Dr. Massimo Introvigne, Experto Mundial en sectas.
Hay una época histórica en la que el problema de las sectas ocupa la atención de la prensa, despierta preocupación y desencadena polémicas que brotan de un temor: las sectas están destruyendo a la familia. No se trata de nuestra época, sino del siglo pasado. Muchos se preocupan por el éxito de las colonias shakers fundadas por el inglés Ann Lee (1736-1784), quien se había trasladado a los Estados Unidos en 1774. Los shakers estaban convencidos de que el único camino de salvación consistía en el rechazo a la familia y a cualquier tipo de relación sexual, además de vivir en el celibato más riguroso. Se ha comparado este movimiento al monaquismo católico. Pero, a diferencia de los monjes y monjas, los shakers estaban persuadidos de que su camino era el único que conducía a la salvación y que todos -no sólo unos pocos- debían vivir en el celibato.
Si los shakers no tenían mujer, los mormones, por la misma época, tenían muchas. Su fundador, Joseph Smith (1805-1844), sostenía haber recibido una revelación que restablecía la práctica de la poligamia. En realidad, se trataba de una "poligamia puritana", a la que se contraponía un moralismo rígido -la prostitución estaba severamente prohibida y el adulterio se castigaba con la muerte-. Otra secta, la comunidad de Oneida, fundada en el estado de Nueva York por Humphrey Noyes (1811-1886), proponía un "matrimonio complejo" en el que cada hombre se consideraba casado simultáneamente con todas las mujeres de la comunidad, sin que nacieran hijos, pues se ejercía un severo control de los nacimientos.
Como se ve, hace un siglo las sectas ya daban de qué hablar a causa de sus ideas muy particulares sobre la familia. Hoy los problemas son diferentes. La iglesia mormona abandonó la poligamia en 1890. Fuera del mormonismo mayoritario, pequeños grupos cismáticos siguen practicándola, pero en 1904 fueron excomulgados -y también perseguidos- por la iglesia mormona mayoritaria. Los shakers han encontrado cada vez menos personas dispuestas a compartir sus ideas acerca del celibato absoluto. La comunidad de Oneida abandonó el "matrimonio complejo" en 1879 y acabó transformándose en una sociedad cooperativa y comercial, que sólo conserva vagos recuerdos de sus orígenes sectarios.
Pero las relaciones entre las sectas y la familia continúan preocupando.
Uno de los gurús hindúes más conocido, Rajneesh (1931-1990), proclamaba el
amor libre y atacaba con violencia a la Iglesia católica por sus ideas
"represivas" sobre la familia, hasta tal punto que su movimiento tuvo
serios problemas por la difusión del sida entre sus seguidores. Pero no
todas las sectas predican la revolución sexual. En el extremo opuesto, los
Testigos de Jehová -que admiten el divorcio- castigan el adulterio de modo
más severo y organizan, mejor que cualquier policía, la vigilancia de las
costumbres familiares de sus miembros; si a uno de ellos se le descubre
alguna irregularidad, deberá sufrir procesos humillantes frente a los
"comités judiciales" de la secta.
Parecería que los comportamientos de las "nuevas religiones" respecto a la familia son tanto más diversos cuanto más numerosas y diversas son las sectas mismas. Pero en realidad, también una observación superficial nos muestra que existe un punto en común entre ellas: EL ESCASO RESPETO HACIA LA FAMILIA.
(Universidad Anáhuac. México, D.F.)
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