UNIDAD 4
Lógica, estrategia, creatividad
OBJETIVO GENERAL
4.1.Comprender la importancia de modelos lógicos para la resolución de conflictos, problemas y tomas de decisión.
OBJETIVO PARTICULAR
4.1.1. Conocer la importancia del modelo heurístico para procesos de argumentación.
4.1.2. Comprender la psicoterapia constructivista sistémica como una perspectiva de formación básica para la comunicación humana y el desarrollo personal.
4.1.3.
Identificar los
postulados clave del
modelo heurístico
de la nueva
simplicidad y su
importancia
contextual para el
acto creativo.
______________________________________________________________________
15
Heurística y argumentación
Carlos
Pereda
A menudo se afirma que "creer o actuar racionalmente es creer o actuar con consistencia", y a continuación suele elucidarse ese creer y actuar como aquellos que siguen los esquemas regla-caso y medio-fin: un creer o actuar que se deducen de una regla precisa o que son los más adecuados respecto de un fin ya deseado. Llamaré a este concepto de razón "concepto austero" de razón, y a la normatividad que en él se expresa, "normatividad rígida". Sin embargo, ¿el concepto austero de razón subsume todo lo que se entiende por procesos racionales?, ¿la normatividad rígida agota el concepto de normatividad? Por ejemplo, ¿los esquemas regla-caso y medio-fin poseen sólo un tipo de uso o, más bien, se opera con ellos de varias maneras? La última pregunta también se puede reformular como sigue: ¿los modelos formales de razonamiento son los únicos racionales, o disponemos también de modelos heurísticos?
I
Un
esquema clásico de
la argumentación
práctica o
deliberación es el
llamado
"silogismo
práctico". Una
formula- ción de
éste es:
P1: El agente A
desea el fin Fl.
P2: A cree que los
medios mi, m2, ...,
m5 son los adecuados
para alcanzar el fin
F1.
C: A (si es
racional) realizará
los medios m 1,
m2... m5 para
alcanzar el fin F1.
Se trata de la forma
más elemental del
esquema medio-fin.
Un esquema
igualmente elemental
de la deliberación
práctica, pero de
acuerdo con el
esquema regla-caso,
es:
P1: La regla R
ordena hacer la
acción a en la
situación S.
P2: Es el caso que
S.
C: El agente A (si
es racional) deberá
hacer a en S. Estos
esquemas pueden
complicarse
agregando premisas
que distingan
submedios para
alcanzar otros
medios o que aludan
a subreglas de la
regla principal. En
cualquier caso,
ambos esquemas
elementales para
deliberar poseen
ciertas condiciones:
a] La regla general
o el Fin elegido
poseen un sentido
delimitado previo a
la relación
regla-caso o
medio-fin y
permanecen fijos
mientras subsiste
esta relación;
b] las relaciones
regla-caso o
medio-fin son, por
consiguiente, sólo
de subordinación,
deducción o
cálculo, de los
segundos a los
primeros. De esta
manera, si un caso
particular
contradice una regla
general o un fin
"último",
este caso se
descarta; c] la
regla general o el
fin elegidos
constituyen, así,
"puntos
terminales" de
cualquier argumento
que, a su vez, no se
pueden (no tiene
sentido) argumentar.
Sin duda, en muchas
situaciones
(morales, legales,
de cortesía,
técnicas, etc.) a
menudo se delibera
de acuerdo con estos
usos elementales. No
obstante, también
hay situaciones en
el que éste no es
el caso: donde no se
cumplen las
condiciones a], b] o
c}. Pero, ¿por no
cumplir las
condiciones a], b] o
c] se sucumbe en la
irracionalidad? Si
no se cumple la
condición a] se
tiene que sustituir
el uso elemental del
esquema regla-caso o
medio-fin por el
"uso
demarcador" de
estos esquemas; si
no se cumple la
condición b}
obtendremos el
"uso
modificador" o
el "uso
sustitutivo".
En ambos casos no se
cumple la condición
c]. En los usos
demarcadores del
esquema regla-caso o
medio-fin no se
cumple la condición
a] de los usos
elementales: el
agente no posee una
regla precisa de
acción o no adopta
un fin bien
delimitado. Esto es,
el agente no tiene
totalmente clara la
regla que debe (o
desea) seguir o el
fin que desea (o
debe) lograr, y
parte de su
deliberación
girará en torno a
ello: buscará
aclarar y elaborar
tal regla o el deseo
en cierto fin.
Una ilustración
frecuente del uso
demarcador del
esquema regla-caso
lo encontramos en el
derecho, en la
impartición de
justicia. Cuando se
pregunta
"¿cómo se
aplica una
ley?", fuera de
los casos más
rutinarios, la
aplicación no
consiste en deducir
a partir de una ley
general la norma
particular
correspondiente,
sino en varias
operaciones, algunas
muy complejas, en
las que se articula,
como se dice, la
"discrecionalidad"
del juez. Por
ejemplo, examinemos
la inocente regla:
"En esta playa
no se permiten
desnudos."
Aparentemente está
claro lo que se
prohíbe con la
regla, pero ¿lo es?
¿Prohíbe la regla
desnudos en la
arena, en el agua o
en ambos lugares?
Las mujeres en
tanga, ¿caen bajo
el concepto de
bañista desnudo? Si
no, ¿cuánto tiene
que cubrir el traje
de baño para que la
persona no esté ya
más desnuda?
Supongamos que
niños muy pequeños
andan desnudos, ¿se
les debe permitir o
no?, ¿y hasta qué
edad se les debe
permitir, seis
años, siete, ocho,
nueve, diez, once?
Por lo pronto, la
autoridad competente
tendrá que llevar a
cabo una doble
interpretación (una
doble demarcación):
tendrá que
interpretar la norma
e interpretar los
hechos (determinar
la norma y
determinar una
descripción de los
hechos). Una manera
de hacerlo será
buscando el fin que
se persigue con tal
regla al mismo
tiempo que se tienen
en cuenta ciertas
virtudes, digamos,
virtudes prácticas
como la justicia o
la utilidad. Tal vez
las autoridades
tengan que ponderar
el deseo (o incluso
el derecho) de
ciertas personas muy
conservadoras a no
ser escandalizadas
con el deseo (o
incluso el derecho)
de otros bañistas a
estar en la playa
como se les dé la
gana. Se dirá:
"la autoridad
tiene que 'ejercer
su
discreción'".
Pero, ¿qué
significa tal
expresión?
Distingamos entre
arbitrio y
discrecionalidad.
Entiendo por lo
primero la
imposición de los
deseos o los
intereses
particulares del
juez, y por lo
segundo, asumir el
punto de vista de la
tercera persona y
construir un espacio
para buscar
argumentos en pro y
en contra (razones
en pro y en contra)
para que la
capacidad de juicio
del juez acote la
incertidumbre de la
interpretación,
tanto de la regla
como de los hechos
en discusión. La
decisión así
tomada será,
entonces, el
resultado de una
argumentación que
se apoya en un marco
legal y en ciertas
virtudes, y, por lo
tanto, puede
revisarse si la
argumentación, por
alguna razón
(nuevas modas en los
trajes de baño,
protestas de algunos
bañistas de que se
restringen sus
derechos,
liberalización de
las costumbres o
regreso a hábitos
más severos) vuelve
a ponerse en
movimiento. El
esquema de esta
aplicación de la
ley es:
Pl: La regla R
comprende el
conjunto
subdeterminado (y
tal vez en tensión)
de subreglas R 1,
R2, ..., R6.
P2: La autoridad
competentes!
considera (teniendo
en cuenta los
argumentos A1, A2,
...,An) que seguir
adecuadamente la
regla R en la
situación 5 es
seguir las subreglas
R2 y R3.
C: A en S debe
seguir las subreglas
R2 y RS.
Vayamos a los usos
modificadores y
sustitutivos. En
ellos no se cumple
la condición b] de
los usos
elementales, pues en
estos usos las
relaciones
regla-caso o
medio-fin no son
sólo de
subordinación,
deducción o
cálculo, de los
segundos a los
primeros, y si un
caso contradice una
regla general o un
fin, éste no se
descarta ni
constituye una
excepción a la
regla que una
formulación
adecuada tendría
que incluir.
(Tampoco se agrega
algún "axioma
de
circunscripción"
para no permitir una
posible inhibición
de la regla.)
¿Cómo es esto?
Atendamos al
siguiente esquema de
uso modificador:
P1: La regla R1
ordena realizar la
acción a en la
situación S. P2: Es
el caso que S y
hacer a resulta una
"acción
conflictiva".
C: La regla R1 debe
modificarse y hay
que seguir la regla
R1'. ¿Qué
significa la
expresión
"acción
conflictiva"
que se introduce en
la premisa 2?
Ilustraciones de
tales acciones son
aquellas en las que
el agente percibe
efectos negativos en
algún sentido
(digamos, con
implicaciones
negativas para
cierta forma de vida
o con consecuencias
negativas) pero
cuyas máximas se
deducen de reglas
generales que acepta
o acciones que se
constituyen en
señales de que la
regla general
propuesta es muy
difícil e incluso
imposible de seguir.
Un ejemplo:
Pl: La regla R1
ordena "no hay
que tomar las armas
en ningún
caso".
P2: El país es
invadido, las casas
de inocentes son
incendiadas y éstos
son torturados o
muertos. Así,
resulta moralmente
repugnante no tomar
las armas.
C: La regla R1 debe
ser modificada, por
ejemplo, por R1', a
saber: "no hay
que tomar las armas,
salvo en casos
extremos de guerra
defensiva".
Queda claro que
sólo se podrá
hablar de
"acciones
conflictivas"
si se parte de un
"holismo
social", de un
holismo de las
reglas y de las
acciones, esto es,
si se toman en
cuenta otras
consideraciones,
además de la regla
que se busca
aplicar. Sin
embargo, ¿no es
ésta acaso la
experiencia más
común? Negar la
posibilidad de que,
en principio, un
agente acepte una
regla general como
valiosa pero, luego,
la experiencia le
enseñe a afirmar
que algunas
acciones, según
máximas que se
derivan de ella, son
negativas es, en
algún sentido,
atribuirle al agente
omnipotencia lógica
y / o empírica. Es,
pues, eximir al
agente de la
necesidad de
ejercitar su
percepción, de
atender sus
experiencias, como
si por alguna magia
se pudiera saber
todo de antemano.
Algo similar se
puede decir respecto
de los usos
sustitutivos. Los
usos sustitutivos
son una clase
límite de los usos
modificadores o,
más bien, son los
usos modificadores
más radicales. Un
uso modificador
corrige un uso
elemental. Un uso
sustitutivo toma
como punto de apoyo
un uso elemental, un
uso determinante o
un uso modificador,
para proponer una
regla o un fin
diferentes de
aquellos de que se
partió:
Pl: La regla R
ordena hacer la
acción a en la
situación S.
P2: Es el caso que S
y realizar la
acción a es una
"acción
conflictiva".
C: La regla R 1 debe
ser sustituida por
la regla R2
incompatible con RI.
Con relación al
esquema regla-caso
se indicó que la
posibilidad de sus
usos demarcadores,
modificadores y
sustitutivos
descansa en un
holismo de las
reglas y las
acciones; algo
similar puede
decirse de estos
usos respecto del
esquema medio-fin.
Pero también hay
que indicar que la
posibilidad de los
usos determinantes,
modificadores y
sustitutivos, tanto
de los esquemas
regla-caso como
medio-fin, descansa,
al mismo tiempo, en
otro holismo, en un
holismo de la vida
mental: un holismo
de los deseos,
creencias, afectos.
Con base en ambos
holismos, social y
mental, o mejor
habría que decir,
con base en ambos
aspectos de un mismo
holismo, se niega la
condición c] de los
usos elementales de
los esquemas
regla-caso y
medio-fin. Se
polemiza en contra
del régimen de
"puntos
terminales", de
enunciados no
argumentables, que
se le otorga a la
regla general o al
deseo de un fin en
los usos
elementales. De esta
manera, se denuncia
el régimen de los
usos elementales
como una
abstracción, muy
útil en muchos
casos, pero de
ningún modo con
valor general. No
obstante, ¿no tiene
cierta razón quien
defiende este
régimen de
"puntos
terminales"
para la
argumentación en
general? En algún
momento, ¿no se
debe decir:
"basta con las
razones"? Por
supuesto, hay muchas
situaciones en las
que es pertinente
detener el
razonamiento y tomar
una decisión, pero
ello no quiere decir
que tal
argumentación sea
inmune a la
revisión. Además,
en muchas
situaciones
detenemos el debate
por razones
estratégicas o
porque nos falta
tiempo. Sin embargo,
¿estoy afirmando
que se pueden
incluso revisar,
corregir o modificar
nuestros deseos
"terminales"
más personales,
más profundos, más
íntimos?
Conversaciones como
las siguientes
parecen apoyar la
presunción de que
los deseos son
inmunes a la
argumentación o,
por lo menos, de que
algunos deseos lo
son y, así,
resultan
"puntos
terminales" del
argüir:
-¿Por qué deseas
comer pan?
-Porque lo deseo.
-Pero, ¿por qué tu
deseo de comer pan
sería una razón
para comer pan?
-¿Por qué no voy a
comer pan si así lo
deseo?
