La estructura
urbana que tiene la capital de Zacatecas, en apariencia
sin traza ni planeación, se debe a varios factores,
entre ellos, a la actividad económica que se desarrolló
apoyada en la minería, y a las circunstancias topográficas.
Ambas fueron determinantes para que la población se
estableciera en un lugar preciso.
Los primeros
pobladores fueron agrupando sus casas de manera desordenada,
cerca de las áreas de trabajo, en los bordes del arroyo,
en las faldas de los cerros: de la Bufa, del Grillo,
de la Carnicería, de los Remedios y en las lomas circundantes,
que tomaban sus nombres dependiendo de la mina, hacienda
o referencia cercana.
De los
cerros que rodean la cabaña, el que domina el paisaje
tanto por su altura como por se forma es el de la Bufa.
Este cerro, es parte inherente del paisaje; monumento
natural, representa un símbolo de identidad. Los primeros
hombres que llegaron a colonizar el lugar, arribaron
precisamente a las faldas del cerro.
En su
cima fue construido el santuario de Nuestra Señora del
Patrocinio, patrona y abogada de Zacatecas. Además,
la Bufa ha sido protagonista y escenario de importantes
sucesos históricos.
La
ciudad se fundó en una cañada siguiendo el arroyo que
los españoles llamaron de la plata, porque comenzaba
justamente en la mina de ese nombre, ubicada al norte
de la localidad.
El arroyo
de la Plata, cruzaba la urbe de norte a sur, tenía varios
afluentes: por el norte, de su origen al convento de
San Francisco se le unía por el poniente el de Treto
o los Olivos y el de la Quebrada que bajaba del poniente;
continuando su rumbo hasta llegar a la calle de Tacuba,
de donde seguía hacia el sur para el barrio nuevo: de
ahí bajaban oriente y del poniente el arroyo de las
Fuentecillas, el de la Isabelica y el de la Carnicería.
Y del occidente descendían dos vertientes, una por lamina
de Quebradilla y la otra por el pueblo del Chepinque-
arroyo de Tonala, desemboca hacia el tramo de Juan de
Dios, este continuaba su rumbo para unirse al arroyo
principal hacia el sur.
El arroyo
adquirió significado muy particular y se constituyó
en punto de referencia obligado. La población se situó
de una banda o de la otra del arroyo. Parte de la vida
citadina giró a su alrededor y llegó a ser asunto cotidiano;
representó una de las mayores problemáticas para los
habitantes y las autoridades. Debido a las constantes
lluvias, su cauce crecía y se desbordaba, afectando
a los vecinos, sobre todo a los residentes o comerciantes
de la calle Tacuba, se requerían más puentes.
En la
primera mitad del siglo XVIII, eran cinco los que estaban
instalados en puntos estratégicos del arroyo: San Francisco
o Tlacuitlapan, Tacuba, Puente Nuevo o de los Zapateros,
Santo Domingo y de Zavala o Zamora. Luego se construyeron
más, el puente nuevo de la Alhóndiga y el del callejón
de las campanas.
El agua
del arroyo no era usada para beber, por encontrarse
contaminada con los desechos de las minas. Los habitantes
se abastecían del vital líquido en ojos de agua, pozos
y fuentes.
Los aguadores,
se surtían en los ojos y pozos pagaban a los dueños
medio real a la semana.
Los asentamientos
se establecieron inicialmente hacia el septentrión de
la actual ciudad, ya que rumbo a ese punto cardinal
se encontraron las primeras vetas argentíferas. Por
aquella zona, en el lugar llamado ahora Bracho, fue
donde los españoles construyeron su primer templo.
De acuerdo
a las necesidades y la permanencía de los pobladores,
la urbanización se desplazó hacia el sur, quedando al
centro de la cabaña los edificios civiles y religiosos
de mayor importancia, las casas de cabildo, las casa
reales, la cárcel, las viviendas de los integrantes
del ayuntamiento y de los hombres ilustres, la
iglesia parroquial y un amplio espacio hacia el sur
que fungía como plaza.
Al establecer
sus ciudades los españoles generalmente lo hacían con
forme a una serie de disposiciones conforme a una serie
de disposiciones y ordenanzas, contenían el lugar donde
debían levantarse las ciudades y la forma para la distribución
de las calles y los edificios, acorde a una traza, tomando
como base las ideas divulgadas por Renacentistas como
Vitrubio y Alberti.
Así,
imaginaron la manera de construir ciudades ideales en
las que reinara la armonía; calles anchas y largas para
que al mismo tiempo estén bien iluminadas, en algunos
lugares no fue aplicada esa técnica ya sea por lo abrupto
del terreno como lo es el caso de Zacatecas y de otros
centros mineros, donde la condición topográfica influyó
para la traza.
El corazón
de la ciudad de Zacatecas quedó integrado por edificios
importantes, pero en este caso la plaza no se situó
frente a la iglesia como era habitual.
En referente
a su planeación, las calles son retorcidas y angostas
en su mayoría, siguiendo las condiciones naturales del
terreno, de traza muy distinta a la geometría planteada
por los renacentistas.
Quizá
influyó para ello el hecho de que los fundadores
suponían que su estancia sería temporal.
En un
principio se creyó que al explotarse las minas descubiertas
hasta agotarlas, el lugar sería abandonado.
Según
se advierte, la traza de la ciudad presentó dificultades
porque no se había observado un plan urbano bien definido.
La bonanza minera atrajo mucha gente a este lugar
y algunos construyeron sus casas en donde mejor les
pareció, constantemente se erigían viviendas y todo
tipo de construcciones, sin guardar concierto ni título
de propiedad, lo que constituyó un inconveniente, al
no haber pertenencia y orden de calles
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