Bogotá by Night: Reinado de Máscaras

Ficción: La Modelo

Gollinbursti

"Y los cielos que están sobre tu cabeza serán de metal; y la tierra que está debajo de ti, de hierro. Y palparás al mediodía como palpa el ciego en la oscuridad."

Deuteronomio 28. 23, 28.

Carcel Carcel

 



Llevo quince minutos escondido en este apestoso baño que más parece una letrina, intenté huir cuando empezó todo este mierdero pero como es obvio no había escapatoria, debí verlo venir cuando el rumor de los Setites empezó a hacerse más y más fuerte. Soy muy joven, tengo 28, incluyendo 8 de vampiro; si, sé que no he sido una monja y por eso soy lo que soy pero no quiero morir así, rodeado de mierda de humanos, agazapado como un ratón esperando el zarpazo final.

...Recuerdo cómo llegué aquí, cómo le causé tanto dolor a mi vieja cuando me atraparon en la redada y lo peor es que en contra de todas las pruebas ella no creyó nunca lo que todos le decían y que era obvio, la verdad, que yo era un ladrón y un violador. Mi viejita, la dejé completamente sola y abandonada, a merced de animales como yo; la obligué a pasar por la humillación de la requisa cada fin de semana para verme, y luego mi muerte hace ya 8 años. Mi primer año aquí fue una tortura, en la primera semana casi todo el patio nos hizo pagar a mí y al "negro" (el amigo que me metió a la banda) por nuestros crímenes en formas que la justicia nunca podría, desde el momento en que la ley nos escupió en medio de estas paredes nos cayeron como animales rasgando con sus vergas nuestros cuerpos como nosotros lo hicimos con el de esa niña, pero yo no supe por qué lo hice mientras ellos si; aunque se excusen en querer enseñarnos lo que ella sintió (como sí noche tras noche de encierro no hubiera estado pensándolo en mi cabeza). Luego cuando perdí la cuenta y las lágrimas dejaron de brotar nos convirtieron en las putas del "Cobra", un cabrón pervertido y maricón que regía el patio con ayuda de sus matones y el aval de los guardias. Mi espíritu de conservación le ganó al orgullo y noche tras noche en silencio junto al "negro" nos dábamos apoyo con la mirada, pero sabía que él no iba a soportar mucho. Un día por la mañana lo encontraron colgado en el patio, no había soportado más y al fin se había quitado la vida, como si fuera un perro y no una persona lo dejaron caer y lo arrastraron para entregar los restos a su mujer. Cuando vi como lo trataron decidí que a mí no me iba a pasar lo mismo, que si me iba de este cochino mundo lo haría llevándome a alguno de los bastardos que nos habían hecho esto.

Al día siguiente en la ducha, mientras ese bastardo del Cobra me obligaba a mamárselo, se lo arranqué de un mordisco y mientras aullaba de dolor en el piso -como la perra que era- le metí su propio pedazo de verga en la garganta y lo ahogué con su propia sangre. Cuando sus matones llegaron me encontraron jodiendo al cadáver en medio de un glorioso charco de sangre, o eso me dicen por que la verdad no lo recuerdo, mi mente por ese instante se diluyó y solo mantengo imágenes efímeras en las que el "negro" me sonreía mientras se despedía.

Lógicamente no podía salir de esa vivo, y esa noche tras una golpiza memorable me crucificaron en el piso del patio mientras por mi pene y ano introducían trozos de metal al rojo vivo, lo mismo que bajo mis uñas; y se reían los hijueputas de mis gritos a la par que me orinaban. Luego clavaron una patecabra en mi estómago y me dejaron para que muriera desangrado. Y sentí como mi vida se iba en medio del más intenso dolor y en la más profunda humillación bajo el hermoso cielo bogotano, tal vez fue la primera vez que realmente lo observé y la primera y última que lo sentí plenamente.

Lloré, lloré como un bebé abandonado e indefenso en la mitad de la noche mientras mis sensaciones se deslizaban con cada gota para perderse en la tierra bajo mi cuerpo destrozado, pero el dolor y sus risas a lo lejos permanecían palpables cada instante. Y luego la oí, oí como se acercaba paso a paso hacia mí, era la muerte, sentí como su gélido aliento en mi rostro y un susurro en mi oído dulce como no se pueden imaginar: ¿Quieres vengarte?

Una explosión me saca de mis recuerdos, fue cercana, tal vez a la entrada del patio, la lluvia de trozos de concreto y ladrillo resuena como si fuera uno de esos aguaceros de Abril. No muy lejos escucho las oraciones de algunos presos a un Dios que hace ya bastante que los abandonó a su suerte, y su llanto como de niños llena los corredores en los intervalos entre las ráfagas de metralleta y las explosiones de morteros y granadas. Otra vez para huir del ruido y del miedo mi memoria se convierte en un refugio. ...

