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         El Almirante Cristóbal Colón llegó a las costas de Cuba el día 27 de octubre de 1492.  La playa Bariay, al noroeste de la Isla, en lo que después sería la  provincia de Holguín, fue la testigo silente de la llegada de aquellas tres naves: La Niña, La Pinta y La Santa María hicieron su entrada silenciosa bajo los ojos atónitos y los corazones palpitantes de los nobles habitantes de aquella virgen región. 

El viaje había sido largo, pero eso no impidió que el paisaje ante sus ojos; llanos, palmeras, manantiales, vegetación exuberante y una fauna muy variada hicieran que el Almirante exclamara: “Esta es la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto jamás”.  Dieciocho años después, en 1510, Diego Velázquez inicia la conquista del territorio cubano. A partir de esa fecha se fundan las primeras villas: Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa (1512), San Salvador de Bayamo (1513), La Santísima Trinidad (1514), Sancti Spíritus (1514), Santiago de Cuba (1515), San Cristóbal de La Habana (1514) y Santa María del Puerto del Príncipe (1515).

Los indios que encontraron los españoles en las Antillas mayores eran en parte autóctonos y en parte procedentes de Sur-América y quizá si en alguna proporción de la cuenca del Mississippi y de la América Central. Definitivamente se ha establecido desde 1892 por investigadores del Gabinete Etnográfico de la Fundación Smithsoniana que los patrones de la cerámica de tipo más elaborado encontrados en los territorios de encrucijada racial de la Florida, Tennessee, Georgia y Alabama son del mismo tipo que los hallados en Cuba y en Haití. Esto ha servido para fijar que hubo por lo menos intercambio desde las Antillas y las regiones situadas al sur del Cabo Hatteras.  Los Taínos, una raza de indios pacíficos dedicados a la agricultura, la caza de animales pequeños y la pesca.  Los Caribes, indios guerreros y los Guanahatabeyes  pescadores, cazadores y recolectores corrieron la misma suerte que muchos otros pueblos indígenas de la región americana; una rápida extinción debido a las agotadoras faenas de trabajo a que se veían sometidos en el sistema de encomiendas establecidos por los conquistadores en su afán de sacarle a estas tierras la mayor ganancia posible.  Mediante el sistema de Encomienda tribus enteras de indios eran divididas y los seres humanos que la componían eran repartidos entre los dueños o Encomenderos para que trabajaran en la extracción del oro y en las labores agrícolas.  Otras causas para la rápida extinción de los indios los fueron las plagas y enfermedades con las que se contagiaron debido al contacto con los colonizadores y contra las cuales no tenían anticuerpos. 

Además de la extracción de minerales, otros renglones prosperaron en la isla de Cuba, como la ganadería, el tabaco; y con la introducción del azúcar (siglo XVI) y el café (en 1748), comenzó la importación masiva de negros esclavos. En la Cuba del siglo XIX, las divisiones raciales y de origen (criollo o español) que la sociedad esclavista y el colonialismo español crearon entre los habitantes fueron de tal intensidad, que afectaron profundamente al desarrollo de las asociaciones de artesanos desde sus inicios a finales de la década de 1850. Aunque existían trabajadores de muy diverso rango e índole, paradójicamente la sociedad esclavista y las leyes coloniales propiciaron la creación de vínculos de clase entre trabajadores de diferente origen, raza y grado de libertad. La esclavitud apoyada por las leyes coloniales no sólo sirvió para explotar a los esclavos, sino que también permitió a la elite socioeconómica endurecer las relaciones laborales de los trabajadores urbanos jurídicamente libres. Los trabajadores urbanos libres compartían muchas de las adversidades impuestas a los trabajadores no libres, lo cual llevó a las organizaciones de trabajadores, primero a oponerse al uso de trabajadores no libres en las fábricas, y posteriormente a defender la abolición de la esclavitud. 