De conversaciones
como éstas parece
seguirse que
enunciados como
"yo deseo"
conforman un
respaldo último de
todo razonamiento,
que los enunciados
de deseo son
"enunciados
primitivos",
fundamentos inmunes
a cualquier razonar:
¿acaso no hay que
defender la
autoridad de la
primera persona en
relación con sus
deseos? Todo esto no
es verdad.
Cualquiera se
podría imaginar
varias maneras de
proseguir el
diálogo anterior,
entre otras:
-aunque desees comer
pan, no deberías
hacerlo por razones
de salud;
-aunque desees comer
pan, no deberías
hacerlo por razones
de elegancia;
-tienes que aprender
a desear comer menos
pan, porque no hay
suficiente y tienes
que ser solidario
con quienes no
tienen qué comer,
etcétera.
Hay muchas
situaciones en las
cuales los
enunciados de deseo
difícilmente
podrán ser
considerados incluso
como buenos
candidatos a
justificaciones,
situaciones, pues,
en las que la
autoridad de la
primera persona no
se considera una
autoridad legítima:
-¿Por qué deseas
robar?
-Porque lo deseo.
De este modo, puede
haber razones de
muchas clases
(morales, legales,
técnicas,
estéticas,
políticas) que me
permitan corregir
deseos,
modificarlos,
sustituirlos c
incluso prohibirlos.
Y ello es así
porque se presupone
que ningún deseo se
encuentra aislado,
que cualquier deseo
se incluye en una
trama de deseos,
creencias, afectos,
reglas, acciones,
virtudes,
instituciones, trama
en la cual cada
deseo puede ser
matizado, modificado
o sustituido por
nuestra capacidad de
juicio.
II
En
el uso elemental de
los esquemas
regla-caso y
medio-fin
encontramos reglas
precisas, fijas y
generales; podemos
decir que tales
reglas son formales
o parte de métodos
formales y que, por
lo tanto, pertenecen
a un "modelo
formal" de
razonamiento, de
pensamiento. En
cambio, en los
esquemas
demarcadores,
modificadores y
sustitutivos nos
encontramos con lo
que a menudo se
suele denominar
"reglas
heurísticas".
¿Qué se entiende
poruña "regla
heurística" o,
en general, por un
"modelo
heurístico" de
razonar, de pensar?
William C. Wimsatt
enumera algunas
características de
las heurísticas que
reconstruiré como
sigue:
a] Incertidumbre de
sus resultados. En
contraste con los
algoritmos que
preservan la verdad
-con las reglas o
métodos formales-,
las reglas
heurísticas no dan
ninguna garantía de
ofrecer una
solución correcta a
los problemas con
que se enfrentan.
Nótese que ésta es
una característica
general de todos los
procedimientos
inductivos y de
descubrimiento,
porque ninguno de
ellos se deja
representar por
fórmulas de
argumentos
deductivos válidos.
b] Economía.
Comparándola con
los procedimientos
formales que
eventualmente la
pudieran sustituir,
una heurística
exige menos
recursos. Por
ejemplo, exige menos
a la memoria o a la
computación.
c] Sistematicidad de
los errores. Los
errores producidos
por usar una
heurística no son
accidentales, sino
sistemáticos; de
esta manera,
entendiendo cómo
trabaja una
heurística podremos
predecir con cierto
respaldo que
fracasará en
ciertos casos y no
en otros.
d] Transformación
de los problemas. La
aplicación de una
heurística a un
problema conduce a
la transformación
de un problema no
equivalente pero
relacionado de
alguna manera
(intuitiva o
funcional, en el
sentido en que ambos
problemas
desempeñan
funciones similares
en una
argumentación de un
problema).
Tiendo a creer que
las propiedades a] y
d] son propias de
todas las
heurísticas o
heurísticas en
sentido amplio o
heurísticas como
modelo de
pensamiento,
mientras que las
propiedades b] y c]
sólo pertenecen a
ciertos tipos de
heurísticas o
heurísticas en
sentido restringido.
A las heurísticas
en sentido
restringido a que
hace referencia
Wimsatt las podemos
llamar
"heurísticas
reductivas".
Pero en los usos
demarcadores,
modificadores y
sustitutivos de los
esquemas regla-caso
y medio-fin no se
trata, creo, de
heurísticas
reductivas. Hay que
subrayar todavía
que la oposición
propuesta entre los
modelos formales y
los modelos
heurísticos de
pensamiento, de
razonar, es
asimétrica: los
modelos formales,
como aquí se
entienden, excluyen
cualquier
consideración
heurística. Por el
contrario, los
modelos heurísticos
de pensamiento
incluyen como una
parte de sí todo
aquello que cae bajo
el ámbito de los
modelos formales.
III
Si
se defiende,
entonces, tanto el
holismo de la vida
mental como el
holismo social,
creer o actuar con
consistencia no es
lo mismo que creer o
actuar
racionalmente, si
por creer o actuar
con consistencia se
entiende creer o
actuar según los
usos elementales de
los esquemas
regla-caso y
medio-fin, ya que en
muchas situaciones,
sin el uso de un
modelo heurístico
de pensamiento y sin
un cambio, a veces
incluso radical, de
deseos y creencias,
no hay racionalidad.
Sin embargo, si no
se defienden tales
holismos, o al menos
si no se defienden
maneras de pensar la
vida mental y
nuestras acciones de
modo tal de superar
un estrecho
atomismo, entre
otras consecuencias,
tendríamos que la
posibilidad del
aprendizaje racional
se convertiría en
una ilusión. Pues
aprender
racionalmente
consiste en moverse
entre varias
percepciones,
creencias, deseos,
afectos, virtudes,
argumentos,
instituciones...,
sopesarlos,
decidirse por unos,
negar otros, tener
en cuenta las
consecuencias de
seguir una regla de
acción, o
preguntarse de qué
forma de vida es
parte actuar de
acuerdo con estos
deseos, o qué nos
pasa asumiendo tales
o cuales virtudes.
Todo ello es otra
manera de decir: lo
que se entiende
cotidianamente y en
el trabajo
científico por
"razón"
desborda en varias
direcciones el
concepto austero de
razón, y el modelo
general de la razón
es un modelo
heurístico. Sin
embargo, cuidado: si
la consistencia -si
la
"consistencia
en sentido
estricto", en
sentido formal- no
es la regla que
puede definir la
racionalidad, ¿qué
podría hacerlo?,
¿qué podría
decirnos, por
ejemplo, cuándo un
cambio de deseos o
creencias es
racional y cuándo
no lo es?
Una caracterización
de la razón austera
se dejaría
reconstruir con una
regla formal como la
siguiente:
1] A es un creer
racional si, y sólo
si, se cumple la
condición C.
Por ejemplo:
1.1] A es un creer o
actuar racional si,
y sólo si, se
cumple la condición
de consistencia en
sentido estricto.
Diré que las
caracterizaciones de
la forma 1] se rigen
por una
"normatividad
rígida", que
es, por otra parte,
la normatividad
propia de los usos
elementales de los
esquemas regla-caso
y medio-fin. Por
eso, a partir de
caracterizaciones, o
más bien,
definiciones de la
forma 1] se podrán
demarcar "clara
y
distintamente"
las acciones
racionales de las no
racionales
(arracionales e
irracionales). La
condición C en
definiciones de la
forma 1 ] funciona
?cualquiera que sea
su contenido? como
un criterio preciso,
fijo y general.
Estamos en una
situación diferente
cuando defendemos
que la consistencia
es una virtud
epistémica, pero
que hay también
muchas otras
virtudes
epistémicas como la
contrastabilidad
empírica, el poder
explicativo, el
poder predictivo. En
este caso, en lugar
de definiciones de
la forma I],
tendremos reglas
heurísticas como la
siguiente:
2] Para que la
capacidad de juzgar
pueda tratar
(sopesar,
evaluar...) la
racionalidad de una
creencia, por lo
menos hay que tener
en cuenta varios
parámetros, por
ejemplo, virtudes
epistémicas como la
consistencia, la
contrastabilidad
empírica, el poder
explicativo, el
poder predictivo.
En 1] se ofrece una
regla formal, una
condición C que es
un criterio preciso,
fijo y general de
aplicación más o
menos mecánica en
cualquier situación
y que pertenece a
una normatividad
rígida. En cambio,
en 2], en lugar de
uno o varios
criterios precisos,
fijos y generales,
se introduce una
regla heurística
cuya aplicación no
será ni mecánica
ni invariable
respecto de
cualquier
situación, sino
resultado del operar
de una capacidad de
juzgar en ciertas
circunstancias. Se
deja de estar regido
por una
"normatividad
rígida" para
pasar a una
"normatividad
reflexiva",
como la que se puso
de manifiesto en la
discusión de
aplicaciones
demarcadoras de una
regla como "En
esta playa no se
permiten
desnudos".
Elaboremos un poco
este contraste.
¿Qué es una virtud
epistémica? Como la
misma palabra
"virtud"
lo indica, se trata
de ciertos rasgos
promotores o
conductores de x. Un
promotor de x se
deja reconstruir por
una regla
heurística; se dice
que se promueve x en
el sentido de: se
ayuda a lograr x, se
difunde x, se activa
una acción que
conduce a x, y que,
en la ausencia de
esa activación, esa
acción se
encontraría
paralizada o
amortiguada. Por el
contrario, un
conductor se deja
reconstruir por una
regla formal. Una
virtud epistémica
es un promotor de x.
Pero, ¿cuál
podría ser el
contenido de x?
Exploremos tres
candidatos para
despejar la variable
x respecto de las
virtudes
epistémicas:
verdad, saber,
racionalidad.
Si se afirmara que
una virtud
epistémica es un
conductor de verdad
y / o de saber, ello
sería falso, pues
en tanto las
virtudes se dejan
reconstruir por
reglas heurísticas
poseen la
característica a] o
de incertidumbre de
sus resultados. Esto
es, siempre es
posible la
adversativa: La
creencia c posee
consistencia con
nuestro sistema de
creencias, está
bien contrastada
empíricamente,
posee poder
predictivo y poder
explicativo; no
obstante, c es una
creencia falsa y,
por lo tanto,
ningún saber.
Sin embargo, parece
difícil atacar el
hecho de que las
virtudes
epistémicas son
promotoras de verdad
y saber. Por eso
pienso que no es
válida la
adversativa: La
creencia c posee
consistencia con
nuestro sistema de
creencias, está
bien contrastada
empíricamente,
posee poder
predictivo y poder
explicativo y, sin
embargo, c es una
creencia irracional
o arracional.
Supongamos que ello
es correcto.
Entonces, las
virtudes
epistémicas son
promotoras de verdad
y saber, y
conductoras de
racionalidad. Si
éste fuera el caso,
tal vez se quiera
concluir que las
virtudes
epistémicas en
tanto conductores de
racionalidad son un
buen candidato a
satisfacer la
variable C en
definiciones del
tipo 1] de
racionalidad: las
virtudes
epistémicas
fungirían como
criterios precisos,
fijos y generales y
no como parámetros
que nuestra
capacidad de juicio
debe tener en
cuenta, como en las
caracterizaciones de
la forma 2].
Esto no es verdad.
En primer lugar, las
virtudes
epistémicas a
menudo entran en
conflicto, lo que
nos obliga a
restringirlas, a
reinterpretarlas.
Supongamos que en
relación con un
problema la creencia
el tiene alta
contrastabilidad
empírica pero poco
poder explicativo y,
a la inversa, la
creencia c2 posee
poca
contrastabilidad
empírica y mucho
poder explicativo;
en tal caso, no es
nada claro que lo
racional sea aceptar
el y rechazar c2;
habrá que sopesar,
según la
circunstancia,
varias
consideraciones
(holismo mental y
social).
En segundo lugar,
hay por lo menos dos
tipos de virtudes
epistémicas: las
virtudes
epistémicas
personales (que en
la tradición
aristotélica suelen
conocerse como las
virtudes
intelectuales o
virtudes
"dianoéticas")
y las virtudes
epistémicas
preposicionales,
como la
contrastabilidad
empírica y el poder
explicativo; la
aplicación de las
segundas depende de
la posesión de las
primeras, de que
éstas se hayan
vuelto un hábito.
No obstante, para
los criterios en las
definiciones de la
forma 1] de razón
como para los
parámetros de la
forma 2] cabe la
inquietud: ¿de
dónde provienen?
IV
Retomemos
la última pregunta
con ejemplos: ¿por
qué la coherencia,
la contrastabilidad
empírica, el poder
explicativo, el
poder predictivo son
virtudes y no, más
bien, vicios
epistémicos?
Preguntas como
éstas han recibido
en la tradición dos
clases de
respuestas.
Llamémoslas a
grosso modo
"respuestas a
priori" y
"respuestas a
posteriori".
Por ejemplo, muchas
lecturas habituales
de las dos primeras
Críticas consideran
que Kant ofrece en
esos textos una
respuesta a priori
acerca de en qué
consiste la razón y
su normatividad
rígida. En
cualquier caso, es
común defender la
normatividad rígida
como a priori.
Por el contrario,
quienes por un lado
se apoyen en la
teoría de la
evolución y/o tomen
muy en cuenta el
devenir histórico y
su laberinto de
contingencias
(investigando o no
dentro de los marcos
de la teoría de la
evolución) y, por
otro, no olviden los
modelos heurísticos
de pensamiento,
tenderán a proponer
respuestas a
posteriori y una
normatividad
reflexiva. Por
supuesto, hay muchas
maneras de ofrecer
respuestas a priori
y a posteriori, y
las respuestas
puramente a priori o
puramente a
posteriori son los
polos de un continuo
que admite varias
posibilidades.