Cuando abrí los ojos de nuevo, me hallé en la más completa oscuridad, sintiendo como el olor a tierra húmeda penetraba por cada uno de mis poros y cómo la sensación de encierro y terror me apabullaba por completo, intenté gritar por instinto y mi boca se llenó del sabor a arena y excrementos, pero más allá de eso, llamándome desde lo más profundo de la oscuridad había un ¿olor?, si, por definirlo de alguna forma, un "aroma" dulce y llamativo que insistentemente reclamaba mi atención.

La angustia mezclada con la ansiedad de aquel aroma me hicieron empezar a excavar con mis manos y en el proceso me percaté que había otros junto a mí, no podía verlos, pero sentía la vida que fluía en ellos y la más imperiosa necesidad (como la que sentí con la niña la noche del asalto) de saciar mi apetito con su carne y ojalá con sus espíritus. Se que mis vecinos deseaban acabar conmigo casi tanto como yo con ellos pero mi voluntad de prevalecer fue mucho más fuerte y los destrocé con tal fiereza que por vez primera sentí que era yo mismo al perder al fin los límites impuestos por la estúpida sociedad que me había convertido en lo que era. Luego escarbé como un gusano usando mis manos hasta que la sangre bañó mis dedos, una mezcla entre ira y pasión viscerales aumentadas por mi reciente obtenido trofeo alimenticio me impulsaban a seguir en pos de ese perfume que sentía cada vez más cercano. No sé cuánto tiempo permanecí arrastrándome como un gusano, pero mientras lo hacía, como lo hice durante toda mi vida me prometí no volver a humillarme ante nada ni nadie y vengarme..., vengarme como nunca soñé de los bastardos que me habían sepultado vivo, jah, ahora suena divertido ese último pensamiento.

¡Boom!

Mi vecino, un joven impetuoso con no más que unos meses de creado me mira con ira por esconderme y con una mini uzzi y una confianza en sí mismo que no es más que estupidez se pone en pie y me incita a seguirlo; ¿No somos acaso miembros del Sabbat?, pregunta mientras mueve sus brazos en forma desaforada, ¿No es nuestro el poder sobre la vida de miles de humanos?, ¿No somos nosotros acaso la única línea de defensa contra los antediluvianos? Y de nuevo gesticula tan exageradamente que sólo logra hacer patente la mezcla entre ira, miedo e impotencia que lo embarga. Lo miro, pero no lo estoy viendo realmente a él, me veo a mí mismo la noche de mi despertar entre los malditos. Reconoce en mi rostro la señal inequívoca de que no lo acompañaré y con un último madrazo sale a enfrentar a esos bastardos Setites; cuando cruza el umbral de la puerta veo como su cuerpo vuela por el aire impulsado por un disparo de escopeta y me maravilla el juego de luz y sombras que el fogonazo hace en su rostro tornando su gesto de dolor en una broma macabra y risible. Su grito desgarrado se ahoga entre los de otros que sufren una suerte similar o cuya angustia los lleva a esgrimir como única defensa un aullido de dolor y miseria delante de sus verdugos. Lo veo aún moverse convulsivamente mientras la sangre mana de su boca y estómago como hace mucho la mía lo hacía de mi cuerpo.

No sé si fue el disparo o la certeza de que mis perseguidores me han encontrado y por ende son los últimos momentos de conciencia que me quedan antes que el frenzy se apodere de mí, pero los recuerdos vuelven para llevarme al menor por unos instantes lejos del inevitable final.

...Cuando vi de nuevo la luz, ésta provenía de una rendija en un muro ya que había sido enterrado en uno de los pozos, esos lugares donde almacenamos armas, drogas, teléfonos y todo lo que un buen preso puede necesitar. Apenas me hallé medianamente libre de mi prisión y casi tumba, el aroma que me había guiado hasta la superficie me pateó con toda su intensidad volviendo a hacerme perder el poco control que había ganado sobre mis impulsos y me gustó, me gustó tanto como el sentir cada capa de piel, carne y sangre de la verga del Cobra siendo atravesada por mis dientes mientras como un -coro celestial- escuchaba su voz retumbar con un maravilloso aullido de dolor que se apagó hasta convertirse en un débil gemido, casi una súplica mientras caía de rodillas y llenaba el piso bajo él con su sangre. Luego el maravilloso y rítmico murmullo de su garganta mientras su propio pedazo de pene lo asfixiaba y yo me divertía metiéndole el mío culo arriba. No es por molestar, pero jamás me imaginé que los estertores de la muerte fueran tan extremadamente placenteros, ¡cómo apretaba de rico cada vez que su cuerpo desesperado buscaba aire!, aunque tras su muerte seguí jodiéndolo con igual ira por todo lo que me había hecho. Es gracioso eso no lo había recordado sino hasta hoy.

