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Origen de una vocación
El mes de agosto de 1971 tomé contacto
con algunos obispos de México para escoger una misión entre
los indígenas. Por fin me decidí por San Felipe Usila, Oax.,
porque el mismo párroco, a conclusión de un largo conflicto
con sus feligreses y el clero de la región, acababa de dejar la
Iglesia Católica para fundar una propia de tipo pentecostal: «La
Iglesia Independiente de Usila».
Estando así las cosas, era necesario aclarar
de inmediato la diferencia entra la Iglesia Católica y las sectas.
Y salió un folleto de unas 20-30 páginas con un millar de
ejemplares, edición costeada completamente por el mismo arzobispo
de Oaxaca, Mons. Ernesto Corripio Ahumada, que después fue promovido
a la sede principal de México y nombrado Cardenal por el Papa Juan
Pablo II.
Tratándose de una región muy aislada,
con gente no acostumbrada a la tolerancia, el factor religioso actuó
por algunos años como catalizador de toda la problemática
local, enfrentando un grupo en contra del otro y causando verdaderos trastornos
en toda la sociedad.
Por fin, con el pasar del tiempo las cosas fueron
tomando su cauce normal, especialmente con la desintegración de
la nueva Iglesia, que dio origen a una docena de grupúsculos con
líderes e ideologías muy variadas y contrapuestas.
Aunque durante mi estancia entre los indígenas
chinantecos (febrero de 1972 - octubre de 1976) mi preocupación
principal fue la evangelización, evitando que el asunto de las sectas
acaparara mi atención, de todos modos aquellas experiencias sirvieron
para crear en mi una cierta sensibilidad acerca de la problemática
sectaria, con sus secuelas de divisiones, sufrimientos y trastornos, a
nivel personal, familiar y comunitario.
Movimiento Eclesial «Apóstoles
de la Palabra»
Sin embargo, lo que me impulsó a orientar
definitivamente mi atención hacia el fenómeno de las sectas,
fue la constatación del enorme vacío que existe en nuestra
pastoral con relación al proselitismo sectario, como pude ir comprobando
poco a poco en los continuos contactos con los Apóstoles de la Palabra.
Se trata de muchachos y muchachas, que da un servicio a la Iglesia durante
un año como misioneros, dejándolo todo e integrándose
al Movimiento «Apóstoles de la Palabra». Su finalidad
es evangelizar mediante la Biblia, como se desprender del mismo nombre.
Pronto me di cuenta de la necesidad de enfrentar
al mismo tiempo el problema de las sectas, puesto que en la reuniones que
teníamos cada dos meses los jóvenes me preguntaban acerca
del sábado, los animales puros e impuros, la virginidad de María,
las imágenes... para dar una respuesta a los mormones, los testigos
de Jehová, los pentecostales, etc., que trataban de confundirlos.
Así que pronto decidí enfrentar con seriedad la problemática
creada por la presencia de las sectas.
Empecé con algunos apuntes sobre los temas
más urgentes, hasta que en mayo de 1983 salió el primer libro
y el más importante de todos: «Diálogo con los Protestantes».
Recuerdo que mi obispo, Mons. Guillermo Ranzahuer, al extender el imprimátur,
me preguntó qué opinaba acerca de mi libro con relación
a los demás, que ya empezaban a salir sobre el problema de a las
sectas. «Mi libro es el mejor», fue mi respuesta inmediata,
teniendo presente la amplitud del contenido y la sencillez del lenguaje.
El obispo quedó muy asombrado por la conciencia clara que tenía
acerca de lo que estaba haciendo.
Conferencia Episcopal Mexicana
Tres años después, envié
una carta a todos los obispos de México, invitándolos a tomar
en serie el problema de las sectas, organizando algo a nivel nacional y
bajo su responsabilidad. Rápido se comunicó conmigo
el obispo de Tampico Mons. Simansky, felicitándome de parte suya
e invitándome a ponerme en contacto con el obispo de Cuernavaca,
Mons. Posadas Ocampo, presidente de la Comisión Episcopal para la
Doctrina de la Fe. Lo mismo hizo Mons. Rafael García, obispo de
Tabasco, diciéndome que había platicado el asunto con Mons.
