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La escritura narrativa de Horacio Quiroga en Cuentos de amor, locura y de muerte
©José O. Alvarez

La escritura narrativa de Horacio Quiroga sigue tres derroteros que él mismo sintetiza en el título del libro Cuentos de amor, locura y de muerte. El amor, especialmente paternal, está presente en sus cuentos. La locura es una enredadera que se posesiona parejo de los seres humanos como de los seres animales, porque es una locura del ser vegetal que su pluma trata de captar. La muerte ronda por todos sus cuentos convirtiéndose en muchos en el personaje principal. Como lo señala Ard, el tema de la muerte es una constante que lo acompaña siempre y que se hace más elocuente en sus últimos cuentos. "A principio de su carrera literaria, este tema comparte la atención del autor con los de la locura y el amor" ( 248), para dar paso a mundo donde "la enfermedad, la alucinación y la muerte" (Manilov 387) campean a sus anchas. Claro que la muerte no es la muerte ineludible a la que todos estamos llamados sino que es una muerte que "sorprende a sus víctimas con un rápido accidente del medio ambiente donde se mueven los personajes" (Arango 155).

Muchos han señalado la influencia de Edgar Allan Poe en su cuentística que Quiroga se encarga de confirmar en el Decálogo del perfecto cuentista donde Poe es un dios que lo guía. Por eso su influjo resalta en La gallina degollada donde cuatro hermanitos idiotas que pasan su vida entusiasmados chorreando baba mirando caer los atardeceres abandonados por su madre, degollan inocentemente a su hermanita, que es el centro de atención de sus padres, como a la gallina que han visto degollar días antes. Poe camina por el cuento como lo hace en El almohadón de plumas que es como la colcha fúnebre de una mujer recién casada. Los niños que quedan huérfanos de madre en El desierto, esperan que alguien les comunique la muerte de su padre para que su horfandad sea perfecta. Cuando nos tiene atrapados en la esperanza de que la muerte traicionera ha sido derrotada, vuelve a la carga en El hijo que ha muerto al primer tiro posiblemente de forma accidental de un autodisparo como la auto muerte ensartado en la hoja de un machete de El hombre muerto. La necrofilia de El vampiro profundiza en esa fascinación de Quiroga por la muerte en la que vivió enfrascado. No en vano su vida fue una vida llena de muertes violentas (su padre, su padrastro, sus hermanos, su mejor amigo, su esposa), como la suya de su propia mano que resonó más tarde en el suicidio de su hija.

El territorio de Misiones inspiró la obra de este escritor uruguayo que logró con sus cuentos trascender hasta nuestros días porque su mensaje es una voz de aliento a quienes luchan contra la destrucción ecológica. Sometido al embrujo de la manigua, responde con un tremendismo impuesto por el ambiente de la selva de la cual escucha las palabras que retumban en ese majestuoso ambiente natural que lo rodea y lo apabulla. Al igual que la selva imponente que nos describe José Eustasio Rivera en La Vorágine, en sus cuentos la naturaleza es, "animal puro, instinto puro, vida por nacer o por recuperar a expensas de lo peor de nosotros, ingenuidad romántica, reactualización de un mito" (Manilov 389). El río de A la deriva como el bananal de El hombre muerto son convertidos "en símbolos que funcionan externa e internamente como parte del paisaje americano" (Arango 156).

Quiroga denuncia la destrucción del ecosistema a través de sus personajes que son animales con voz, pero que no tienen voto ante la arremetida del hombre. En El regreso de la Anaconda deja claro su denuncia que es como un epitafio: "El hombre ha sido, es y será el más cruel enemigo de la selva".

Sin embargo Quiroga no cae en la dicotomía maniquea. Sabe que hay muchos hombres que han sabido convivir con la naturaleza por muchos años. En La tortuga gigante un hombre es salvado por una enorme tortuga porque había mostrado compasión de ella cuando estuvo a punto de morir al igual que el hombre salvado de los tigres por las rayas en La guerra de los yacarés quienes de esta forma demostraban su gratitud porque las había salvado de las explosiones dinamiteras que indiscriminadamente hacen los pescadores en los ríos.

