Hueco en el mapa.
Estamos en la frontera y la señal nos saluda en todos los quince lenguajes de la antigua república de la Unión Soviética. A veces vengo a montar en moto aquí, a Bielorrusia. Las carreteras son mejores y la gasolina más barata. Este país está en buenas relaciones con Rusia y aislado del resto del mundo. Desde hace muchos años, Bielorrusia vive bajo el régimen autoritario de su presidente. El es como Fidel Castro, el perpetuo presidente, sólo que no tiene barba.
En los mapas más nuevos, LA TIERRA DE LOS LOBOS aparece como un gran hueco. Los pueblos desiertos, al igual que las carreteras. Todo ha sido borrado.
Las autoridades no quieren domingueros apareciendo en carreteras que puede que no sean ambientalmente seguras.
La frontera es ancha. No merece la pena volver a luchar por esta tierra. Si dejamos la carretera principal y viajamos a lo largo del borde pasaremos a través de pueblos abandonados y nunca sabremos a que país pertenecen.
Viajaremos todo lo que las carreteras pavimentadas duren y entonces dejaremos nuestro vehículo y continuaremos viajando a pie. No hay necesidad de preocuparse por dejar el coche o la motocicleta sola, nadie la encontrara. Hay tantas probabilidades de encontrar a alguien aquí como en la Antártica.
La señal de la carretera muestra la distancia a algún pueblo.
Este es el nido. Los estorninos huyeron hace mucho tiempo.