocimiento de los
objetos que llamamos
experiencia".
Dicho de otro modo,
la experiencia, así
como los objetos de
la experiencia, son
en todas las
circunstancias; el
resultado de nuestro
modo y forma de
experimentar, pues
necesariamente
están estructurados
y determinados por
el tiempo y el
espacio y por las
categorías
derivadas del tiempo
y del espacio.
En el sistema de
Kant, la
"elaboración"
de la materia prima
sensorial se produce
por la obra de la
función automática
de las "formas
de la
sensibilidad"
(tiempo y espacio)
(sin las cuales
ninguna ciencia
seria posible) y de
!as Otras
categorías de
nuestro pensar que
precisamente por eso
Kant llama a priori.
Todo lo
apriorístico es
pues en cierto modo
descripción
técnica de la
capacidad de
experiencia del
organismo. Lo
apriorístico
describe el marco
dentro del cual
opera un organismo,
pero no nos dice
cómo opera ese
organismo y menos
aun de por qué
opera. A priori
significa
"instalado"
o "innato"
y la justificación
que Kant da de lo
apriorístico
conduce, aunque a
través de rodeos,
en última instancia
a Dios y a una
mitología
platónica de las
ideas como
categorías. En este
aspecto Vico es más
moderno y también
más práctico. Por
ejemplo, en
relación con la
categoría de la
causalidad Vico
dice: "Si lo
verdadero es lo que
ha sido hacho, liego
demostrar algo por
medio de su causa es
lo mismo que
causarlo"."
Esta concepción
(que redescubrieron
los matemáticos
constructivistas
modernos,
probablemente sin
conocer a Vico)
tiene amplio campo
de aplicación, que
el mismo Vico hubo
de reconocer.
La posibilidad de
identificar algo
como causa resulta
del antecedente de
organizar elementos
que no tienen
relación entre sí,
es decir, del operar
activo del
experimentador, de
suerte que la forma
determinada del
objeto (es decir.
causalmente
determinada) nace de
la ordenación y
composición de
elementos".**
En términos muy
generales, esto
significa que el
mundo que
experimentamos es y
debe ser tal como
es, porque nosotros
así lo hemos hecho.
Para Kant la Índole
y la forma de esta
construcción están
determinadas por lo
apriorístico. En
Vico en cambio no
son formas de
pensamiento
inalterablemente
"instalados"
del organismo lo que
determinan toda
construcción, sino
que es la historia
de lo que nosotros
construimos la
determinante porque
en todo momento lo
ya hecho limita
aquello que puede
hacerse ahora.
Resumiendo el
pensamiento de Vico,
la construcción del
conocimiento no
está restringida
por la meta
(imposible) de
corresponder con una
realidad
"objetiva"
que no puede ser
experimentada ni
conocida. Sin
embargo, está
restringida por
condiciones que
surgen del material
utilizado, el cual,
ya sea concreto o
abstracto. Siempre
es consecuencia de
los resultados de
una construcción
anterior. Con esta
idea de conformidad
dentro do ciertas
restricciones 'que
reemplaza la noción
de
"verdad",
Vico anticipa el
principio de
viabilidad, básico
en la teoría del
conocimiento
constructivista
Por elegante que sea
esta explicación
ella deja empero dos
preguntas
pendientes. La
primera es ¿cuáles
son los límites
dentro de los cuales
es compatible una
nueva construcción
con las
construcciones ya
existentes? La
segunda es: ¿por
qué emprende un
organismo semejante
construcción
cognitiva? La
tercera sección de
este ensayo procura
encontrar una
posible respuesta a
estas preguntas.
III
A diferencia de la
teoría del
conocimiento
tradicional en la
cual se da por
sentado el conocer o
se lo considera una
actividad legítima
de un organismo
biológico y
psicológico libre
de toda presión, el
constructivismo
radical se sale
deliberadamente de
esta esfera para dar
en lo que los
filósofos tildan a
menudo más o menos
despectivamente de
"psicologismo".
Las consideraciones
que lo mueven a dar
este paso se pueden
deducir de lo
expuesto en las
primeras dos
secciones de este
ensayo, si se las
coteja
adecuadamente.
En primer lugar,
está el punto de
vista según el cual
el conocimiento es
decir lo que es
"sabido",
no puede ser el
fruto de una
recepción pasiva,
sino que se origina
como producto de la
actividad de un
sujeto activo. Esta
actividad no
Corresponde
ciertamente con una
manipulación de las
cosas en sí",
es decir. objetos
que se podría
pensar que tienen,
antes de ser
experimentados, la
propiedades y la
estructura que el
experimentador les
otorga. Por eso
llamamos
"operar" a
la actividad que
construye el
conocimiento y se
trata del operar de
esa instancia
cognitiva que, como
lo expresa tan bien
Piaget, el
organizarse a si
misma organiza su
mundo experiencial.
La epistemología se
convierte así en un
estudio de cómo
opera la
inteligencia, de la
manera y forma en
que el intelecto usa
para construir un
mundo relativamente
regular desde el
fluir de su
experiencia. Pero
las funciones del
intelecto son un
tema del que siempre
se interesó la
psicología, y
cuanto más acentúa
el operar activo
más psicológica se
hace la
investigación. Si
agregamos a esto
conceptos y
consideraciones de
la historia de la
evolución, es
decir, conceptos
filogenéticos y
ontogenéticos, nos
encontramos en el
área de la
"epistemología
genética". El
realista metafísico
trata con ahínco
'de evitar esta
área pues para él
la teoría del
conocimiento no debe
ser mancillada con
consideraciones
biológicas o
psicológicas.
Pero si -como ya lo
explica Alcmeón en
el fragmento citado
al principio de este
ensayo- la actividad
cognoscitiva del
hombre no puede
llevar a una imagen
verdadera y certera
del mundo, pero
sólo se limita a un
indagar e inferir,
luego esa actividad
puede ser vista como
forjando llaves con
cuya ayuda el hombre
puede abrir caminos
que lo conduzcan a
los fines que elige.
Esto quiere decir
que la segunda
pregunta que
formulamos al
terminar la
sección, la de por
qué ocurre la
actividad cognitiva.
está
inseparablemente
unida a la primera
pregunta; porque, en
efecto, que una
llave funcione bien
o no, no depende de
que encontremos una
cerradura adecuada
con la que aquélla
encaje, sino única
y solamente de que
nos facilite el
camino hacia el fin
que queremos
alcanzar.