Quiroga sigue un Decálogo del perfecto cuentista que convierte en mandamiento para quien quiere ser buen narrador. Cual Moises que predica y practica sigue a cabalidad estos mandamientos que en resumidas cuentas muestran la técnica decodificada del buen cuentista: "brevedad, intensidad, tensión, introducción, desarrollo y desenlace final de acuerdo con la introducción" (Arango 153). Esta técnica es similar a la que aplica Cortázar en muchos de sus cuentos donde el "yo" narrador se bifurca en una división casi imperceptible entre el ser humano y el ser animal manteniendo una tensión que lleva al lector a colocarse en el abismo de la silla. "La tensión, en los cuentos, es indudablemente una de las técnicas que el uruguayo maneja con gran precisión. Tensión que alberga un potencial dinámico que repercute en el corazón del relato, despertando una aguda atención, en forma sostenida, desde las primeras líneas hasta el final del mismo" ( Arango154).

En Retórica del cuento critica las divagaciones que se salen del carril por la que debe ir la flecha al blanco. Para Quiroga, "esas divagaciones admirables pueden lucir en un artículo, en una fantasía, en un cuadro, en un ensayo, y con seguridad en una novela. En el cuento no tienen cabida, ni mucho menos pueden constituirlo por sí sola". Sus cuentos van al grano despejando toda duda que se presenta con frecuencia en los narradores basados en una realidad que al ser avasallante roza los lindes de lo irreal. Arango dice que "sus mejores cuentos son eminentemente realistas; empero, en ellos hay un vestigio de irrealidad que supera los límites físicos, a fin de tocar el plano de lo irreal por medio de la fantasía" (153).

El secreto de la escritura narrativa de Horacio Quiroga hay que encontrarla en esa tradición milenaria de la cuentística oral. Un buen narrador es como el mago en fiesta de niños que atrapa nuestra dispersa atención cada vez más desatendida por tanta distracción. Para Quiroga "el cuento literario consta de los mismos elementos sucintos que el cuento oral, y es como éste el relato de una historia bastante interesante y suficientemente breve para que absorba toda nuestra atención" (García 13).

Seguramente para el lector postmoderno acostumbrado a crear su propio laberinto lecturial orientado por esas teorías que le han dado muerte al autor, la escritura narrativa de Horacio Quiroga sea obsoleta. Sin embargo pienso que aunque esas teorías hallan hecho mella en mis concepciones, sigo creyendo que hay mucho de razón en sus planteamientos porque el amor, la locura y la muerte que destilan sus cuentos todavía despiertan mi atención.


Obras consultadas

Arango, Manuel Antonio. Sobre dos cuentos de Horacio Quiroga: Correlacion en el tema de la muerte, el ambiente y la estructura narrativa en 'A la deriva' y 'El hombre muerto' : 1982 Thesaurus: Boletin del Instituto Caro y Cuervo (Thesaurus), Bogota, Colombia. Article in: vol. 37 no. 1, 1982 Jan.-Apr. pp. 153-161
PC4008 .C63 

Ard Shoemaker, Roy How. El tema de la muerte en los cuentos de Horacio Quiroga. Cuadernos Americanos. México, año XXXVII, vol. V, 1978

García, Claudio. Idilio y otros cuentos. Montevideo: Biblioteca "Rodó", 1945

Holland, Norman S. 'Doctoring' in Quiroga. Confluencia: Revista Hispanica de Cultura y Literatura (Confluencia), Greeley, CO. Article in: vol. 9 no. 2, 1994 Spring, pp. 64-72
PQ7081.A1 C663 

Malinow, Ines. Dos escritores y dos cuentos americanos: H. Quiroga y J. Cortazar, 'Las moscas' y 'Axolotl'. Inti: Revista de Literatura Hispanica (Inti), Cranston, RI. Article in: vol. 22-23, 1985-1986 Autumn-Spring, pp. 385-389
PQ6001 .I57

Quiroga, Horacio. Cuentos de la selva. Narrados por Andrés Berger-Kiss. Editorial Palabras: Portland, OR (Audio-Book)