¿Qué propuesta
quiero defender?
Regresemos una vez
más a las virtudes
epistémicas
preposicionales. Sin
duda, ningún
"análisis de
la razón" (sea
lo que fuera ese
"análisis")
podría descubrirnos
tales virtudes. Más
bien, hemos
incorporado estas
virtudes, así como
las reglas formales
y las heurísticas,
a nuestros
aprendizajes en las
diversas
investigaciones
científicas de los
tiempos modernos. En
tales aprendizajes
esos
"rasgos"
de las creencias y
los argumentos, así
como varias
actitudes y estilos
de pensamiento se
han ido
"atrincherando"
como virtuosos e
incluso como
constitutivos del
proceder racional.
Al respecto, nadie
ignora que virtudes
como la
contrastabilidad
empírica o el poder
predictivo -al menos
del modo en que las
entiende un
científico hoy en
día- son una
novedad que se
comienza a
popularizar a lo
largo de los siglos
XVI y XVII.
Sin embargo, con
esta propuesta
surgen varias
dificultades. Por lo
pronto, se
objetará: Usted
está afirmando que
la razón se reduce
a la "razón
científica" y
ésta, a su vez, a
cierta "razón
científica" el
concepto de razón
científica que ha
prevalecido en los
últimos siglos como
razón científica.
Pero, si ello es
así, ¿no
constituye tal
concepto un concepto
todavía más
austero de razón,
una normatividad
todavía más
rígida que la que
se ha estado
criticando? ¿Acaso
no se propone que en
la definición 1] se
satisfaga la
variable C con
"procedimientos
científicos
establecidos"?
De esta manera
obtendríamos:
1.2] "A es un
creer o actuar
racional si, y sólo
si, se respalda en
-o está de acuerdo
con o está generado
por- procedimientos
científicos
establecidos."
Al respecto se
podría aclarar que
no se reduce el
predicado
"racionalidad"
a "racionalidad
científica",
sino que simplemente
se toma a la
racionalidad o
racionalidades
científicas como
momentos
paradigmáticos de
la historia de la
racionalidad. Por
otra parte, no sólo
no estoy de acuerdo
en que el enunciado
1.2] pertenece a una
normatividad más
rígida que 1.1];
sé, además, que es
más confuso. Sin
duda, se puede dar
una definición de
consistencia, por
ejemplo, si se
entiende la palabra
"consistencia"
como coherencia
lógica, pero las
expresiones "el
concepto de razón
científica que ha
prevalecido en los
últimos
siglos" o los
"procedimientos
científicos
establecidos"
no designan ningún
fenómeno -objeto,
estado de cosas o
suceso- único y,
mucho menos,
determinado: en los
últimos siglos en
las diversas
ciencias han
prevalecido muchos
estilos de
pensamiento
científico, se ha
establecido una gran
variedad de
procedimientos
científicos...
Entonces, ¿con qué
razones se puede
elegir en esta
multiplicidad, si se
pretende que estas
razones, para ser
razones, provengan
precisamente de tal
heterogénea
multiplicidad?,
¿cuáles son los
respaldos de una
normatividad
reflexiva?
V
Tal
vez las dificultades
acerca de los
respaldos de una
normatividad
reflexiva puedan
agudizarse y, por
eso mismo, aclararse
y, a la vez,
disolverse, a partir
de cierto -¿falso?-
dilema. Me refiero
al siguiente dilema:
no se puede afirmar
que la racionalidad
se va conformando en
historias naturales
y/o sociales y, a la
vez, que la actitud
crítica, propia de
la racionalidad,
puede ejercerse en
contra de esas
historias naturales
y/o sociales. Pues,
o conforma el
ejercicio de la
racionalidad un
producto de
"sus"
historias -y, en
este sentido,
"faltarían las
palabras" para
criticar
radicalmente a esas
historias- o la
racionalidad, en
principio, es
crítica de
cualquier historia
y, por lo tanto, no
puede apoyarse en
ninguna historia: no
acepta respaldarse
en ninguna
"tradición de
la razón". La
razón es, pues,
inevitablemente
conservadora,
autoafirmadora de
"sus"
historias, de las
tradiciones de las
que proviene y en
las que se ha
constituido o, si se
quiere radicalmente
crítica, no puede
renunciar a pensarse
como a priori, como
independiente de
cualquier historia,
libre de cualquier
tradición. Sospecho
que dilemas como el
anterior (que por
analogía también
.se pueden construir
en torno a la
libertad, a la
tolerancia, a la
distinción entre
educación e
indoctrinación...)
son más aturdidores
que efectivos. Por
lo pronto, cierta
fuerza del dilema
proviene de
expresiones como
"radicalmente
crítica", pues
si por tal
expresión se
entiende
"ruptura
radical con
cualquier historia,
con cualquier
tradición",
entonces el dilema
ya presupone lo que
quiere concluir. Sin
embargo, ¿es
necesario aceptar
que la única
alternativa con
respecto a la
racionalidad
consiste en el
dilema
"crítica
radical o radical
conformismo"?
¿No hay acaso
posiciones
intermedias en las
que, precisamente,
puede desplegarse la
racionalidad? Por
ejemplo, los usos
demarcadores y
modificadores de los
esquemas regla-caso
y medio-fin no
introducen en
ningún sentido
cambios
"radicalmente
críticos" en
nuestras creencias,
y, no obstante, ¿no
pueden ser acaso,
según las
circunstancias, usos
explícitamente
críticos,
suficientemente
críticos? Incluso
los usos
sustitutivos ?como
la expresión misma
lo sugiere? son
sustituciones de
cierta
"normatividad"
dada por los usos
elementales: son
sustituciones dentro
de cierta
tradición. Exigir
más, exigir una
normatividad
rígida, o incluso
el a priori de la
razón, so pena de
negarle a la
racionalidad
cualquier capacidad
crítica, no son
más que síntomas
de haber sucumbido
en el mecanismo
"todo o
nada", en
algún
fundamentalismo.
Pero, la
normatividad
reflexiva y los
modelos heurísticos
de pensamiento, ¿no
son acaso presa del
círculo
autoafirmador de
ciertas tradiciones
o, incluso, aspectos
de tradiciones y
así no tendríamos
más que
justificaciones
circulares, según
los aspectos de las
tradiciones que
defendamos? Quizás.
En cualquier caso,
no hay que ignorar
que no toda
justificación
circular vale lo
mismo: hay círculos
viciosos pero,
también, círculos
virtuosos.
Cuestionario
1.
¿Qué diferencias
existen entre un
modelo de
razonamiento formal
y un modelo
heurístico?
2. ¿Cuál es la
crítica a la
racionalidad que
elabora Pereda a
partir de la
ilustración en el
funcionamiento
lógico operativo de
la normatividad y la
reflexión?
_________________________________________________________________________________
16
Estilos de vida y realidad
Paul
Watzlawick
En la primavera de 1985 se reunieron especialistas en literatura, lingüistas, filósofos, sociólogos, psicólogos, teólogos, historiadores y arqueólogos de nueve países en un Coloquio convocado por la Universidad de Siegen en el Centro interuniversitario de Dubrovnik para discutir el significado actual del concepto de estilo en las ciencias filosóficas. Partiendo del postulado clásico de un estilo de vida de Alfred Adler, la siguiente ponencia trata de presentar la fuerza creadora de realidad por parte de los estilos de vida inspirándome en algunos ejemplos literarios.
La
relevancia de mi
contribución
depende
absolutamente de la
respuesta a la
pregunta de si se
puede hablar de un
estilo de vida y, en
el caso de que la
respuesta sea
afirmativa, de si
este concepto
después de todo cae
todavía dentro de
la definición
clásica de estilo.
Mi competencia en
todo caso sólo me
permite dar cuenta
de cómo los hombres
tratamos de dar
sentido, de poner
orden a la
multiplicidad
amorfa,
fantasmagórica y
caleidoscópica de
nuestras vidas, y
por tanto de tener
la posibilidad de
preverla, y cómo a
partir de ahí
vivimos y
experimentamos
nuestra existencia
en formas totalmente
específicas.
En mi especialidad
se habla de estilos
de vida a más
tardar a partir de
Alfred Adler, el
fundador de la
psicología
individual. Adler,
bajo este concepto,
resumía ante todo
aquellos
comportamientos
típicos con los que
el individuo trata
de conformarse a las
condiciones de vida
y sobre todo a los
cambios de ésta. En
este contexto él
estudiaba
especialmente los
efectos de
"inferioridades"
efectivas
(orgánicas) o
supuestas
(neuróticas) que
por su parte se
convertían, en la
vida del interesado,
en el punto de
partida para pautas
de percepción.
Quien, como el
clínico, se ocupa
de los efectos
prácticos de
semejantes pautas,
difícilmente puede
evitar la sensación
de que el modo en
que los hombres
intentan ordenar y
vivir su vida
depende también en
gran medida de datos
suprapersonales, p.
ej., de normas
culturales,
religiosas,
ideológicas,
éticas y
filosóficas
dominantes. Según
esto,
"uno"
tiene que vivir de
una y otra forma
hasta que finalmente
se imponga otra
forma de vida como
la
"correcta"
y
"natural".
Pero esto lleva ya
al observador muy
cerca del concepto
de "épocas de
estilo", tanto
más cuanto que en
esta perspectiva se
perfilan innegables
"umbrales de
épocas" (en el
sentido de Luhmann).
Y después de su
surgimiento se
formula la pregunta:
¿El estilo de vida
de un individuo en
un momento dado se
convierte en
paradigma para
muchos o, por el
contrario, él es
caracterizado, y por
consiguiente
también limitado,
por una
configuración de
estilo
suprapersonal?
Pero con esta forma
de plantear la
cuestión incurrimos
en un pensamiento
causal lineal ya no
defendible hoy día.
Evidentemente
existen relaciones
inmediatas entre
causa y efecto, pero
éstas en cualquier
caso sólo son una
pequeña parte de la
estructura global
del efecto del que
ellas se pueden
separar y
absolutizar sólo al
precio de
reificaciones
completamente
abstrusas. El hecho
de que el genio y la
locura
proverbialmente
aparecen semejantes
y al mismo tiempo
incompatibles, es un
ejemplo clásico por
lo que se refiere a
la problemática del
pensamiento lineal.
En cambio, en una
perspectiva moderna
el orden y el caos
se presentan como
interdependientes:
el orden necesita el
desorden y el
desorden proviene de
un orden demasiado
rígido. Se
condicionan
recíprocamente y
conjuntamente llevan
ellos (y no un
spiritus rector que
está por encima de
ellos) a la
autoorganización
(autopoiesis) de
sistemas de todo
tipo.; Francamente
esta visión es tan
poco nueva como
cualquier otra cosa
bajo el sol; ésta
ya se encuentra en
los Upanishad, en el
Taoísmo y en
Heráclito. Y que el
mundo de la ciencia
no es el reflejo de
una verdad eterna,
ya lo constató
Giambattista Vico en
1710: "Entonces
el saber (la
ciencia) no sería
nada más que atraer
unas a otras las
cosas en una
relación
bella" (Vico
1858).
El constructivismo
moderno se basa en
reflexiones de este
tipo. En este
sentido se pronuncia
también
Schrödinger:
"Cualquier
imagen del mundo es
y sigue siendo una
construcción
mental; su
existencia no puede
ser justificada de
ninguna manera"
(Schrödinger,
1958).
Todas las
construcciones, sin
embargo, están
inseparablemente
unidas con el
concepto de un
estilo -sea éste
tan involuntario
como por ejemplo en
el contexto
condicionado
técnicamente de los
elementos de una
estructura de un
simple edificio
funcional, o tan
evidentemente único
como en el ser así
y no de otra manera
de una obra de arte.
Entre este concepto
de estilo y el del
estilo de vida
existe, sin embargo,
esta diferencia, que
puede hacerlo
inaceptable para
muchos: que hay
innumerables estilos
en el sentido
tradicional, es
aceptado
tranquilamente; en
cambio, el estilo
propio de vida es
experimentado
subjetivamente casi
siempre como la
única visión
posible,
"normal"
del mundo,
precisamente porque
el mundo
"es" así
y no de otra manera.
Como alegoría de
una visión
constructivista del
mundo se ofrece el
Teatro Mágico de
Hermann Hesse. El
protagonista de la
novela, Harry
Haller, se siente
como un lobo
estepario, como
"el animal
perdido en un mundo
extraño e
incomprensi-ble para
él, que ya no
encuentra su patria,
su aire y su
alimento".
Una tarde de vuelta
a su triste
habitación, el lobo
estepario tiene una
vivencia
extraordinaria. En
un muro viejo, en
una callejuela
desierta del casco
antiguo de la
ciudad, ve de re-
pente letras de
colores en
movimiento:
"Teatro
Mágico. Entrada no
para cualquiera.
¡Sólo para
locos!"
Este "saludo de
otro mundo" le
lleva a buscar el
teatro. Se acumulan
otros encuentros y
vivencias singulares
que ponen en duda
siempre más su
imagen precedente
del mundo.
