Te quiero
Te quiero...
y me mueves el tiempo de mi vida sin
horas.
Te quiero
en los arroyos pálidos que viajan en la noche,
y no terminan nunca de conducir estrellas a la mar.
Te quiero
en aquella mañana desprendida del vuelo de los siglos
que huyó su nave blanca hasta el agua sin ondas
donde nadaban tristes, tu voz y mi canción.
Te quiero
en el dolor sin llanto que tanta noche ha recogido
el sueño;
en el cielo invertido en mis pupilas para mirarte cósmica;
en la voz socavada de mi ruido de siglos derrumbándose.
Te quiero (grito de noche
blanca)
en el insomnio reflexivo de donde ha vuelto en pájaros
mi espíritu.
Te quiero...
Mi amor se escapa leve de
expresiones y rutas,
y va rompiendo sombras
y alcanzando tu imagen
desde el punto inocente donde soy yerba y trino.
Julia de Burgos