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Gobernar no es mandar...
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Compañeros:



Este no es un día triste para nosotros, es el día inicial de una etapa
de prueba para el Partido. Vamos a probar, una vez mas, en el crisol de
una realidad dolorosa
quizás, la consistencia de nuestra organización, la fe en nuestras
consciencias y la sagrada perennidad de nuestra causa.

Quien en esta hora de inquietud, de sombrías expectativas inmediatas
para nosotros, se sienta acobardado o sin fortaleza, no es aprista.
Nosotros no queremos en
el Partido apristas que duden de su causa o duden de si mismos en los
momentos de peligro. Nosotros no queremos cobardes. No queremos
traidores. Y ser traidor
en esta hora, es no solo ser el Judas que nos vende, sino el cobarde que
da paso atrás. Para uno y otro no hay lugar en nuestras filas. Aunque el
Partido quedara
reducido a lo que fue durante la tiranía de Leguía, nuestro deber nos
impone eliminar despiadadamente a todo aquel que atemorizado por la
victoria fugaz del fraude
y de la usurpación crea que estamos perdidos.

No estamos perdidos!... Yo afirmo que estamos mas fuertes que nunca.
Porque gobernar no es mandar, no es abusar, no es convertir el poder en
tablado de todas
las pasiones inferiores, en instrumento de venganza, en cadalso de
libertades; gobernar es conducir, es educar, es ejemplarizar, es
redimir. Y eso no lo harán jamas
quienes van al poder sin titulo moral, quienes carecen de la honradez de
una inspiración superior, quienes capturan el Estado como botín de
revancha. Ellos
mandaran, pero nosotros seguiremos gobernando. Porque nosotros
continuamos educando, organizando y dando ejemplo, vale decir, nosotros
continuaremos
redimiendo.

Quienes han creído que la única misión del aprismo era llegar a Palacio,
están equivocados. A Palacio llega cualquiera, porque el camino de
Palacio se compra con
oro o se conquista con fusiles. Pero la misión del aprismo era llegar a
la consciencia del pueblo antes que llegar a Palacio. Y a la consciencia
del pueblo no se llega
ni con oro ni con fusiles. A la consciencia del pueblo se llega, como
hemos llegado nosotros, con la luz de una doctrina, con el profundo amor
a una causa de
justicia, con el ejemplo glorioso del sacrificio... Solo cuando se llega
al pueblo se gobierna: desde abajo o desde arriba! Y el aprismo ha
arraigado en la consciencia
del pueblo. Por eso, mientras los que conquistaron el mando con el oro o
con el fusil, crean mandar desde Palacio, nosotros continuaremos
gobernando desde el
pueblo.

La fuerza que da el mando, al servicio de la injusticia, de los apetitos
de venganza, solo es tiranía. Por la fuerza NO se nos reducirá. Correrá
mas sangre aprista,
nuestro martirologio aumentara su lista inmortal, el terror reiniciara
su tarea oprobiosa, pero el aprismo ahondara cada vez mas en la
consciencia del pueblo. La
bandera de nuestra causa agitara siempre mas alta y mas firme su
idealidad de justicia. Y cumplida esta etapa de nueva prueba,
insurgiremos con la omnipotencia de
los invictos y demostraremos que las grandes causas no perecen por el
miedo.

Esperar?... Si, esperar, pero no esperar en el descanso, en la
pasividad, en la falsa expectativa del que aguarda que las cosas vengan
solas. Esperar en la acción,
esperar con la convicción total de que los rumbos del destino los
señalaremos nosotros. Solo nuestra resolución de vencer nos dará la
victoria final y ahora, mas que
nunca, debemos estar resueltos a vencer. La voluntad y solo la voluntad
es el timón de nuestro destino.