Posadas y que este quería verme lo más pronto posible. Lo
que hice de inmediato. Conclusión: en la Asamblea de noviembre de
1986 los obispos de México decidieron que se estableciera un departamento
ad hoc (para eso) en la Comisión Episcopal para la Doctrina de la
Fe y que un servidor quedara al frente.
Menciono estos detalles por lo siguiente:
- Antes que nada, se trata del único caso que conozco que a nivel de Conferencia Episcopal, la pastoral relacionada con el problema de las sectas cuenta con un organismo específico, mientras normalmente esta pastoral está abocada al organismo dedicado al ecumenismo, con todas las dificultades que este hecho lleva consigo, al quererse dar el mismo tratamiento al protestantismo histórico y las sectas, que se encuentran en actitudes muy diferentes: ecumenismo para el protestantismo histórico y proselitismo para las sectas, aunque en nuestro ambiente la diferencia no es siempre tan marcada.- En segundo lugar, porque este hecho enseña que también desde la base se pueden lograr ciertos cambios dentro de la Iglesia y que, por lo tanto, no hay que esperarlo todo desde arriba.
Rápida difusión
Tratándose de un problema real y no de
algo inventado por una cabeza calenturienta, pronto la chispa prendió
en casi todas las diócesis de México y en unas treinta diócesis
de Estados Unidos con una considerable presencia de latinoamericanos, especialmente
mexicanos, que son los católicos más atacados por las sectas.
En 1991 se empezó a trabajar en Italia, en 1993 en Centro América
y a fines de 1994 en Sudamérica. En breve pensamos llegar a todos
los países de América y del Caribe.
La manera de proceder es la siguiente: primero
llega un servidor para tomar contacto con la jerarquía local, imprimir
algún folleto y preparar el terreno para la llegada de un equipo
de México. Al llegar este, empieza la labor propiamente dicha, como
se señala en el Plan Despertar (Véase el folleto: Apologética
y Ecumenismo, dos caras de la misma medalla; pág. 27).
Reacciones
Por lo general, los obispos se manifiestan muy
conscientes acerca de la problemática creada por la presencia de
las sectas y abiertos para una acción específica al respecto,
aunque en la práctica su apoyo se limita a dar la aprobación
y sugerir ciertas iniciativas.
A nivel de presbíteros, son minorías
los que piensan en la necesidad de una acción específica
para hacer frente al problema de las sectas; la mayoría cree que
basta una evangelización genérica para resolver el problema,
trabajando como si las sectas no existieran.
Las religiosas normalmente se limitan a quejarse
de la presencia de las sectas, pero muy pocas sienten la necesidad de prepararse
y hacer algo para ayudar a resolver el problema, y casi siempre a nivel
personal y no de institución. En realidad, su preocupación
primordial consiste en atender las obras que ya tienen a su cargo y que
generalmente son de tipo asistencial o educativo. Las que se dedican a
la catequesis de todos modos se sienten ya sobrecargadas de trabajo y no
quieren más responsabilidad.
Los que de veras sienten en carne propia el problema
y quieren hacer algo para resolverlo, son los laicos comprometidos y los
seminaristas. Su mismo contacto con la gente con motivo de apostolado les
exige más preparación al respecto. Por lo tanto, son los
más abiertos para una capacitación específica acerca
del fenómeno de las sectas. Existen seminarios en los cuales ya
se implantaron cursos especiales sobre ecumenismo y sectas
Es aquí donde existen las mejores esperanzas
para el futuro: seminaristas, laicos comprometidos y el pueblo en general.