Todo constructivismo
comienza con el
supuesto
intuitivamente
confirmado de que la
actividad cognitiva
ocurre en el mundo
de la experiencia de
una conciencia que
tiende a un fin. Ese
carácter
ideológico nada
tiene que ver por
cieno con los fines
en una
"realidad
exterior". Los
fines a que aquí
nos referimos nacen
únicamente del
hecho de que: un
organismo
cognoscente evalúa
sus vivencias y
porque las evalúa
entonces tiende a
hacer que se repitan
unas y que .sean c
-ladas otras. Los
producios de la
actividad cognitiva
consciente, es
decir. las
construcciones y
estructuras
cognitivas, tienen
pues cada vez un fin
y por lo menos
originariamente, son
juzgadas por cómo
sirven al fin
elegido. Pero el
concepto de
finalidad presupone
por su parte el
supuesto de que es
posible establecer
regularidades en el
mundo de la
experiencia. Hume
formuló
inobjetablemente el
argumento que
describe la
situación: "Si
abrigáramos la
menor sospecha de
que el curso de la
naturaleza puede
cambiar, y de que el
pasado pueda no ser
la regla para el
futuro, toda
experiencia se toma
inútil y de ella no
se pueden sacar
ninguna clase de
inferencias o
conclusiones".(10)
Esta creencia en la
regularidad y, por
lo tanto, en la
posibilidad de la
inducción es propia
de . todo ser
viviente.
El concepto de
naturaleza era para
Hume, lo mismo que
para Kant "la
suma de todos los
objetos de la
experiencia".(13)
Esto quiere decir
que cualquiera sea
la conjetura que
saquemos de nuestra
experiencia -esto
es, todo lo que
llamamos inducir- se
refiere
necesariamente a
nuestra experiencia
y no a ese mundo
mítico
independiente de la
experiencia con el
que sueñan los
realistas
metafísicos.
El segundo punto de
vista que se puede
formular sobre la
base de la
concepción
constructiva incumbe
a la naturaleza de
las regularidades
que el organismo
cognitivo encuentra
o, mejor dicho, crea
en su mundo
experiencial. Para
afirmar de algo que
es regular,
constante y en
cierto modo
invariante es
menester llevar a
cabo una
comparación. Es
decir, algo que ya
ha sido
experienciado; se
coteja con una
segunda experiencia
que no coincide con
la primera. Este
"poner en
relación"
puede suministramos
(independientemente
de! resultado de la
comparación) dos
conceptos
fundamentalmente
diferentes:
equivalencia c
identidad
individual. La
confusión de estos
dos conceptos
básicamente
diferentes hace usar
indistintamente las
expresiones "lo
igual" y
"lo
idéntico" (en
inglés esto llego
hasta el punto de
que una y la misma
palabra, the same,
se utilice para
expresar ambos
conceptos). Sin
embargo es
indispensable
establecer la
distinción, si
queremos comprender
los materiales más
elementales de la
construcción
cognitiva.
Como lo mostró
Piaget, los
conceptos de
equivalencia y de
identidad individual
en modo alguno son
conceptos dados a
priori, innatos,
sino que todo niño
"normal"
los construye dentro
de los dos primeros
años de vida.
Esencial es aquí el
desarrollo de la
capacidad de
representación. Por
una parte, esa
capacidad le permite
a uno comparar una
percepción con una
presente; por otra
parte, esta misma
capacidad prepara el
camino para
considerar nuestras
percepciones
repetidas y
especialmente
conjuntos de
percepciones
repetidas cómo
objetos y ubicarlos
en un espacio
independiente del
propio movimiento
del sujeto y en un
tiempo separado del
flujo de vivencias
del sujeto. Junto
con el desarrollo de
esta facultad de
representación se
presentan dos
posibilidades de
comparación: dos
complejos de
percepciones
(experiencias)
pueden en todo
momento ser
"externalizados"
como dos objetos
independientes el
uno del otro, pero
también pueden ser
considerados como
dos vivientes de uno
y el mismo objeto
que
"existe"
individualmente.
Esto nada tiene que
ver con la
comparación en sí,
sino que únicamente
determina el
carácter conceptual
de lo que se
compara. Si esa
comparación nos
lleva a formular un
juicio de
"semejanza",
entonces,3 tenemos o
bien dos objetos que
son semejantes en la
comparación de las
propiedades
consideradas, o bien
tenemos un objeto
que en el tiempo
transcurrido entre
las dos vivencias,
ha permanecido
'igual. Si la
comparación, en
cambio, nos lleva a
formular un juicio
de
"diferencia",
entonces tenemos o
bien dos objetos con
diferentes
propiedades o bien
tenemos un objeto
que, desde la
vivencia anterior,
ha cambiado.
En la práctica
ciertamente se dan
contextos que
señalan en una y
otra dirección sin
que podamos decidir
conscientemente
entre equivalencia e
identidad
individual. En otro
lugar he señalado
que hay casos
dudosos y cómo, en
el caso de la
identidad, tratamos
de decidir
valiéndonos de la
justificación más
o menos plausible de
postular alguna
forma de
continuidad. Aquí
me limitaré tan
sólo a hacer
resaltar que aun esa
continuidad en la
existencia de un
objeto individual
siempre es el
producto de una
operación realizada
por el sujeto
cognoscente, y nunca
se la puede explicar
como una condición
dada de la realidad
objetiva.
Nadie
aprovecha con mayor
habilidad estas
posibilidades
conceptuales que el
prestidigitador. Por
ejemplo en una
función pide a uno
de los espectadores
su anillo, lo arroja
al medio de la sala
donde se encuentra
su auxiliar y luego
hace que el pasmado
espectador encuentre
el mismo anillo en
su propio bolsillo.
La magia consiste en
que las percepciones
de los espectadores
son guiadas de
manera tal que
maquinalmente
construyan una
identidad continua
desde la primera
aparición del
anillo arrojado al
medio de la sala. Si
se logra,
efectivamente todos
pueden pensar que
sólo un milagro ha
hecho que el mismo
anillo se encuentre
en el bolsillo del
espectador.
Análogamente ocurre
con la cinta de seda
roja que el
ilusionista corta en
pequeños trozos y
luego con un pase de
las manos la muestra
en su totalidad
original. Otro
ejemplo semejante y
a menudo citado es
el del
cinematógrafo, en
el cual, según las
circunstancias de la
percepción, vemos
una serie de
imágenes
individuales y
distintas o un
movimiento
continuado.
Independientemente
del hecho de que en
algún lugar y en
algún momento un
caballo
"verdadero"
trotó en la
realidad y fue
filmado, cuando
vemos la película
debemos construir el
movimiento como un
cambio continuado
(de uno y el mismo
caballo) con la
sucesión de
imágenes. (La
circunstancia de que
en esto procedamos
de manera
enteramente
automática no
altera el hecho de
que debemos hacerlo
para ver el caballo
en movimiento.)