 En 1868, en el Ingenio La Demajagua, Carlos Manuel de Céspedes da la libertad a sus esclavos y los convoca a alzarse en armas contra las fuerzas de la colonia. Comienza la Guerra de los diez años que termina con el Pacto del Zanjón. En 1892 José Martí funda el Partido Revolucionario Cubano. El 24 de febrero de 1895 comienza nuevamente la guerra. El ejército mambí marchó victorioso de un lado a otro de la isla, derrotando a un ejército de 200 000 españoles. José Martí –héroe nacional y apóstol de las luchas independentistas- cae mortalmente herido en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895. Antonio Maceo, Lugarteniente General del ejército mambí, realiza en gran hazaña la invasión de Oriente a Occidente. Los Estados Unidos declaran en 1898 la guerra a España, usando como pretexto la explosión del Maine, encontrando a un ejército debilitado que difícilmente pudo resistir el embate.

El 20 de mayo de 1902 se instaura la república, que quedó tempranamente sometida a una Enmienda Constitucional –conocida como la Enmienda Platt- de carácter injerencista. En 1925 Julio Antonio Mella, líder estudiantil universitario, funda el Partido Comunista de Cuba. Intensas luchas políticas enfrenta la dictadura de Machado, conocida en la historia nacional como la revolución del 30. El 26 de julio de 1953 se produce el asalto al Cuartel Moncada, en la provincia de Santiago de Cuba, por un grupo de jóvenes dirigidos por Fidel Castro.  El 2 de diciembre del año 56 desembarcan en la zona suroriental del país 82 expedicionarios llegados desde México en el yate Granma al frente de Fidel Castro (integraban también esta expedición Ernesto Che Guevara, Camilo Cienfuegos y Raúl Castro, entre otros), se internan en las montañas de la Sierra Maestra y crean el Ejército Rebelde. Los años 56, 57 y 58 se caracterizaron por intensos golpes revolucionarios en diferentes regiones hasta que el día 1 de enero de 1959, el presidente Fulgencio Batista con su familia abandona el país con destino a Santo Domingo y días después;  el 8 de enero de 1959, entran en La Habana las tropas del Ejército Rebelde.

La historia que narro en esta página es una esbozada a grandes rasgos y que lamentablemente no recoge los ricos matices de las gestas heroicas realizadas por muchos patriotas cubanos en pro de la lucha por la independencia en tiempos de la colonización.  No incluye tampoco la historia escrita con sudor y sufrimiento por los hermanos cubanos que han tenido que vivir en Cuba desde esa fecha hasta la actualidad.  Por mi parte salí de Cuba, en el año 1960.  Sé que es mucho tiempo y muchos pueden pensar que ya no soy cubana, pero a esos que piensan de esa manera, he de decirle que aun lo sigo siendo.  Que un cubano no se hace, nace y que nunca se puede acostumbrar a ser de otra nacionalidad, por más integrado que esté a la nueva cultura bajo la cual se haya tenido que cobijar.   El motivo por el cual no incluyo en este relato histórico el periodo comprendido entre el 1959 y la actualidad es porque no lo viví, por que no lo sufrí desde adentro y no quiero ser injusta con los tantos cubanos que sí lo hicieron y que tienen tantas opiniones diferentes sobre las bondades o maldades del régimen político cubano. 

Solamente, a modo de desahogo, sí puedo decir que no me gusta la diferencia entre mi vida; entre las posibilidades tan extraordinarias de desarrollo físicos y mentales que he tenido a mi disposición estando fuera de mi patria con las pocas posibilidades que en comparación han tenido los cubanos que han pasado ese mismo periodo de tiempo dentro de mi isla.  Entiendo que lo mas preciado que tiene un se humano, además de la vida misma, es la libertad; la libertad de pensamiento, de palabra, de acción y hasta de omisión.  La libertad en todos sus significados y en todas sus posibilidades y entiendo que por muchos beneficios que le otorguen al régimen político que impera en mi país desde el año  1959, los cubanos que aun permanecen viviendo allí no tienen ni gozan de ningún tipo de libertad.  Los admiro, los admiro muchísimo por la fuerza moral y física que han desarrollado para soportar todo lo que han tenido que vivir y para hacerlo sin dejar de ser un pueblo alegre optimista y luchador. 

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