La desconocida
Cuando el portero de Mariscal Fco. Solano López y Artigas la veía pasar todos los días para ir a su trabajo, la saludaba con mucha amabilidad: - Buenos días señora ¿Cómo está? A ella se le iluminaba la cara con una sonrisa e invariablemente contestaba. - Buenos días... Muy bien y ¿a usted?Y seguía su camino, contenta de vivir, contenta de ir a su trabajo, contenta de tener ese portero que le deseaba que tuviera;un buen día ;. Soportaba los problemas diarios con gran paciencia y siempre tenía una solución para todo. Estaba satisfecha consigo misma, tenía un buen marido y dos hermosos hijos que no le creaban mayores complicaciones. Gozaba de buena salud y era bastante autosuficiente (esto le encantaba). Podría decirse que vivía en equilibrio, pero...Una mañana, al levantarse, se miró al espejo. Casi nunca lo hacía porque tenía los minutos contados. Ese día, levantó la cabeza y se vio... No, esa cara que veía no podía ser la suya. Verónica (así se llamaba) tenía su propia imagen interna. Se veía a sí misma como una señora madura, muy bien conservada, de piel fresca y lozana, los ojos brillantes y la sonrisa...¿Quién era la desconocida que le devolvía el espejo? La piel lisa pero floja, los ojos apagados... Intentó una sonrisa y sólo vio una mueca que le hizo daño. Bajó la vista. No quería ver. Tímidamente volvió a levantarla esperando ver su imagen, la que ella tenía de sí misma. No fue así. La persona que estaba enfrente tenía una mirada tan triste que no podía soportarla. Cerró los ojos y salió del baño. Mecánicamente, hizo todo lo que hacía diariamente. Desayunó. Despertó a su hijo, luego a su marido, limpió todo, se vistió y salió. Cuando pasó por el edificio de Solano López, el portero pronunció el consabido:- Buenos días señora... ¿Cómo está? La tomó por sorpresa el saludo. Trató de reaccionar y le salió un; bien ; vacilante. Olvidó desearle ;buenos días; Ese día nada le salió bien. Discutió con su jefe, tuvo un berrinche con sus compañeros, perdió las llaves... En fin, uno de esos días en los que uno se pregunta... ¿Para qué me levanté? Parecía que la desconocida del espejo actuaba por ella.Esa noche, su marido la abrazó y le dijo cariñosamente: - Mi viejita...Reaccionó con violencia. Él la miró dolorido. Por un momento tuvo conciencia de la injusticia pero su propio dolor le impidió manifestarlo. ¡Era vieja! Se sentía vieja. Revisó su vida... ¡Tanto hacer! ¡Tanto dar! Y los años estaban ahí y no se había dado cuenta. Una vocecita le dijo que no era así pero no le hizo caso. Todos notaron su cambio. No sabían qué había pasado y ella no explicó nada. Un día leyó un chiste en el diario de distribución gratuita del colectivo. Era más o menos así: ;Una señora mayor debe operarse de vesícula. El cirujano, antes de operarla, le propone una cirugía estética aprovechando la anestesia. La viejita le dice: - Yo sólo quiero ;envejecer en paz; Envejecer en paz... Esa noche en su casa, miró a sus hijos que ya no se atrevían ni a hablar. A su marido que seguía mirándola con dolor. Se acercó a ellos y muy bajito les dijo:- He vuelto. Soy yo. Un día...de pronto nos miramos en el espejo y nos vemos distintos, diferentes...ya no tan jóvenes, ya no tan frescos...Nuestra piel ya no es la misma, nuestro cuerpo ya no está tan firme, nuestras líneas han cambiado y nuestra mirada se detiene frente a esa imagen que le devuelve el espejo y nos encontramos con las huellas del tiempo que además de quedar marcadas en nuestro interior tambien se registraron en nuestra apariencia externa, en nuestro rostro, en nuestro cuerpo. La vejez muchas veces es difícil de aceptar y es por ello que hoy vemos a tanta gente recurrir a cirugías, a tratamientos, a cremas que dicen ser poderosas para detener el envejecimiento, a tinturas o apliques...Pero sumado a lo externo, sumado a la imagen del espejo está tambien nuestra vejez interior. Muchas personas son jóvenes en apariencia pero están envejecidas interiormente porque no alimentaron con felicidad, alegría, fuerzas y amor ese interior. Como así tambien hay ancianos cuyo interior es tan bello que al relacionarnos con ellos sentimos estar al lado de una persona llena de sabiduría pero tambien de paz y con un espíritu joven. No podemos amargarnos ni resentirnos ante el paso de los años. La edad cronológica no es la que importa, como así tampoco importa la imagen que nos devuelve el espejo. Importan: nuestra esencia, nuestros conocimientos, nuestra alegría, nuestra lucha, nuestro esfuerzo, pero por sobre todo Nuestras Ganas de Vivir. Ser uno mismo, más allá de las arrugas, de la pancita, de la calvicie...Estar en paz...Si logramos tener paz interior, si todos nuestros esfuerzos, nuestros sueños, nuestras alegrias, nuestro amor a la vida son potentes...¿Por qué temerle a la vejez? ¿Por qué entristecernos ante el paso del tiempo? La juventud está en cada uno de nosotros, más allá de los años que tengamos porque ser joven no significa tener pocos años sino tener un espíritu joven, un interior repleto de vivencias hermosas, un corazón que late siempre de la misma forma y que no se detiene ante el paso de los años al contrario se fortalece día a día...El paso de los años desluce inexorablemente las bondades del cuerpo en cambio quienes cultivan lo lindo de su interior, con el paso del tiempo ocurre lo contrario: El cuerpo envejece, pero el espíritu se hace cada vez más noble y más hermoso.