En no menor medida
son construidos los
juicios de semejanza
y diferencia en la
esfera de los
objetos de
percepción. Como ya
dije antes, la
"semejanza"
es siempre el
resultado de un
examen de
determinadas
propiedades. Dos
huevos pueden ser
considerados
semejantes en cuanto
la forma, tamaño y
color o porque
proceden de la misma
gallina, pero
claramente hay
diferencias si uno
ha sido puesto ayer
y el otro hace seis
semanas. Un ratón
de campo y un
elefante son en
muchos aspectos
diferentes, pero
serán considerados
semejantes como
seres vivos cuando
queremos distinguir
a los mamíferos de
otras clases de
animales. Y por fin
todos los huevos,
todos los animales,
todas las cosas que
he visto o me he
representado alguna
vez son semejantes
entre sí por la
circunstancia de que
mediante operaciones
perceptivas bien
determinadas los
aislé todo eso como
objetos limitados,
conclusos en sí
mismos, en el campo
total de mi
experiencia. En
estos casos, así
como en todo los
imaginables, resulta
claro que los
criterios con los
cuales determinamos
su semejanza o
diferencia son
creados y elegidos
por el sujeto
viviente que juzga y
nunca pueden ser
atribuidos a un
mundo independiente
del experimentador.
Más importante aún
para comprender el
constructivismo
radical es el operar
activo del sujeto en
cuanto a lo que
llamamos regularidad
o invariancia en el
mundo de la
experiencia Tanto la
regularidad como la
constancia
presuponen
experiencias
repelidas y la
repetición sólo
puede realizarse
sobre la base de una
comparación que
arroja un juicio de
semejanza. Pero la
semejanza, según
acabamos de ver, es
siempre relativa:
los objetos y los
hechos son
"semejantes"
en relación
precisamente con las
propiedades o panes
que son consideradas
en la comparación.
Esto significa que
un hecho que, por
ejemplo, consta de
los elementos a,
b, c, puede
considerarse
semejante a un hecho
que posee o, b, c
y x siempre que
no tenga en cuenta x.
Este es el principio
de la asimilación.
En un contexto en el
que entran en juego
exclusivamente las
panes o propiedades
a, b, y c, cada
objeto que posee o,
b, y c puede
aceptarse como
semejante. Es más
aun no se lo puede
distinguir de otros
objetos que también
posee a, b y c,
siempre que no se
tomen en
consideración otras
propiedades. Pero la
situación cambia
cuando un objeto
que, si bien consta
de o, b y c,
se compone de manera
diferente de la que
se espera de objetos
que poseen a, b y
c de conformidad
con la experiencia
anterior. Esto
determina una
perturbación que
puede llevar a
considerar otras
panes o propiedades.
Entonces aparece la
posibilidad de
distinguir el objeto
perturbador (e
inaceptable por eso
en la situación
dada) en virtud de
una propiedad x de
los otros objetos
aceptables. Este es
el principio
fundamental sobre el
cual Piaget
construyó su
teoría de la
asimilación y de la
acomodación del
marco de esquemas de
acción y es uno de
los más importantes
componentes en su
análisis del
desarrollo cognitivo
en general. Aquí
sólo haré notar
que en este
principio está
también contenido
el concepto de
"encajar
con" pues aquí
no se trata de cómo
se considera que un
objeto puede ser en
"realidad"
o desde un punto de
vista
"objetivo",
sino que lo único
que importa es si
cumple el servicio o
se compone como se
espera de él y, por
lo tanto, si
"encaja" o
no a la situación.
Ahora bien, si la
repetición puede
construirse sobre la
base de semejante
comparación es
evidente que en el
caso de todos los
tipos de regularidad
(que por cierto
siempre presuponen
repetición) cabe
decir lo mismo.
Tanto aquí como
allá se trata de
una cuestión de
punto de vista, es
decir, qué se
considera y en
relación con qué
se busca
"semejanza".
Suponiendo que la
materia prima del
asunto de la
experiencia sea lo
bastante rica y
copiosa, una
conciencia
asimiladora puede
construir
regularidades y
orden también en el
mundo completamente
caótico, sin
ningún orden. Hasta
qué punto se logre
esto depende más de
los fines y del
punto de partida ya
construido que de
las condiciones
dadas del mundo
llamado
"verdadero".
Un
albañil, que
trabaje
exclusivamente con
ladrillos, tarde o
temprano llegará a
la conclusión de
que todas las
aberturas de
ventanas y puertas
deben tener un arco
que sostenga la
mampostería
superior. Si el
albañil cree
entonces que ha
descubierto una ley
del mundo absoluto
se engaña de manera
muy semejante a la
que se engañaba
Kant al creer que
toda la geometría
debía ser
geometría
euclidiana.
Cualesquiera que
sean los materiales
que elijamos, ya se
trate de ladrillos,
ya se trate de
elementos
euclidianos, dichos
materiales
determinan límites.
Pero nosotros
experimentamos esos
límites, por así
decirlo, sólo desde
"adentro",
en la perspectiva de
los ladrillos o en
la perspectiva
euclidiana Nunca se
nos muestran las
fronteras del mundo
en las cuales
naufragan nuestros
emprendimientos. Lo
que vivimos y
experimentamos, lo
que conocemos y
llegamos a saber
está necesariamente
construido con
nuestros propios
materiales y sólo
se puede explicar
por manera y forma
de construir.
Recapitulación
Las características
del lenguaje nos
obligan
inevitablemente a
presentar una cosa
tras otra. Por eso
deben leerse una
después de otra las
tres secciones de
este capítulo,
sólo que esta
inevitable sucesión
no ha de entenderse
como orden lógico.
Aquello sobre lo que
versan estas
secciones se pueden
exponer únicamente
de manera muy
aproximada como tema
aislado pues en el
pensamiento
constructivista cada
idea está tan
estrechamente
entrelazada con las
demás que exponerla
individualmente da
la impresión de un
ejercicio de
pulsación, musical.
Los argumentos que
se han ofrecido
aquí no pueden
ciertamente
presentar una nueva
imagen del mundo en
sus hilos
particulares, sino
que la presentan
como una trama
entretejida.
El análisis
conceptual mostró
por una parte que
una conciencia,
cualquiera sea su
constitución, sólo
puede reconocer la
"repetición",
la
"constancia"
y la
"regularidad"
sobre la base de una
comparación; por
otra parte, mostró
que ya antes de la
comparación
propiamente dicha
hay que decidir si
los dos hechos . que
han de compararse se
consideran como
eventos de uno y el
mismo objeto o de
dos objetos
separados. Estas
decisiones
determinan lo que ha
de considerarse como
unidad
"existente"
(objeto) y lo que ha
de considerarse como
relación (entre
objetos) y al
hacerlo crean
estructuras en el
flujo de la
experiencia. ' Esa
estructura es lo que
el organismo
cognitivo consciente
experimenta como;'
"realidad"...
y puesto que dicha
estructura casi
exclusivamente
(hasta ahora), fue
creada de manera
automática se
presenta como
condición dada de
un mundo
independiente que
existe por sí
mismo.
Este modo de ver las
cosas no es nuevo.