Finalmente, después
de un baile de
máscaras, es
llevado por su
psicopompo Pablo al
Teatro Mágico:
"Mi teatrito
tiene tantas puertas
de palcos como
queráis: diez o
ciento o mil, y
detrás de cada
puerta os espera
precisamente lo que
vosotros estáis
buscando. Es una
bonita galería de
vistas, caro amigo;
pero no le serviría
de nada recorrerlo
así como está
usted. Se
encontraría atado y
deslumbrado por lo
que viene usted
llamando su
personalidad. Sin
duda ha adivinado
usted hace mucho que
el dominio del
tiempo, la
redención de la
realidad y
cualesquiera que
sean tos nombres que
haya dado a sus
anhelos, no
representan otra
cosa que el deseo de
desprenderse de su
llamada
personalidad. Esta
es la cárcel que lo
aprisiona. Y sí
usted, tal como
está, entrase en el
teatro, lo vería
todo con los ojos de
Harry, todo a
través de las
viejas gafas del
lobo
estepario."
En uno de los muchos
palcos en los que
entra el lobo
estepario y de los
que cada uno
contiene una
realidad libremente
elegida, le explica
por ejemplo un
maestro de ajedrez:
"La ciencia
tiene [...] razón
en cuanto es natural
que ninguna
multiplicidad pueda
dominarse sin
dirección, sin un
cierto orden y
agrupamiento. En
cambio, no tiene
razón en creer que
sólo es posible un
orden único,
férreo y para toda
la vida, de los
muchos sub-yos.
[-..]
Nosotros completamos
por eso la
psicología
defectuosa de la
ciencia con el
concepto de lo que
llamamos arce
constructivo. A
quien ha
experimentado la
descomposición de
su yo, le enseñamos
que los trozos
pueden acoplarse
siempre en el orden
que se quiera, y que
con ellos se logra
una ilimitada
diversidad del juego
de la vida. Lo mismo
que el poeta crea un
drama con un puñado
de figuras, así
construi- mos
nosotros con las
figuras de nuestros
yo separados
constantemente
grupos nuevos, con
distintos juegos y
perspectivas, con
situaciones
eternamente
renovadas. [.,.]
Luego pasó la mano
con un gesto sereno
por el tablero,
tumbó suavemente
todas las figuras,
las juntó en un
montón y fue
construyendo.
artista complicado,
con las mismas
figuras un juego
completamente nuevo,
con grupos,
relaciones y nexos
diferentes en
absoluto. El segundo
juego se parecía al
primero; era el
mismo mundo, estaba
compuesto del mismo
material. pero la
tonalidad había
variado, el compás
era distinto, tos
motivos estaban
subrayados de otra
manera, las
situaciones
colocadas de otro
modo. Y así fue
construyendo el
inteligente
artífice con las
figuras, cada una de
las cuales era un
pedazo de mí mismo,
numerosos juegos,
todos parecidos
entre sí desde
cierta distancia,
todos como
pertenecientes al
mismo mundo, como
comprometidos al
mismo origen, cada
uno, sin embargo,
enteramente
nuevo" (Hesse
1970).
Lo que Hermann Hesse
sólo insinuaba en
Demian, aquí, ocho
anos más tarde, lo
expresa claramente.
Está en nuestras
manos configurar
nuestra vida a
partir de una
infinidad de
posibilidades, como
el artista su obra
de arte.
Como parábola de
esta visión
constructivista del
mundo se propone
también la novela
de John Fowles The
Magus en la que a
través de recursos
estilísticos muy
semejantes se
desarrolla la idea
de que es real lo
que consideramos
real y de que esta
relativización de
la realidad
-también ella, por
su parte, un estilo
de vida- tiene
consecuencias
existenciales
imprevisibles.
El mago es un griego
de nombre Conchis,
que se en- tretiene
en la imaginaria
isla de Phraxos en
el Egeo con el
Godgame, un juego
que consiste en
hacer temblar de
raíz la
comprensión de la
realidad de los
profesores ingleses
que, cada uno por
espacio de un año,
enseñan en el
Gimnasio de la isla-
Como
"explica"
en un pasaje a su
manera típicamente
paradójica al Joven
inglés Nicolás,
él lo denomina
Godgame porque no
hay ningún Dios y
el Juego no es un
Juego. En su
comentario de la
novela Ernst von
Glasersfeld hace
constar entre otras
cosas: "Fowles
llega al punto
central de la
epistemología
constructivista
cuando hace explicar
la idea de la
coincidencia que
tiene Conchis. Este
cuenta a Nicolás
dos historias
dramáticas; una de
un rico
coleccionista de
arre cuyo castillo
en Francia quedó
destruido una noche
por el fuego junto
con todas sus
pertenencias; la
otra de un loco
campesino noruego
que como un
ermitaño espera
desde hace años la
venida de Dios. Una
noche tiene la
visión esperada.
Conchis añade que
eso acontecía la
misma noche en la
que se incendió el
castillo. Nicolás
pregunta: "No
querrá usted decir
con ello..,"
Conchis le
interrumpe:
"Con ello no
quiero decir
absolutamente nada.
Entre los dos
acontecimientos no
existe ninguna
relación. Ninguna
relación es
posible, O dicho de
otro modo, yo soy la
relación, yo mismo
soy el significado
de la
relación."
Esta es una
paráfrasis,
aplicada a la vida
cotidiana, de la
comprensión
revolucionaria de
Einstein de que en
el mundo físico no
existe simultaneidad
alguna sin un
observador que la
produce"
(Glasersfeld 1979,
p. 444-448).
Conchis, con sus
posibilidades
ilimitadas, crea
para sus
"víctimas"
desprevenidas mundos
una vez en un
estilo, otra vez en
otro y sólo
lentamente se le va
aclarando a Nicolás
que la pretendida
realidad de la isla
de Phraxos es una
realidad construida
por Conchis
expresamente para
él. El número de
estos mundos es
infinito. Según el
modo en que nosotros
creamos las
relaciones y así
nos convertimos
nosotros mismos en
el significado de la
relación,
"somos",
p. ej., el campesino
nórdico que
finalmente ve a Dios
cara a cara o
Macbeth para quien
la vida es un juego
de sombras,
"contado por un
idiota, lleno de
sonido y de furor,
que no significa
nada".
Con esto no se ha
dicho nada todavía
sobre cómo se llega
a la formación de
estos estilos de
vida creadores de
realidad. Para
responder a esta
pregunta se ofrece
un tipo de
experimentos con la
denominación
difícilmente
traducible de
non-contingent
reward experiments.
Se trata de métodos
de ensayo
probatorios en los
que entre el
comportamiento del
sujeto y el del
experimentador
existe tan poca
relación como entre
la visión de Dios y
el incendio del
castillo, y en los
que, sin embargo, el
sujeto como
Nicolás, es llevado
a crear esta
relación
(contingency). Esto
se consigue
prácticamente
poniendo al sujeto
la tarea de
comprender
lentamente a través
de ensayo y error un
estado de cosas que
en un principio le
es completamente
desconocido. Lo que
esta persona no sabe
hasta la conclusión
del experimento es
la no contingencia
de la situación que
consiste en que
entre sus respuestas
y los comentarios de
correcto o falso a
las respuestas por
parte del
experimentador no
existe ninguna
relación causal. En
un experimento
semejante, el sujeto
tiene que averiguar
si pares de números
de dos cifras, de
los que el
experimentador le
ofrece una larga
lista, concuerdan o
no. A la pregunta
inmediata del sujeto
en qué sentido
deben
"concordar"
o "no
concordar"
estos números, el
experimentador
responde que la
tarea consiste
precisamente en
descubrir esta
relación. Él
empie2a entonces con
la lectura de la
pareja de números,
por ejemplo,
"48 y 12".
Al sujeto se ofrece
una serie de
relaciones
"evidentes":
son números pares,
ambos son múltiplos
de 2, 3, 4 y por
tanto también de 6
y de 12; si se
tratara de minutos,
entonces juntos
formarían una hora,
y así
sucesivamente. El
sujeto, por
consiguiente, dice
"concuerdan"
y el experimentador
responde
"falso".
En base a estas
respuestas, las
posibilidades
tomadas justamente
en consideración ya
son excluidas con
seguridad. El
siguiente par de
números podría ser
"17 y g3".
El sujeto piensa
entre otras cosas
que esta vez el
número menor
precede al mayor;
que ambos números
no sólo son impares
sino que también
son números primos
y además juntos
suman 100. Entonces
se decide por
"concuerdan",
lo que de nuevo el
experimentador
declara
"falso".
Se sigue así
durante algún
tiempo hasta que
poco a poco las
respuestas son
correctas cada vez
más a menudo y el
sujeto ha formado
finalmente una
hipótesis sobre la
"concordancia"
de estos números,
aunque todavía no
perfecta pero
aparentemente en
gran parte correcta.
Llegados a este
punto el director
interrumpe el
experimento, se deja
explicar estas
hipótesis (la
mayoría de las
veces muy
complicadas) y sólo
entonces comunica al
sujeto que él dio
sus respuestas
positivas de acuerdo
con la mitad
ascendente de una
curva de Gauss, es
decir, primero muy
raras veces y luego
cada vez más
frecuentemente y
que, por
consiguiente, entre
los dos
acontecimientos (la
respuesta del sujeto
y la reacción del
experimentador) no
existió relación
de ningún tipo.
Para la mayoría de
los sujetos esto es
de momento
inaceptable. Quien
con un trabajo
ímprobo ha
construido orden en
un mundo sin sentido
y sin reglas, sólo
ya por eso no está
dispuesto a
renunciar a su
construcción porque
considera este orden
como una realidad
encontrada y no
inventada (cf.
Watzlawick 1981). En
algunas
circunstancias esto
puede llegar a tal
extremo que el
sujeto trata de
convencer al
experimentador de
que su lista de
pares de números se
basa en un orden que
a él -al
experimentador- se
le pasó por alto.
En las
circunstancias dadas
en cada caso, un
estilo de vida no es
considerado como una
posibilidad entre
infinitas
posibilidades según
las cuales puede ser
ordenado de uno u
otro modo el
material amorfo de
la
"realidad".
El orden, el estilo,
"es" la
realidad. La
filosofía se ha
liberado de este
modo de ver a más
tardar desde Hume y
Kant; la ciencia a
más tardar desde
Einstein y desde su
famosa respuesta a
Heisenberg: "Es
absolutamente falso
tratar de construir
una teoría
basándose sólo en
magnitudes
observables. En la
realidad sucede
precisamente lo
contrario. La
teoría determina lo
que podemos
observar."
Pretender declarar
expresamente que el
estilo acuña la
esencia de lo creado
equivaldría a una
tautología. Que
esta declaración
sea también válida
para el estilo de
vida, es menos
evidente y -al menos
a primera vista-
parece aguar por
completo el concepto
de estilo. No
obstante, el
fenómeno de las
llamadas profecías
que se autocumplen
nos desengañan. La
Némesis de la
construcción
práctica de esta
realidad corre
pareja con el
convencimiento, una
vez adquirido, de
que el mundo es así
y no de otra manera.
La Pitonisa de
Delfos había
profetizado que
Edipo mataría a su
padre y se casaría
con su madre. Este
mito generalmente es
visto como una
alegoría de la
propensión
libidinosa,
considerada
fundamental respecto
a todos los
problemas
emocionales, que el
niño tiene hacia el
padre de sexo
contrario, y de los
sentimientos
negativos que por
tanto le acompañan
respecto al padre
del mismo sexo. En
cambio, como Karl
Popper (1979)
propuso, el mito
también se puede
interpretar de
manera muy
diferente: lo que
los padres y el
mismo Edipo
-horrorizados por el
presagio del
oráculo,
considerado
indudablemente
cierto- hicieron
para evitar la
predicción, condujo
a su
autocumplimiento.
Esta es precisamente
la esencia de toda
profecía que se
autocumple. Rumores
sobre la inminente
escasez de un
artículo de consumo
importante para
muchos (p. ej.,
gasolina), llevan a
las compras
acaparadoras que de
la noche a la
mañana provocan la
escasez -y
ciertamente incluso
cuando el rumor
carece de todo
fundamento
"real" o
"verdadero"-.
Basta con que un
número
suficientemente
grande de personas
lo tome en serio.
Quien -por las
razones que sean-
está convencido de
que alguien lo
menosprecia, debido
a este supuesto,
provoca una realidad
interpersonal que
"ratifica"
cada día este
convencimiento. Su
modo de comportarse
desconfiado,
fácilmente
vulnerable y hostil
provocará en los
demás el
comportamiento
esperado por él, lo
que le
"demuestra"
que el mundo es
así. "A
menudo, la profecía
es la causa
principal del
acontecimiento
profetizado",
escribió ya Thomas
Hobbes en su
Behemot.
Sin embargo, con
ello no se pretende
dar la impresión de
que por lo que se
refiere a las
consecuencias de un
estilo de vida
creadoras de
realidad se trata
exactamente de una
"dirección
única" de
relaciones lineales
entre causa y efecto
y no de
interacciones
circulares.