Yo también espere ocho años, en la persecución, en la prisión y en el
destierro. Ocho años de soledad que fueron ocho años de determinación
indeclinable.
Muchas veces estuve solo. Muchas veces supe de la tremenda realidad de
la incomprensión y del olvido. Pero no desmaye nunca. La decisión de
vencer, detenida
por todos los obstáculos, no me abandono un solo día. Me había propuesto
que el Partido surgiera vencedor del olvido, de la ignorancia, del
pavor, de la
desorganización. Y el Partido insurgió poderoso. Mis ocho años de lucha
estaban ganados. El aprismo es hijo de la voluntad que encarno en el
dolor de un pueblo,
engendrando en el una fuerza orgánica y poderosa que habría de servirle
de instrumento vital para alcanzar la justicia.

Desde entonces no he abandonado mi puesto: no lo abandonare nunca!
Sabiendo que el aprismo como religión de justicia, como credo de
libertad, es causa de
acción, de lucha, de rebeldía, de batalla tenaz y perenne, no me asustan
las adversidades cotizables. Mas me asustarían las victorias fáciles
porque podrían
enervarnos. Ganar obstáculos, aprovechar con optimismo de todas las
experiencias por duras que ellas sean, es cumplir la obra de superación
que el aprismo
necesita para hacerse digno de la gran victoria. Por eso, contemplo
serenamente la iniciación de este nuevo periodo de prueba que hoy se
anuncia. Con la
curiosidad del padre o del inventor que quiere probar al hijo o la obra
al embate de todas las resistencias, yo quiero ver al Partido soportando
y venciendo en esta
etapa dolorosa pero quizás necesaria para definir su fortaleza. Quiero
que después de este duro examen, en el que vamos a probar nuestra fe,
nuestra energía,
nuestro espíritu revolucionario, nuestra indesmayable decisión
de constructores del nuevo Perú, volvamos a encontrarnos
limpios y dignos los unos a los otros. Porque a quien quiera que se
amedrente, jefe o
militante, le llamaremos cobarde; y a quien quiera que claudique, jefe o
militante, le llamaremos traidor!

Compañeros: Hoy comienza para los apristas un nuevo capítulo de la
historia del Partido. Las páginas de gloria o de verguenza las
escribiremos nosotros con
sangre o con lodo. Hasta hoy, nada tenemos de que sonrojarnos. Hemos
dado ejemplo y si hemos perdido temporalmente, esta perdida nos
enorgullece porque
ella implica para el aprismo la mas alta y mas hermosa victoria moral
que haya inscrito partido alguno en la historia política del país.
Declaro con orgullo que los
apristas han respondido con admirable unanimidad al espíritu del
Partido, a la consigna elevada de su gran programa. Continuemos asi! La
unidad del Partido, la
disciplina del Partido, la fé del Partido no han perdido hasta hoy nada
de su vigor o de su elevación. De hoy en adelante, la tarea será mas
difícil. Las vacaciones
semidemocráticas que impuso nuestra fuerza han terminado. El Perú vuelve
desde ahora al imperio del despotismo. Nosotros hemos ganado una
organización
cohesionada y formidable. Nuestro deber,
nuestro gran imperativo, es seguir siempre adelante. Somos el Partido del
Pueblo y la causa del pueblo vencerá. Yo estaré en mi puesto hasta el
fin. Espero que cada
uno de los apristas no abandone el suyo. Así, pasados los días
siniestros que aguardan al Perú, resurgirá nuestra obra, todopoderosa.
Entonces, los que ahora den
paso atrás o nos vuelvan la espalda, llegaran tarde si intentan
regresar. Porque el aprismo, que es justicia, que es redención, que es
pureza y es sacrificio, rechaza a
los claudicantes y a los oportunistas, a los que en las horas de buena
expectativa nos brindaron su ayuda para abandonarnos después. Ahora mas
que nunca
defendamos la unidad del Partido y ahora mas que nunca seamos severos
con nosotros mismos.

Con la alegría profunda de los luchadores fuertes, con la convicción de
nuestra gran causa, con la decisión de vencer, seguimos adelante. Seamos
dignos del pueblo
y hagamos que el pueblo sea digno de nosotros. Solo el aprismo salvará
al Perú !!!

 

Víctor Raúl Haya de la Torre

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