Economía
Es el punctum dolens (punto que duele)
de todo el asunto. Nadie quiere invertir en esto. A nivel de jerarquía
solamente el arzobispo de Tegucigalpa, Honduras, presidente del CELAM,
Mons. Oscar Andrés Rodríguez, de inmediato puso a disposición
del Movimiento Eclesial «Apóstoles de la Palabra» una
casa de la diócesis como base para trabajar en el asunto de las
sectas. Los demás, puras bendiciones. Así que, hay dinero
para templos, escuelas, clínicas, huérfanos... pero no hay
nada para preparar gente, que se dedique a poner un dique contra el avance
de las sectas.
Y sin embargo, seguimos adelante. ¿Dónde
está el secreto del éxito? En el autofinanciamiento. Pocos
gastos, limitados a los pasajes y la edición del material. Con la
poca ganancia que se logra y las limosnas que recibimos por los servicios
que se logra y las limosnas que recibimos por los servicios que prestamos
a las comunidades, avanzamos a otro país para implantar el sistema.
Para hospedaje, sustento y salud provee la gente con la que se está
trabando. En el fondo, es suficiente un cuarto en una casa parroquial,
un colegio o casa particular.
Donde es posible, se hace el esfuerzo por contar
con una sede propia, especialmente donde se maneja bastante material. Fuera
de México, tenemos una sede propia solamente en la Ciudad de Guatemala,
conseguida por la cooperación de todos los Apóstoles de la
Palabra del Movimiento, y en Tegucigalpa (Honduras), prestada por el arzobispo,
como se ha dicho anteriormente.
Material didáctico
Ya contamos con algo en folletos, libros, cassettes,
videocasetes, programas de radio, etc. Se trata de un material práctico
y sencillo, fruto de la experiencia más que de grandes investigaciones.
Hay que ir adaptándolo y aumentándolo, según los lugares
y las necesidades.
Aparte, y donde es posible, aprovechamos todas
las oportunidades que se nos brindan para entrevistas y programas de radio
o televisión. A veces grabamos programas (un servidor con los Apóstoles
de la Palabra del lugar), que después son pasados al aire. No faltan
organizaciones (por ejemplo, Lumen 2000, Prosan, El Minuto de dios, Hombre
Nuevo, etc.), que nos invitan a grabar programas que después reparten
a distintas estaciones.
Por lo general, nuestras intervenciones en los
medio de difusión masiva tienen buena acogida y alcanzan un alto
índice de audiencia por el mismo interés que suscita el problema.
A veces los seguidores de las sectas intervienen
en los programas con preguntas hechas en forma agresiva. Al escuchar la
respuesta quedan cuestionados y pronto dejan de molestar.
Naturalmente, se trata de unas cuantas gotas de
agua en un inmenso océano. ¿Qué será si algún
día podremos contar con más apoyo en este sector y con más
gente preparada en el tema de las sectas y en el uso de los medio de comunicación
masiva? Sin duda, será otro cantar para las sectas, que actualmente
dominan el campo de la comunicación masiva.
Convicción y constancia
Lo que estamos haciendo para enfrentar directamente
el problema de las sectas, sin duda es muy poco con relación a las
necesidades del pueblo católico, que se siente acosado por todas
partes por su acción proselitista y demoledora. Sin embargo, estamos
satisfechos por el camino que hemos recorrido en tan poco tiempo. Si al
principio hubiera podido existir alguna duda acerca de la conveniencia
o eficacia de una acción específica de parte de la Iglesia
con relación al problema de las sectas, ahora la experiencia ha
demostrado que nos encontramos en el camino correcto, por donde tenemos
que seguir, pase lo que pase.
Así que, bien vengan las burlas y los sarcasmos
acerca de nuestra labor («¿De qué secta son ustedes?»;
«¿De qué secta nos van hablar hoy?», «¿Cuál
es la secta mejor?», etc.). Sepan que nos tienen sin cuidado. Sabemos
perfectamente lo que estamos haciendo y hacia donde vamos.
