Bogotá by Night: Reinado de Máscaras

Ficción: El permiso

Gollinbursti

"Busca desesperadamente pensamientos para calmar su angustia interna y externa.
Pero como si reaccionaran a su todo éstos huyen. Elevados en las alas de la noche.
Su sacrificio fue por amor, pero le han quitado esa nobleza. Retorcido.
Mutado en una broma enfermiza de crueldad y dolor. Separándolo aún de la persona por la que regresó.
"

Spawn 44.

BbN BbN

 

Son la 9:00 P.M., estoy sentado en un pequeño salón en el norte de la ciudad. La cita es a las 9:30 pero no quise arriesgarme, mucho menos hoy, a llegar tarde por cualquier motivo.

No han pasado ni cinco miserables minutos desde que llegué pero ya siento como si fueran horas, el cuarto me oprime como una trampa y el enorme óleo sobre el reloj en la chimenea me observa tan insistente y profundamente que no atino ni a moverme por cierto temor a esos ojos tan fríos. El tic-tac me enloquece, retumba en mi cabeza como galopar de caballos, pero el tiempo parece no avanzar.

Hace casi un siglo que conozco a Angélica, hemos estado "juntos", por decirlo así, en muchas batallas, y es más, algunas han sido entre nosotros. Pero siempre ese sentido de honor que nos caracteriza a ambos nos ha permitido mantener victorias y derrotas en su justa medida, y el que hemos sido conscientes acerca del hecho que Bogotá es más importante que nuestros caprichos inmediatos.

Hace mucho cuando arribó mi Sire la conoció, era una mujer ambiciosa y decidida pero con una maravillosa educación y un impresionante sentido de la diplomacia. Se dedicó con esmero y sutileza a forjar un selecto aunque numeroso grupo de aliados y muy pocos enemigos. Él la vio crecer como estadista y yo comparto su visión acerca del futuro de Bogotá.

Ahora tras tantos años me hallo aquí en la sala de espera privada de su oficina observando su retrato como si fuera un bebé, lleno de miedo, es raro el sentirme así pero en gran medida lo disfruto, es agradarme el volverme a sentir joven e inexperto. Como siempre no me podría quejar de la atención, la copa en mi mano, el dejarme solo mientras espero para no incomodarme, el adelantar la cita a las 9:15 ya que llegué temprano; como siempre es una dama y una anfitriona excepcional, aunque no por ello deja de ser la princesa fría e inflexible cuando así lo requiere.

¿Porqué me hallo aquí?, por Mónica, esa hermosa criatura que me ha devuelto la vida con su juventud y alegría. La conocí un par de años atrás en el ballet, iba demasiado informal, tanto que por eso me fijé en ella, me dio tanta ira lo que consideré una falta de respeto que durante gran parte de la velada me dediqué a observarla. Con el transcurso de los minutos mi ira se fue convirtiendo en curiosidad al ver en su rostro señales de un conocimiento y un gusto por la música que no creía posibles en alguien de su edad o su falta de solemnidad en el vestir.

A la salida de la función la vi partir a pie y me olvidé de ella. Luego, unos días después cuando la volví a encontrar en un recital de piano. De nuevo su informalidad me disgustó pero menos esta vez, mientras las notas llenaban el espacio mi vista se dedicó a contemplarla devorar la melodía con cada centímetro de su menudo cuerpo y con cada gesto. La velada fue hermosa y al salir me dediqué a seguirla desde las sombras, paso a paso recorrí con ella, tras ella, la Candelaria como no lo había hecho desde hace muchísimo tiempo y lo disfruté enormemente porque por primera vez me percaté que aún sigue viva en las noches como lo estuvo en otras épocas, no importa que los jóvenes de ahora sólo algún ruido y se dediquen a estupidificarse.

No importa, siguiéndola por las calles me volví a encontrar de cara con Bogotá y sus nuevos habitantes, me nutrió de sus risas, de sus angustias, de su vitalidad y todo por seguirla a ella.

Van varios años desde ese día y desde en el que fui capaz de presentarme ante su vista como otro admirador del arte, su recelo hacia mí, mis maneras de otro siglo, mis prejuicios y aislamiento acerca de la cultura moderna nos podrían haber separado de no ser por la pasión que los sonidos despiertan en ambos. Al inicio fue una relación conflictiva pero con el tiempo nos retroalimentamos intensamente, yo le di mis conocimientos y le enseñé la paciencia que le hacía falta mientras ella me nutrió con sus ímpetus y nuevas ideas. Ambos crecimos juntos aprendiendo uno del otro y en ese proceso empecé a amarla justo cuando creí que no volvería a sentir emociones mortales.

Por noches me torturó como a un adolescente la inseguridad acerca de contarle o no los sentimientos que consumían mi alma o la angustia en las noches que no la veía a causa de mis hábitos y responsabilidades. Luego la batalla al sentirla cerca contra la bestia que intentaba tomar el control y llevársela de mi lado al convertirla en parte permanente de mí. Al fin hoy me he decidido, pero como siempre voy a actuar cerebralmente, en especial en este momento en el que mis pasiones me tienen al borde de perderme: Primero, y a eso vine, conseguiré el permiso para que se una a mí en el valle silencioso de la muerte que no es muerte, y luego de obtenido le contaré mi verdad esperando que mi oferta de la eternidad sea suficiente para tentar la pureza de su corazón.

La puerta se abre y un elegante jovencito me invita a seguirlo, ha llegado la hora y estoy listo...

Escrito original para BbN, derechos reservados.

Contactar al autor en gollinbursti@softhome.net

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