Desde Piñón hasta
los físicos
teóricos del
presente (que cada
vez con mayor
frecuencia deben
preguntarse si
están descubriendo
leyes de la
naturaleza o si, por
obra de las
refinadas
preparaciones de la
observación
experimental, están
forzando más bien a
la naturaleza para
que encaje en
hipótesis
previamente
concebidas), el
escepticismo llegó
a la misma
conclusión. Pero
mientras en el fondo
continuemos siendo
"realistas
metafísicos" y
esperemos del
conocimiento que nos
procure una imagen
verdadera" de
un mundo
independiente y
supuestamente
"real", el
escéptico nos
parecerá siempre un
pesimista y un
aguafiestas pues sus
argumentos nos hacen
ver que no es
posible un
conocimiento de esa
índole, "fiel
a la verdad".
El realista
ciertamente puede
continuar siendo a
pesar de todo
realista si hace a
un lado los
argumentos del
escepticismo por
considerar que
repugnan al
"sano"
entendimiento humano
y hacer como si
nunca se los
hubieran expuesto.
Pero si toma
seriamente los
argumentos tendrá
que retirarse a
alguna forma de
idealismo subjetivo,
y ese movimiento de
retiro termina en
última instancia en
un inevitable
solipsismo, es
decir, la creencia
de que no puede
existir ningún
mundo independiente
del sujeto.
Porque esta
situación parece
inevitable, por una
parte, frente a la
lógica irrefutable
de los argumentos
escépticos porque,
por otra, estamos
intuitivamente
convencidos de que
el mundo está lleno
de impedimentos que
nosotros mismos no
hemos puesto
deliberadamente en
nuestro camino,
debemos volver a dar
el primer paso de la
teoría del
conocimiento para
resolver este
dilema. Uno de esos
primeros pasos es el
de definir la
relación entre
conocimiento y éste
es precisamente el
punto en el cual el
constructivismo
radical se sale del
escenario
tradicional de la
epistemología.
Apenas se concibe el
conocimiento, no ya
como busca de un
icónico acuerdo con
la realidad
ontológica, sino
como búsqueda de
modos de conducta y
pensamiento que
encajan, desaparece
el problema
tradicional. El
saber es construido
por el organismo
viviente para
ordenar lo más
posible el flujo (en
sí mismo informe)
de la experiencia en
hechos repetibles y
en relaciones
relativamente
seguras. Las
posibilidades de
construir semejante
orden están
determinadas por los
pasos previos de la
construcción y esto
quiere decir que el
mundo
"verdadero"
se manifiesta
exclusivamente
cuando nuestras
construcciones
naufragan. Pero como
sólo podemos
describir y explicar
el naufragio con
precisamente esos
conceptos que hemos
empleado para
construir las
estructuras
fallidas, nunca nos
será dada una
imagen del mundo a
la cual podamos
culpar del
naufragio.
Quien ha entendido
esto naturalmente no
considerará el
constructivismo
radical como
representación o
descripción de una
realidad absoluta,
sino que lo
concebirá como un
posible modelo de
conocimiento en
seres vivos
cognitivos que son
capaces, en virtud
de su propia
experiencia, de
construir un mundo
más o menos digno
de confianza.
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Stamperia
de'Classici Latini,
Ñapóles, 1858,
Capítulo I,
párrafos 1,5-6.
28 Vico: op. cit..
Capítulo I.
párrafo ITI, 2.
29 Vico: op. cil..
Capítulo VII,
párrafo ffl, 5.
30 Vico: op. cit..
Capítulo IH,
párrafo 1,2.
31 Vico: op. cit..
Capítulo in,
párrafo 1,3.
Cuestionario
1.
Puedes enunciar una
lista de
características de
la teoría
epistemológica
constructivista y
diferenciarla de la
teoría
epistemológica
clásica o teoría
del conocimiento
tradicional?
2. ¿Por qué von
Glaserfeld habla de
un constructivismo
radical?
3. Enuncia algunos
aspectos básicos de
la teoría de la
realidad implícita
en la argumentación
constructivista.
_________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
8
La
concepción
organísmica
Ludwig
von Bertalanffy
La
investigación y el
pensamiento
biológicos se han
guiado
tradicionalmente por
cuatro principios
rectores, que
podemos llamar los
postulados
analítico,
sumativo,
mecanicista y
reactivo. La
tendencia general
era reducir la vida
y la acción
orgánica a unidades
y procesos
elementales y
explicar los
fenómenos complejos
como sumación de
elementos y procesos
elementales. Así,
la bioquímica
investiga los
componentes y
procesos
individuales en los
sistemas orgánicos,
la teoría celular
especifica la
descomposición del
organismo en
células
individuales, la
teoría clásica del
reflejo y la
localización
describe la
disección del
sistema nervioso en
un cierto número de
arcos y centros
reflejos, etc.
La característica
básica de los
sistemas orgánicos
es el orden
espléndido que
reina entre una
enorme cantidad de
elementos y
procesos. La
mayoría de los
procesos
individuales en los
sistemas orgánicos
se pueden describir
empleando conceptos
fisicoquímicos, y
muchas veces cabe
incluso
representarlos
mediante modelos
puramente físicos.
Esto se aplica, por
ejemplo, a los
procesos
respiratorios y de
fermentación que
antes se
consideraban
específicamente
vitales. Los rasgos
característicos de
la vida no descansan
en la especificidad
de los procesos
individuales sino en
el hecho de seguir
una pauta dada que
garantiza el
mantenimiento, la
restauración o la
reproducción del
sistema. Tal es la
diferencia
fundamental entre
los procesos que
ocurren en
organismos vivos y
las reacciones que
tienen lugar en
materias inertes o
cuerpos en
descomposición.
De hecho, sólo
existía una teoría
que explicara este
orden de procesos
orgánicos; nos
referimos a la que
compara el
funcionamiento de un
organismo con el de
una máquina. Esta
comparación con una
máquina o un
autómata ilustra el
último de los
cuatro postulados o
puntos de vista
anteriormente
citados, el cual
considera el
organismo como una
estructura
susceptible sólo de
reaccionar ante
impulsos externos
llamados estímulos,
pero que no puede
actuar sin ellos.
No tiene caso
insistir en el
éxito obtenido por
esta concepción
clásica. Pero
andando el tiempo se
vio cada vez más
claro que no podía
hacer justicia a los
fenómenos vitales.
El presente autor ha
abogado por un
concepto -conocido
como organísmico-,
que, a su entender,
arroja una luz más
adecuada para la
comprensión del
organismo, y cuyos
rasgos principales
se esbozarán en lo
que sigue.
