Por el Dr. Willy Smith
Entre los grupos que se interesan en los OVNIs hay uno que se distingue de los demás por su actitud negativista. El propósito de estos individuos no es el encontrar una solución para el fenómeno, que a su manera de ver ya está resuelto, sino intentar convencer a la población en general de que se trata de una superchería, una ilusión que no merece atención alguna, y que como las hadas, no tiene existencia objetiva independiente. Desde luego, estos señores están en su derecho de defender lo que consideran correcto, pero a diferencia de los que no creemos en las hadas, sus actividades no se limitan a un diálogo intelectual ofreciendo argumentos en apoyo de sus creencias, sino se centran en ataques ad hominem de ufólogos domésticos y extranjeros, y en una campaña derogatoria en contra de la ufología y sus simpatizantes, llevada a cabo de una manera insultante y afrentosa a un nivel muy por debajo de lo que es aceptable en un intercambio de lo que es racional y serio.
Es oportuno recalcar que no todos los disidentes se comportan de la manera delineada mas arriba, aunque estén de acuerdo con la idea fundamental que es el caballito de batalla del grupo: los OVNIs no existen. Es así posible distinguir dos variedades de combatientes: los escépticos, y los refutadores.
Este vocablo en español indica a aquellos que con argumentos o razones rebatan lo que otros aseguran ser cierto, y es en realidad una mala traducción de la palabra inglesa debunker, cuya acepción es mas amplia y aviesa. El debunker, sin duda, refuta y disputa las ideas de otros, pero no necesariamente con argumentos racionales. En efecto, la racionalidad aparece raras veces en la dialéctica de los debunkers, cuyos esfuerzos nunca consisten en ofrecer explicaciones substitutivas para un caso, sino en atacar a los contrincantes en todas Las formas posibles, usando con preferencia una prosa inflamada y tendenciosa. Es por tanto evidente que un debunker es más que un refutador, a pesar de lo cual utilizaremos el termino español en este ensayo.
La posición de los refutadores carece en general de fundamento científico, pero emana del sistema de creencias que favorecen. Más aún, es una actividad que no está limitada al fenómeno OVNI, como lo ha demostrado la emergencia del FMS (false memory syndrome) en los dos últimos años en los Estados Unidos. En el contexto ufológico, el credo se resume en la frase, "Les OVNIs n´existent pas", originada por Michel Monnerie en 1977 (1). Por tanto, todas los incidentes acumulados en la literatura ufológica son a priori falsos o interpretaciones erróneas de fenómenos conocidos. Las ideas de Monnerie han sido aceptadas por el mundo con el nombre de Hipótesis Psicosociológica (HPS) y por buenas razones. Dado un catálogo sin depurar de presuntos casos OVNI, sólo un 1 ó 2 % corresponde a eventos reales, que no pueden ser explicados por la ciencia convencional. El resto, por lo tanto, satisface los postulados de Monnerie, y no es de extrañar que aquellos sin preparación científica adecuada sean seducidos por la nueva perspectiva, especialmente después de bregar por años con una casuística deficiente. Hay dos cosas totalmente incorrectas en este enfoque:
(i) la generalización postulada de que si el 98% de los casos son explicables, los demás también lo serán cuando se descubra nueva información sobre los mismos. Esta generalización es falsa y ciertamente no es ciencia.