Precisamente el
fenómeno de la
profecía que se
autocumple muestra
que el supuesto
creador de realidad
puede provenir tanto
de
"dentro"
como de
"fuera",
pues si el origen de
la profecía tiene
lugar en la mente de
la Pitonisa o en la
mente propia, si es
la imagen guía de
una determinada
época cultural, si
uno sólo
"cree" que
los otros lo
menosprecian o si
ellos lo hacen
"realmente",
es indiferente en el
momento en que se ha
construido el
círculo de
interacción en el
que el efecto
condiciona la causa
y la causa
condiciona el
efecto. En este
sentido, las
conclusio- nes del
biólogo chileno y
teórico de
sistemas, Várela,
respecto a su tema
"El círculo
creativo"
(Várela 1981), son
perfectamente
válidas por lo que
se refiere a la
comprensión de los
estilos de vida:
"Es fascinante
que el mundo sea
así de plástico,
ni subjetivo ni
objetivo, ni
unitario ni
separable, ni dual e
inseparable. Esto
apunta tanto a la
naturaleza del
proceso, que podemos
percibir en la
totalidad de su
calidad formal y
material así como
también a los
límites
fundamentales de
aquello que podemos
comprender de
nosotros mismos y
del mundo. Demuestra
que la realidad no
está constituida
sencillamente a
nuestro antojo,
porque esto
significaría
suponer que podemos
elegir un punto de
salida desde
adentro. Prueba
además que la
realidad no puede
entenderse como algo
objetivamente dado,
como algo que
recogemos, porque
esto significaría
suponer un punto de
partida externo.
Demuestra de hecho
una ausencia de
fundamento sólido
de nuestras
experiencias, en las
cuales nos son
suministradas
determinadas
regularidades e
interpretaciones,
fruto de nuestra
historia conjunta
como seres
biológicos y
sociales. Dentro de
estas áreas de
historia común que
reposan sobre
acuerdos tácitos,
vivimos en una
aparentemente
interminable
metamorfosis de
interpretaciones que
se suceden."
Cuestionario
1.
¿Cuál es la
principal dificultad
para hablar de un
estilo de vida como
un estilo de la
misma forma en que
se utiliza el
término aplicado al
arte?
2. ¿Porqué es
importante para
Watzlawick el
análisis de nuestra
subjetividad
perceptiva en
relación a la
creatividad?
3. ¿Su concepción
de estilo de vida
como no homólogo a
la creación o
producto, es afín
al constructivismo
sistémico de
Bateson? ¿Porqué?
_____________________________________________________________________________
17
La nueva simplicidad
Dave
Snowden
A mas de siete años de la publicación de The Knowledge Creating Company ( La empresa creadora de conocimiento ), el libro de Ikujiro Nonaka y Hirotaka Takeuchi, la gestión del conocimiento no necesita demostrar su flexibilidad, ni su capacidad de transformarse y generar iniciativas. Si se tratara sólo de una moda del management, ya debería haberse desvanecido, o convertido en parte de un proceso organizacional estándar. Pero, considerada como un todo, no ha hecho ninguna de esas cosas. Hay, al menos, tres razones para ello:
* Atrajo a una comunidad de verdaderos creyentes, que a menudo existen fuera de las estructuras normales de poder de la organización, y que defienden su pasión a través de la adversidad. Muchas de estas personas no ocupan posiciones de poder, pero siguen predicando, año tras año, su mensaje; consiguen patrocinadores para su extraña iniciativa y, por lo general, logran que las cosas sucedan.
* Como disciplina,
la gestión del
conocimiento tuvo
muchos orígenes,
más que una única
influencia
determinante o un
gurú, como fueron
los casos de la
reingeniería de
procesos de
negocios, y del
concepto de la
organización que
aprende. Por lo
tanto, su génesis
ha sido una
evolución gradual a
partir de muchas
fuentes distintas, y
no un "big
bang". Hay
muchos hilos
preexistentes, y
varios pensadores y
profesionales pueden
adjudicarse derechos
de paternidad o
maternidad.
* Como tema, aborda necesidades sustanciales. Congregó a quienes habían estado oprimidos por la tiranía de un enfoque mecanicista y cada vez más inhumano, a menudo inspirado en los excesos de la reingeniería.
Este último punto
es importante, ya
que contiene la
clave para
determinar si la
gestión del
conocimiento (KM, su
sigla en inglés)
tiene futuro. Un
rumbo evolutivo que
podría conducir a
una vía muerta
está abriéndose
camino, en la medida
en que se están
aplicando al KM
herramientas,
técnicas y,
fundamentalmente,
objetivos y
mediciones
vinculados con la
eficiencia de
procesos. Ahora que
la gestión del
conocimiento es una
tendencia principal,
muchos tratan de que
se ajuste a los
viejos modelos. Esto
no es nada nuevo;
los maestros sufíes
captaron bien el
tema en una de las
historias del Mulla
Nasrudin, cuya
experiencia con los
pájaros se limitaba
a las palomas, y
nunca había visto
un halcón. Cuando
finalmente se topa
con uno, su
reacción es hacer
que se parezca a una
paloma. Por su
propia paz mental,
pero también con la
mejor de las
intenciones (ver
recuadro, en la
página siguiente).
Demasiadas
iniciativas
corporativas están
cortando las garras,
enderezando el pico
y recortando las
plumas de la
gestión del
conocimiento, con lo
cual desperdician
todo lo que tiene de
valioso. Esto se
debe, en parte, al
afán de los
directivos por
mantener las cosas
bajo control, lo
cual era importante
en la gestión de
procesos y de
calidad, pero
resulta imposible en
el KM, ya que el
conocimiento sólo
puede alcanzarse
voluntariamente, no
por la fuerza. La
realidad indica que,
si bien puedo medir
el cumplimiento de
un proceso, nunca
sabré si alguien
está usando
realmente su
conocimiento.
Tampoco puedo
depender de la
lealtad: después de
dos décadas de
tratar al personal
como un producto
indiferenciado
descartable, ahora
las organizaciones
enfrentan el
problema de que los
empleados transmiten
su conocimiento a
quien mejor les
paga, y reservan la
lealtad para sus
redes privadas. Bien
entendido, el KM
desafía más de 30
años de práctica
de consultoría y
100 años de ciencia
del management. Esto
nos obliga a
repensar algunas de
las premisas
básicas de la
teoría y la
práctica del
management
analítico y del
reduccionismo, en lo
que se refiere a la
forma en que
conocemos cosas,
tomamos decisiones y
hacemos que los
sistemas
evolucionen.
Complicado y complejo
Para
hacer lo que
señalamos, debemos
dirigir la mirada a
una nueva ciencia.
El paradigma actual
del pensamiento de
management se puede
rastrear en los
conceptos de
Frederick Taylor,
inspirados en la
física newtoniana.
En este universo,
las relaciones de
causa y efecto son
conocidas o
conocibles, si se
cuenta con recursos
y tiempo suficientes
para realizar una
investigación
rigurosa. En parte
debido a esta
presunción, es que
fracasan muchas de
las prácticas de KM
inauténticas que
vemos en la
actualidad. Por
ejemplo, la creencia
en las "mejores
prácticas" se
apoya en la premisa
ontológica de que
causa y efecto
pueden ser
articulados, y que
la repetición
producirá los
mismos resultados
verificables. No es
que la idea no sea
verdadera, sino que
no es universal.
Así como la física
newtoniana sigue
siendo útil ahora
que conocemos sus
límites, las
mejores prácticas,
la reingeniería de
procesos y otras
cuestiones no sólo
siguen siendo
útiles, sino impre-
scindibles, pero
dentro de ciertos
límites. Para
gestionar el
conocimiento tenemos
que ir más allá de
esos límites e
ingresar al reino de
la incertidumbre y
allí necesitamos
una nueva base
científica que
reemplace a la de
Newton. Muchos de
nosotros encontramos
esa base en la
teoría de los
sistemas complejos
adaptativos. Pero
primero debemos
diferenciar sistemas
complicados de
sistemas complejos.
Un avión es un
sistema complicado.
Sus miles de
componentes se
pueden conocer,
definir y catalogar,
y también todas las
relación es que
existen entre ellos.
Si es necesario, el
avión puede
deconstruirse para
explorar mejor la
naturaleza de sus
componentes y sus
relaciones. La causa
y el efecto pueden
separarse, y al
comprender sus
vínculos podemos
controlar los
resultados. El
sistema puede ser
optimizado al
optimizar sus
partes, como el todo
es ni más ni menos
que la suma de esas
partes.
Los sistemas humanos
son complejos. En un
sistema complejo
interactúan muchos
agentes, siendo un
agente cualquier
cosa que tiene una
identidad. Todos
existimos en muchas
identidades: somos
hijos, padres o
hermanos, en
diferentes
contextos. Lo mismo
se aplica para las
identidades de los
grupos de trabajo,
formales o
informales, y para
las diversas
agrupaciones
sociales. A medida
que nos movemos
entre identidades,
observamos,
subconscientemente,
distintas reglas,
rituales y
procedimientos. En
un sistema tan
complejo, los
componentes y sus
interacciones se
están modificando y
nunca se los puede
sujetar por
completo. El sistema
es irreductible.
Causa y efecto
están íntimamente
entrelazados, y no
se pueden separar.
El sistema no es la
suma de sus partes;
puede ser más, y
con frecuencia es
menos. Y se optimiza
admitiendo un
comportamiento
subóptimo de sus
componentes. No se
lo puede separar, ni
conceptualmente ni
en la realidad, sin
modificar su
naturaleza. Lo que
sigue son dos
ejemplos
ilustrativos:
*
Pensemos en lo que
ocurre en una
organización ante
rumores de
reorganización. Lo
habitual es que el
complejo sistema
humano empiece a
cambiar de una
manera des-
conocida, y que se
desarrollen nuevos
patrones para
anticiparse a los
hechos. En cambio,
si usted se acerca a
un avión con una
caja de herramientas
en la mano, nada
cambia.
* Una de las
características de
un sistema complejo
es el fenómeno de
la coherencia
retrospectiva, en la
cual el estado
actual de las cosas
tiene sentido
lógico, pero sólo
cuando miramos hacia
atrás. El patrón
es lógico, pero no
es más que uno de
los muchos que se
podrían haber
formado, y todos
hubieran sido
igualmente lógicos.
Las
organizaciones
tienden a estudiar
los eventos pasados
para crear modelos
predictivos y
prescriptivos que
les sirvan para sus
decisiones futuras,
presumiendo que
encaran un sistema
complicado, en el
cual los componentes
y las relaciones
asociadas se pueden
descubrir y
gestionar. Esto
surge de las
premisas asociadas
con la
"vieja"
ciencia, y ha sido
reforzado por toda
una industria
desarrollada por las
escuelas de negocios
y las consultoras,
que crearon modelos
generalizados a
partir del estudio
analítico de
múltiples historias
de casos. Estos
enfoques funcionaron
bien en las
revoluciones de la
gestión de calidad
total y la
reingeniería de
procesos de
negocios, y siguen
siendo aplicables en
el dominio de lo
complicado. Pero,
para el conocimiento
y el aprendizaje,
tenemos que aplicar
una nueva ciencia:
la ciencia de los
patrones.
Patrones incorporados
El
conocimiento humano
se usa
principalmente,
entre otras cosas,
para la toma de
decisiones, que es
la forma más fácil
de manifestar lo que
uno sabe. Una de las
mejores técnicas
para mapear el
conocimiento es
obtener un mapa de
las decisiones, dado
que sólo sabemos lo
que sabemos cuando
necesitamos saberlo.
Sin la estimulación
contextual, la
captura de
conocimiento es, en
el mejor de los
casos, parcial.
Además, hay un
desajuste entre
nuestra manera de
tomar decisiones y
la forma en que
decimos que las
tomamos. Tomamos
decisiones
basándonos en
patrones previamente
incorporados. Cuando
enfrentamos una
situación dada,
ajustamos los
estímulos que
ingresan al primer
patrón coincidente
(no al óptimo) de
nuestra experiencia
previa, que puede no
ser personal sino
cultural, basada en
relatos en los
cuales confiamos.
Esto es bueno, y
también malo. Nos
permite utilizar la
experiencia
colectiva previa
para tomar
rápidamente
decisiones, pero
puede impedirnos ver
cosas que no se
ajustan al patrón,
lo cual representa
una forma de
estereotipo. Cuando
se le pregunta a la
gente por qué tomó
determinada
decisión, por lo
general la explica
como una elección
entre alternativas
racionalmente
evaluadas, y de vez
en cuando la
atribuye a un
instinto visceral.
Ninguna de estas
respuestas refleja
la realidad. Lo
propio ocurre en la
toma de decisiones
grupal, cuando se
compite por crear un
patrón común sobre
la base de
referencias de
experiencias pasadas
o futuros posibles.
Cuando tal patrón
encuentra eco en el
grupo, la decisión
es racionalizada.
En los sistemas
humanos podemos
llevar más lejos
los patrones
mediante el uso de
procesos y
procedimientos que
incrementan el
conservatismo
inherente al
sistema. También
podemos ver este
fenómeno en la
formación de
grupos. Cuando se
forma un grupo, se
abren toda clase de
posibilidades, y los
papeles específicos
no están claros.
Después de un
tiempo, los papeles
se estabilizan, y
esto se convierten
una limitación del
sistema. Las
expectativas se
construyen dentro
del sistema,
mientras el patrón
de interacción se
estabiliza, lo cual
resulta en una
estabilidad
incrementada con el
tiempo, a menos que
la estructura del
sistema sea
drásticamente
alterada.
