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Herencia Cristiana

CONFRONTACION CON LA BIBLIA

 

SEGUNDO ROUND: ÉXODO

 

   Hasta donde he leído, Génesis y  parte de Éxodo, todo esto se trata de una glorificación al pueblo hebreo o israelita ("...mi pueblo" -dijo Dios en Éxodo 3,10) en contraposición con los egipcios y otros pueblos.  ¿Y qué pitos tocan los latinoamericanos, descendientes de aborígenes americanos que se cruzaron con españoles a la vez mezclados con moros, en este baile?  ¡Vaya usted a saber!  Algunos lo llaman sumisión.  Para mí es lo de siempre: por carecer de originalidad optaron por lo más fácil: adoptar una religión ultramarina que ensalza a un pueblo xenófobo por encima de cualquier cosa.   En cuanto a Moisés, hijo de Amram y la tía de este, recordemos su propia enseñanza: fue salvado de la muerte por una egipcia, mató a un egipcio porque golpeaba a un hebreo, al día siguiente ve a dos hebreos que se estaban peleando y su reacción es diferente: se limita a llamarles la atención.  Al final, admitiendo que tiene miedo al ser descubierto su crimen, huye presuroso.  Dios después quiso matarlo (Éxodo 4,24), pero se contuvo satisfecho cuando Séfora, su esposa, le cortó el prepucio a su hijo (ídem 4,26) y luego Dios nominó a Moisés para el recibo de las tablas.  ¿Vislumbra usted la paradoja?   Pongámoslo en tiempos nuestros y sustituyamos los personajes: un checheno producto de un incesto y que había sido rescatado por una rusa, mata a un ruso después porque le pegaba a un tercer checheno.  Luego ve a dos compatriotas suyos pelearse entre sí y su reacción es muy diferente.  Al descubrirse su crimen –cosa que la justicia terrena castiga–, huye y entonces su Dios, exclusivamente checheno, lo visita para honrarlo con un cargo.  Él duda en aceptarlo.  Su Dios entonces intenta matarlo pero no lo hace cuando a un hijo del checheno lo mutila su propia madre, con lo que se da por satisfecho.

 

 

   Los cuentos de las plagas en Egipto (Éxodo 7 a 11), donde se dice que el faraón se ponía terco por la voluntad de Dios, que “El Señor hizo que los egipcios fueran muy amables con los israelitas” y que la terquedad del faraón y sus funcionarios solo se debía a Dios, nos demuestran que la voluntad del hombre, bueno o malo, está sujeta a la voluntad de Dios.  Entonces ¿quién es realmente responsable del pecado, si su voluntad puede ser dirigida? 

 

   Y una pregunta capciosa a los católicos:  ¿por qué no celebran la Pascua con el sacrificio de animales y untando con su sangre los marcos de las puertas de sus casas?  Deberían, pues Dios dijo que ello era “una ley permanente... (y que) Cualquiera que coma pan con levadura durante esos siete días, será eliminado del pueblo de Israel” (ídem 12, 14/15).  Es que, como les gusta tanto pasar por israelitas o hebreos...   Pero los latinoamericanos católicos, ¿qué son en realidad: legítimos hebreos, descendientes de “extranjeros” o acaso de esclavos?  ¡Pues a circuncidarse todos si es que quieren seguir comiendo carne durante la Pascua! (ídem 14, 43/49).

 

   Los egipcios, cuando perseguían a los hebreos entre las murallas de agua del Mar Rojo, murieron todos (“...caballos y jinetes”) al volver el agua a su cauce normal.  ¿No que “todo el ganado egipcio (caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas)” , según el capítulo 9, versículos 1/6, había muerto durante la quinta plaga?  Y en la sétima, para redundar, “El granizo destruyó hombres y animales...” .  Y en la décima “...el señor hirió de muerte... a las primeras tres crías de los animales”.  ¿Acaso renacían por generación espontánea?