(ii) la ufología reconoce la existencia de ese 98%, e incluso les ha dado un nombre OVI (objetos volantes identificados). Pero tales casos no forman el material estudiado por la ufología que se limita a ese 2% de casos sin explicación, que de acuerdo con los refutadores también tiene un nombre el "residuo". Es un punto de fe de que ese residuo será eliminado eventualmente. Con sus limitaciones intelectuales, los refutadores no alcanzan a ver que si bien a ocurrido que algún caso OVNI ha sido convertido en OVI, lo contrario es igualmente cierto: el estudio detallado de muchos incidentes ha resultado en la demostración, que la explicación aceptada por muchos años es errónea. De interés particular es la explicación venusiana, a menudo adoptada por los escépticos sin un análisis astronómico adecuado, simplemente cimentada en el hecho de que Venus se encontraba en esa hora y lugar por encima del horizonte. En esta era de ordenadores, es fácil reconstruirla situación, y personalmente he encontrado varios casos en que el estímulo pudo haber sido cualquier cosa con la exclusión del planeta Venus. Esto, desde luego, crea un dilema serio para los moneristas ¿cuántos de los incidentes que hoy día figuran en los listados como explicados por Venus son tales? Pero no hay que desesperarse. En el caso óptimo en que la información original ha sido preservada- como por ejemplo en archivos oficiales- el analista aun deberá dedicar muchas horas a la dilucidación de un solo caso, y el esfuerzo no es rentable, dado que un banco de datos como UNICAT contiene ya un número suficiente de casos para un análisis estadístico satisfactorio del fenómeno.
No es extraño que los refutadores apoyen la HPS, pues con pocas excepciones, constituyen un grupo social con características bien definidas. Entre otras, podemos mencionar las siguientes, sin querer implicar que cada uno de ellos ha de satisfacer totalmente este perfil. Son hombres mas bien jóvenes que a menudo han fracasado en sus intentos de obtener una educación universitaria, y como consecuencia se han visto relegados a oficios y ocupaciones que consideran están por debajo de sus niveles intelectuales. Quizás sea así, pues en el caso de algunos que he conocido personalmente el revés no ha sido debido a falta de inteligencia sino más bien a la ausencia de la disciplina mental y la dedicación que en la sociedad moderna son esenciales para triunfar.
Muchos se han volcado al periodismo, pero no al periodismo de primera línea, sino a la publicación de periodiquillos antiufológicos, o anti cualquier otra cosa que económicamente son desastrosos pues lo que Las masas requieren hoy día son descripciones de eventos portentos. La realidad de los mismos no es necesaria, como lo ha demostrado la predominancia de fraudes en el mundo ufológico, como por ejemplo el caso fotográfico de Gulf Breeze (fomentado por el Dr. Maccabee) o la abducción conocida como Manhattan Transfer (promovida por el ex artista Budd Hopkins). Es curioso como los refutadores nunca usan estos casos en sus campañas anti ufológicas.
Es interesante notar la antítesis que relaciona los debunkers con los enbaucadores. Mientras que estos últimos se esfuerzan en presentar como real un caso que es falso, en la mayoría de las ocasiones con propósitos de ganancia financiera, los refutadores tratan de convencer al mundo de que incidentes reales son falsos, que los OVNIs no tienen existencia objetiva, y que en su totalidad el fenómeno OVNI es sólo un mito. De hecho, la repetición exagerada de esta palabra sirve muchas veces para identificar la ideología de los autores, quienes a menudo ocultan sus verdaderas tendencias quizás avergonzados de sus acciones. Los motivos no siempre confesados, de los refutadores son principalmente dos fama y dinero.
La posición de los escépticos es menos dura que la de los refutadores pues aunque comparten la misma idea básica de que los OVNIs no existen no consideran esencial el destruir la ufología por todos los medios posibles. En general, sus críticas son dirigidas a incidentes que han adquirido notoriedad y que han sido distorsionados por los medios de comunicación cuyo único interés es ofrecer al público lo sensacionalista.
Como grupo, no son científicamente ignorantes y sus actividades no son controladas por motivos financieros. Sospecho que saben bien que la eliminación de incidentes uno por uno es metodológicamente incorrecta pero no pueden resistir el desafío presentado por la inexplicabilidad del fenómeno OVNI, especialmente considerando como en los últimos años los fraudes ufológicos se han incrementado muchas veces con el apoyo y beneplácito de ufólogos de estatura internacional.