¡Aunque la teoría
clásica trabajaba
sobre una base
predominantemente
analítica, fue
abriéndose camino
la idea de que era
necesario ver e
investigar el
organismo como un
todo, pues éste
constituye un
sistema de elementos
que interactúan
dinámicamente, lo
que a su vez indica
que el
comportamiento del
sistema no puede ser
descrito mediante
una simple sumación
de las conductas de
sus partes,
investigadas
aisladamente. Esta
noción sistémica
es indispensable
para todos los
campos de la
biología. La vida
orgánica y sus
procesos, la
estructura de las
unidades, desde el
elemento químico
más simple a las
organizaciones
supraindividuales,
su desarrollo y
funcionamiento, todo
ello se nos aparece
como totalidades
donde las partes y
los procesos
individuales
dependen de todas
las otras partes y
procesos.
Evidentemente se
plantea la cuestión
de cómo definir las
leyes típicas del
sistema
"organismo",
ya que no podemos
resolverla si
investigamos
solamente los
componentes
químicos, las
células o los
procesos
individuales. La
concepción
organísmica
considera que el
objetivo principal
de la biología
moderna consiste en
la formulación de
dichas leyes
sistémicas.
Resulta imposible
describir aquí en
detalle qué se ha
llevado a cabo al
respecto; no
obstante, es preciso
apuntar que las
leyes sistémicas
biológicas conocen
actualmente un gran
desarrollo en todas
las ciencias de la
vida. El principio
de orden
jerárquico, que se
aplica a los
componentes
químicos, la
estructura celular,
las células, los
tejidos, y así
hasta llegar a los
organismos
multicelulares o aun
a las unidades
supraindividuales,
como las familias,
los rebaños o los
ganados, y que fue
investigado por
Heidenhain y
Woodger, entre
otros, parece ser
fundamental para la
estructura
organísmica. El
proceso orgánico se
caracteriza por un
estado estable
dinámico que
permite al sistema
mantenerse en un
cambio constante de
componentes mediante
asimilación y
disimilación. Este
estado estable puede
relacionarse con la
cinética química,
que nos permite
formular una teoría
matematicofísica
del crecimiento
orgánico, así como
definir leyes
cuantitativas para
la diferenciación
ontogenética y
filogenética de las
formas orgánicas
(Huxley, D'Arcy
Thompson,
Bertalanffy).
Asimismo, los
trabajos de autores
como Pütter y Hecht
han integrado los
fenómenos de la
irritabilidad con
los del metabolismo
en un campo teórico
coherente y capaz de
explicar las
relaciones
cuantitativas que
existen entre
estímulo y
respuesta.
Si
antes dijimos que
hoy día ya es
posible expresar, al
menos parcialmente,
las leyes
sistémicas de la
vida orgánica en
términos de
fórmulas
matemáticas, parece
pertinente hacer una
observación
fundamental en lo
que respecta al
estudio matemático
de cuestiones
biológicas. El
propósito de la
biología teórica
es formular leyes
sobre fenómenos
vitales. No tiene
duda que este
objetivo será
alcanzado si se
logra formular tales
leyes de modo
matemático, pues la
"matematización"
tiene éxito siempre
y cuando desemboque
en un sistema
teórico, donde, por
deducción, de leyes
generales pueden
derivarse otras más
específicas. Con
todo, discutir hasta
qué punto es
posible el
tratamiento
matemático de las
cuestiones
biológicas excede
de los propósitos
de este ensayo.
Volvamos ahora al
tercero de los
principios
mencionados al
comienzo del
capítulo, es decir,
a la interpretación
mecanicista del
organismo. La única
explicación que
daba la biología
clásica del orden
de los procesos
vitales, descansaba
en la comparación
con estructuras
fijas, similares a
las máquinas. No
obstante, el estudio
de la ontogénesis
ha mostrado que
durante las primeras
etapas del
desarrollo cualquier
parte del embrión
puede producir un
órgano cualquiera.
Es sólo más tarde,
y de forma gradual,
cuando las partes
individuales del
embrión se
especializan,
comenzando a
comportarse como
máquinas destinadas
a la producción de
ciertos tejidos u
órganos. Así, cada
día gana más
adeptos el enfoque
que ve al organismo
como un sistema
uniforme y
dinámicamente
reactivo,
reconociéndose la
primacía del orden
dinámico sobre la
disposición
estática de
estructuras
mecánicas. De esta
característica
dinámica de los
procesos orgánicos
procede su
plasticidad frente a
necesidades
cambiantes, al
permitirles una
regulación
adaptativa en caso
de perturbaciones.
No es acaso muy
osado comparar este
concepto dinámico
de la vida con las
opiniones que
sostienen los
físicos
actualmente, ya que
del mismo modo que
la física moderna
disuelve la materia
en un conjunto de
vibraciones, así la
biología de nuestro
tiempo disuelve la
forma orgánica
rígida en una
corriente de
procesos que generan
una estructura
orgánica a primera
vista persistente.
A este respecto ha
de analizarse el
problema constituido
por la directividad
a una meta. La
biología
mecanicista
explicaba la
directividad a una
meta como un caso
análogo al de la
orientación de una
máquina diseñada
por el azar. El
vitalismo subrayaba
que sólo los seres
racionales
construyen
máquinas. Así
pues, el punto de
partida de la
discusión entre
mecanicistas y
vitalistas era el
concepto de
máquina. Infinitos
fueron los
argumentos que se
esgrimieron a favor
y en contra de la
legitimidad del
concepto de
directividad a una
meta y de su
aplicabilidad a los
procesos orgánicos.
De lo que no puede
haber duda, sin
embargo, es de que
los procesos de un
organismo vivo se
ordenan generalmente
para contribuir a su
mantenimiento. La
diferencia existente
entre los procesos
de una máquina y un
organismo vivo
consiste sobre todo
en la equifinalidad
de los segundos, ya
que mientras que los
procesos de
reacciones
mecánicas siguen
una pauta fija, el
rasgo
característico de
los procesos
orgánicos consiste
en que la misma meta
puede alcanzarse
desde diversos
puntos de partida y
de formas
diferentes. Si
cortamos en trozos
un pólipo o una
planaria, cada uno
de ellos es
susceptible de
desarrollarse y
convertirse en un
animal normal.
Driesch consideró
tales regeneraciones
como la prueba
fundamental de la
validez del
vitalismo. Otros
casos de
equifinalidad son:
el hecho de que un
organismo alcanza su
talla final
independientemente
de su tamaño
inicial y la pauta
de crecimiento; la
capacidad
regulatoria del
sistema nervioso,
que estudiase Bethe;
o, en fin, el hecho
de que un animal
puede alcanzar la
misma meta a través
de movimientos
diferentes. No
obstante, dicha
equifinalidad no
supone un
prerrequisito
vitalista, sino que
es un rasgo general
de las reacciones
sistémicas, y se
caracteriza por el
hecho de que el
sistema alcanza su
estado final gracias
a procesos que
pueden variar con
arreglo a las
condiciones
iniciales. En su
forma más simple,
la equifinalidad
puede observarse
incluso en sistemas
físicos.