Estos puntos de
vista, que provienen
de la teoría
naturalista de las
decisiones, resultan
claves para entender
cómo puede
contribuir la
gestión del
conocimiento al
futuro de las
organizaciones.
Específicamente,
puede ayudar a
gestionar el flujo
de patrones,
estabilizando los
que son deseables,
desestabilizando los
indeseables y
alterando, bajo
condiciones
controladas, el
pensamiento
incorporado,
mediante nuevas
perspectivas que den
lugar a nuevos
enfoques y a una
nueva comprensión.
Implicancias de la gestión del conocimiento
La
teoría de los
sistemas complejos
adaptativos y la
com- prensión de la
configuración de
los sistemas humanos
nos inducen a
abordar el KM de una
forma diferente.
También nos ofrecen
una nueva y
extremadamente
eficaz
consideración del
foco primario del
KM, que es respaldar
las decisiones y
facilitar la
innovación. Con
esta visión más
profunda de la
naturaleza de la
toma de decisiones,
podemos empezar a
manejar los patrones
de la comprensión
colectiva, ya sea
para reforzarlos en
situaciones
estables, o para
alterarlos
enérgicamente de
modo de sensibilizar
a quienes deciden,
acerca de una nueva
situación en la
cual los viejos
modelos ya no
funcionan.
Con fondos del
gobierno de los
Estados Unidos
vinculados con el
manejo de la llamada
amenaza asimétrica,
el Cynefin Centre,
de IBM (que dirige
el autor de este
artículo),
desarrolló un
conjunto de
herramientas y
técnicas, que van
más allá de la
planificación de
escenarios, para
gestionar la nueva
dinámica de la
estrategia. Este
trabajo está
provocando una
rápida respuesta de
los ejecutivos
superiores, quienes
constantemente
enfrentan
condiciones de
incertidumbre
extrema. Ya he
perdido cuenta de la
cantidad de veces
que me han
preguntado:
"¿Cómo
consigue auspicio
ejecutivo para el
programa de gestión
del
conocimiento?".
Una de las
soluciones más
eficaces es
mostrarles el
impacto potencial
del KM sobre la
política de una
organización. Haga
esto y se volverá
inmediatamente
"estratégico".
Con la innovación,
la cuestión radica
en alterar los
patrones de
pensamiento
incorporados, que
impiden a los
expertos considerar
nuevas ideas. Uno de
los problemas, con
los enfoques
tradicionales, es
que tienden a
reforzar la
práctica actual y
castigan a los
rebeldes con la
exclusión.
Nuevamente, esto es
aceptable dentro de
ciertos límites,
pero cuando cruzamos
una frontera para
tratar de crear un
momento de
"eureka",
este conserva- tismo
natural se vuelve
muy peligroso.
Por lo tanto, hay
que reexaminar lo
que significa
realmente el KM. Mi
propia definición
es: la creación de
un contexto
compartido, sin el
cual ningún flujo
de información es
significativo ni
práctico. Sin
embargo, tenemos que
avanzar más allá.
Una manera de
estructurar lo que
podemos de- nominar
el período
"post
Nonaka" en
gestión del
conocimiento es
observar la tercera
de las heurísticas
(formas de buscar la
solución de un
problema mediante
métodos no
rigurosos)
enumeradas en el
recuadro: siempre
sabemos más de lo
que podemos decir, y
siempre diremos más
de lo que escribire-
mos.
La orientación al
conocimiento
escrito, que domina
el pensamiento del
KM, es sólo una
visión parcial de
la totalidad de
conocimiento que
debe ser gestionado.
Hasta los intentos
más desesperados
por forzar a la
gente a codificar su
co- nocimiento, o a
buscar la salvación
en la tecnología,
están destinados al
fracaso si no se los
emplea como lo que
son: herramientas
incompletas. Debemos
separar lo que
sabemos de lo que
podemos decir y de
lo que podemos
escribir, y enfocar
el KM como una
disciplina en tres
partes: contexto,
narración y
contenido.
La gestión del
contenido es un
factor de higiene:
uno tiene que
administrar
documentos, necesita
lugares para
mantener
conversaciones
electrónicas y para
todas las
taxonomías
(clasificaciones),
los motores de
búsqueda y las
otras herramientas
(demasiado
frecuentemente,
sólo juguetes), que
abundan en cualquier
exposición
comercial. Por su
parte, la gestión
del contexto y la de
la narración son
relativamente
nuevas.
El contexto es crucial
La confianza y la comprensión son precondiciones para la creación de un contexto compartido, y son parte de la configuración que se desarrolla en las organizaciones a través de las redes sociales. Imaginemos tres situaciones diferentes:
* Alguien a quien
conoce desde hace
varios años le
formula una
pregunta. Ambos
comparten el
contexto de muchas
experiencias, y
usted sabe que esa
persona entenderá
su respuesta.
Además, sabe hasta
qué punto puede
confiar en ella.
Como resultado, el
intercambio de
conocimiento es
eficaz y tiene un
mínimo impacto
puntual. Usted
está, además,
construyendo y
reforzando una
relación existente,
lo cual le brinda
una motivación
adicional.
* Ahora, la
misma pregunta pero
de alguien con quien
no ha tenido
experiencia alguna.
Como trabajan para
la misma
organización, usted
tiene cierta
obligación de
responder, pero su
contexto comparado
es limitado. Para
ampliarlo, usted le
formulará preguntas
e interpretará sus
respuestas, todo lo
cual insumirá
tiempo y
probablemente le
cause frustraciones,
aunque a veces le
resulte
gratificante. Cuando
le transfiera
conocimiento, será
calificado:
"Haga esto y
luego póngase en
contacto
conmigo";
"si quiere,
véame y le ayudaré
durante los primeros
días".
* Algún idiota con
"conocimiento"
de su propia tarea
le pide que escriba
lo que sabe, sin
formularle una
pregunta
específica. Es
imposible, o es
apenas una
aproximación a la
realidad. Para
hacerlo de manera
correcta, usted
tendría que prever
con- textos que aún
desconoce.
Tanto en términos
de motivación como
de practicidad,
respondemos mejor a
las preguntas
formuladas en el
contexto de una
situación
histórica y de una
relación humana.
Por lo tanto, la
gestión de contexto
se refiere a
construir y mantener
vínculos, tanto en
la organización
formal como en la
informal. Hay
algunas ideas nuevas
e interesantes en
este campo, que se
vincula más con
gestionar los
canales a través de
los cuales fluye el
conocimiento, que
con gestionar el
conocimiento en sí.
Un enfoque amplio
fue titulado en
forma vaga KM
"just-in-time"
(justo a tiempo). A
las comunidades
informales de las
organizaciones se
les permite que
organicen y
autogestionen su
conocimiento,
mientras la
compañía se
concentra en la
estimulación 'just
in time" del
flujo de conoci-
miento, desde lo
informal a lo
formal, cuando
resulta ne- cesario:
es decir, en el
contexto de su
necesidad. Se trata
de un enfoque
razonablemente bien
establecido, pero es
un campo cuyo
desarrollo
continúa. Dos
herramientas
elaboradas en el
Cynefin Centre
ilustran el nuevo
tipo de pensamiento
que está surgiendo
en esta área.
Estimulación de la red social
Desde hace algún tiempo se sabe que, cuanto más en red está una compañía, mayor es el flujo de conocimientos y más alta la probabilidad de que aparezcan nuevas ideas, ante la necesidad. Lograr altos niveles de densidad de redes normalmente demanda años, mientras la gente cambia de puesto de trabajo y de tareas, y conoce a otra gente en escenarios sociales. Estas redes también se construyen en función de los gustos y las aversiones personales: no se nos puede obligar a confiar en alguien. La estimulación de la red social procura reducir a meses o a semanas, lo que demanda años de relaciones casuales. Para ello imita los procesos sociales informales quedan lugar a dichas redes, a través de acciones de equipo basadas en recompensas. Se utilizan en:
* programas de gestión del conocimiento, concentrándose en Los canales a través de los cuales fluirá el conocimiento, en vez de gestionar el conocimiento en sí;
* cambios organizacionales, atendiendo a la forma en que la gente se autoorganiza alrededor de un modelo general, antes de entrar en los detalles (que son los que suelen hacer fracasar a estos programas);
* programas de innovación (la mayoría de las organizaciones es consciente de que en alguna parte hay alguien que sabe algo; el problema radica en identificarlo).
Juego de Grendle
La
metáfora es una
herramienta
narrativa poderosa,
que permite que la
gente piense en los
problemas y los
enfrente en un
ambiente seguro.
Abordar los
problemas
directamente es más
difícil, y puede
dar lugar al
camuflaje y al
autoengaño. Por
ejemplo, en una
reunión de
ejecutivos se puede
contar esta historia
del siglo XVIII, que
Dave Sobel relata
ma- ravillosamente
en Longitud:
"Los
científicos
buscaban en la
astronomía la
solución para el
problema de medir la
longitud, sin
prestarle atención
a la solución
práctica ideada por
un carpintero rural:
un reloj que seguía
dando la hora
precisa a bordo de
un barco". Se
les puede pedir a
los ejecutivos que
recuerden si alguna
vez trataron a su
personal como los
científicos
trataron al
carpintero. La
metáfora estimula a
pen- sar el problema
de una manera
diferente, y ofrece
un espacio
"seguro"
donde pueden tener
lugar estas
conversaciones.
El juego de Grendle
extiende este
principio. Los
antropólogos
dedican una semana a
estudiar a una
organización y,
sobre la base de los
resultados, se
construye un espacio
metafórico. Pueden
emplearse
situaciones
históricas, o de
ciencia-ficción, u
otros contextos
ficcionales. Por
ejemplo, la
ciencia-ficción
permite trabajar con
científicos reales,
que pueden crear
ambientes
alienígenas para
los escritores de
este tipo de textos.
Ambientados en una
ecología
alienígena, los
gerentes pueden
aprender a
sobrevivir en ese
ambiente, que es, en
realidad, la cultura
de su propia
organización. Esta
herramienta también
se puede utilizar en
las fusiones,
presentándoles, por
ejemplo, a dos
equipos de las
respectivas
organizaciones, una
variante del
"dilema del
prisionero". En
este escenario, los
equipos tienen la
opción de competir
por obtener mejores
condiciones
carcelarias, o
cooperar entre sí
para escapar. Al ver
cómo escapan, se
adquiere una nueva
perspectiva sobre el
manejo de la
fusión. Las
aplicaciones de esta
técnica son muchas,
variadas y
extremadamente
poderosas.
Gestión de la narración
La narración (que no es lo mismo que contar cuentos) está emergiendo como uno de los abordajes más interesantes de la gestión del conocimiento. Hay muchas aplicaciones, pero la relevante a los fines de este trabajo es la de las bases de dato de narraciones. En algún lugar entre la gestión del contenido y la del contexto, la narración transporta o crea su propio contexto, pero con un alto nivel de ambigüedad. Su aplicación se acerca más a los patrones naturales de adquisición de conocimiento en las organizaciones, por lo siguiente:
* Es más fácil y
menos oneroso de
capturar que el
conocimiento
escrito. En diez
minutos puedo grabar
con una videocámara
lo que de otro modo
me demandaría
semanas de
preparación.
* Es un proceso
natural. Cuando
enfrentamos una
nueva tarea o un
problema, buscamos a
quién formularle
preguntas.
Pretendemos que esa
gente nos brinde
respuestas en un
contexto sensible, y
que sus consejos no
surjan de proyectos
anteriores ni de
declaraciones
idealizadas de
"mejores
prácticas".
Las bases de datos
de narraciones
ofrecen un mecanismo
de discurso a
través del tiempo y
del espacio. Cuando
nos unimos a una
organización, puede
transcurrir cierto
tiempo hasta que
sepamos lo
suficiente como para
orientarnos. Los
cursos de inducción
y la capacitación
vinculada con la
tarea ayudan, pero
sólo cuando
construimos una red
social de gente con
experiencia en la
organización y
escuchamos sus
relatos, llegamos a
comprender realmente
cómo se trabaja
allí. Pocas
personas acuden a
una base de datos de
mejores prácticas
antes de iniciar un
proyecto; la
mayoría busca a
individuos con
experiencia: amigos
o mentores cuyas
opiniones respetan,
o a quienes han sido
derivados por una
fuente confiable. El
problema es que
estamos limitados a
nuestras propias
redes sociales, y la
organización está
constreñida a sus
empleados actuales.
En el desarrollo de
una base de datos de
narraciones, es
vital hacer dos
cosas:
* Conservar el
material en crudo.
Cualquier tentativa
de censurarlo o
interpretarlo, y en
particular los
intentos por
mejorarlo, quitan
autenticidad al
material y generan
desconfianza en el
usuario.
* Clasificar el
material a partir de
las propiedades que
surgen de la
historia original.
Habitualmente se
trata de temas y
arquetipos que
pueden prender
fácilmente en los
talleres.
Las bases de datos
de narraciones son
notablemente baratas
y simples de crear.
No hay necesidad de
interpretar el
material, y su
clasificación es
muy sencilla y
prácticamente
automática, lo cual
permite un rápido
desarrollo. También
se las suele emplear
como un punto de
ingreso rápido y
fácil a la gestión
del conocimiento, y
como un nuevo
enfoque de los
sistemas existentes.