Para mejor puntualizar como un escéptico se diferencia de un refutador, es oportuno referirse a un caso de abducción que con sus secuelas, ha dominado el panorama ufológico en los Estados Unidos. Este incidente, conocido como Manhattan Transfer, tuvo lugar el 30 de Noviembre de 1989 y de acuerdo con lo que nos dice el escritor Elliot Budd Hopkins, una mujer joven y guapa fue secuestrada en la mitad de la noche (3:15 AM) de su apartamento en el piso 12 de un edificio en el centro de Nueva York. Lo increíble es que este episodio tuvo varios testigos una operadora de teléfonos ya jubilada, transitando por el puente de Brooklyn; dos agentes secretos, y el diplomático que estaban protegiendo, nada menos que al ex Secretario General de Las Naciones Unidas, don Javier Pérez de Cuéllar. Como lo ha revelado el periodista chileno Antonio Huneeus en el número de marzo de 1994 de la revista FATE ninguno de esos testigos han aparecido públicamente, y recientemente Pérez de Cuéllar en una entrevista cara a cara con Hopkins, negó categóricamente la realidad del episodio. Mientras otros críticos han atacado a Hopkins salvajemente por lo que consideran es un fraude desvergonzado, Huneeus ha escrito un artículo bien equilibrado en el que no aparecen los ataques personales ad hominem que caracterizan los escritos de los refutadores.
Con el correr de los años Las polémicas entre los que se interesan en el tema OVNI se han vuelto más virulentas y paulatinamente se han distanciado de los argumentos desapasionados que en ciencia se consideran imperativos, siendo reemplazados por una retórica apasionas y vacía. Varías tácticas han sido desarrolladas, que si bien a primera vista pueden aparecer convincentes para los no iniciados, en realidad carecen de una base seria y no resisten el análisis critico. Otras de Las estrategias usadas aparecen en los libros de lógica, identificadas como falacias que deben ser reconocidas si es que el debate ha de ser honesto.
.(a)Inversión de puntos de vista: Esta táctica fue usada con gran éxito por el Dr. Bruce Maccabee en sus muchos escritos en defensa del fraude de Gulf Breeze (Florida), y consiste en lo siguiente. En lugar de apuntalar un punto de vista especifico o la hipótesis que se quiere defender proporcionando argumentos favorables -que, desde luego, siempre pondrán ser rebatidos-, el autor discute solo las críticas formuladas por otros y se esfuerza en demostrar que son absurdas y erróneas, una estrategia muy astuta que le exime de desarrollar argumentos favorables que frecuentemente la realidad de que tales argumentos no existen o son engañosos. El uso insistente de una jerga científica muchas veces irrelevante pero bombástica, convenientemente enmascara las intenciones del autor.
(b)Fragmentación: Esta estrategia es empleada por los refutadores en casos complejos que tienen grupos de testigos independientes, y consiste en distribuir la información relacionada con un avistamiento único en varios incidentes independientes., que milagrosamente ocurrieron en la vecindad del mismo punto del continuo espacio-tiempo. Cada uno de esos incidentes desde luego admite una explicación convencional, y el caso original cesa de existir. Las inevitables discrepancias en las coordenadas son atribuidas a confusiones de los testigos o errores de transcripción en los informes originales.
Tal técnica está viciada en principio, como lo demuestran simples consideraciones de
probabilidades. Cada uno de los incidentes introducidos en la fragmentación son de por
sí poco comunes, y en circunstancias ordinarias ocurren con probabilidad muy baja.
La probabilidad de que todos ocurrieran en un entorno temporal y geográfico limitado
se puede aproximar por el producto de las probabilidades individuales, un número tan
pequeño que no merece mayor consideración. A esto se agrega que las "explicaciones"
para cada fragmento son casi siempre dudosas y en el mejor de los casos rebuscadas.
Un principio muy útil en el bagaje de la ciencia es el llamado "La navaja de Occam"
(Occam´s razor), que básicamente estipula que la explicación más sencilla que tenga
en cuenta todos los hechos es la correcta.
