Amanda está en la oficina en el piso décimo del nuevo
edificio; a sus pies la vida bulle, son las 8 de la noche y para ella
como para media ciudad el mundo empieza a funcionar. Hace 5 minutos
que pidió los informes del día y la impacienta la demora,
en menos de una hora debe estar explicándole a su Sire las
minucias que el finge no entender para ponerla a prueba y ella, le
sigue el juego.
Al fin el suave golpear en la puerta la distrae un poco de la escena
tras el cristal. Adelante, dice con voz firme y sin retirar
la mirada de la calle ordena a su asistente: Deja los papeles sobre
el escritorio, si te necesito te llamo.
Luego escucha a la puerta cerrarse a su espalda. Si no estuviera
tan concentrada en la vida allá afuera se habría
percatado que por vez primera su asistente no medió palabra;
al girar para empezar la lectura su destino se ha sellado.
Ante los gritos, su asistente entra con los dos ghouls que sirven
como guardaespaldas y empieza a disparar a las siluetas que se abalanzan
sobre ella. Cuando la policía arribe hallarán un dantesco
espectáculo de sangre que rápidamente vincularán
con algún grupo de extrema derecha o izquierda.
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Por primera vez en casi diez años Salomón
sale del Elysium, todos se sorprenden al verlo caminar por el salón
principal en pos de la ciudad, muchos no lo reconocen, algunos otros,
los pocos que han visto sus obras se acercan a saludarlo sorprendidos.
Es jovial y muy amable, pareciera que no es un Malkavian, pero lo es.
Ya fuera del Elysium empieza a caminar hacia el
occidente, por vez primera en un muy buen tiempo siente el aire
en su rostro, los olores de la ciudad inundan sus sentidos, los
colores de las luces deslumbran sus ojos, la ciudad ha cambiado
mucho en este corto tiempo, aunque la verdad no sabe si para bien
o para mal.
La caminata que le ha de tomar casi cuatro horas antes
de llegar al destino que él mismo desconoce, lo conduce de lado
a lado de la ciudad cambiando el paisaje residencial y ostentoso del
nororientete por uno mas mundano en el occidente, para luego entrar
en la zona industrial.
Durante todo el trayecto la voz en su interior le
recuerda que pronto, muy pronto, la angustia ha de cesar. Esa
misma voz que le dijo que debía incinerar al crítico
que despreció sus pinturas por ser demasiado convencionales
y faltarles vida.
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El sector de las alcantarillas donde Evaristo y su Sire
viven esta demasiado agitado, los cientos de ratas ghouls de su Sire
se revuelven por los estrechos accesos, salidas y recovecos absolutamente
desesperadas.
En la mitad de ese maremágnum de pelo, chillidos
y lealtad; el joven Nosferatu se halla suspendido en el aire por manos
invisibles que lo acarician haciéndole perderse en sensaciones
que creía que solo estaban en su memoria tanto por su condición
de no muerto como por la maldición de deformidad que aflige a
su linea de sangre. Y aunque su Sire le ha enseñado templanza
y resignación, en el fondo de su alma extrañaba el sentir
a otro con su piel.
Su Sire, el anciano Nosferatu, corre por los retorcidos
corredores sintiendo la angustia de sus fieles compañeras de
alcantarilla, las ratas comparten con el no solo un hogar, también
un delicado pero fuerte lazo mental.
Al llegar al nicho de su childe ve con horror e impotencia
como su protegido, su único compañero cercano en años
es tragado por la oscuridad para terminar desapareciendo entre las sombras.
Las ratas no habrán dejado de chillar en al menos
un par de horas más.
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