A la hora de racionalizar ciertos avistamientos complicados, los escépticos en materias ufológicas tienen una fuerte tendencia a recurrir a las explicaciones astronómicas, identificando el estímulo como un planeta brillante o una estrella de primera magnitud. Tal encaramiento es lógico, pues una gran mayoría de los casos inicialmente caracterizados como UFOs resultan al fin de cuentas ser identificaciones erróneas de objetos astronómicos por observadores sin entrenamiento. En efecto, el hombre de la calle tiene poco interés en lo que sucede en el cielo, especialmente en las ciudades, donde la visibilidad es limitada por el alumbramiento urbano, y cuando incidentalmente mira hacia arriba y ve algo que no reconoce, su reacción espontánea es usar la palabra OVNI. Desde luego, esto no determina la identidad de lo que ha visto, y cuando los pormenores del avistamiento son examinados por expertos, casi siempre una explicación trivial salta a la vista.
Es por tanto empezar el análisis de todo incidente UFO con un vistazo a las posiciones de los principales planetas para ese lugar y hora. Cuando tal análisis fracasa, aquellos que se empeñan en decir " les OVNIs n'existent pas" recurren a las estrellas de primera magnitud, y ¿porque no? también a las de segunda magnitud. Es en este punto en que el análisis se descarrila, y se vuelve metódicamente deficiente. Pues no es necesario tener un conocimiento detallado de astronomía para darse cuenta que a cualquier hora de la noche, y en cualquier lugar del cielo, será siempre posible encontrar una estrella de primera magnitud o segunda magnitud cuyas coordenadas son tales que satisfacen la posición del presunto OVNI que el testigo en general indica con poca precisión.
Esto no quiere decir que la posibilidad astronómica debe rechazarse sistemáticamente. Por el contrario, es una herramienta muy útil, pero debe ser usada dentro de los parámetros de la situación, sin perder de vista los hechos que caracterizan el incidente. Si el observador está en la superficie de la tierra, con su campo visual interrumpido por edificios u otras obstrucciones, un planeta muy brillante en el cielo puede fácilmente crear la ilusión de movimiento y de seguimiento, especialmente cuando el testigo se encuentra en un vehiculo en movimiento. Incluso la luna ha sido a menudo causa de terror al no ser reconocida por testigos ya predispuestos por las circunstancias.
Sin embargo, toca al investigador el hacer la identificación adecuada, quien debe tener siempre en mente la presencia de Venus, por ejemplo, no implica automáticamente que el planeta fue el estímulo del incidente, especialmente cuando hay otros factores que indican lo contrario.
Las cosas cambian considerablemente cuando el testigo tiene una visión completa de la bóveda celeste, y mas aún, cuando es un observador técnicamente competente. Es así que existe toda una categoría de casos en que el uso exclusivo de atribuciones astronómicas es un serio error metodológico. Me refiero a los incidentes en que los testigos son pilotos, civiles o militares, especialmente aquellos con miles y miles de hora de vuelo a su haber.
Como ya lo ha destacado el Dr. Haines*, por una variedad de razones los pilotos son testigos excepcionales:
(a) poseen un alto nivel de entrenamiento y motivación personal para
realizar observaciones cuidadosas.
(b) los años de experiencia en vuelo les sirve de ayuda para evaluar
rápidamente situaciones inesperadas y a menudo ambiguas.
(c) tienen la posibilidad de mantener un contacto directo (radio,
radar) con el personal de tierra, incrementando la información
recogida en una situación anómala.
(d) los aviones tienen la habilidad de volar en direcciones y
alturas variables, proporcionando a los pilotos una perspectiva
diferente a los hechos.
(e) el mantenimiento de sus reputaciones personales es de fundamental
importancia para los pilotos, por lo que normalmente han de
considerar todas las alternativas antes de aventurar una opinión
sobre un objeto desconocido.
(f) aviones modernos, especialmente los militares, poseen
instrumentos muy sofisticados, representando una ayuda fundamental
para la identificación de cosas que son realmente identificables.
Por lo tanto, los informes originados por pilotos son ricos en detalles y contienen información valiosa para el analista del fenómeno UFO. Desde luego, y particularmente en el caso de aviones militares, la existencia de tales informes no es garantía de que han de ser vertidos al dominio público de inmediato por las autoridades pertinentes, aunque con el correr del tiempo, es de esperar que tal será el caso, como ocurrió con los archivos de la Fuerza Aérea Norteamericana (Proyecto Libro Azul).
No debe perderse de vista, sin embargo, que como todo ser humano un piloto puede cometer errores, pero su interpretación de los hechos debe ser considerada muy seriamente, especialmente si el testimonio encuadra con el resto de la información existente sobre un incidente.
Para evaluar el testimonio de un piloto, lo mas importante es saber su experiencia en años de servicio y horas de vuelo. Aunque es concebible que un piloto americano en la guerra de Corea, digamos con unos cientos de horas en su haber pudiera ser confundido por las estratagemas del enemigo --como en realidad sucedió-- es virtualmente imposible que un piloto civil con miles de horas, y casi siempre con previa experiencia militar no sea capaz de reconocer, por ejemplo, el planeta Venus, o pueda confundirlo con un objeto anómalo en su entorno inmediato.
El crítico escéptico que sin pensarlo dos veces "explica" un avistamiento por un piloto atribuyéndolo, digamos, a Venus, sin siquiera informarse de la experiencia del testigo, no es sólo negligente en sus actividades, pero de hecho insulta gravemente al aviador al poner en tela de juicio su profesionalismo y competencia.
Esta es una de las razones, quizás la fundamental, por la cual en esta era contemporánea los pilotos no hablan de sus experiencias en público. Las experiencias siguen ocurriendo, pero el analista sólo se entera si tiene la suerte de establecer una conexión de amistad con el piloto envuelto en un incidente UFO. Pero aun en ese caso, el uso que puede hacer de la información es restringido.
Dr. Willy Smith
© Proyecto UNICAT
13 de enero de 1993
* Haines. Richard F.: "Revisión de 56 avistamientos aéreos que presentan efectos electromagnéticos atmosféricos". Cuadernos de Ufología. #12. 1992. p.44
(N de R) No es la primera vez que algunos escépticos tratan de cambiar o confundir la hora del avistamiento, para de esa manera cambiar la bóveda celeste, y acomodar una estrella de primera o segunda magnitud en el lugar del avistamiento.