Un magnífico ejemplo es proporcionado por Manuel Borraz para el caso de Gran Canaria
del 24 de Noviembre de 1974.
A juzgar por la documentación disponible, convendría distinguir de entrada hasta
seis episodios más o menos sucesivos que componen el caso, tal como se enumeran a
continuación. Seguidamente de intentará dar repuesta a cual pudo ser la naturaleza
de cada episodio y que relación pudo haber entre ellos (2). Usando "La navaja de Occam",
la conclusión innegable es que el objeto no ha sido identificado, y la evaluación
tentativa del caso deba ser OVNI, algo que sin duda el refutador no pensó resultaría
de su trabajo. A veces no puedo menos que preguntarme como es posible que los refutadores,
luego de analizar presumiblemente cientos de casos, no han caído en la cuenta de que los
casos realmente buenos mejoran más y más a medida que profundizamos su estudio.
El creer que el así llamado "residuo" desaparecerá con el tiempo no es mas que un mito.
(c) Información falsa o deformada:
La presentación en forma imperiosa y autoritaria de información (numérica o no) favorable al punto bajo discusión soslayando la realidad de que las fuentes de dicha información no son casi nunca explícitas, y cuando lo son, a menudo no verifican las contenciones de quien escribe. Porque en realidad ¿ quien se va a molestar en verificar si las referencias son correctas? Y si no lo fueran, como podría el analista informar al público lector de Las falsedades del autor?
Los casos famosos que a finales de los cuarenta dieron origen al tema OVNI están todos solucionados...Los documentos americanos sobre OVNIs no pasan de unas tres hojas por mes en las últimas décadas (3).
Algunos ufólogos proponen nada menos que setenta razas de extraterrestres distintas paseándose por nuestro planeta. Un informe de las fuerzas aéreas norteamericanas, tras la guerra de Corea, puso de manifiesto que más del 30% de las persecuciones nocturnas de los cazas norteamericanos se habían hecho contra el planeta Venus (4).
(d) Omisiones deliberadas:
En ciertos incidentes, y esto es particularmente cierto en los informes oficiales desclasificados por el Ejército del Aire en España, el lector perspicaz a menudo encuentra un detalle crucial para la interpretación del incidente, que permite eliminar de inmediato una de Las posibles explicaciones. El refutador se encuentra en un aprieto cuando la información elimina la explicación convencional que ha patrocinado y típicamente su reacción es ignorar sin remordimiento los datos que no le convienen. Esta conducta no sólo es censurable, sino totalmente inaceptable en el dominio de la ciencia. Me limitaré a indicar el detalle pertinente para tres casos españoles bien conocidos:
(i) Valencia, (26 de septiembre de 1973).
Distancia al objeto estimada en 4 millas náuticas (5).
(ii) Las Bardenas Reales (2 de enero de 1975).
Ausencia total de ruido (6).
(iii) Gran Canaria (24 de noviembre de 1974). Trazas en las pantallas de radar (7).
(e)Las atribuciones astronómicas:
A la hora de racionalizar ciertos avistamientos complicados los escépticos en materias ufológicas tienen una fuerte tendencia a recurrir a las explicaciones astronómicas, identificando el estímulo como un planeta brillante o una estrella de primera magnitud. Tal encaramiento es lógico pues una gran mayoría de los casos inicialmente caracterizados como UFOs resultan al fin de cuentas ser identificaciones erróneas de objetos astronómicos por observadores sin entrenamiento. En efecto, el hombre de la calle tiene poco interés en lo que sucede en el cielo- especialmente en Las ciudades, donde la visibilidad está limitada por el alumbrado urbano- y cuando incidentalmente mira hacia arriba y ve algo que no reconoce, su reacción espontánea es usar la palabra OVNI. Desde luego, esto no determina la identidad de lo que ha visto, y cuando los pormenores del avistamiento son examinados por los expertos, casi siempre una explicación trivial salta a la vista.
