Notimex.- Santa Fe de Bogotá.- Los casos de jóvenes que se suicidan sin motivo aparente, adoradores de cementerios, sacrificios de animales y actos sacrílegos en numerosos templos católicos, entre otras perversiones, son un nuevo fenómeno emergente en Colombia.
Un estudio del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS-Policía Secreta) reveló este lunes que se tienen indicios sobre 109 sectas satánicas que operan en ocho departamentos del país, aunque se sabe que el número puede ser mucho mayor e incierto.
Otras de las prácticas de estos grupos incluyen casos de sadomasoquismo, aunado a un extraño caso de envenenamiento de un sacerdote y el intento de asesinato de siete más entre miércoles y jueves, que se presume fue realizado por estas organizaciones.
El tema, que para muchos colombianos es ahora cotidiano, trascendió en la mañana del Jueves Santo cuando medios de prensa reportaron la muerte del sacerdote católico David Sáenz en una parroquia de la ciudad de Villavicencio, al suroeste del país.
El párroco Sáenz recibió una encomienda de origen desconocido, en cuyo interior había una botella de vino francés y unos dulces de apariencia fina, todo inyectado con ácidos mortales, según los investigadores.
El sacerdote y una mujer colaboradora del templo, Marina Rodríguez, "brindaron" con el mortal vino y en menos de 15 minutos perdieron sus vidas, ante la incredulidad e impotencia de los feligreses.
Tan pronto se divulgó la noticia, otros seis sacerdotes reportaron haber recibido el mismo "regalo", e incluso el párroco de una iglesia del poblado de Sibate, cercano a Santa Fe de Bogotá, lo entregó a familiares, quienes alcanzaron a ingerir la mortal bebida.
La oportuna atención a tres personas evitó que el número de víctimas de este extraño caso hubiera sido mayor, según el reporte de las autoridades que averiguan sobre el origen de las encomiendas, colocadas por hombres de quienes se tienen "retratos hablados".
Pero al margen de este hecho, las investigaciones van más allá, porque el jueves santo fueron repartidos unos panfletos en la ciudad de Popayán, considerada la más católica de Colombia, en los que se rechazaron los rituales de la Iglesia Católica.
Uno de los volantes llegó a manos del diácono Víctor Hugo Andrade, de la parroquia del espíritu santo, una de las más visitadas de Popayán, quien en una de las ceremonias de la Semana Santa, denunció el hecho ante la comunidad.