Bogotá by Night: Reinado de Máscaras

Ficción: Vicios

Gollinbursti

"El deseo es vegetal
pide caminos
aire
quiere temblar en fruto
suspenderse
pide un cuerpo abonable
pide un labio.
"

Hector Rojas Herazo.

Vicios Vicios

 

Otra vez siento su sabor en mi lengua, cada una de mis papilas reclaman sentir el cálido abrazo del delicioso líquido. Lucho contra esta sed que me domina como lo he hecho día tras día desde hace tanto. Deambulo por las calles como un zombi aferrando con mis manos mi vientre que se retuerce sobre sí mismo reclamando lo que se merece, lo que lleva esperando por lo que pareciera una eternidad, mis pasos son torpes, mis sentidos se niegan a funcionar de manera adecuada hasta que no los deleite con el néctar que me piden a gritos, pero no, no, no; debo ser fuerte, solo un poco más, cuando llegue a la casa todo estará bien, solo unas cuadras más y estaré bien. Pero mi cuerpo opina lo contrario, lo quiere de inmediato, mis labios están resecos, los acaricio con mi lengua y percibo como la piel agrietada la roza por debajo haciendo que la sensación de sed sea mayor, mi garganta y lengua se sienten arenosas, como hinchadas, esquivo las miradas de los transeúntes ante mi forma de sostenerme de los muros avanzando paso a paso, tan lento que parece una eternidad. Una mujerzuela se acerca a ofrecerme sus servicios o tal vez a asaltarme creyéndome borracho, me habla pero no la escucho, sus palabras baratas y sus propuestas indecentes se pierden entre el retumbar que en mis oídos hacen los latidos de su corazón, intento mirarla al rostro pero mis ojos siempre vuelven a su cuello, contemplo como una deliciosa línea azulosa desciende por él, ¡no, debo soportar, solo unos pasos más!.

Pero la mujerzuela me lleva de la mano hacia el fondo de uno de los callejones donde yace un sucio y viejo sofá, me dejo llevar, mi voluntad otra vez se ha quebrado, quisiera poder negarme, correr, pero mis piernas no dan más, me recuesto mientras ella se sienta frente a mí en el piso y desabrocha mi cremallera, la tomo por el cabello y antes que pueda gritar desgarro su cuello con mis colmillos y dejo que la sed acumulada por tanto tiempo de abstinencia sea saciada con la vida que le arranco, el gusto de la sangre invade cada uno de mis poros y embriaga cada uno de mis sentidos, la mancha infinitamente roja en el piso, el aroma de la vida fresca que brota a borbollones, la textura, la calidez del manantial del que estoy bebiendo, el delicioso sonido de su respiración apagándose con rapidez, el murmullo de la corriente de vida que llena mi boca; todo me abruma. Pero como siempre la euforia llega a su fin y me quedo con solo un cadáver más entre mis brazos, otro cuerpo inerte colgando de mis manos, otra vida que he destrozado. Mis manos manchadas de sangre me horrorizan, como puedo las limpio en el sofá pero sé que su sangre como la de todos los otros permanecerá para siempre en mi memoria. Mientras camino fuera del callejón me maldigo por mi debilidad y me prometo que la próxima vez no será así, que alcanzaré a llegar a casa.


Escrito original para BbN, derechos reservados.

Contactar al autor en gollinbursti@softhome.net

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