Bogotá by Night: Reinado de MáscarasFicción: Virgen del Carmen. Gollinbursti "Todo está allí, Laureano Alba.
Roberto esgrimió como única defensa la cruceta con la que acostumbra protegerse de los asaltantes y demás peligros de la calle, ah, y también para cambiar los neumáticos eventualmente. Pero esta vez era diferente, esta vez la sujetaba con ambas manos frente a sí mientras invocaba a la virgen del Carmen y al divino Niño del 20 de Julio, su pasajero yace en el asiento posterior del taxi con la garganta destrozada y ojos abiertos por completo aunque ya murió. Pero Roberto sigue vivo y enfrentando con sus oraciones a ese monstruo que sonríe frente a él dejando relucir un enorme par de colmillos enmarcados por un rojo cuadro de sangre semi coagulada goteando de su boca y quijada. Durante sus años como taxista, que ya son casi 6 desde que se graduó de la universidad, ha sido víctima de tres asaltos y muchos intentos más, la cicatriz en su vientre es un recordatorio constante del primero de ellos. Pero nunca dio crédito a los rumores acerca de "criaturas" así en la ciudad, ahora confirma en carne propia que las noches capitalinas son mucho más peligrosas de lo que todos suponen. "Eso" se acerca despacio, pareciera que sus súplicas y esfuerzo fueran inútiles, él retrocede, ya ha mojado los pantalones y de su boca brota un entrecortado: No, por Dios, no. A lo que su interlocutor contesta: Dios está de vacaciones pequeño, si vas a rogarle a alguien hazlo a mí, aunque será inútil. Y el monstruo, aquello que hasta hace poco era un travesti más ahora está a menos de medio metro. Roberto percibe en esos ojos muertos su propio reflejo aterrado y busca en el fondo de su alma, en el recuerdo de sus dos hijos y la mujer que lo aman la fe que por ahora no tiene en su Dios; el monstruo se detiene, es más retrocede, siente en aquel hombre algo que a él le falta, ve en esos ojos asustados y llenos de lágrimas surgir el brillo de la vida, siente cómo aquel corazón que late a punto de estallar se llena de amor; y esas sensaciones le recuerdan lo vacío de su existencia. Intenta destrozar a ese miserable humano que lo ha hecho verse a si mismo como un muerto viviente pero ese mortal está rodeado por un halo casi tangible, una barrera que el monstruo no puede atravesar, y la sensación de vacío y soledad se hacen cada vez más insoportables, tanto que termina por salir huyendo. Roberto no entiende, pero sabe dentro de sí que hoy más que nunca debe estar agradecido por lo que tiene. Ahora, debe decidir que hacer con el cuerpo en su taxi. A la mañana siguiente aparece en los diarios amarillistas el registro de otro ataque por parte del "taxista asesino". Roberto, mientras despide a sus pequeñines con el abrazo más fuerte de su vida piensa en que trabajo pasará las noches de ahora en adelante y al ver a su esposa, a su Virgen del Carmen como la llama desde anoche, preparándose para salir a trabajar por las siguientes diez horas; respira hondo y se da cuenta que como todos los demás habitantes de esta ciudad tiene que dejar lo ocurrido en el pasado y seguir viviendo como siempre, como después de las bombas, después de los secuestros, después de los homicidios. Escrito original para BbN, derechos reservados. |
Escrito original para BbN, derechos reservados.
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