Consideremos ahora
el problema
planteado por la
reactividad de un
organismo. Se
empieza a reconocer
en nuestros días
que el organismo,
aun en condiciones
externas constantes,
no es inerte sino
que constituye un
sistema activo.
Dicha actividad es
evidente en su
metabolismo, pero
también en su
actividad autónoma,
que no puede
explicarse
exclusivamente a
partir de los
reflejos. Así, el,
enfoque mecanicista,
para el cual el
organismo viene
determinado
pasivamente y sólo
puede reaccionar
ante influencias
externas, tuvo que
dar paso a una
concepción que
reconoce la
primacía de la
acción sobre la
reacción.
El enfoque
organísmico ha
hecho obsoleta e
irrelevante una gran
parte de la
polémica entre
mecanicismo y
vitalismo. Hoy se
cree que ambos son
insatisfactorios,
puesto que el
mecanicismo no
explica de modo
aceptable el orden
de los procesos
orgánicos, y el
vitalismo, aun
cuando fue el
primero en reconocer
que el organismo
constituye un todo,
renuncia a una
explicación
científica. De
hecho, el vitalismo
no ha superado la
visión agregadora y
mecanicista de los
fenómenos vitales,
y considera también
al organismo como
suma de procesos
independientes y de
componentes
mecánicos, con la
única diferencia de
que tal conglomerado
había de
construirse,
controlarse o ser
reparado con la
ayuda de .una
especie de ingeniero
o mecánico
anímico. El
vitalismo no fue
consciente de la
existencia e
importancia de un
orden dinámico en
el seno del sistema
total, de suerte que
fenómenos
considerados como
evidencia básica
para el vitalismo se
han hecho accesibles
a exactas
investigaciones en
el campo de la
teoría sistémica u
organísmica, y hoy
es posible
explicarlos
inclusive mediante
leyes formuladas
matemáticamente.
Para terminar,
deberíamos
responder a la
pregunta siguiente:
¿difieren o no las
leyes organísmicas
de las físicas? No
cabe duda de que
cuando en genética
usamos unidades
biológicas, tales
como genes o
cromosomas, y leyes
estadísticas para
describir sus
distribuciones, no
hacemos otra cosa
que formular leyes
específicamente
biológicas. Hoy,
empero, no estamos
en situación de
analizar la enorme
complejidad
representada por un
organismo en
términos de sus
procesos
fisicoquímicos
individuales, y, por
ende, no somos
capaces de predecir
si las leyes
biológicas pueden o
no ser reducidas en
última instancia a
las leyes físicas.
Pero aun así cabe
formular sobre los
fenómenos
biológicos leyes
tan exactas como las
que gobiernan los
fenómenos físicos.
Recientemente,
físicos como Böhr
y Jordán han
apoyado la opinión
de que la
indeterminación que
rige en los procesos
atómicos y
subatómicos debe
tomarse en cuenta
también en los
procesos
biológicos, dado
que los microsucesos
físicos quizá
experimenten una
ampliación en el
organismo y den
lugar a un
indeterminismo en el
nivel macroscópico.
En contra de tal
opinión ha de
recordarse que en la
mayoría de los
procesos
fisiológicos están
involucrados un
sinnúmero de
elementos físicos,
de .manera que
habría que
considerarlos como
eventos
macroscópicos
sujetos a un
determinismo
estricto. Esto se
aplica aun a
procesos
desencadenados por
pequeñas
cantidades,
verbigracia, los
efectos de
crecimiento en las
plantas. Por otro
lado, probablemente
existen fenómenos
en los que esa
ampliación de
microeventos
físicos puede jugar
un papel no
desdeñable. En
animales mantenidos
dentro de un entorno
homogéneo los
estímulos externos
no pueden ser
tenidos por
responsables de
cambios espontáneos
en la dirección y
velocidad de sus
movimientos, y es
probable que para
explicarlos haya que
tomar en cuenta
microeventos
físicos en el
sistema nervioso.
Concluyendo, cabe
decir que, si bien
la concepción
organísmica no
pretende haber
resuelto los grandes
interrogantes de la
vida orgánica,
dicho enfoque puede
reclamar el mérito
de haber señalado
el camino que
conduce a su
tratamiento
científico.
Cuestionario
1. ¿Cuáles son los
principios
tradicionales o
postulados básicos
de las teorías
biológicas y su
argumento general?
2. ¿En qué
consiste la
interpretación
mecanicista de
procesos orgánicos?
3. ¿Cuál es la
base teórica de la
concepción
organísmica?
_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
9
Percepción:
configuración
conductual del
objeto
Humberto
Maturana
(en colab. con Jorge
Mpodozis Marín)
I. Pregunta por la percepción
Antecedentes
Corrientemente se
habla en
neurofísiología y
psicología como si
el fenómeno
connotado con la
palabra percepción
consistiese en la
computación de
objetos ambientales
hecha por el sistema
nervioso a partir de
la información
captada por los
órganos sensoriales
del organismo en su
interacción con el
medio. En este
proceso el sistema
nervioso
construiría una
representación o
abstracción del
medio que le
permitiría generar
conductas adecuadas
a las distintas
circunstancias de
interacción del
organismo. Al mismo
tiempo se habla como
si las habilidades
cognoscitivas del
observador quedasen
explicadas de la
misma manera.
Notemos que tal modo
de hablar tiene un
sentido operacional
sólo bajo el
supuesto de que
existe un mecanismo
mediante el cual el
medio, al actuar
sobre el organismo,
especifica en éste
cambios
estructurales que lo
representan. Dicho
de otro modo, el
supuesto de que la
participación del
sistema nervioso en
la determinación de
la conducta del
organismo se da a
través de la
generación de una
representación (o
abstracción)
interna del medio,
necesariamente asume
la operación de tal
mecanismo. Que tal
modo de hablar sobre
la percepción y el
operar el sistema
nervioso no tiene un
carácter meramente
metafórico o
didáctico, sino que
revela una postura
epistemológica
implícita
fundamental, lo
ilustran las citas
contenidas en el
apéndice. Esta
postura supone: a)
que existe una
realidad
constitutivamente
independiente del
observador como
operador que
explica, y externa a
éste como
organismo; b) que el
observador puede
conocer tal realidad
como resultado de
sus interacciones
con ella, aunque
sólo sea deformada
o parcialmente, y c)
que las categorías
descriptivas que
usamos en nuestro
discurso
explicativo, tales
como objetos,
relaciones,
estructura,
pertenecen a tal
realidad y no sólo
a lo que el
observador hace o
dice.
