1.4.5. La sectas fundamentalistas
El problema de las sectas ha adquirido proporciones dramáticas y ha llegado a ser verdaderamente preocupante sobre todo por el creciente proselitismo.
(Santo Domingo, Conclusiones 139)
Las sectas fundamentalistas son grupos religiosos que insisten en que sólo la fe en Jesucristo salva y que la única base de la fe es la Sagrada Escritura, interpretada de manera personal y fundamentalista, por lo tanto con exclusión de la Iglesia, y la insistencia en la proximidad del fin del mundo y del juicio próximo.
Se caracterizan por su afán proselitista mediante insistentes visitas domiciliarias, gran difusión de Biblias, revistas y libros; la presencia y ayuda oportunista en momentos críticos de la persona o de la familia y una gran capacidad técnica en el uso de los medios de comunicación social. Cuentan con una poderosa ayuda financiera proveniente del extranjero y del diezmo que obligatoriamente tributan todos los adheridos.
Están marcados por un moralismo riguroso, por reuniones de oración con un culto participativo y emotivo, basado en la Biblia, y por su agresividad contra la Iglesia, valiéndose con frecuencia de la calumnia y de la dádiva. Aunque su compromiso con lo temporal es débil, se orientan hacia la participación política encaminada a la toma del poder.
La presencia de estas sectas religiosas fundamentalistas en América Latina ha aumentado de manera extraordinaria desde Puebla hasta nuestros días.
(Santo Domingo, Conclusiones 140)
Desafios pastorales
Dar una respuesta pastoral eficaz ante el avance de las sectas, haciendo más presente la acción evangelizadora de la Iglesia en aquellos sectores más vulnerables, como migrantes, poblaciones sin atención sacerdotal y con gran ignorancia religiosa, personas sencillas o con problemas materiales y de familia.
(Santo Domingo, Conclusiones 141)
Líneas pastorales
- Que la Iglesia sea cada vez más comunitaria y participativa y con comunidades eclesiales, grupos de familias, círculos bíblicos, movimientos y asociaciones eclesiales, haciendo de la parroquia una comunidad de comunidades.
- Provocar en los católicos la adhesión personal a Cristo y a la Iglesia por el anuncio del Señor resucitado.
- Desarrollar una catequesis que instruya debidamente al pueblo, explicando el misterio de la Iglesia, sacramento de salvación y comunión, la mediación de la Virgen María y de los santos y la misión de la jerarquía.
- Promover una Iglesia ministerial con el aumento de ministros ordenados y la promoción de ministros laicos debidamente formados para impulsar el servicio evangelizador en todos los sectores del Pueblo de Dios.
(Santo Domingo, Conclusiones 142)
- Afianzar la identidad de la Iglesia cultivando aspectos que le son característicos como:
a) La devoción al misterio de la Eucaristía, sacrificio y banquete pascual;
b) La devoción a la Santísima Virgen, Madre de Cristo y Madre de la Iglesia;
c) La comunión y obediencia al Romano Pontífice y al propio obispo;
d) La devoción a la Palabra de Dios leída en la Iglesia.
(Santo Domingo, Conclusiones 143)
- Procurar que en todos los planes de pastoral sea una prioridad la dimensión contemplativa y la santidad, a fin de que la Iglesia pueda hacer presencia de Dios en el hombre contemporáneo, que tiene tanta sed de él.
(Santo Domingo, Conclusiones 144)
- Crear condiciones para que todos los ministros del Pueblo de Dios den testimonio de vida y caridad, espíritu de servicio, capacidad de acogida, sobre todo en momentos de dolor y de crisis.
- Promover una liturgia viva, participativa y con proyección a la vida.
(Santo Domingo, Conclusiones 145)
- Instruir ampliamente, con serenidad y objetividad, al pueblo sobre las características y diferencias de las diversas sectas y sobre las respuestas a las injustas acusaciones contra la Iglesia.
- Promover las visitas domiciliarias con laicos preparados y organizar la pastoral del retorno para acoger a los católicos que regresan a la Iglesia.