 

   ¿Que por qué afirmo que los mandamientos son cosa humana que se requerían para imponer orden?  Porque antes de ellos imperaban las guerras, los odios, la violencia, el incesto, la esclavitud, el racismo, la discriminación, la venganza, la infidelidad (cosas que hasta la fecha, a pesar de que las sociedades son mayoritariamente religiosas, se mantiene); porque antes de que Dios los oficializara, ya el suegro de Moisés había aconsejado a este que “A ellos (“...a tu pueblo”), instrúyelos en las leyes y enseñanzas, y hazles saber cómo deben vivir y qué deben hacer” (ídem 18, 20); porque se engrandece la participación del hombre (Moisés y sus escogidos para dictar sentencia) con ese consejo de Jetro anterior a la supuesta publicación de los mandamientos (“escoge hombres capaces, que tengan temor de Dios... y dales autoridad...”); porque, también antes, algunos prepararon, con misteriosa fanfarria, la presentación de Dios en el monte Sinaí (“nube espesa”, “prepara al pueblo...”, “Pon límites alrededor del monte para que la gente no pase, y diles que respeten el monte y no suban a él ni se acerquen a sus alrededores, porque todo el que se acerque será condenado a muerte” y “La gente podrá subir al monte sólo cuando...”).  Así, en tres días, se preparó el escenario (humo, temblor, trompetas, la voz de trueno de Dios).  Con razón Moisés confiesa que Dios le dijo: “...adviértele a la gente que no pase del límite ni trate de verme, no sea que muchos de ellos caigan muertos” (ídem 19, 7/24).  Al fin y al cabo, como había pronosticado Jetro y como en efecto sucedió (hasta el día de hoy), “...la gente, por su parte, se irá feliz a su casa” (ídem 18,23).

 

 

   Comoquiera, con esto de los mandamientos mejor me salgo por la tangente:  es que la bíblica intención merece todo mi respeto.  Fueron –y siguen siéndolo– muy necesarios.  ¡Lástima que los católicos (cristianos en general) no los cumplan!  Habrá que reactivar lo del cielo y el infierno para ver si así, tal vez, posiblemente...  Aunque con eso de confesar los pecados todo es un borrón y cuenta nueva (lo bueno sería que los acumularan a ver quién logra soportar el fardo).  Empero, no puedo dejar pasar tan propicia ocasión: 

   “No tengas otros dioses aparte de mí” y “No te hagas ningún ídolo ni figura de lo que hay arriba en el cielo...” (ídem 20, 3 y 4).  ¿Y ese “chorro” de vírgenes, de santos proveedores, de “niños” navideños, de ángeles protectores, de iconos pintarrajeados?

   “...Dios celoso que castiga la maldad de los padres que me odian, en sus hijos, nietos y bisnietos...” (20, 5).  ¿Y entonces quiénes abandonan a sus hijos, los golpean, los maltratan y a veces hasta los violan?  Serán los ateos, no los otros.  ¡Pues a esterilizar ateos para evitar tanto “niño de la calle”!

   “Acuérdate del día del reposo...” (20, 8).  Será para ir al “mall” (hipócritas esos hebreos, comerciantes oportunistas, pues es cuando más venden).

   “No mates...” (20, 13).  Excepto si es en la guerra, o si tenés un arranque de celos.  Excepto también si la víctima es hechicera (ídem 22, 18), tuvo amores con un perro (22, 19) u ofreció sacrificios a otros dioses (22, 20).

   “No cometas adulterio...” (20, 14).   ¡El que esté libre de culpa que lance la primera piedra!, pero cuidado: evite tirarla un viernes a la zona de los moteles.

   “No robes...” (20, 15).  ¡Aquí no hacen falta sarcasmos!  Bueno, tal vez uno pequeñito:  ¿y son ateos lo que evaden sus impuestos?

   “No digas mentiras en perjuicio de tu prójimo...” (20, 16).  No hay problema, como para el hombre “Ni primo ni hermano, yo soy mi prójimo más cercano”...

   “No codicies...” (20, 17).  ¿Y no se ruborizan al leer esto?.

 

   Y dale con las buenas intenciones (el camino a Roma está empedrado de ellas):  “Y si me hacen un altar de piedras, que no sea de piedras labradas, porque al labrar la piedra con herramientas se la hace indigna de un altar” (20, 25).  ¿Cuáles son las construcciones más fastuosas?

   Y dale con el machismo, adobado con esclavitud:  “Si alguien vende a su hija como esclava, ella no saldrá libre como los esclavos varones” (21, 7).

   Y dale con el amor al prójimo:  “Si alguien golpea con un palo a su esclavo o esclava, y lo mata, deberá hacérsele  pagar su crimen.  Pero si vive un día o más, ya no se le castigará, pues el esclavo es de su propiedad” (21, 20/21).

   Y dale con esa divina justicia:  De noche se puede matar al que roba (de día no); también debe matarse a la hechicera (¿por ser mujer?), al que se entregue a actos sexuales con animales, al que ofrezca sacrificios a otros dioses, al que secuestre, al que insulte a sus padres...  Pero si alguien deshonra a una mujer virgen que no esté comprometida, tan solo se casa con ella y punto.  Ahora que, si la mujer está comprometida, no solo hay impunidad, posiblemente hasta nombren apóstol al victimario (21, 16/17 y 22, 2/20). 