El problema
En 1943, Roger
Sperry realizó
algunos experimentos
de rotación de ojos
en anfibios (4). En
estos experimentos
él mostró que los
animales
"recuperaban la
vista", pero se
orientaban en la
conducta de captura
de una presa con una
desviación igual al
ángulo en el que el
ojo había sido
rotado. Así, al
rotar el ojo en 180
grados, el animal,
ante una presa
presentada en su
campo visual
anterior, gira y
lanza su lengua como
si la presa hubiese
sido presentada en
su campo visual
posterior. Al
interpretar este
experimento,
corrientemente se
dice que el animal
se equivoca y se
pregunta si aprende
a corregir su error.
Tal interpretación
implica el supuesto
de que el animal
apunta a una presa
externa a él, y que
se equivoca porque
su mecanismo de
captación de
información y
computación de la
conducta está
alterado. Entonces
si al alterar la
estructura del
organismo alteramos
la percepción, ¿en
qué consiste el
fenómeno que
connotamos al hablar
de percepción? Si
la captación de
información depende
del instrumento,
¿qué fundamento
tenemos para afirmar
que lo que este
muestra es algo que
podemos decir es una
característica de
un objeto
independiente de
él?
Dificultad
Nosotros mantenemos,
y las citas
incluidas en el
apéndice muestran,
que el modo de
hablar sobre los
fenómenos
perceptuales y el
operar del sistema
nervioso en
términos de
captación de
información y
formación de una
representación del
medio no es
metafórico o
didáctico sino
revelador de un
paradigma
explicativo que es
biológica y
epistemológicamente
inadecuado, y que lo
es porque asume que
los cambios que el
organismo sufre en
sus interacciones
con el medio son
determinados, de
alguna manera, por
éste. Nosotros
pensamos que ello no
es posible, pues,
como ha sido
expuesto en trabajos
anteriores, el
intento de explicar
biológicamente
(científicamente) a
los seres vivos
exige que ellos sean
tratados como
sistemas
determinados
estructuralmente, y
tales sistemas no
admiten
interacciones
instructivas (1, 2).
En esta
circunstancia, la
pregunta por el
fenómeno de la
percepción queda
abierta. Por otra
parte, si el modo de
hablar citado es
sólo metafórico y
didáctico, no tiene
valor explicativo, y
la pregunta por el
fenómeno de la
percepción también
queda abierta.
Nuestro propósito
en este artículo es
contestar tal
pregunta mostrando
el mecanismo que da
origen a las
situaciones que
llamamos
perceptuales, no
sólo sin
contradecir el
determinismo
estructural de los
seres vivos, sino
que utilizándolo en
la explicación.
La pregunta
Como señalamos
anteriormente, los
seres vivos son
constitutivamente
sistemas dinámicos
determinados
estructuralmente, y
como tales no
admiten
interacciones
instructivas (1, 2).
Como consecuencia de
esto podemos afirmar
a) que todo lo que
ocurre en un
organismo surge en
él en cada instante
determinado por su
estructura; b) que
mientras el
organismo existe
como tal conserva su
organización en una
historia
ininterrumpida de
interacciones con el
medio en el cual se
realiza; c) que la
existencia de un
organismo como
sistema dinámico
consiste en un fluir
de cambios
estructurales que
sigue un curso
contingente a las
interacciones que
tiene en el medio
bajo condiciones de
conservación de su
correspondencia
estructural con él,
y que de otro modo
se desintegra; d)
que, debido a lo
dicho en a, la
estructura del
organismo determina
las configuraciones
estructurales del
medio con que se
puede encontrar en
sus interacciones
con él, y e) que,
también debido a a,
las interacciones
con el medio sólo
pueden gatillar en
el organismo cambios
estructurales
determinados en él
(2). Todo esto
implica que el medio
no puede especificar
lo que le ocurre a
un organismo e
invalida los
fundamentos de
cualquier
concepción que
hable de la
percepción como de
un proceso que
revela, aunque sólo
sea deformada o
parcialmente, las
características de
una realidad
independiente del
organismo que
percibe.
- ¿Qué ocurre
entonces?
- ¿Qué es la
percepción?
- ¿Cómo se
configura el objeto
que se dice que la
percepción percibe?
II. Respuestas
Al responder a estas
preguntas debemos
damos cuenta de que
la conducta de un
organismo es sólo
una descripción que
el observador hace
de una secuencia de
cambios posturales
(estructurales) que
éste exhibe en
relación al medio
en que es observado.
Estos cambios
posturales son
expresión de la
dinámica
estructural del
organismo, y surgen
con participación
del sistema nervioso
cuando este existe.
Dado que el
observador distingue
al organismo como un
sistema que se mueve
en un medio
conservando
necesariamente su
correspondencia
estructural
(adaptación) con
él (2, 5), el
observador puede
distinguir conductas
que surgen en el
organismo asociadas
a sus interacciones.
Es en el contexto de
la asociación entre
conducta y medio que
esta distinción
configura, que
corrientemente se
usa la palabra
percepción,
implicando que tales
conductas surgen de
la determinación
del organismo (o de
su sistema nervioso)
a nivel del
encuentro sensorial,
por un objeto
externo. Pero, por
lo que hemos dicho,
es aparente que el
fenómeno que se
connota con la
palabra percepción
no puede consistir
en tal
determinación, sino
que consiste en una
regularidad
conductual que el
organismo exhibe en
su operar en
correspondencia
estructural con el
medio, y que el
observador señala
como distinguiendo a
un objeto, al
asociarla a la
circunstancia
ambiental que la
desencadena.
Aclaremos:
El
organismo es un
sistema determinado
estructuralmente y,
por lo tanto, en la
interacción del
organismo con el
medio es el
organismo el que
determina cuál es
la configuración
estructural del
medio que gatilla en
él un cambio
estructural. Debido
a esto, el
observador no puede
caracterizar tal
configuración
estructural con
independencia de lo
que le pasa al
organismo como
consecuencia de la
ocurrencia de una
interacción. Por
esto, es sólo
mediante los cambios
conductuales del
organismo que un
observador puede
caracterizar al
medio en términos
de configuraciones
estructurales que
actúan como agentes
perturbantes
(perturbaciones) en
la interacción. En
otras palabras, es
sólo a través de
los cambios
conductuales que el
observador distingue
en un organismo en
la contingencia de
una perturbación
dada, que el
observador puede
caracterizar tal
contingencia como un
"objeto
perturbante" y
describirla como un
objeto (algo
independiente de)
para el organismo.
Finalmente, es esta
asociación que el
observador hace
entre el
"objeto
perturbante"
caracterizado por la
conducta del
organismo que lo
configura, y tal
conducta distinguida
por él o ella de
manera
independiente, lo
que constituye el
fenómeno que en el
vivir cotidiano se
connota con la
palabra,
percepción.