Es por tanto prudente el análisis de todo incidente OVNI con un vistazo al cielo al tiempo del avistamiento. En tiempos pasados tal análisis no estaba al alcance de muchos y si los informes oficiales- sean los de la Fuerza Aérea americana o los del Ejército del Aire en España adjudicaban un avistamiento a Venus, por ejemplo, no había forma de determinar si tal afirmación era correcta.
Hoy día, con el advenimiento de programas astronómicos prácticamente al alcance de todo el mundo, incluyendo los refutadores, Las cosas han cambiado, y el analista puede determinar fácilmente las posiciones de los principales planetas para ese lugar y hora.
Cuando un planeta no es encontrado en la posición conveniente, aquellos que se empeñan en decir "les OVNIs n´existent pas" recurren a las estrellas de primera magnitud. Es en este punto que el análisis se descarrila, y se vuelve metodológicamente deficiente. Pues no es necesario tener un conocimiento detallado de astronomía para darse cuenta que a cualquier hora de la noche, y en cualquier lugar del cielo, será posible encontrar una estrella de primera o segunda magnitud cuyas coordenadas son tales que satisfacen más o menos la posición del presunto OVNI que el testigo en general indica con poca precisión.
Esto no quiere decir que la posibilidad astronómica debe rechazarse sistemáticamente, y de hecho hay un gran número de incidentes que pueden ser atribuidos correctamente a objetos astronómicos, tales como la Luna y Venus. Tenemos aquí una herramienta muy útil, pero debe ser usada con parsimonía dentro de las limitaciones de la situación, sin perder de vista los hechos que caracterizan el incidente. Tal no ha sido el caso con los refutadores, quienes se aferran tenazmente a la hipótesis venusiana si Venus estaba por encima del horizonte. Ian Ridpath, un escritor británico con inclinaciones astronómicas, nos proporciona un excelente ejemplo de tal ofuscación (8).
En esas fechas Venus era un objeto brillante en el cielo, pero los investigadores de este caso, entre los que se encontraba el Dr. Willy Smith, profesor de física del colegio Lycoming, en Pennsylvania, rechazaron tal explicación porque (el astro) se había ocultado a Las 9:30 PM hora de Greenwich, mientras que el OVNI fue visible hasta las 10:30 PM. Sin embargo, la hora oficial española adelanta una hora y por tanto la visibilidad del OVNI corresponde exactamente con la de Venus.
Todo esto es cierto, pero si Ridpath se hubiera molestado en leer el informe de este avistamiento (9) se habría enterado de que los detalles narrados por los testigos no pueden ser atribuidos en absoluto al planeta Venus el cual ni siquiera es mencionado. Esto se conoce en el dominio de la lógica como una diversión a un punto secundario, una distracción hacia una objeción irrelevante.
Una palabra muy utilizada por los refutadores es "paralaje", formalmente definido como "el desplazamiento aparente de un objeto debido al movimiento del observador". Si el observador está en la superficie de la tierra, con su campo visual interrumpido por edificios u otras obstrucciones, un planeta muy brillante en el cielo puede fácilmente crear la ilusión de movimiento y de seguimiento, especialmente cuando el testigo se encuentra en un vehículo en marcha. Incluso la Luna ha sido a menudo causa de terror al no ser reconocida por testigos ya predispuestos por Las circunstancias.
Las cosas son totalmente distintas cuando se trata de un observador en un avión, con una visión total de la bóveda celeste, y donde no hay objetos que se interpongan a una distancia intermedia. Un ejemplo interesante lo proporciona el siguiente pasaje, apoyando la hipótesis venusiana como explicación creíble para el caso de Valencia del 26 de septiembre de 1973 (10).
"Entretanto, el objeto voló en paralelos con los observadores: de nuevo tenemos que un foco luminoso distante, fijo en una posición, pudo dar esa impresión por efecto del paralaje. Si a esto añadimos que la posición en cuestión se correspondía prácticamente con la del planeta Venus, la conclusión parece evidente".