   Y dale con la astucia de Moisés:  “El Señor se dirigió a Moisés (sin testigos) y le dijo:  Di a los israelitas que recojan una ofrenda para mí... oro, plata, cobre...” (25, 1/3).  ¡Qué manera de...!

 

   ¿Ven lo que yo había dicho?  De los trece hijos de Israel (Jacob), Dios dispuso que solo los hombres eran hijos y, por ende, merecedores de perpetuarse en esta historia:  “Toma luego dos piedras de cornalina, y graba en ellas los nombres de los hijos de Israel, ...seis nombres en una piedra y seis nombres en la otra” (28, 9/10).  Eso se hizo, entre otras cosas, “...para recordar a los hijos de Israel” (28,12).  “Las piedras... tienen que ser doce, pues doce son los nombres de los hijos de Israel” (28, 20/21).  Y a la discriminada Dina ni siquiera la hicieron monja (que es con esto con lo que suelen enorgullecerse las católicas).

 

 

   He aquí un par de versículos que los creyentes esquivan, posiblemente para evitar malentendidos:

   “Cuando hagas un censo de los israelitas –dijo Dios a Moisés–, cada uno de ellos deberá dar una contribución al Señor como rescate por su vida, a fin de que no haya ninguna plaga mortal con motivo del censo” (30, 12).  En las facultades de Derecho eso tiene un nombre:  coacción indebida para el provecho propio, con tintes similares al plagio:  o me dan una “contribución” para el “rescate por su vida” o... 

   Y, la verdad, también se esquiva lo referente al día de reposo:  “Deben respetar mis días de reposo... (que) será sagrado para ustedes y deberán respetarlo.  El que no respete ese día, será condenado a muerte...” (31, 13/14).  ¿Sábado o domingo?  Pues no resulta importante:  ¿quién no trabaja los sábados?  Y no hablo de los empleados públicos, ya se sabe que ellos nunca trabajan.  ¿Y los domingos?  Ya que me lo preguntan, lo diré:  los jugadores de fútbol, los cronistas deportivos, locutores de todo tipo, guardas, taxistas, empleados turísticos, dependientes de comercio, árbitros de fútbol (que lo hacen muy mal, por cierto), repartidores de comida, cocineros, bartenders, etc.  ¡Y casi todos cristianos!

 

   “...como tres mil hombres”, entre ellos sus propios padres o hijos (32, 28/29).  Esos fueron los muertos a manos de los levitas.  Así se los ordenó Moisés porque aquellos habían bailado alrededor de un becerro (32, 19), “carboneados” por Aarón, el hermano de Moisés.  Claro –ventajas que tiene el cargo–, Aarón siguió “vivito y coleando” (32, 2/3 y 34, 30).

 

   Yo he venido barruntando que el pueblo hebreo o israelita es xenófobo y que, en concordancia con los autores de la Biblia, se considera muy por encima del resto.  Pues bien, me he equivocado.  No es una simple presunción.  ¡Es un hecho!  Son muchos los mensajes que lo confirman, algunos de ellos subliminales.  Un buen ejemplo es el tácito espaldarazo que Dios le da a Moisés al afirmar este que su pueblo es diferente del resto:  “Moisés le dijo al Señor:  -Mira... ten en cuenta que este pueblo es tu pueblo. ...Solo así tu pueblo y yo podremos distinguirnos de todos los otros pueblos de la tierra”  (sic capítulo 33, versículos 12/15).  Dios no lo desmiente, al contrario, lo respalda (33,17).  Es que el “Dios de Israel” fue muy claro cuando advirtió a Moisés en 34, 15:  “No hagan ningún pacto con los que viven en esa tierra, no sea que... casen ellos a sus hijas con los hijos de ustedes...” (35,15).  Ahora, conceptualicemos la palabra “pueblo” y, en función de él, analicemos a los hebreos o israelitas y a los latinoamericanos.  Los primeros son muy diferentes de los segundos.  Estos últimos son descendientes de aborígenes americanos que vivieron concurrentemente, en tiempo, con los hebreos bíblicos y que se mezclaron después con otras gentes (españoles y africanos, fundamentalmente).  Por si alguien duda de ello es bueno transcribirle lo siguiente:  “En algún momento posterior a la llegada del homo sapiens al hemisferio occidental hace 15 o 20 mil años, ocurrió una mutación genética de extraordinaria rareza en un hombre que engendró a un varón.  El resultado fue que el cromosoma Y del hijo, habitualmente una copia exacta del cromosoma paterno, presentaba algunas pequeñas diferencias.//Hoy, la investigación del DNA ha revelado que ese hijo se convirtió en un “Adán” nativo americano, pues casi el 90 por ciento de los indígenas sudamericanos y 50 por ciento de los norteamericanos comparten dicha marca genética, desconocida en otras poblaciones masculinas.//Peter Underhill, de la Universidad de Stanford, cuyo trabajo para definir a la población ha sido confirmado por otros científicos, señala: Aunque pertenezcan a distintos grupos étnicos, tengan diferentes culturas y hablen distintos idiomas, comparten un antepasado masculino.”[1]