Los patrones de uso
de una base de datos
de narraciones se
pueden emplear
también para
priorizar el
desarrollo de una
codificación más
formal, basada en
las necesidades
reales más que en
las percibidas. Es
el equivalente de
plantar césped y
observar por dónde
camina la gente,
antes de invertir
dinero extra en
construir senderos.
Conclusión
Separar al contexto de la narración y del contenido libera a la gestión del conocimiento de las limitaciones que imponen los métodos que sirven para encarar la complicación, pero no la complejidad. La gestión del conocimiento puede realizar una contribución visible a la toma de decisiones y a la innovación, sin los costos masivos de un enfoque basado en sistemas más tradicionales. También entrega sus frutos más rápido, ya que usa los contornos naturales del paisaje, en vez de tratar de imponerle una construcción mecánica a una realidad orgánica. Para muchos de nosotros, el empleo de la teoría de los sistemas complejos adaptativos representa una nueva simplicidad. Puede ser difícil y peligrosa, porque desafía una por una a prácticas arraigadas en la ciencia del management, y amenaza los flujos de ingresos asociados con la consultoría del tipo "libro de recetas". Pero, una vez entendida, es elegante en su simplicidad y profundamente pragmática.
Cuestionario
1.
¿Cuál es la
diferencia entre
complicación y
complejidad?
2. En que consiste
la tesis de la nueva
simplicidad en la
gestión del
conocimiento?
3. Menciona algunas
de las tácticas que
Snowden propone para
estimular la red
social y obtener una
mayor circulación
de conocimientos?
4. ¿La nueva
simplicidad es una
tesis de sistemas?
¿Porqué?
_____________________________________________________________________________
18
Perspectiva interior y exterior. Cómo se puede utilizar el pensamiento sistémico en la vida cotidiana
Fritz
B. Simon
Realidades más duras y más blandas
El
atractivo de los
conceptos
cibernéticos y
sistémicos consiste
en su alto nivel de
abstracción y en la
utilización general
que conllevan. Igual
que las matemáticas
y la lógica, esos
conceptos ofrecen un
marco formal que
puede ser llenado
con los contenidos
más diversos. Es
así que las
familias, las
instituciones, las
empresas y los
estados pueden ser
contemplados como
sistemas que se
autoorganizan como
el hombre, la
humanidad, la
psique, un
hormiguero y
también la Vía
Láctea. Se puede
contemplar el mundo
entero desde una
perspectiva nueva y
desacostumbrada. Por
desgracia, de
semejante cambio del
ángulo de visión
no surgen natural y
automáticamente
nuevas opciones para
nuestras acciones
diarias. Pues el
peligro ligado a la
utilización de
tales modelos
abstractos consiste
precisamente en lo
que constituye
también su ventaja:
su abstracción.
Mientras que el
científico por lo
general ha llegado
al objetivo de sus
deseos cuando puede
describir, entender
o explicar un
fenómeno, las
teorías y los
conocimientos
científicos sólo
llegan a tener
sentido para quien
quiere utilizarlos
en la vida cotidiana
cuando ofrecen
líneas de conducta
muy concretas para
sus acciones y
decisiones. Los
modelos científicos
de los que no se
puede deducir
ninguna indicación
concreta de cómo
obrar, siguen un
modelo de
abstracción que se
puede ilustrar con
el conocido
retruécano de la
teoría del
conocimiento:
"¡¿Sabía
usted que los Alpes
ofrecen un aspecto
muy triste si se
hace abstracción de
las
montañas?!"(1)
Las construcciones
de la realidad, ya
sean las de los
científicos o las
de los ciudadanos
promedio, deben
medirse siempre en
el sentido de si las
informaciones que
pueden lograrse por
medio de ellas son
útiles para la
supervivencia. Ernst
von Glasersfeid(2)
introduce para eso
el concepto de
"viabilidad"
(capacidad de vida);
con él describe el
hecho de que es
posible sobrevivir
en esta realidad con
modelos
completamente
diferentes de la
realidad. Nunca hay
una descripción
"correcta"
y
"verdadera"
de la realidad, sino
muchas muy
diferentes, según
los criterios en los
que se base el
observador para la
selección de sus
informaciones, qué
distinciones y
valoraciones
efectúa y desde
qué perspectiva,
con qué interés y
con qué objetivos
contempla su tema.
Lo que para un
científico es
necesario para la
supervivencia y por
eso es relevante,
puede carecer
totalmente de
importancia para la
vida cotidiana del
no científico, y la
mayoría de las
veces lo es. Esa
debería ser la
explicación de por
qué también los
científicos
exitosos fracasan
con frecuencia
cuando se les
confía la solución
de problemas
prácticos: sus
modelos no son
viables.
Si intentamos hacer
útiles para la
propia vida privada
o profesional los
conceptos teóricos
sistémicos y
cibernéticos,
entonces chocamos
primero con las
mismas dificultades
que en la
aplicación de otras
teorías
científicas. Pues
no sólo los
intereses de
conocimiento, sino
también los
métodos de
conocimiento se
distinguen en
principio de los de
la praxis. La imagen
de la realidad que
intenta diseñar la
ciencia se basa en
la idea de la
separación entre el
sujeto y el objeto
del conocimiento. Un
observador que se
encuentra fuera del
objeto (sistema)
indagado intenta
describir ese objeto
independiente de
él, sus
estructuras, sus
propiedades y modos
de comportamiento,
etcétera. Las
condiciones y
características
subjetivas de tal
observador no deben
(así dice por lo
menos el ideal del
"conocimiento
objetivo")
tener influencia
sobre las
afirmaciones que
hace sobre el objeto
contemplado. Pero
prácticamente sólo
podemos utilizar tal
conocimiento allí
donde tenemos que
ver con objetos con
los que también en
la praxis podemos
enfrentarnos como
observadores
exteriores. Es en el
ámbito de la
realidad inanimada,
relativamente
"dura",
donde podemos hacer
afirmaciones sobre
el mundo con el
método de las
ciencias duras (por
ejemplo, el de la
física clásica).
La oposición entre
una realidad más
dura y una realidad
más blanda se puede
explicar por la
mayor o menor
influencia del
observador o de la
observación sobre
los procesos que
mantienen un ámbito
de la realidad tal
cual es. A ello
responde luego el
hecho de que el
observador puede
hacer en diferente
medida como si fuera
exterior y fuera
"objetivo".
Allí donde tiene
que ver con procesos
que no pueden ser
influidos por la
observación o lo
son en una medida
insignificante,
puede esbozar una
imagen idealizada,
"objetiva"
del objeto indagado
por él. El
observador puede ser
abstraído, puede
ser excluido.(3)
Se
puede hacer como si
en la observación
de los objetos de
tal realidad
"más
dura" y de la
interacción con
ellos sólo se
modificara el
observador -el
observador obtiene
conocimiento y
saber-, pero no el
objeto observado.
Luego, con relativa
facilidad se puede
lograr unanimidad
entre los distintos
observadores acerca
de lo que hay que
considerar en tal
ámbito como
"real",
"verdadero",
"correcto",
"falso",
"bueno" o
"malo".
Mucho más difícil
resulta la
"objetivación"
de una
"verdad"
cualquiera (es
decir, alcanzar
semejante consenso
intersubjetivo sobre
lo que fue
observado) cuando
hay que hacer
afirmaciones sobre
un ámbito de la
realidad al que
pertenece también
el observador o sus
pautas de conducta:
el ámbito de la
vida social. Aquí
desaparece la
separación limpia
entre el sujeto y el
objeto del
conocimiento, pues
el observador o sus
pautas de conducta
se localizan dentro
de la unidad
observada, dentro
del sistema
observado. Son
siempre un elemento
de esos
"objetos",
por ejemplo de las
familias,
comunidades,
empresas,
organizaciones o
cualquier otro
sistema de
interacción, tan
fáciles de
describir y analizar
desde afuera. Por lo
tanto aquí el
observador no puede
pensarse como
"alguien que
está afuera" y
considerar
"objetivo"
su conocimiento,
pues no se puede
abstraer a sí mismo
de su descripción
de la realidad y
tampoco puede
abstraer su propia
influencia, que crea
o sostiene en lo
posible lo
observado. Encuentra
siempre (por lo
menos, a veces
sólo) los huevos de
Pascua que él mismo
ocultó.(4)
El ámbito de la
realidad de que
aquí se trata es
mucho más
"blando",
pues todo saber y
toda afirmación
sobre él muestran
efectos de
autorreferencia:
influyen en esa
realidad. En el
momento en que un
miembro de un
sistema de
interacción cambia
su visión del
sistema, existe la
posibilidad (o el
peligro) de que
cambie todo el
sistema. La
situación se hace
mucho más compleja
cuando dos o más
observadores se
observan mutuamente.
Es el ámbito más
"blando"
de la realidad, que
sólo puede
"endurecerse"
cuando los
observadores se
estabilizan
mutuamente en sus
ideas del mundo y en
sus modelos de
conducta.
Ese es el trasfondo
de las dificultades
de todas las
ciencias que se
ocupan de los
fenómenos sociales;
dicho con las
palabras de Heinz
von Foerster:
"Las 'hard
sciences' tienen
éxito porque se
ocupan de los
'softproblems'; las
'soft sciences'
deben luchar, pues
deben enfrentarse
con los 'hard
problems'".(5)
Son los mismos
"problemas
duros" con los
que debe enfrentarse
quien tiene que ver
con otros hombres,
ya sea en la
profesión o en la
vida privada (¿y
quién no?).
Necesita un modelo
que lo incluya como
actor y refleje los
efectos de su
acción: el modelo
debe armonizar con
la perspectiva
interior del
observador
participante. Aquí
comienza la utilidad
de los conceptos
sistémicos para la
vida cotidiana, pues
permiten confrontar
la descripción
desde la perspectiva
interior del
observador con la de
la perspectiva
exterior, o
formulado de otra
manera: la mirada
desde el exterior
puede ser utilizada
para la acción
interior. Así
pueden ser
cuestionados los
presupuestos
tácitos (racionales
e irracionales) que
conducen las
acciones de los
actores
participantes. De
ese modo, cada
individuo tiene la
posibilidad de
examinar la utilidad
de las descripciones
de sí mismo y de su
mundo circundante.
Reglas de juego
Quien
observa (por ejemplo
como etnólogo,
sociólogo,
terapeuta familiar,
consejero
empresarial o
ciudadano de un
Estado) un sistema
social (por ejemplo
un Estado, una
organización, una
institución, una
familia, una tribu
de aborígenes),
primero debe ver
hasta qué punto
puede definirse a
sí mismo como
observador exterior:
los fenómenos que
ha de observar, ¿se
podrían observar si
él no estuviera
como observador?
¿Cambia el sistema
si se abstrae a este
observador junto con
sus métodos de
observación
específicos? Si
diferentes
observadores pueden
describir el mismo
fenómeno con
diferentes métodos,
entonces en su
explicación pueden
hacer como si fueran
observadores
exteriores de una
realidad más dura,
independiente de
ellos,
"objetiva""
cuyo surgimiento y
sostén no puede
atribuirse a ellos.
Como observadores
exteriores pueden
conformarse con
describir las pautas
de conducta y
enlazarlas formando
modelos: "Si la
persona A muestra la
pauta de conducta
Xa, entonces la
persona B muestra la
pauta de conducta
X6, y si la persona
B muestra la pauta
de conducta X6,
entonces la persona
C muestra la pauta
de conducta Xc; si
la persona C muestra
la pauta de conducta
Xc, entonces...; y
si la persona N
muestra la pauta de
conducta Xn,
entonces la persona
A muestra la pauta
de conducta
Xa...". Con
tales reglas
descriptivas se
pueden representar,
libres de valores y
neutros, modelos de
enlaces funcionales,
es decir, efectos de
pautas de conducta
sobre otras pautas
de conducta. Se
pueden caracterizar
diferentes sistemas
de interacción
mediante secuencias
de interacción
(más o menos)
diferentes. Desde el
punto de vista
sistémico no surge
de allí la
cuestión de si la
conducta de A es la
causa de la conducta
de B o si la
conducta de N es la
causa de la conducta
de A. En vez de eso,
el observador ve la
circularidad en la
que los patrones de
conducta se enlazan
entre sí, formando
una red. Si se
quisiera atribuir la
causa (por ejemplo
la culpa) del
surgimiento de una
de esas pautas a uno
de los
participantes,
entonces
equivaldría a que
como espectadores de
un partido de
fútbol viéramos en
la conducta de un
jugador la causa de
que los 21 restantes
se sometan a la
regla del offside.
Para el observador
exterior no son de
interés las
características y
los motivos
particulares de las
personas
participantes, ni
sus capacidades o
limitaciones, ni sus
buenas o malas
intenciones, ni la
cuestión de si se
comportan así
consciente o
inconscientemente.
Para describir el
sistema indagado es
completamente
suficiente si el
observador se
conforma con la
descripción de los
patrones de conducta
y señala las reglas
de sus enlaces:
"Si...,
entonces...".
La situación es
completamente
diferente para quien
quiere o debe
participar en la
interacción de tal
sistema (el miembro
de una familia o de
una tribu, el
trabajador en una
empresa, el
ciudadano con o sin
uniforme,
etcétera). Si no
quiere que su
conducta sea
determinada por las
casualidades (y son
pocos los que tienen
el valor de jugar
así sus
decisiones),
necesita más que
reglas descriptivas;
necesita además
reglas
"prescriptivas"(6)
que le dicen qué y
cuándo debe hacer o
dejar de hacer algo.
