Bogotá by Night: Reinado de MáscarasFicción: P-a-p-i Gollinbursti "MALCOLM Anna, I never thought I'd feel the things I'm feeling. I never thought I'd be able to stand up in front of my friends and family and tell them what's inside me... Today I can... Malcolm's eyes fill with water. MALCOLM (softly) Anna Crowe... I am in love. In love I am. FADE TO BLACK." Sixth Sense.
El televisor refulge con imágenes de estupideces una tras otra interrumpidas por fragmentos efímeros de valor, como siempre no lo observo, solo me siento frente a él completamente en silencio cambiando los canales mecánicamente y a veces una que otra imagen me hace detenerme lo suficiente para que la ira y el dolor me obliguen a cambiar otra vez el canal mientras muerdo mis labios hasta hacerlos sangrar. No, no es cierto, no siempre fue así. Hubo hace mucho, una época en la que disfrutaba viendo televisión, cuando me sentaba frente a él con Daniel en mis piernas jugando y luego lo dejaba dormir sobre mi pecho unos minutos antes de llevarlo a la cama. Recuerdo claramente como se veía con si pijamita de Pikachu y el sonido de su respiración pausada mientras yo acariciaba su rostro antes de darle el beso de las buenas noches. Luego encontrarla a ella en la cama leyendo, siempre leyendo. Veía como la luz la bañaba con suavidad y me deleitaba viendo la forma en que su cuerpo se dibujaba bajo su delicada ropa de cama. Tras un ratico de estarla observando, se percataba de mi presencia y siempre, sin importar la situación me recibía con una sonrisa, daba dos golpecitos a su lado en la cama y se quedaba mirándome a los ojos. Así hubiéramos discutido la situación era la misma todas las noches y por eso, en especial, la amo tanto. Cada noche junto a ella fue maravillosa, el solo sentir el roce de su cabellera a mi lado en la almohada, o el murmullo de su respirar me llenaban de felicidad tanto como su recuerdo ahora de dolor. Amanecer viendo su rostro y ser lo primero que sus ojos vieran cada día, bueno excepto cuando Daniel imponía sus derechos y nos asaltaba de madrugada y me desplazaba aun lado para dormir abrazado a ella o a veces a mí. Esos eran los mejores días, cuando los tenía a los dos a mi lado tranquilos y felices. Ahora, me molestan las camas por sus recuerdos, si estoy en un hotel duermo en la ducha o en la tina y si estoy en mi casa, bueno en ella no hay nada. Y me molesta la televisión casi tanto como mis memorias, y me he cansado de pelear noche tras noche contra el dolor que estar vivo me causa, no es el hecho de estar "vivo" lo que me duele, no, es el estar vivo sin ellos. Por eso tras meses de estarlo pensando hoy he decidido terminar esta charada y poner fin a tanto sufrimiento de una vez por todas. A veces me he preguntado por qué no lo hice antes si es verdad lo del sufrimiento, y la respuesta como siempre es simple: al igual que cualquier persona (aunque yo ya no lo sea) me aferro a la vida o a lo que sea esto que me tocó a mí. Mejor dicho me aferraba, llevo un año y medio viendo desde las sombras como mi hijo crecía y mi esposa lloraba pensando que los abandoné; mientras yo no sabía como decirles que no era así, ya que en parte es cierto aunque no sea voluntario, porque me es imposible presentarme ante ellos convertido en lo que soy ahora. El verlos noche tras noche, al menos por instantes y desde la ventana me ayudó a sobrellevar mi lucha continua contra los demonios que no me dejan descansar. Pero hoy cuando llegó de nuevo con él - sé que es un buen hombre - me fue imposible el soportar verlo quedarse a pasar la noche y menos soportable aún el que mi pequeñito lo llamara... p a p i... Esas dos sílabas salidas de una boquita diminuta sellaron definitivamente mi destino, no soporto más su ausencia y aunque no me guste, y halla tenido que hacer uso de toda mi voluntad para no matar a ese hombre que ha tomado mi lugar, sé en mi interior que encontraron en él a alguien que los amará y cuidará como yo lo haría. Se que al fin llegó mi hora de morir y al fin descansar. Nunca pedí convertirme en lo que soy. Jamás, ni en mi peor pesadilla pensé que algún día sería un monstruo, una bestia siempre sedienta de la vida de otros, y solo en mis mayores temores me vi sin mi esposa e hijo. Han sido meses de angustia y desesperación, de ocultarme de mi creador, de remordimiento, de soledad y dolor constantes en los que su recuerdo y el observarlos a la distancia me mantenían unido a esta miserable existencia. El golpe de hoy solo es la excusa final que buscaba hace tanto, por ello al fin tengo paz, es la tranquilidad que da el poder al fin ver una salida y el haber tomado de una vez por todas la decisión que absurdamente había postergado. Hoy moriré definitivamente, lo que me ha tomado tiempo ha sido el decidir cómo. Llevo horas aquí frente al televisor observándolo fijamente mientras mi mente divaga y se pierde en recuerdos de días perdidos para siempre, besos que jamás sentiré de nuevo, caricias que se han ido por siempre y el maravillosos brillo de los ojos de ambos. Un par de lágrimas rojas corren por mis mejillas como último gesto de vida de quien ya esta muerto hace tanto tiempo. Son las 4:53 a.m. según mi reloj, el que ella me regaló el día de nuestro aniversario, falta poco para el amanecer. Sobre mi regazo sostengo una foto de los tres el día que Dani fue por primera vez al colegio y mientras la observo recuerdo como me ilusionaba con el día de su graduación o el de su matrimonio. Ahora sonrío al recorrer con mis dedos su pequeño rostro, que hermoso se veía con su diminuto uniforme y que serio al mismo tiempo; acaricio por una última vez el cuerpo de mi esposa aunque sea por encima de un vidrio y mientras Apolo se asoma con su carro por el oriente poso mis labios sobre ellos justo en el instante en que mi piel comienza a arder como no es posible imaginarse, pero aún así es menor al dolor que me causa su ausencia. |
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