Entre al establo y no vaya a ser tan animal de ir al toque a cortarle las pelotas al toro, no por favor. Hágalo con clase: agarre a la mujer del toro, y báileseuna lambada de ésas, sí, recontra apretado y bien pegaditos hasta que el toro se ponga saltón. Cuando el toro reaccione y se acerque para abollarlo (será cachudo pero no coj...). Ud. mismo es y zuácate, enséñele la foto de su suegra, ¡ay mamita!! Entonces aprovéchese del shock nervioso del toro y póngale su mano AHI y jale. (Grandes, no?) Jale y jale y cuando vea altoro medio verde, siga jalando hasta que se ponga morado y el muy cornudo se demaye. ¿Ya cayó? Bacán, saque su cuchillo y... ¿Cómo, qué cosa, que no trajo cuchillo dice? ¡Chuta, qué piña! Caballero nomás, va a tener que meterle diente. Sí, si, apúrese y métale diente. (¿Grandes,no?) ¿las cortó ya? Muy bien, Ud. vale un Perú (asqueroso, se las ha cortado con los dientes, ¡atatau!) Muévase rápido, ¿qué hace allí con las pelotas del toro en la bocota?, huya de la escena del crímen y hágalas cocer en agua, quíteles la membrana y córtelas en cuadraditos y agréguele choclito, zanahorias, cebollitas, habas, unas huevaditas más, además un poco de aceite y vinagre. 

Sirva esa vaina con papas sancochadas y olvide cómo cortó las pelotas del toro cuando las coma, si es que quiere hacer buena la digestión.