Bogotá by Night: Reinado de MáscarasFicción: Los guerreros del sol Gollinbursti "La muerte se comunica de modo infinito y diverso JAVIER SALOMÓN, Fragmento.
Cuando Xue se oculta tras la montañas nos refugiamos en el cercado mientras los guechas se apostan afuera y se preparan para la larga noche. Estamos en territorio enemigo y bajo la protección de Chía sabemos que sobreviviremos a los guerreros de las sombras y sus fiestas de sangre. Estoy aquí como observador, me trajeron para aprender lo máximo posible antes de mi transición e iniciación como uno de los guerreros de mi gente, y como dice el abuelo: nada enseña ni forma más a un hombre que las duras experiencias de la guerra. A mis 15 años nunca había visto como los soldados del imperio nos defienden a todos de cuanto enemigo nos amenace y, mucho menos lo cruenta que es la lucha contra nuestros enemigos. En especial contra los que nos enfrentamos ahora: los que pelean durante el día son extraños, he visto algunos de sus cadáveres y me asustó la forma de sus cabezas y sus dientes como de bestia, pareciera que no fueran humanos o les interesara so serlo. Pero aún así no se compara a las historias que los guechas cuentan sobre los que merodean y atacan cuando Xue va a dormir, dicen que no son para nada humanos, que de ellos se ha ido todo rastro de la gracia de Bachue, que sus ojos brillan con el fuego de la muerte, que su aliento es gélido y sus rostros reflejan el mal que habita en lo más profundo de la tierra. Quienes los han enfrentado recuerdan con horror sus costumbres, cómo matan al oponente arrancándoles la vida al dejarlos sin sangre, cómo tras la matanza se les ve profanando y destrozando los cuerpos de los caídos, a los niños se les cuentan las historias de su depravación y desprecio por la vida y más de una vez yo mismo no pude dormir de solo recordar las descripciones que escuchaba con mis amigos antes de irnos a dormir, Algunos han tergiversado el poder de los shamanes para transformarse en criaturas de la noche que hielan el espíritu de los hombres, mientras otros dirigen hordas completas de guerreros deformes que arrasan y destrozan todo a su paso como enjambres de insectos. Esta noche, estoy en medio del campo de batalla con el corazón atravesado en la garganta, escuchando desde la seguridad relativa del cercado los gritos y aullidos de los enemigos. Hace poco me pareció percibir como una sombra alada cruzaba cerca de nuestro refugio para luego ser lanzada al suelo por uno de los guechas sagrados que había tomado la forma del jaguar. Imprudentemente me acerque al borde del cercado y observe a través de una ranura, bajo la luz maravillosa de Chía como esa... bestia, ese monstruo alado con vagos rezagos de humanidad lanzaba ataque tras ataque con sus colmillos sanguinolentos y sus garras infectas; para luego caer bajo el yugo del cuchillo del guecha sagrado, su grito agonizante me hiela la sangre como no se puede imaginar, luego el hombre jaguar se yergue y con un rugido ofrenda su presa a la dama del cielo y a la madre tierra. Se que pronto será mi momento para cambiar y convertirme
en otro de los guerreros del sol y la luna, pronto, mi cuerpo ha de sufrir
su primera transformación. Hasta entonces he de aprender observando
desde el interior del cercado, protegido por las piedras mágicas
y cubierto con los dibujos ceremoniales como he de combatir a los demonios
que pueblan las noches. Ahora que la batalla frente a mi ha concluido,
me percato que el guerrero me observa, me sonríe exhibiendo sus
colmillos de una forma que me hace sentir seguro, a pesar de la sangre
que los baña. Con la velocidad del viento se encamina de nuevo
al campo de batalla mientras yo vuelvo al centro del refugio y entono
una vez un canto para guiar los espíritus de los caídos
hacia el vientre, hacia la laguna primigenia de la que toda vida brota. |
Escrito original para BbN, derechos reservados.
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