Don Samuel:
Ya nos conocemos desde hace mucho tiempo. En el principio
de mi actividad con los indígenas (1972), su pensamiento y su acción
fueron para mí muy estimulantes. Pero después, poco a poco,
empecé a notar algo raro en su «proceso» y me alejé.
Los hechos dieron razón a mis sospechas.
Desde hace algún tiempo había pensado
hacer un análisis exhaustivo acerca de su pensamiento y su acción
pastoral, para tratar de desmitizar cierta imagen que se ha ido creando
acerca de su persona. Pero nunca me decidí, por estar muy metido
en otras cosas y especialmente para evitar de crear más problemas
al interior de la Iglesia.
Pero ahora creo que haya llegado el momento de intervenir,
aunque sea de una forma breve. Me doy cuenta de antemano de la ola de protestas
que esta carta va a suscitar entre sus seguidores y admiradores, como ha
sucedido con ocasión de algunas intervenciones anteriores acerca
de la Teología de la Liberación. Sin embargo, todo esto no
me asusta : estoy acostumbrado a navegar contracorriente, aceptando todas
las consecuencias.
¿Cuál es el motivo de esta carta ?
Invitarlo a reflexionar seriamente acerca de la advertencia de la Santa
Sede.
Para que esto sea posible, antes que nada, tiene
que liberarse de su imagen. Piense en sí mismo como ser humano y
como cristiano (Obispo). Deje a un lado por un momento la imagen de un
nuevo Bartolomé de Las Casas, completamente entregado a la causa
de los indígenas.
Y después tiene que liberarse del influjo
avasallador de ciertas personas que lo rodean y que encuentran en Usted
el medio adecuado para hacer valer sus ideas. Sea Usted mismo, Don Samuel
a secas. Si lo puede. Acuérdese que algún día será
Don Samuel a secas que se presentará a dar cuenta de su actuación
frente al Pastor Supremo, sin posibilidad de «apoyos» o «presiones»
de algún tipo.
Pues bien, ¿no se da cuenta Usted de su fracaso
pastoral en campo vocacional ? En realidad, ¿cuántas vocaciones
sacerdotales y religiosas han surgido en su diócesis durante su
gestión ? Por otro lado, ¿cuántos sacerdotes y religiosas
se han visto obligados a salir de su diócesis a causa de su línea
pastoral, marcadamente social?
En realidad, aquí esta el meollo de todo
el problema. Su interpretación de la Teología de la Liberación
ha sido muy extremista. La misma que se manejó en Nicaragua y El
Salvador y que mira a un cambio radical del sistema económico y
político.
Reflexione un momento : ¿Qué hubiera
sido de México, si la gran mayoría de los obispos hubiera
seguido sus lineamientos ? Se hubiera encontrado en plena guerra civil,
sumido en la más grande desesperación y miseria.
Sea sincero consigo mismo : su manera de ver la
liberación no ha dado buen resultado. Sus modelos, las revoluciones
de Nicaragua y El Salvador, fracasaron plenamente, dejando una secuela
de muertes, odios, pobreza y hambre. ¿Acaso quiere lo mismo para
México ? Que Dios nos libre.
Reconozca que en su diócesis no existe la
libertad : o se acepta la línea oficial o hay que salirse de ella.
Y para los laicos existe la constante amenaza de privarlos de los sacramentos,
si se rehusan a entrar en el «proceso».
Usted se ufana tanto de contar con numerosos y buenos
catequistas. ¿Cómo pueden ser tan buenos catequistas, si
muchos entre ellos están metidos en la política partidista
hasta el codo y con ocasión del levantamiento zapatista llegaron
hasta tomar las armas, incitando a los feligreses a seguirlos ?
Como puede ver, Don Samuel, en su pastoral hay muchas
cosas que no andan bien. Por lo cual, más le vale atender la petición
de la Santa Sede. Es mejor para todos.