Lo que es evidente es que a pesar de la jerga pseudo científica Venus no se desplaza con respecto a las estrellas fijas, que proporcionaban el marco de referencia para los pilotos. Ergo, no se puede hablar de "paralaje", el objeto no podía ser Venus, y lo único que queda aquí es un ejemplo de cómo los refutadores no vacilan en usar argumentos falsos que sirven a sus propósitos.
Sin embargo toca al investigador hacer la identificación adecuada, quien debe tener siempre en mente que la presencia de Venus, por ejemplo, no implica automáticamente que el planeta fue el estímulo del incidente, especialmente cuando hay otros factores que indican lo contrario.
Las cosas cambian considerablemente cuando el testigo tiene una visión completa de la bóveda celeste, y más aún, cuando es un observador técnicamente competente. Es así que existe toda una categoría de casos en que el uso exclusivo de atribuciones astronómicas es un serio error metodológico. Me refiero a los incidentes en que los testigos son pilotos, civiles o militares, especialmente aquellos con miles y miles de horas de vuelo en su haber. Como ya lo ha señalado el Dr. Haines (11), por distintas razones los pilotos son testigos excepcionales:
(a) poseen un alto nivel de entrenamiento y motivación personal para realizar observaciones cuidadosas.
(b) Los años de experiencia en vuelo les sirven de ayuda para evaluar rápidamente situaciones inesperadas y a menudo ambiguas.
(c)Tienen la posibilidad de mantener contacto directo (radio, radar) con el personal en tierra, incrementando la información recogida en una situación anómala.
(d)Los aviones tienen la habilidad de volar en direcciones y alturas variables, proporcionando a los pilotos una perspectiva cambiante de los hechos.
(e)Mantener su reputación es de vital importancia para los pilotos, por lo que normalmente han de considerar todas las alternativas antes de aventurar una opinión sobre un objeto desconocido.
(f)Aviones modernos, especialmente los militares, poseen instrumentos muy sofisticados, representando una ayuda fundamental para la identificación de cosas que son realmente identificables.
Por lo tanto, los informes originados por pilotos son ricos en detalles y contienen información valiosa para el analista del fenómeno OVNI. Desde luego, y particularmente en el caso de aviones militares, la existencia de tales informes no es garantía de que han de ser vertidos al dominio público de inmediato por Las autoridades pertinentes, aunque con el correr del tiempo es de esperar que tal será el caso, como ocurrió con los archivos de la Fuerza Aérea Norteamericana (Proyecto Libro Azul).
No debe perderse de vista, sin embargo, que como todo ser humano un piloto puede cometer errores, pero su interpretación de los hechos debe ser considerada muy seriamente, especialmente si el testimonio encuadra con el resto de la información existente sobre un incidente.
Para evaluar el testimonio de un piloto, lo más importante es saber su experiencia en años de servicio y horas de vuelo, aunque es concebible que un piloto americano en la guerra de Corea, digamos con unos cientos de horas en su haber pudiera ser confundido por Las estratagemas del enemigo -como en realidad sucedió- es virtualmente imposible que un piloto civil con miles de horas, y casi siempre con previa experiencia militar no sea capaz de reconocer, por ejemplo, el planeta Venus, o pueda confundirlo con un objeto anómalo en su entorno inmediato.
El crítico escéptico que sin pensarlo dos veces "explica" un avistamiento por un piloto
atribuyéndolo, digamos, a Venus, sin siquiera informarse de la experiencia del testigo,
no es sólo negligente en sus actividades, pero de hecho insulta gravemente al aviador al
poner en tela de juicio su profesionalismo y competencia.
Esta es una de Las razones, quizás la fundamental, por la cual en esta era contemporánea
los pilotos no hablan de sus experiencias en público. Las experiencias siguen ocurriendo,
pero el analista sólo se entera si tiene la suerte de establecer una conexión de amistad
con el piloto envuelto en un incidente UFO. Pero aún en ese caso, el uso que puede hacer
de la información es restringido.