(Santo Domingo, Conclusiones 146)
Fenomenológicamente se trata de hechos socio -culturales protagonizados por sectores marginados y también capas medias y pudientes en América Latina, que a través de formas religiosas generalmente sincréticas logran expresar su identidad y anhelos humanos. Desde el punto de vista de la fe católica, estos fenómenos pueden ser considerados como signos de los tiempos, y también como advertencia de que existen ambientes humanos donde la Iglesia está ausente y debe replantear su acción evangelizadora.
Cabe distinguir varias corrientes o tipos de fenómeno:
- formas para -cristianas o semi -cristianas, como Testigos de Jehová, y Mormones. Cada uno de estos movimientos tiene sus características, pero en común manifiestan un proselitismo, un milenarismo, y rasgos organizativos empresariales;
- formas esotéricas que buscan una iluminación especial y comparten conocimientos secretos y un ocultismo religioso. Tal es el caso de corrientes espiritistas, rosacruces, gnósticos, teósofos, etc.;
- filosofías y cultos con facetas orientales, pero que rápidamente se están adecuando a nuestro continente, tales como Hare Krishna, la Luz Divina, Ananda Marga y otros, que aportan un misticismo y una experiencia comunal;
- grupos derivados de las grandes religiones asiáticas, ya sea del budismo (seicho no ié, etc.), del hinduismo (yoga, etc.), o del islam (bahá' i), que no sólo expresan a migrantes del Asia sino que también echan raíces en sectores de nuestra sociedad;
- empresas socio -religiosas, como la secta Moon o la Nueva Acrópolis, que tienen objetivos ideológicos y políticos bien precisos, junto con sus expresiones religiosas, cruzadas mediante medios de comunicación y campañas proselitistas, que cuentan con apoyo o inspiración del primer mundo, y que religiosamente insisten en la conversión inmediata y la sanación, y donde resaltan las llamadas «iglesias electrónicas»;
- una multitud de centros de «cura divina» o atención a malestares espirituales y físicos de gente con problemas y pobre. Estos cultos terapéuticos atienden individualmente a sus clientes.
(Santo Domingo, Conclusiones 147)
Ante la multiplicidad de nuevos movimientos religiosos, con expresiones muy diversas entre sí, queremos centrar nuestra atención sobre las causas de su crecimiento (cf. DP 1122) y los desafíos pastorales que plantean.
(Santo Domingo, Conclusiones 148)
Son muchas y variadas las causas que explican el interés que despiertan en algunos. Entre ellas se debe señalar:
- La permanente y progresiva crisis social que suscita una cierta angustia colectiva, la pérdida de identidad y el desenraizamiento de las personas.
- La capacidad de estos movimientos para adaptarse a las circunstancias sociales y para satisfacer momentáneamente algunas necesidades de la población. En todo esto no deja de tener cierta presencia el gusto por lo novedoso.
- El distanciamiento de la Iglesia de sectores- ya sea populares o pudientes- que buscan nuevos canales de expresión religiosa, en los que no se debe descartar una evasión de los compromisos de la fe. Su habilidad para ofrecer aparente solución a los deseos de «sanación» por parte de gente atribulada.
(Santo Domingo, Conclusiones 149)
Desafios pastorales
- Nuestro mayor desafío está en evaluar la acción evangelizadora de la Iglesia y determinar así a cuáles ambientes humanos llega y a cuáles no llega esta acción.
- Cómo dar una respuesta adecuada a las preguntas que las personas se hacen sobre el sentido de su vida, sobre el sentido de la relación con Dios, en medio de la permanente y progresiva crisis social.
- Adquirir un mejor conocimiento de las identidades y culturas de nuestros pueblos.
(Santo Domingo, Conclusiones 150)
Líneas pastorales
Ante estos desafíos proponemos estas líneas pastorales:
- Ayudar en el discernimiento de los problemas de la vida a la luz de la fe. En este sentido hay que revalorizar el sacramento de la Penitencia y la orientación espiritual.
- Procurar adaptar nuestra evangelización y celebraciones de fe a las culturas y necesidades subjetivas de los fieles sin falsear el Evangelio.
- Hacer una revisión profunda de nuestro trabajo pastoral a fin de mejorar la calidad de nuestros medios y de nuestro testimonio.
