Primer Misterio Glorioso:
Evangelio según San Marcos (Mc 16,1-18).
Al tercer día después de la muerte, Jesús resucitó glorioso.«Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María, madre de Santiago, y Salomé compraron aromas para embalsamar el cuerpo. Y muy temprano, en ese primer día de la semana, llegaron al sepulcro apenas salido el sol. Se decían unas a otras: "¿Quién nos removerá la piedra del sepulcro? Pero, cuando miraron, vieron que la piedra había sido echada a un lado, y eso que era una piedra muy grande.
Al entrar en el sepulcro vieron a un joven sentado al lado derecho, vestido enteramente de blanco, y se asustaron. Pero él les dijo: "No se asusten. Ustedes buscan a Jesús Nazareno, el que fue crucificado, ¿no es cierto? Ahora bien, vayan a decir a Pedro y a los otros discípulos que Jesús irá delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán tal como él se los dijo".
Entonces las mujeres salieron corriendo del sepulcro. Estaban asustadas y asombradas y no dijeron nada a nadie, de tanto miedo que tenían. Jesús, que resucitó en la madrugada del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete espíritus malos. Ella fue a anunciárselo a los que habían sido compañeros de Jesús y que estaban tristes y lo lloraban. Pero al oírle decir que vivía y que lo habían visto, no le creyeron.
Después se apareció bajo otra figura a dos de ellos, cuando iban al campo. Estos volvieron a contárselo a los demás, pero tampoco les creyeron.
Por último, Jesús se apareció a los Once discípulos cuando estaban comiendo. Jesús les reprendió por su falta de fe y su porfía en no creer a los que habían visto resucitado.
Y les dijo: "Vayan por todo el mundo y anuncien a la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará. El que se resista a creer se condenará. Y estas señales acompañarán a los que crean: en mi Nombre echarán los espíritus malos, hablarán en nuevas lenguas, tomarán con sus manos las serpientes, y si beben algún veneno no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán"».
— Palabra de Dios.
— Te alabamos, Señor.
(Textos complementarios: Mt 28,1-15; Lc 24,1-53; Jn 20,1-29; 1 Cor 15,12-19; Rom 6,6-10).
Después de la duda, el sufrimiento, la agonía, la muerte y el entierro, llegó el día de la gloria, la felicidad y la paz. Mediante su muerte, Cristo nos liberó del pecado y mediante su resurrección nos dio una nueva vida.
También nosotros, si queremos resucitar y vivir con Cristo, primero tenemos que morir al pecado. En efecto, no podemos llegar al domingo de resurrección sin pasar por el viernes santo, hecho de renuncia y sufrimiento.
Y la señal de que hemos pasado de la muerte a la vida es el amor hacia los hermanos (1 Jn 3,14), si amamos de veras a nuestros hermanos, podemos estar seguros de que hemos resucitado con Cristo.
Segundo Misterio Glorioso:
Hechos de los Apóstoles (Hech 1,3-11).
«Ellos fueron a los que se presentó después de su pasión dándoles muchas pruebas de que vivía, y durante cuarenta días les habló acerca del Reino de Dios. Mientras comía con ellos, les mandó: "No se alejen de Jerusalén, sino que esperen lo que prometió el Padre, de lo que yo les he hablado: Que Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días".
«Y, como estaban reunidos, le preguntaron: "Señor, ¡es ahora cuando vas a restablecer el reino de Israel?". Él les respondió: "A ustedes no les corresponde saber el tiempo y el momento que el Padre ha fijado con su propia autoridad, sino que van a recibir una fuerza, la del Espíritu Santo, que vendrá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria y hasta los límites de la tierra".
«Al decir esto, en presencia de ellos, Jesús fue levantado y una nube lo ocultó a sus miradas.
«Mientras miraban fijamente al cielo hacia donde iba Jesús, de repente tuvieron a su lado dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: "Hombres de Galilea, ¿qué hacen ahí mirando al cielo? Este que ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá como lo han visto subir al cielo"».
— Palabra de Dios.
— Te alabamos, Señor.
(Textos complementarios: Lc 24,44-53; Mc 16,19-20; Ef 2,4-6).Cuarenta días después de la resurrección, Jesús subió al cielo, donde está sentado a la diestra del Padre.
«Si han resucitado con Cristo —nos advierte San Pablo—, busquen las cosas de arriba, donde se encuentra Cristo, sentado a la diestra de Dios. Piensen en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Pues ustedes han muerto y su vida está ahora escondida con Cristo, en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, ustedes también vendrán a la luz con él, y les tocará una parte de su gloria» (Col 3,1-4).
La Resurrección y la Ascención de Jesús al cielo marcan el destino final de cada hombre que sigue el camino de Cristo.
Que nadie ni nada nos distraigan de este camino precioso, que nos lleva a la felicidad eterna.
Tercer Misterio Glorioso:
Hechos de los Apóstoles (Hech 2,1-13).
«Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De pronto vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego, las que, separándose, se fueron posando sobre cada uno de ellos; y quedaron llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar idiomas distintos, en los cuales el Espíritu les concedía expresarse. «Había en Jerusalén judíos piadosos venidos de todas las naciones de la tierra. Al producirse aquel ruido, la gente se juntó y quedó desconcertada al oír a los apóstoles hablar cada uno en su lengua propia.
Asombrados y admirados decían: "¿No son galileos todos éstos que están hablando? Entonces, ¿cómo cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestro propio idioma? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia y del Ponto; hay hombres provenientes de Asia, Frigia, Panfilia y Egipto y de la parte de Libia que limita con Cirene; hay forasteros, romanos, judíos y hombres no judíos que aceptaron sus creencias; cretenses y árabes, y sin embargo, todos los oímos hablar en nuestros idiomas las maravillas de Dios." No se lo creían, y se decían unos a otros: "¿Qué significa esto?" Otros en cambio decían riéndose: "Están borrachos".
— Palabra de Dios.
— Te alabamos, Señor.
(Textos complementarios: Jn 4,10-14, 7,37-39; 14,15-17; 15,26-27 16,7-15).Al recibir el espíritu Santo, los Apóstoles cambiaron profundamente dejando a un lado el miedo y la cobardía, se lanzaron a proclamar a Cristo con valentía y entusiasmo.
Lo mismo pasará con nosotros, cuando quedemos llenos del Espíritu Santo. Nos volveremos en auténticos "testigos de Cristo", con una fe viva y comunicativa. Por lo tanto, no nos olvidemos nunca de pedir al padre celestial el grande don del Espíritu Santo, que es la base y el fundamento de una vida cristiana auténtica.
Cuarto Misterio Glorioso:
Libro de Judit (Jdt 13,18-20).
«Ozías, por su parte, dijo a Judit: "Hija mía, que Dios Altísimo te bendiga más que a todas las mujeres de la tierra.
Y ¡bendito sea el Señor Dios, Creador del cielo y de la tierra, que te condujo para que cortaras la cabeza del jefe de nuestros enemigos!
Jamás los hombres olvidarán la confianza que has demostrado. Siempre recordarán el poder de Dios.
Que Dios te colme de bienes y que los hombres te glorifiquen , pues no vacilaste en exponer tu vida al ver la humillación de nuestra raza.
Por tu perfecta sumisión a Dios has alejado la ruina que nos esperaba".
Todo el pueblo respondió: Amén. Amén».
— Palabra de Dios.
— Te alabamos, Señor.Judit es una figura de María. Como Judit cortó la cabeza de Holofernes, el general que quería destruir al pueblo de Dios, así María aplastó la cabeza del demonio, el principal enemigo de la humanidad. Por eso atribuimos a María las mismas alabanzas que el pueblo judío tributó a Judit.
¿Cómo sabemos que María Santísima, después de haber vivido en este mundo, fue llevada al cielo en el cuerpo y alma?
Lo sabemos estudiando la Biblia y la Tradición, que representan las dos formas como la Revelación ha llegado hasta nosotros.
En la Biblia encontramos solamente algún indicio acerca de esta verdad, al presentarnos a María como la «llena de gracia», la «bendita entre todas las mujeres» y la «Madre del Señor». Es en la Tradición donde, desde el principio, encontramos claramente este dogma, hasta que el Papa Pío XII lo declaró solemnemente el año 1950.
Era justo que María, que nunca había sido sometida a la esclavitud del pecado, quedara libre de la corrupción de la muerte.
Gracias sean dadas al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo por todos los dones y privilegios, que concedió a María, nuestra Madre. Y que algún día, todos juntos, podemos tener la dicha de alcanzarla en la patria celestial, para bendecirla y alabarla por toda la eternidad.
En el Quinto Misterio Glorioso, meditemos sobre:
Apocalipsis de San Juan y Cantar de los Cantares (Ap 12,1; Cant 6,10).
«Apareció en el cielo una señal grandiosa: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas».
«¿Quién es ésta que surge como la aurora, bella como la luna, brillante como el sol, temible como un ejército?».
— Palabra de Dios.
— Te alabamos, Señor.Por ser elegida como Madre de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, María fue elevada por encima de todas las criaturas como verdadera reina del cielo y de la tierra.
Por eso amamos y honramos tanto a la Virgen María. Porque sabemos que es la criatura más grande que existe, la «escogida» de Dios.
Por eso acudimos tanto a su maternal intercesión. Porque sabemos que Dios escucha siempre su oración en nuestro favor.
Oh María, madre de Jesús y madre nuestra, acepta la ofrenda de nuestro corazón como señal de que te reconocemos como nuestra verdadera Reina. Ampáranos, protégenos, defiéndenos de todos los peligros. Y concédenos, el día de nuestra muerte, abrir los ojos a la feliz eternidad contemplando tu santo nombre.
Contenido
Presentación
Rezo del Santo Rosario
Rosario Bíblico
Rosario Meditado
Rosario Bíblico Meditado
Rosario meditado por el Papa JUAN XXIII
Ofrecimiento y Petición
Breves Invocaciones
Rosario y Vida Diaria
Virtudes e Intenciones
Rosario por los Difuntos
Rosario Misionero