   Ya hemos visto, en diferentes capítulos, que la Biblia defiende el concepto de la pureza del pueblo hebreo con la exaltación de valores tales como “...con tus (de Abram) descendientes voy a formar una gran nación...”, “Tu heredero (dijo Dios a Abram) va a ser tu propio hijo y no un extraño”, “...cómo sufre mi pueblo (dijo Dios a Moisés) que está en Egipto”, “...el Dios de los hebreos”, etc.  Por otra parte, el amor selectivo a los hebreos y su protección se contraponen al manifiesto rencor contra los egipcios, los cananeos, los amorreos, los hititas, los ferezeos, los heveos y los jebuseos (Éxodo 33, 2, entre otros).   ¿De dónde infieren los latinoamericanos que la otra mitad de sus ancestros, los españoles o africanos, eran hebreos y no cananeos, amorreos, etc.?  ¿Por qué no le preguntan a un hebreo?  Aún siéndolo, su otra mitad es indígena americana, pueblo que no tiene cabida en el selectivo pueblo hebreo.  ¡Las Sagradas Escrituras son para los hebreos exclusivamente!  Hasta en materia religiosa somos pueblo de tercer mundo.

 

   Estaba sumido en estas cavilaciones, aunque no profundamente, cuando salió a la luz pública un informe arqueológico que me hace preguntarme si no he estado perdiendo el tiempo con estas nuevas funciones que asumí de exégeta profano.  Se trata del resultado de laboriosas investigaciones que muchos judíos emprendieron hace rato en búsqueda de pruebas que corroboraran la veracidad del relato bíblico de Éxodo; a saber:

 

   “El período bíblico descrito en el Antiguo Testamento nunca existió y el pueblo judío no conquistó por las armas Canaán, la Tierra Prometida, aseguró el arqueólogo israelí Zeev Herzog.//Tampoco fueron los judíos esclavos en el Egipto faraónico, hace veinticinco siglos –uno de los motivos de la pascua hebrea (Pésaj)–  y nunca estuvo dividida Canaán entre las doce tribus de Israel, sostiene Herzog, catedrático de la Universidad de Tel Aviv.  Las afirmaciones del arqueólogo, publicadas por el diario independiente Haaretz, se fundan en los hallazgos que han hecho los profesionales de esta ciencia en Tierra Santa en los últimos setenta años de intensas excavaciones.//Según Herzog, se ha producido una revolución en la actitud de los investigadores respecto de la Biblia como fuente histórica, y ahora dudan de la veracidad de sus descripciones.//La mayoría de los arqueólogos y de los historiadores del pueblo judío que participaron en la investigación solían buscar en el terreno pruebas para corroborar la veracidad del relato bíblico, pero ahora consideran que la formación del pueblo hebreo fue muy diferente de lo que dicen las Sagradas Escrituras.//Es difícil aceptarlo, escribió Herzog en un artículo en Haaretz, pero está claro para los investigadores que los hijos de Israel no estuvieron en Egipto, no anduvieron cuarenta años por el desierto, no conquistaron Canaán ni dividieron el país entre las doce tribus, agrega.//Sin embargo, es más difícil aceptar el hecho –ahora claro– de que el reino unido de David y Salomón, descrito por la Biblia como una potencia regional, fue como mucho un pequeño feudo tribal.//Esas creencias bíblicas, que sustentan la doctrina de que Canaán fue la Tierra Prometida por Dios a los judíos, son las que abonan hoy en día las posiciones de los ultranacionalistas hebreos, a sus rabinos y a los colonos de los asentamientos israelíes, que reivindican la propiedad sobre todo el país y niegan derechos a los palestinos, que se dicen descendientes de los cananitas” (sic Biblia poco científica, La Nación de Costa Rica, 31/10/99, pág. 40 A).

 

 

[1] Weintraub, B. (1999). Un “Adán” americano dejó su marca genética. National Geographic, vol. 5, Nº 4, octubre 1999.

 

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