Esa misma noche, sin demora, llegué hasta la cama o el catre de cada uno de los hp maricones que me habían torturado, y aunque en ese momento no supe por qué nadie me vio; luego aprendí que es uno de los dones de mi nueva condición. Los llevé uno por uno al pozo donde me habían enterrado y los obligué a violarse mutuamente para mi "deleite visual", todavía tenía mi boca manchada con la sangre del guardia que cuidaba este hueco cuando salí y aún pedazos de su cuerpo se hallaban regados por toda la caleta.

Todos, cagados del susto, cedieron a mis deseos, pero no era suficiente verlos revolcarse unos con otros, entonces desde las sombras la muerte me volvió a hablar: "sólo el que mate a los otros, jodiéndolos, saldrá vivo de aquí", y la diversión real empezó, como animales pelearon y unos cuantos sometieron a otros; vi como uno con un fémur o algo así del guardia que maté violaba a su hasta hace 5 minutos, amigo a la vez que le golpeaba la cabeza contra el piso. Al cabo de un rato quedaban en pie, los cabecillas, los hombres de confianza del Cobra, los que me habían tratado como un perro; estaban tan cansados y heridos que apenas se podían sostener, sus vergas estaban tan irritadas y maltratadas que estaban llenas de ampollas y raspaduras. De nuevo la muerte me habló: "lame cada una de sus heridas, pero ten cuidado al tocar su sangre de no perder el control, sería una desgracia dejarlos morir." Y así lo hice, pero fue increíblemente difícil evitar destrozarlos con los nuevos y relucientes colmillos que hasta ese momento me percaté que tenía, pero lo logré, y para mi sorpresa las heridas se cerraban al contacto con mi fría lengua y más divertido aún que ellos parecían sentir alivio y aún llegaban a ilusionarse acerca de su destino.

Durante ocho años me he divertido con esos cabrones y cuando éste mierdero empezó los dejé desangrándose en el pozo para que de ninguna forma, aún si no salgo de ésta, ellos sobrevivan a mi castigo por lo que me hicieron.

Siento sus pasos, son unos tres, caminan lento, seguro; me escondo en las sombras con todo lo que he aprendido en ocho años y con cada mano empuño las uzis con balas recubiertas de teflón que guardé para una emergencia, y esta si que lo es.

Llegan al borde de la puerta y los veo de frente contra la luz centelleante de la guerra que aún continua afuera, miran en todas direcciones, me congelo, mis ojos se centran en los del primero que brillan en medio de las sombras; debe haber tenido mi edad cuando lo abrazaron, tiene multitud de piercings pero aún así está bien vestido, en especial por ese chaleco antibalas que lleva junto a los otros dos; el tiempo desaparece, tal vez sean segundos o minutos pero se sienten como horas, no, como días; espero y espero el momento en que la fiesta empiece. Pero no, no empieza, siguen de largo sin decir una palabra, hasta un buen tiempo después logro moverme, me relajo un poco y espero a que todo se calme. Empiezo a llorar, no creí que saliera de esta, si alguien del Sabbat me viera ahora sí que sería mi fin. De repente otra explosión me golpea el rostro con un fogonazo que lastima mis ojos como fuera ácido, escucho al fondo, muy al fondo, a la policía y al ejército entrando; debo buscar refugio.

Cuando recupero la visión me dispongo a huir a un lugar donde el sol no me vaya a tocar, escucho la voz de alguien con acento como árabe a mi lado y horrorizado contemplo como desde las sombras que me protegieron sale el rostro de una mujer, sus rasgos son fuertes y su voz burlona es un susurro mientras me dice casi tocándome con la punta de su lengua: "Me estaba cansando, por suerte decidiste jugar a algo nuevo", inmediatamente y antes de poder hacer algo escucho el BANG de un chango y el enorme ardor que atraviesa mi estómago a medida que una bala calibre, yo que sé que calibre, lo destroza de lado a lado y mis entrañas hacen un graffitti más en el baño de la cárcel. Caigo al piso apenas consciente cuando veo que ella saca de entre sus tetas un delgado clavo o algo así y lo clava como una bestia en mi corazón. Media hora después llega un tipo de la fiscalía, la saluda y me empaca en una bolsa negra y empieza a sacarme de la cárcel.

Lo último que veo mientras me cubren es su sonrisa y como lentamente se mete ella misma en otra de las bolsas para cadáveres.

Entretanto, impotente y paralizado, siento como otra vez me arrastran y sigo escuchando su voz repicando en mis oídos, taladrando mi voluntad incesantemente: "Si creíste que habías sufrido es por que no tenías ni idea de lo mucho que me divertiré sacándote información sobre los otros de tu mal llamado clan. Te prometo que cuando termine con tu pequeña mente y con tu cuerpo desearás morir, pero no serás capaz de hacerlo hasta que a mí se me dé la gana." Y mientras me conducen en un carro de la morgue me arrepiento de no haber sido tan osado ni estúpido como el neonato que estaba junto a mí.

Marzo del 2.000.

Escrito original para BbN, derechos reservados.

Contactar al autor en gollinbursti@softhome.net

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