Bogotá by Night: Reinado de Máscaras

Ficción: Lección # 1

Gollinbursti

Al fin salgo del museo, tras un par de horas en las que soporté divertido, debo admitirlo, a decenas de imbéciles intentando hablar de arte, a grupo tras grupo de idiotas que escudados tras sus bien o mal habidas fortunas se creen conocedores y que usando dos o tres palabritas en francés posan como eruditos.

Para cualquiera sería una tortura tener que permanecer rodeado por tales parásitos infectos. Pero no para mí, con el tiempo he aprendido a convivir con ellos y a utilizarlos para fines que ni se les ocurrirían. Generalmente me siguen como parásitos y yo, a cambio del honor de mi compañía o las migajas que son una palabra o una mirada, los despojo de su dinero o su esencia.

Eso ocurre hoy, el artista promete, su obra describe un alma rica y profunda, llena de una vitalidad reconfortante para alguien que como yo ha visto y saboreado tantas veces la muerte. Desde hoy este joven se une a mi lista de prospectos y el hablarle esta noche me da las bases para observarlo de cerca y tal vez convertirme en su amigo antes que alguien más lo haga.

Pero como con los demás prospectos es cuestión de tiempo el poder evaluar su verdadero potencial o si sólo llegarían a ser otros poseurs incapaces de obras de valor. Pero lo que me atañe en este momento es ella; de mis sirvientes fieles había recibido cierta información, con sus mentes débiles y aún más débiles medios intentaron describírmela como una mujer brillante, bellísima y unas maneras exquisitas. Para simples mortales como ellos es probable que sus impresiones sean válidas, pro para mí que he visto las mujeres y hombres más hermosos de los últimos dos siglos, que he inspirado a grandes artistas y he refinado mi gusto y sentido de la belleza por tanto tiempo la vista de esa mujer fue un tanto diferente.

Es cierto que es una mujer bella, pero sólo en su frágil exterior, la observé durante la exposición y me pareció completamente normal, es más su fingida sencillez, sus poses aprendidas, su falta de cultura me resultaron muy incómodas. Pero lo que realmente me enfadó fue su arrogancia, su desfachatez al intentar hablar, no, balbucear sobre arte. Como si un microbio como ella tuviera alguna noción de lo que es la verdadera belleza, como si en su diminuta cabeza peinada a la moda cupiera algo más que estupideces de revista, comentarios de cocktail y babosadas aprendidas de algún programa de televisión.

Para ella, Manzur es un ilustrador y Luis pintaba "lindo", los imbéciles como ella creen que aparecer cinco minutos al final de un noticiero los convierte en alguien importante y que decir cinco idioteces extraídas de quien sabe que pasquín de moda los hace unos gurúes.

Por eso es que la sigo, para enseñarle el verdadero sentido del arte, para mostrarle en una noche (que ella solo recordará como un mal sueño que la hará estremecer y llorar siempre) que el arte cuesta sangre, sudor, lágrimas y un trozo de alma para hacer algo que conmueva los espíritus de aquellos que a diferencia de ella si son capaces de valorarla.