Y debe basarse en
una línea recta de
causa-efecto-concepto,
es decir, debe hacer
como si sus propias
acciones (lo que
hace o lo que deja
de hacer) fueran las
causas de los
efectos deseados o
temidos. Es un
jugador en ese
juego, y para
orientarse necesita
una medida de
valoración que le
permita elegir entre
todos los modos de
conducta imaginables
(que a menudo son
más o menos
numerosos que los
posibles). A
diferencia de un
partido de fútbol,
donde las reglas
están fijadas antes
de comenzar el
juego, en los juegos
-por ejemplo
"comenzar una
relación
amorosa",
"ser
padre",
"ejercer su
oficio",
etcétera- que
debemos jugar todos
los días, no está
claro qué reglas
hay que aplicar; con
frecuencia no son
manifiestas, y los
criterios para los
movimientos buenos o
malos no comprometen
a todos ni son
invariables. Existe
seguramente un
cierto marco
económico general
como "realidad
dura", a la que
cada uno debe
acomodarse. Pero al
lado hay un
"ámbito blando
de la realidad"
donde el espacio de
juego y las
posibilidades de
configuración del
individuo son mucho
más grandes. El
reverso de esa
"blandura"
es que resulta
relativamente
difícil apreciar
correctamente o
calcular de antemano
el efecto de las
propias acciones.
La razón de eso es
la perspectiva
obligadamente
limitada del
participante en la
interacción: sólo
ve los efectos
directos de su
propia conducta en
el otro. Si es la
persona A del
ejemplo de más
arriba, entonces
probablemente sólo
ve que la persona B
muestra la conducta
Xb ante su conducta
(Xa); por lo general
le queda oculto el
mecanismo de cómo
su conducta lleva a
la conducta Xn de la
persona N, sobre
todo si con el
aumento de la
cantidad de
participantes crece
velozmente la
complejidad de las
relaciones y lleva a
una pérdida total
del panorama.
Entonces se ve
obligadamente como
alguien que
"reacciona"
ante la conducta de
N, pero no ve cómo
participó
indirectamente en la
producción de esa
conducta (y con ello
de la suya propia).
Por esa razón no
puede agotar las
posibilidades que
tiene para modificar
tales círculos.
Nuestro pensamiento
cotidiano lineal de
causa-efecto, en el
que suponemos
tácitamente que
tenemos que ver con
objetos que son tan
independientes de
nuestras acciones
como lo son éstas,
nos hace difícil
comprender esos
procesos de enlace y
retroacoplamiento.
Eso lleva con
frecuencia a que en
nuestra acción nos
enredemos en
paradojas y no
alcan- cemos
determinados fines
tanto tiempo como lo
intentamos..., pero
los alcanzamos
precisamente cuando
abandonamos nuestros
intentos...
El sentido o
sinsentido de las
decisiones y
acciones está
determinado siempre
por el contexto de
la interacción en
el que se producen-
y éste sólo puede
ser aprehendido
limitadamente desde
la perspectiva
interior. La mirada
desde la perspectiva
exterior en cambio
puede aclararlo.
Permite medir los
efectos de la propia
acción sobre los
objetivos y
propósitos, y en
caso necesario
desarrollar
estrategias
alternativas.
Desde el punto de
vista sistémico, la
introducción de la
perspectiva exterior
es la función
esencial de la
(psico)terapia y del
asesoramiento. Es
una forma de terapia
y de asesoramiento
que le deja al
individuo su
responsabilidad por
sus decisiones y
sólo vincula los
puntos de vista
surgidos de la
perspectiva
interior, basados en
tales decisiones,
con los efectos
observados desde la
perspectiva
exterior.
El hombre se
describe a sí mismo
y a su mundo
circundante y se
comporta de acuerdo
con sus
descripciones; si
éstas cambian,
entonces cambia su
conducta. Y puesto
que los sistemas
interactivos se
componen de tales
modos de conducta,
también ellos
cambian sus
estructuras cuando
cambian las
construcciones de la
realidad de los
participantes en la
interacción. Por
"construcción
de la realidad"
hay que entender la
totalidad de los
modelos de
pensamiento,
sentimiento y
conducta que cada
uno ha construido a
lo largo de su vida.(7)
La primera cuestión
que resulta de allí
es la de las
informaciones
pertinentes. Como lo
ha demostrado un
lógico de Oxford,
George Spencer
Brown, todas las
formas de
construcción de la
realidad se reducen
a un solo proceso:
la realización de
distinciones.(8) Se
puede decir que una
información escuna
diferencia que hace
una
diferencia".(9)
Por lo tanto no se
trata de alguna cosa
"objetiva":
siempre es el
observador el que
determina qué
diferencias hacen
una diferencia para
él. La mirada desde
la perspectiva
exterior muestra con
demasiada frecuencia
que las estrategias
de conducta propias
fracasan
precisamente porque
se han hecho
distinciones
erróneas, es decir,
inútiles.También
aquí el contexto
determina
ampliamente qué se
puede abstraer sin
hacer daño y qué
no. Quien planea un
viaje de Alemania a
Italia puede
abstraer sin mayores
consecuencias los
Alpes, en el caso de
que utilice el
avión. En cambio si
viaja con elefantes
como Aníbal o con
el coche del correo
como Goethe, deberá
pensar dónde
encontrará un paso
apropiado. La
introducción de la
perspectiva exterior
en la perspectiva
interior abre para
todos la posibilidad
o incluso la
necesidad de buscar
y encontrar o
inventar opciones
alternativas.
Persistencia y cambio
Otra
diferencia entre
realidad "más
dura" y
"más
blanda", entre
mundo inanimado y
mundo animado, entre
una familia, una
institución, una
cultura y los Alpes,
es pasada
fácilmente por
alto: la estabilidad
y el cambio están
organizados de
manera diferente en
ambos ámbitos. Los
Alpes mantienen su
estructura -por lo
menos en el ámbito
macroscópico
accesible a nuestra
observación- tanto
tiempo hasta que una
fuerza que viene de
afuera tiene efecto
sobre ellos y la
cambia. Su
estructura cambia
sólo cuando
aparecen cuadrillas
de explosivos y
cavan agujeros en
las montañas. Se
trata de una
estabilidad pasiva:
todo queda
"sobreentendido",
tal como es, hasta
que alguien o algo
localizado fuera del
sistema lo cambia.
Por el contrario un
sistema social debe
sostener activamente
su estructura y
estabilidad; todo
cambia, a menos que
alguien localizado
dentro del sistema
se ocupe de que todo
siga igual. Puesto
que tales sistemas
deben entenderse
como modelos de
pautas de conducta,
su supervivencia
depende siempre de
que alguien cumpla
esas pautas de
conducta
específicas. Toda
cultura muere en el
momento en que nadie
sigue sus reglas
(tanto las
descriptivas como
las prescriptivas);
sólo hay fútbol
mientras alguien
juegue; todo
lenguaje que no se
habla muere; y las
estructuras de la
escuela siguen
siendo las mismas
mientras haya
alumnos y profesores
que desempeñen los
viejos roles, es
decir, muestren las
pautas de conducta
que crean la
estructura de la
escuela. Si se pasa
por alto esta
distinción entre
sistemas animados e
inanimados, se
llegará a
apreciaciones
erróneas sobre
cómo hay que
valorar las pautas
de conducta propias
o ajenas. En
general, esto se
hace particularmente
claro en la
valoración de
aquellas actividades
que sólo llaman la
atención y son
percibidas cuando no
son realizadas o no
lo son
efectivamente. Son
el presupuesto de
que se sostienen la
estructura y el
orden supuestamente
dados
("sobreentendidos").
Son todos los
trabajos cuya
característica
puede ser comparada
con el de un ama de
casa. Su actividad
(por ejemplo, lavar
la vajilla) sólo se
percibe cuando no se
realiza. En las
empresas, según la
experiencia, las
secciones de
personal o sus
colaboradores
desempeñan con
mucha frecuencia ese
rol, en la comunidad
los recolectores de
desperdicios y en
las familias -como
hemos dicho- las
mujeres. A nivel
individual eso lleva
con mucha frecuencia
a la sensación de
no ser
suficientemente
valorado, lo que a
su vez lleva a
conflictos y a una
necesidad más
grande de
asesoramiento y
terapia.
Una segunda razón
de por qué es
importante esta
distinción entre
sistemas animados e
inanimados, son las
posibilidades que
conlleva, siempre
muy diferentes, de
resolver problemas.
Si en un sistema de
interacción resulta
problemática una
estructura
cualquiera, es
decir, un juego de
conjunto cualquiera
de modos de
conducta, entonces
es cierto también
que es producido
activamente por las
personas
involucradas.
Contemplando desde
afuera se puede
decir por ejemplo
que cada colaborador
de una empresa es
pagado porque
soluciona
determinados
problemas (por
ejemplo meter en un
agujero tornillos
que no quieren
entrar por sí
mismos). Puesto que
el colaborador
conoce una
estrategia de
solución
(técnica)para esos
problemas, no los ve
(desde la
perspectiva
interior) como
"problemas",
no ve la solución
como
"solución",
sino como ejercicio
de su actividad
profesional normal,
por la cual también
se le paga. Los
"problemas"
(entre comillas =
perspectiva
interior) son para
él sólo los
problemas (sin
comillas =
perspectiva
exterior) para los
cuales no conoce o
no encuentra
solución. Esos
"problemas"
surgen sólo cuando
la solución de ese
problema ha sido
intentada sin éxito
y se declara el
fracaso de las
estrategias de
solución normales
de los problemas.
En la manera en que
alguien describe el
"problema"
ya está contenida
una idea de cómo
podría o debería
solucionarse. Los
modos de conducta
que deduce de allí
participan siempre
en la producción de
lo que describe como
"problema".
También aquí se
trata de uno de los
efectos
autorreferenciales
de las
construcciones de la
realidad, efectos
que conducen a la
paradoja de que la
solución intentada
produce el
"problema".(10)
Se hace crónico si
se siguen utilizando
(obviamente sin
éxito) las
estrategias de
solución probadas
sin éxito.
Como terapeuta,
consejero o afectado
hay que plantearse
la cuestión:
¿cómo hacen los
participantes
(yo/nosotros) para
crear el problema y
sostenerlo? Una vez
que se responde a
esa pregunta, con
frecuencia ni
siquiera es
necesario buscar una
alternativa
constructiva para
esa estructura de
interacción
problemática: es
suficiente con
perturbar ese
modelo.
Luego, en la
práctica eso puede
tener el efecto de
que una pauta de
conducta
determinada,
componente de un
nudo de
retroacoplamiento
que se sostiene a
sí mismo, es
abandonada o
impedida; es decir,
simplemente se hace
algo distinto de lo
que se hacía hasta
entonces. De esa
manera, variaciones
mínimas -en lo que
al esfuerzo se
refiere- en las
acciones pueden
conducir a
importantes
modificaciones: no
hacer algo es por lo
general mucho menos
caro y más fácil
que encontrar una
"solución".
La solución se
encuentra después
por sí sola.
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Notas
1
Cf. Gemhardt y otros
1969, pág. 124.
2 Cf. von
Glasersfeid 1978.
3 Heisenberg subraya
el hecho de que
también en las
ciencias naturales,
en razón de la
autorreferencia, se
ha vuelto dudosa la
representación de
un
"conocimiento
objetivo":
"Lo nuevo en la
situación del
conocimiento de la
teoría cuántica
consistió en la
comprobación de que
sólo podemos
observar lo que
realmente no se deja
separar de nosotros;
de manera que el
concepto de
'observación
objetiva' se hace en
cierta medida
contradictorio"
(1942, pág. 115).
4 Un reproche que
Karl Kraus hizo al
psicoanálisis, pero
que seguramente se
aplica también a
otras ciencias. Más
adelante indagaremos
si existen peligros
especiales para el
psicoanálisis.
5 Cf. von Foerster
1972, pág. 17.
6 Cf. von Wright
1963.
7 Más detalles
sobre los
fundamentos del
"constructivismo"
se encuentran en
Watzlawick 1981,
así como en los
libros mencionados
de von Glasersfeld y
von Foerster.
8 Cf. George Spencer
Brown, Laws ofForm,
Nueva York, Dutton,
1969. Una
explicación
detallada de los
conceptos teóricos
de von Foerster, von
Wright y Spencer
Brown se encuentra
en Simón 1988.
9 Cf. Bateson 1979.
10 Watzlawick y
otros 1974, han
demostrado
detalladamente cómo
pueden convertirse
en problemas las
soluciones.
Cuestionario
1.
Menciona algunas
dificultades
presentadas en la
utilización de un
modelo abstracto
para la
cotidianidad.
2. Según Simon,
¿cómo puede
comenzar a
describirse la
utilidad del enfoque
sistémico en la
vida cotidiana?
3. Haciendo uso de
las distinciones que
Simon emplea entre
realidades más
duras y más
blandas, expresa los
dos principales
factores de
organización de
todo sistema social.
Luego intenta
especificar el
ámbito de
desarrollo potencial
de la creatividad
sobre esta base.