Nos gusta soñar, pero con los pies bien
puestos sobre la tierra. Día tras día, un paso tras otro,
lograremos crear conciencia, despertar interés e inventar nuevos
métodos para enfrentar al coloso que avanza siempre más y
pretende arrasar con todo. Será la hazaña de David contra
Goliat. En eso estamos y nadie nos va a detener. No hemos nacido hoy. Ya
tenemos recorrido un buen trecho. Así que, sabemos lo que pretendemos
y lo vamos a lograr.
Ni con las sectas,
ni contra las sectas
A veces me preguntan: “Usted, ¿trabaja
con las sectas o en contra de las sectas?” Respuesta: “Ni con las sectas
ni en contra de las sectas”.
En realidad, lo que pretendo es ayudar al católico
a tener ideas claras acerca de su identidad (miembro de la Iglesia fundada
por Cristo) y a no dejarse confundir por las mañas y artimañas
de las sectas (animales puros e impuros, inminente fin del mundo, milagros
a cada rato, etc.).
Con esta conciencia clara acerca de su identidad
y la preparación necesaria para descubrir los engaños de
las sectas, el católico no se deje perturbar por su acción
proselitista; al contrario siente celo por ayudar a otros hermanos a permanecer
firmes en la fe auténtica que nos viene desde Cristo y los apóstoles.
Si no se aclara todo esto por un malentendido
ecumenismo, entonces se deja al católico en la incertidumbre y la
duda, fácil presa de cualquier ideología religiosa, que no
tiene nada que ver con el evangelio auténtico.
¡Lástima que «no todos entienden
esto» y muchos católicos “ingenuos” se vuelven en «quintas
columnas» al interior de la misma Iglesia en favor de las sectas!
No estamos solos
Con eso no queremos decir que somos los únicos
en trabajar en el campo de las sectas. De hecho, por todos lados están
surgiendo múltiples iniciativas al respecto. Lo que nos distingue
es contar con toda una organización ad hoc (para eso), con
personal capacitado, métodos propios y metas bien precisas. No se
trata solamente de lanzar una que otra iniciativa y a ver qué pasa.
De todos modos, bienvenidos sean todos los que
quieran trabajar en esta línea. Ojalá que algún día
podamos lograr algún tipo de encuentro entre todos para intercambiar
experiencias y afinar objetivos. Por desgracia, los múltiples intentos
hechos en el pasado han naufragado miseramente. Que por fin podamos concretar
algo al respecto.
Centros de investigación y documentación
Por el momento, veo que se hace extremadamente
urgente ir organizando por todos lados centros de investigación
y documentación acerca del fenómeno de las sectas; y más
en general, acerca del fenómeno de la religiosidad alternativa,
para ayudar a las comunidades católicas y especialmente a los agentes
de pastoral a ser más sensibles frente a este «signo de los
tiempos».
Hoy en día, ya no basta hablar de ecumenismo.
El fenómeno del pluralismo religioso y cultural se está haciendo
siempre más un hecho universal e irreversible, que poco a poco va
a alcanzar a todos los grupos humanos en todas las latitudes. Por lo tanto,
es una utopía antihistórica seguir soñando en una
sociedad completamente católica con símbolos, valores e ideales
aceptados por todos.
Los discípulos de Cristo poco a poco tenemos
que ir acostumbrándonos a vivir nuestra fe en una situación
de diáspora, siempre alerta para no dejarnos seducir por los encantos
de las sirenas en turno y siempre dispuestos a compartir los valores auténticos,
vengan de donde vengan.
En esta perspectiva se ve indispensable el surgimiento
en la Iglesia de un ministerio nuevo, que se aboque al fenómeno
de la religiosidad alternativa con miras, entre otras cosas, a una consejería
espiritual oportuna, que ayude a superar las inevitables crisis de una
sociedad cultural y religiosamente pluralista.
Así que, cuando hablamos de apologética,
nos estamos refiriendo a una actividad mucho más amplia, compleja,
necesaria y urgente de lo que nos podemos imaginar.