Los motivos que incitan a los refutadores a promulgar sus campañas en detrimento de la ufología son enigmáticos, pues lo único que aparentemente logran es el antagonismo y muchas veces la cólera de aquellos que consideran que el fenómeno OVNI es real, y merece atención científica y racional. Si tienen razones financieras, no son evidentes, y aparentemente lo único que ganan es una notoriedad temporaria cuando sus artículos aparecen en Las revistas de gran circulación. Pero es difícil el imaginar que ésta satisfacción del ego sea todo lo que hay detrás de esa prosa perniciosa, de la falta de escrúpulos demostrada al deformar la información existente, y del fanatismo que desacredita sus acciones, comparable al de la inquisición cuando en la Edad Media condenaban a sus víctimas a la hoguera "por su propio bien".
Lo que está bien claro es que no consideran las consecuencias de su oficiosidad, y los efectos que sus escritos tienen en diversos grupo sociales. Para empezar, las masas que los refutadores intentan cautivar sólo son atraidas por lo sensacionalista, y no van a aceptar el postulado de que los OVNIs no existen cuando la experiencia diaria de lo que leen y viven les convence de lo contrario. La jerga pseudocientífica de los refutadores sólo crea la ilusión de que en el caso del fenómeno OVNI la ciencia ha fracasado en sus intentos de encontrar una explicación racional, mientras que los esfuerzos de los negativistas de explicar caso por caso sólo refuerzan la ausencia de una hipótesis explicativa global. Todo esto resulta en un desprestigio de la ciencia en general, la que no ha sido nunca percibida por las masas por lo que realmente es.
Esto ha contribuido al auge en los últimos años de fraudes increibles, que culminan con la publicación de libros que representan recompensas financieras millonarias para sus autores (Hopkins, Jacobs, Mack, por ejemplo). Esto es lo que atrae a las masas, y lo que se vende bien. Una de las facetas más intrigantes de los refutadores es el desinterés total que demuestran cuando tales libros aparecen en el mercado. No pueden aducir que esas obras están escritas en inglés pues los más vociferantes (Borrás, Armentia, Ares de Blas, por mencionar unos pocos) tienen la educación suficiente para leer ese idioma con soltura, y además, alguno que otro de esos libros han aparecido en versión española.
La realidad es que la atención de los refutadores se centra en atacar a los ufólogos serios, y en menoscabar la ufología como disciplina racional y seria, y no en educar a las masas, que por otra parte, no quieren ser educadas. Cada vez que recibo una revista escéptica o ufológica, sea en español o en inglés, siempre busco en vano un artículo firmado por un refutador atacando, digamos, Las abducciones, tan absurdas pero tan de moda. Desgraciadamente, tales contribuciones son raramente publicadas, y las revistas escépticas sistemáticamente rechazan en principio todo artículo escrito por autores que favorecen la causa de la ufología.
En lo que refiere al establecimiento científico, los refutadores parecen ignorar que si bien la actitud oficial ha sido más bien negativa, los individuos que componen ese grupo nos dicen una historia radicalmente distinta cuando abordados en privado y con garantías de lo que se diga no trascenderá. El hombre de ciencia que forma parte de un ambiente universitario, de un laboratorio de investigaciones estatal, o del equipo de investigación y desarrollo de un corporación, no tiene otra alternativa que adherirse a la política de su organización, pues siempre teme que su progreso dentro de la misma está condicionado a sus actitudes con respecto a una variedad de temas, una de las cuales son los OVNIs. Pero lo que es más lamentable es que la actitud de los negativistas sólo contribuye a demorar el inevitable momento de tal evolución.
NOTAS.
1) Monnerie, Michel.Et si les OVNIs n´existaient pas? L.F.Editions. Paris, 1977.