- Dar un trato diferenciado a los movimientos religiosos según su índole y sus actitudes en relación con la Iglesia.
(Santo Domingo, Conclusiones 151)
- Promover una liturgia viva en la que los fieles se introduzcan al misterio.
- Presentar una antropología cristiana que dé el sentido de la potencialidad humana, el sentido de la resurrección y el sentido de las relaciones con el universo (horóscopos). No olvidar que el indiferentismo debe ser combatido mediante una presentación adecuada del sentido último del hombre, a lo que mucho ayudará la presentación de los novísimos.
(Santo Domingo, Conclusiones 152)
El fenómeno de la no -creencia crece hoy en América Latina y el Caribe y preocupa a la Iglesia sobre todo por aquellos que viven como si no fueran bautizados (cf. EN 56).
Una modalidad es el «secularismo» que niega a Dios, o porque sostiene que todas las realidades se explican por sí solas sin recurrir a Dios, o porque se considera a Dios enemigo, alienante del hombre. Esta posición secularista se debe distinguir del proceso llamado «secularización», el cual sostiene legítimamente que las realidades materiales de la naturaleza y del hombre son en sí «buenas» y sus leyes deben ser respetadas, y que la libertad es para la autorrealización humana y es respetada por Dios (cf. GS 36).
Lo otro es el «indiferentismo» de aquéllos, que o rechazan toda religión porque la consideran inútil o nociva para la vida humana y por eso no les interesa, o bien sostienen que todas las religiones son equivalentes y por tanto ninguna puede presentarse como única verdadera.
(Santo Domingo, Conclusiones 153)
Desafios pastorales
- El secularismo es un serio desafío a la Nueva Evangelización por considerar a Dios incompatible con la libertad humana (cf. Juan Pablo II, Discurso inaugural, 11) y a la religión como actitud antihumana y alienante porque separa al hombre de su quehacer terrenal. Además, negando la dependencia del Creador, conduce a las idolatrías del tener, del poder y del placer, y hace perder el sentido de la vida reduciendo al ser humano a sólo valor material.
- También el indiferentismo ofrece un desafío a la Nueva Evangelización porque suprime de raíz la relación de la creatura con Dios, es decir, niega todo interés por la religión y con ello el compromiso de la fe, o porque reduce la figura de Cristo a ser un maestro de moral o un fundador de religiones entre otras igualmente válidas, negándole el carácter de salvador único, universal y definitivo de los hombres.
- Asimismo, tanto el indiferentismo como el secularismo minan la moral porque dejan el comportamiento humano sin fundamento para su valor ético, y por eso fácilmente caen en el relativismo y el permisivismo que caracterizan a la sociedad de hoy.
(Santo Domingo, Conclusiones 154)
Muchos movimientos pseudo -religiosos de carácter orientalista y aquéllos de ocultismo, adivinación y espiritismo minan la fe y causan desconcierto en las mentes, dando soluciones falsas a los grandes interrogantes del hombre, su destino, su libertad y el sentido de la vida.
(Santo Domingo, Conclusiones 155)
Líneas pastorales
La Nueva Evangelización nos exige:
- Formar en una fe que se haga vida, iniciándola con el anuncio del kerygma a los que están en el mundo descristianizado (cf. EN 51 y 52) y promoviéndola con el testimonio alegre de auténticas comunidades de fe en las que nuestros laicos vivan el significado de los sacramentos.
- Cultivar una sólida conciencia moral para que en las complejas circunstancias de la vida moderna nuestros fieles sepan interpretar acertadamente la voz de Dios en materia moral y desarrollen un evangélico sentido del pecado.
- Educar a los cristianos para ver a Dios en su propia persona, en la naturaleza, en la historia entera, en el trabajo, en la cultura, en todo lo secular, descubriendo la armonía que, en el plan de Dios, debe haber entre el orden de la creación y el de la redención.
- Desarrollar un estilo de celebración de la liturgia que integre la vida de los hombres en una honda y respetuosa experiencia del insondable misterio divino de riqueza inefable.
- Impulsar una pastoral adecuada para evangelizar los ambientes universitarios donde se forman quienes han de plasmar decisivamente la cultura.
(Santo Domingo, Conclusiones 156)