Notemos que la
utilización que el
observador hace de
la conducta del
organismo al
describir a un
agente perturbante,
ya sea como un
"objeto
captado" o como
una "fuente de
información
sensorial" que
origina la
percepción, implica
conceptualmente un
paradigma
explicativo en el
cual el organismo
genera su conducta
operando sobre
representaciones del
medio obtenidas
mediante la
captación de
objetos externos a
él. Sin embargo,
como hemos visto, el
organismo no puede
operar así, ya que
las perturbaciones
sólo pueden
gatillar en él
cambios determinados
en su estructura. La
correspondencia
estructural entre
organismo y medio no
surge de la
determinación del
organismo por el
medio, sino que se
da constitutivamente
como condición de
existencia del
organismo en su
dinámica histórica
de interacciones con
el medio, mientras
conserva
organización y
adaptación (5).
III. Conclusiones
El fenómeno que
connotamos con la
palabra percepción
no consiste, como e!
hablar
neurofisiológico y
psicológico usual
implica, en la
captación por el
organismo de objetos
externos a él.
Tampoco consiste en
la especificación,
por parte del medio,
de cambios en el
organismo que den
por resultado el que
éste opere con una
representación de
aquél en la
generación de su
conducta.
Contrariamente a
esto, el fenómeno
connotado con la
palabra percepción
consiste en la
configuración que
el observador hace
de objetos
preceptúales
mediante la
distinción de
clivajes
operacionales en la
conducta del
organismo, al
describir !as
interacciones de
este en el fluir de
su correspondencia
estructural en el
medio. La armonía
entre organismo y
medio que se quiere
rescatar con la
noción usual de
percepción, por lo
tanto, es propia de
este fluir de
cambios
estructurales del
organismo en
conservación de la
adaptación, y
fracasa cuando esta
correspondencia
estructural se
pierde. El
estudio de los
fenómenos
perceptuales como
fenómenos
cognoscitivos es,
por tanto, el
estudio de distintos
momentos recurrentes
del fluir
estructural del
organismo acoplado
al fluir estructural
del medio, como
momentos de una
historia de
interacciones que
implica la
conservación de la
correspondencia
estructural entre
organismo y medio.
Todo lo dicho
anteriormente se
aplica a todos los
organismos, incluso
a nosotros mismos
como observadores
haciendo
explicaciones y
descripciones, pues
nuestra condición
de tales también
surge en nuestro
operar como seres
vivos determinados
estructuralmente. El
que esto sea así,
invalida cualquier
intento de explicar
los fenómenos
cognoscitivos,
incluso al lenguaje,
como fenómenos
asociados a una
función connotativa
o denotativa de una
realidad
independiente del
observador.
IV. Reflexiones
Finalmente hay
cuatro
consideraciones que
queremos hacer por
las implicaciones en
el ámbito
operacional y
epistemológico
humano que la
comprensión del
fenómeno de la
percepción debe
tener:
a) La
distinción que
corrientemente
hacemos entre
ilusión y
percepción se funda
en el entendido de
que la percepción
es la experiencia de
la captación de una
realidad
independiente del
observador, mientras
que la ilusión es
una experiencia que
se vive "como
si" fuese una
percepción, pero
que ocurre en una
conexión inadecuada
con la realidad
externa. Lo que
hemos dicho muestra
que tal distinción
no es posible,
puesto que
constitutivamente no
hay captación de un
objeto externo en el
fenómeno
perceptual. Esto se
ve corroborado en la
vida cotidiana por
el hecho de que la
distinción entre
ilusión y
percepción se hace
únicamente por
referencia a otra
experiencia distinta
de la que se
califica con esa
distinción.
b) Ya que los
objetos
preceptúales surgen
como configuraciones
conductuales, el
mundo de los objetos
perceptuales
compartidos
pertenece al ámbito
de las concordancias
operaciones entre
organismos, los
cuales los
constituyen en el
devenir de su
convivencia como
configuraciones de
sus concordancias
conductuales. En
otras palabras, si
los objetos
perceptuales quedan
configurados por las
conductas del
organismo, el mundo
de objetos
preceptúales que se
da en la convivencia
de organismos,
incluyendo al
observador, sólo
puede surgir de esta
convivencia en tanto
que los organismos
operen generando y
conservando su mutua
correspondencia
estructural. El que
esto es así, es
también aparente en
la vida cotidiana en
la cual sabemos que
el mundo en común
sólo surge en la
comunidad del vivir.
c) El operar
del observador en el
lenguaje consiste en
un modo de vivir en
la recursión de
coordinaciones
conductuales que
surgen en la
comunidad del vivir
(3), y que
configuran un mundo
de objetos
preceptúales de la
manera indicada en
b. El lenguaje y el
operar del
observador, por lo
tanto, no requieren
ni dan origen a
referencias a una
realidad externa. El
mundo de las
descripciones y
explicaciones del
observador es un
mundo de modos de
convivencia
generador de objetos
perceptuales, en el
cual el observador
surge como uno de
ellos al surgir el
lenguaje (3). De
allí la potencia
generadora y
transformadora del
mundo que tienen el
lenguaje y las
explicaciones que se
dan en él.
d) El que en
el lenguaje
manejemos objetos,
como entidades
determinadas
estructuralmente
independientes del
observador, con las
que configuramos
descripciones y
explicaciones del
mundo que vivimos,
no constituye una
contradicción a
nuestra explicación
del fenómeno
perceptual. En
trabajos anteriores,
uno de nosotros
muestra que los
objetos surgen con
el lenguaje, y que
como tales consisten
en coordinaciones de
acción en una
comunidad de
observadores,
constituyendo, en
último término,
explicaciones de la
espontaneidad del
fluir de la
experiencia con las
coherencias
operacionales de la
experiencia (3, 5).
Por lo mismo, los
objetos
preceptúales de que
hablamos en este
artículo son los
objetos que surgen
en el lenguaje, y
pueden ser usados
recursivamente en la
explicación del
fenómeno
perceptual. En estas
circunstancias, el
determinismo
estructural que
respetamos y usamos
en nuestra
explicación
pertenece al operar
con objetos
preceptúales como
expresión de las
coordinaciones
operacionales de la
experiencia del
observador, y no
viola las
condiciones
epistemológicas de
nuestra
explicación, ni
valida un acceso a
una realidad
independiente.
Agradecimientos
Agradecemos lo que
nunca se expresa
adecuadamente pero
que jamás se debe
olvidar: la continua
contribución que en
la conversación han
hecho con su
inteligencia
creativa y seriedad,
Patricio Huerta,
Rafael Panteón y
Cecilia Babul.
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11. YOÜNG, J.Z
(1987): Philosophy
and the Brain,
Oxford University
Press.
Cuestionario
1. ¿En que consiste
la operación de
configuración del
objeto por parte del
organismo en la
teoría de Maturana?
2. De lo anterior,
¿cuál es la nueva
definición
operativa del
concepto
percepción?
3. ¿Cómo se
caracteriza al
observador en la
dupla conducta y
lenguaje?