Por los Amigos
Gracias a ti, Dios alfarero, porque
hiciste la amistad y la cociste con el calor de tus manos. Gracias porque
pusiste a mi lado la presencia afable de los amigos. Están junto
a mí haciendo de rebera a mis risas y a mis amarguras. Ellos
aprietan entre sus manos mis cinco dedos, vacíos de abuandancia
y llenos de necesidad. Gracias, Dios alfarero.